"Entiendo esta obra, la considero una expresión de arte de protesta, para mi no fue una ofensa", aclaró Francisco respecto del crucifijo con la hoz y el martillo inspirado por el diseño del jesuita Espinal, asesinado por la última dictadura boliviana. "La llevo conmigo al Vaticano", confirmó.
El Papa también respondió sobre el conflicto que mantienen Chile y Bolivia por la salida al mar del país del antiplano y señaló que "siempre hay una base de justicia cuando hay cambio de límites territoriales y sobre todo después de una guerra", pero destacó que una mediación papal sería un "último paso".
En su habitual conferencia de prensa en vuelo con los periodistas acreditados, el Papa continuó hablando sobre su relación con Latinoamerica y resaltó su preocupación por el demorado proceso de paz en Colombia. "En este sentido estamos siempre disponibles a ayudar, pero sería feo que el proceso de paz no pudiera ir adelante", sostuvo.
También se refirió a la disputa de poder en Venezuela, que tuvo un duro brote de violencia en 2014. "En Venezuela la Conferencia Episcopal trabaja para hacer un poco, pero no hay nada", lamentó. En cuanto al canal de diálogo abierto por El Vaticano para poner fin al congelamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que será el motivo de su visita a ambos países en septiembre, el pontífice agradeció: "Fue el Señor, después la cosa anduvo bien".
Francisco llegó al aeropuerto romano de Ciampino al mediodía, tras la gira que desde el pasado 5 de julio lo llevó por Ecuador, Bolivia y Paraguay. Durante el vuelo el pontífice envió mensajes de saludo a las autoridades de países cuyo territorio sobrevoló: Paraguay, Bolivia, Brasil, Cabo Verde, España e Italia.
Tras su arribo, el Papa visitó la Basílica de Santa María la Mayor junto al cardenal español Santos Abril y Castelló.