
Una investigación foránea e independiente sobre los 43 estudiantes
desaparecidos en el sur de México desplomó este domingo la versión
oficial según la cual los jóvenes fueron incinerados en un basurero, en un crimen que despertó el año pasado la indignación internacional.
“No existe ninguna evidencia que apoye la hipótesis generada en base a
testimonios, de que 43 cuerpos fueron cremados en el basurero municipal
de Cocula”, por lo que debe continuar la búsqueda de los estudiantes,
indica el último informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes (GIEI), formado por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y que llegó a México hace seis meses.
En sus cerca de 500 páginas, la pesquisa independiente critica la
inacción de las fuerzas federales y pone sobre la mesa un “elemento
clave” que no ha sido considerado por la fiscalía: un quinto autobús que
pudo transportar droga al momento del ataque.
Esto pone en jaque al gobierno de Enrique Peña Nieto, cuya popularidad se ha ido a pique a raíz del trágico crimen.
Alegando detentar una “verdad histórica”, la fiscalía mexicana
concluyó que, la noche del 26 de septiembre del año pasado, decenas de
estudiantes de la escuela de maestros rurales de Ayotzinapa (Guerrero,
sur) fueron atacados por sicarios y policías corruptos en la cercana
Iguala. Los jóvenes estaban tomando a la fuerza cuatro autobuses para
sus movilizaciones políticas.
Luego, los policías habrían entregado a los 43 estudiantes -conocidos
por su beligerante ideología de izquierda- a narcotraficantes del
cártel local Guerreros Unidos, quienes los asesinaron por sospechar que
eran miembros de un cártel rival.
Siempre según la fiscalía, los cadáveres fueron incinerados en un basurero del cercano poblado de Cocula y arrojados a un río.
Fuego imposible
En el basurero de Cocula “no hay ninguna evidencia que indique la
presencia de un fuego de la magnitud de una pira para la cremación de
inclusive un solo cuerpo”, concluyó José Torero, un reconocido perito
peruano que participó de la investigación independiente.
El experto añade que no se observan los daños que resultarían de un
fuego tan importante y que no existe evidencia de que el combustible
necesario estuviera disponible en las cercanías.
Así, el GIEI pide investigar el posible uso de hornos de cremación públicos y privados en los municipios aledaños.
Los desesperados padres de los 43 estudiantes han encabezado
multitudinarias marchas en todo el país, gritando a los cuatro vientos
que sus hijos aún están vivos.
El laboratorio de Innsbruck (Austria) ha analizado restos humanos
calcinados encontrados en la zona, pero sólo ha podido identificar a uno
de los estudiantes.
Por otro lado, el informe deplora que la policía estatal, federal y
el ejército no auxiliaron a los estudiantes pese a presenciar los
ataques e incluso recibir llamadas de auxilio.
Muchos lesionados permanecieron sin atención médica, lo que “en algún
caso probablemente precipitó la muerte”, mientras que dos de los
normalistas muertos en los ataques armados quedaron tendidos en el suelo
por más de dos horas y bajo la lluvia, señalan los expertos, que no
tuvieron autorización para entrevistar a militares.
El evidente vínculo entre el crimen organizado y las autoridades, así
como los prontos resultados de la investigación oficial, indignaron a
la esfera internacional con pronunciamientos por parte de organizaciones
como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
El misterio del quinto autobús
La fiscalía general sólo consideró en su investigación cuatro de los
cinco autobuses tomados por los estudiantes y “no se ha proporcionado
ninguna información oficial de esta omisión”, lamentó el GIEI.
Los expertos explicaron que ese autobús “fue el único que no fue
atacado violentamente esa noche” y que la declaración de su chófer,
recabada recién en junio de 2015, “señala una versión de la historia que
no coincide en absoluto” con la de los sobrevivientes.
La agreste zona de Iguala es epicentro del tráfico de heroína hacia
Estados Unidos y los cárteles suelen transportar la droga escondida en
autobuses.
Así, los investigadores independientes sospechan que las
inconsistencias y contradicciones que rodean a ese quinto autobús
“esconden aspectos importantes a considerar que pueden tener que ver con
el modus operandi y la motivación de la agresión”.
La hipótesis sobre la confusión de los estudiantes con un grupo
narcotraficante “es inconsistente con el grado de conocimiento de las
autoridades de los hechos, con la situación de que los estudiantes iban
desarmados” y no explica “la masividad” de los ataques.
El GIEI emitió varias recomendaciones a la fiscalía general para
resolver este crimen. Una de ellas es investigar denuncias “por malos
tratos o torturas” contra varios de los más de cien detenidos.
AFP