Entró en la carrera por el liderazgo del Partido Laborista de Reino Unido para “ampliar el debate ideológico” y comenzó siendo el candidato con menos probabilidades de ganar. Nadie lo veía como una seria amenaza para el resto de los contrincantes.
Pero en sólo 100 días, el británico de 66 años, Jeremy Corbyn, del ala más izquierdista del laborismo, logró ayer convertirse en el nuevo líder del principal partido de oposición.
En primera vuelta y con una mayoría aplastante de 59,5% y 251,417 votos en las elecciones internas de la formación, Corbyn llegó a reemplazar a Ed Miliband, que dimitió tras perder las elecciones generales de mayo.
Ninguno de los otros tres candidatos logró pisarle los talones. Lo siguió el más centrista, Andy Burnham, con el 19% de los votos, Yvette Cooper con el 17% y Liz Kendall, la heredera del ex premier Tony Blair, quedó en el último lugar con 4,5% de las preferencias.
Según el diario británico The Guardian, Corbyn obtuvo más votos que los que obtenidos por el ex primer ministro Tony Blair, cuando se quedó con el liderazgo del partido en 1994.
El rápido ascenso de Corbyn sorprende sobre todo si se toma en cuenta que luego de la renuncia de Miliband como jefe de partido, el político apenas logró conseguir las firmas necesarias para presenta su candidatura. Según The Guardian, la llegada de Corbyn a la carrera por el partido fue recibida por una ola de entusiasmo por su mensaje en contra la austeridad, la promesa de desarme nucleares en Reino Unido y la nacionalización de los ferrocarriles.
Este mensaje radical de Corbyn comenzó a sentirse apenas anunciaron su victoria. En su discurso, prometió un país más igualitario y solidario y poner fin a los “niveles grotescos de desigualdad”.
“Los conservadores han utilizado la crisis económica de 2008 para imponer una carga terrible a la gente más pobre de este país”, dijo. “No es justo, no es necesario y tiene que cambiar”.
Luego del anuncio de su victoria, Corbyn se unió a una manifestación en Londres para pedir un mejor trato a los refugiados.
Pero el nuevo líder laborista no tendrá un camino fácil. Su predecesor en el cargo, Ed Miliband, le dio su “total apoyo”, pero también le instó a buscar la unidad del partido, que está afrontando tensiones internas por el giro a la izquierda. Varios de los actuales portavoces laboristas en la oposición anunciaron que no trabajarán en su equipo. La hasta ahora portavoz de Interior y rival de Corbyn, Yvette Cooper, indicó que no formará parte del equipo del nuevo líder.
El ex primer ministro laborista Tony Blair ya había llamado en agosto, a no votar por Corbyn. “Aunque me odiéis, no llevéis al Partido Laborista al precipicio”, escribió en el diario británico The Guardian.
Para los conservadores británicos, Corbyn representa una verdadera amenaza. El ministro de Defensa, Michael Fallon, estimó que “el laborismo es ahora una seria amenaza a la seguridad de nuestra nación, nuestra seguridad económica y la seguridad de vuestras familias”.
El nuevo líder laborista nació en Chippenham, en el sur de Inglaterra en 1949. Comenzó su militancia en el mundo sindical y en 1983 entró en el Parlamento, obteniendo un escaño de Islington Norte, el cual ha defendido con éxito en ocho elecciones generales.
Corbyn es un gran defensor de la gratuidad en las universidades, de un mayor esfuerzo para la redistribución de la riqueza y es uno de los laboristas que más se ha opuesto a la invasión de Irak.
Ahora que logró el liderazgo del laborismo, una de las grandes incógnitas, según han planteado medios locales, es si el político izquierdista logrará vencer a los conservadores de David Cameron en las elecciones de 2020.