Escalada de violencia racista en Alemania
Posted: 28 Jul 2015 02:44 AM PDT
176 fueron los ataques contra alojamientos para refugiados en Alemania solamente hasta finales de junio.
En todo 2014, no llegaron a 200, así que puede verse con claridad el
aumento. El tipo de ataque: piedras, cócteles molotov que provocan
incendios, pintadas de esvásticas… de todo. En la mayoría de los casos
la agresión es contra albergues en planificación, en obras, en los que
aún no están viviendo refugiados en el interior. En otros casos, como
pasó el 11 de julio en el pueblecito de Böhlen, incluso disparan fuego
real contra un albergue en el que están viviendo refugiados dentro.
Alemania tiene un problema de racismo y en todos los medios, en el
centro de la sociedad, se encuentra ahora mismo este debate, porque cada
semana el corazón se sobrecoge con una nueva noticia de muestras de
xenofobia. El viernes 24 de julio, en Dresde, delante de unas carpas que
habían montado para acomodar a un millar de refugiados, tuvo lugar una
manifestación del partido neonazi NPD, así como otra demostración en
defensa de los refugiados. Según cuenta la prensa, habrían sido unos 200
neonazis y unos 350 defensores de los refugiados. Los primeros, al
parecer, atacaron a los segundos con piedras y botellas rotas provocando
tres heridos, uno de ellos de gravedad.
Por suerte para los refugiados y para los propios alemanes, los
racistas extremos son muchos menos que los racistas de andar por casa o
que, sobre todo, los antiracistas. Y, de ese modo, en el pueblito de
Freital, en Sajonia, semana tras semana medio pueblo se dedicaba a
manifestarse delante de un asilo de inmigrantes. La mayoría huidos y
traumatizados, explicaban en la televisión pública que estaban muertos
de miedo y con razón no se atrevían a salir solos o por la noche. Hasta
que todo el país se enteró y se organizaron autobuses, un concierto
antifascista y hasta el colectivo de artistas Dies Irae llevó a cabo una
acción de guerrilla urbana colocando publicidad pro-refugiados en las
paradas de autobús. Los eslóganes no tienen desperdicio: “El zorro es
listo y se hace el tonto – el nazi hace lo contrario” o “Los nazis comen
falafel en secreto”. El jefe del partido de izquierdas Die Linke,
Michael Richter, sabe a que se están enfrentando en Freital: su coche
salio volando por los aires después de que desconocidos colocaran un
explosivo en la noche del domingo 26 de julio.
Este inconveniente de cara mas radical que le ha surgido a la
sociedad alemana es en realidad la punta del iceberg del pensamiento
egoísta y miedoso de una buena parte de la sociedad alemana, como las
manifestaciones del movimiento Pegida pusieron de manifiesto. Los
“patriotas europeos contra la islamización de occidente” han dado la
nota durante meses mezclando conceptos y expandiendo una cultura de
negación de la diversidad y de rechazo al extranjero. Si bien estas
protestas por fin se han calmado en los últimos meses, su trabajo de
propaganda ha calado entre determinados sectores sociales.
Pegida se distancia de los ataques a inmigrantes, a albergues para
refugiados y hasta de las manifestaciones que tienen lugar justo en
frente de las residencias de refugiados. Sin embargo, miembros del
movimiento han demostrado, sobre todo en internet, lo peligrosos que
pueden llegar a ser, amenazando a periodistas, deseándoles la muerte y
tratando de asustarles para que no informasen de una forma negativa
sobre el movimiento. Y es que internet es el lugar donde el problema
alemán actual mas patente queda: cientos y cientos de comentarios en
páginas de Facebook y en blogs llenos de odio y miedo a los extranjeros
que vienen huyendo de las guerras o quién sabe de qué.
Por otro lado, desde hace tiempo venimos informando en este periódico
de que las condiciones en que los refugiados son alojados en Alemania
son mas que dudosas en muchos casos. Ahora el ejército, en un generoso
acto, ha puesto cuarteles con capacidad para 3.500 personas a
disposición de los refugiados. Por suerte, podrán vivir en un verdadero
ambiente carcelario en medio de la nada. Con la puerta abierta, pero con
un billete a ninguna parte, ya que en muchos casos no hay ni autobús de
línea ni ellos tienen dinero para pagarlo.