Seduciendo al capital
Daniel Scioli visitó Bahía Blanca con el embajador estadounidense. Junto a la empresa Dow Chemical, fabricante de armas como el Napalm, presentaron el objetivo de lograr mayores inversiones extranjeras. Coca Cola despide buscando mayor explotación. Las promesas de entrada de capitales, el saqueo del país, y el planteo del Frente de Izquierda.
Escenas que hace 10 o 12 años resultaban impensables, hoy se repiten a diario. Cuando todavía estaban calientes las brasas del 2001, era difícil atreverse a sostener que las soluciones a los problemas del país estaban buscando la inversión de capital extranjero y una vuelta a los mercados internacionales para tomar deuda externa. Las consecuencias de las políticas de los años ´90, con sus costos sociales y la entrega de los principales recursos estratégicos del país, estaban todavía a flor de piel como para prometer esas recetas. Era demasiado evidente para millones de trabajadores desocupados, precarizados o ahorristas confiscados, que las promesas de llegar al “primer mundo” y modernizar el país por esa vía, no era precisamente lo que había sucedido.
Incluso Néstor Kirchner, todavía unos años después, en el 2005, disimulaba sus actos pro imperialistas como el pago adelantado de 10.000 millones de dólares al FMI, bajo un discurso de lograr la independencia frente a los organismos del capital financiero internacional.
Sin embargo, mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces. El agotamiento del ciclo económico que acompañó al ciclo kirchnerista, va de la mano de un agotamiento del relato oficial, y del surgimiento de la propuesta de una política económica que, con matices, comparten los tres candidatos presidenciales con mayores chances de llegar a la Casa Rosada. No por nada, los hemos llamado los “hijos políticos de Menem”, y sus principales asesores económicos han sido funcionarios del menemismo, la Alianza y Duhalde. Todos ellos coinciden en plantear ahora salidas con ajuste, devaluación y mayor ingreso del capital financiero internacional, discutiendo solamente si este programa contra los trabajadores y el pueblo lo aplican gradualmente o en shock.
El futuro llegó hace rato
La campaña electoral se desarrolla en este marco, con los principales candidatos haciendo buena letra ante el capital financiero internacional para ofrecer “confianza” a los mercados, buscando que venga a estas tierras, y tratando de convencer a las clases medias y a los trabajadores de que así se superarán el cepo al dólar, la inflación y habrá más trabajo.
Para los candidatos, seducir al capital significa ir a negociar con los fondos buitres para “normalizar” la situación del país (para lo cual ya envían emisarios) y ofrecer buenas condiciones para las inversiones, es decir, que los capitales extranjeros puedan fugar capitales a sus casas matrices y llevar a cabo una mayor explotación de la clase obrera. Lasfabulosas condiciones ofrecidas a Chevron son un gran ejemplo de ello, y es lo que se proponen profundizar en la próxima etapa.
Por si la experiencia de la década menemista no bastara, hay múltiples ejemplos sobre las consecuencias de la entrada del capital imperialista que llegan hasta nuestros días. El déficit energético (con sus agudas consecuencias para la economía nacional) tras años de desinversión y grandes negocios por parte de empresas como Repsol; el colapso de las redes de teléfonos celulares; o la falta de soberanía alimentaria al punto de que Argentina tenga que importar… ¡carne!, son sólo algunas muestras más de todo esto (en este último caso, por la asociación para el negocio sojero entre la tradicional oligarquía terrateniente argentina y modernas empresas del agrobussiness). Empresas mineras como la Barrick Gold no sólo saquean los recursos del país, sino que también destruyen el medio ambiente, al igual que muchas otras.
En este contexto es que este lunes Daniel Scioli visitó Bahía Blanca junto al embajador de Estados Unidos en Argentina, Noah Mamet. El candidato del Frente para la Victoria prometió allí “incentivar y promover inversiones en el país” en su recorrida por la empresa estadounidense Dow Chemical Argentina, sobre la cual afirmó que es una “aliada estratégica de Argentina”, que “renueva permanentemente su compromiso productivo con el país; en los últimos quince años invirtió 2 mil millones de dólares”.
En su afán por seducir (no combatir) al capital, Scioli olvidó algunos datos que reflejan que la tan ansiada entrada de inversiones trae grandes beneficios para algunos, pero no para los trabajadores. Baste señalar que en el año 2013 Dow Argentina, esta “aliada estratégica”, obtuvo ventas por US$ 2.350 millones. Sin embargo, su plantel de 1160 trabajadores del complejo de Bahía Blanca no compartió esos jugosos beneficios: la mitad trabaja de forma tercerizada, entre ellos muchos que pasan años bajo el convenio de la UOCRA con salarios muy por debajo de la canasta familiar. Mauro Vargas, candidato del Frente de Izquierda en esa ciudad bonaerense, se desempeñó durante 4 años como obrero tercerizado de Dow Argentina, sufriendo 3 intentos de despido: la multinacional estadounidense no quiere que la organización de los trabajadores cuestione con su lucha la precarización laboral.
Para agregar otros datos sobre la bondad de esta empresa imperialista, señalemos que ha sido proveedora de dos armas que provocaron grandes asesinatos en masa en la Guerra de Vietnam: el Napalm y el Agente Naranja. Como tantas otras veces, la guerra para esta empresa ha sido un gran negocio capitalista.
Quienes también cuestionan por estos días los beneficios de las inversiones imperialistas son los trabajadores de Coca Cola, que están en pie de lucha contra los despidos de la empresa de gaseosas en distintas plantas, intentando sacarse de encima a quienes han tenido que ver con la organización de sus compañeros para conseguir mejores condiciones de trabajo. Es el paso previo a implementar medidas para incrementar la producción en base al aumento de los ritmos de trabajo, una mayor explotación de los trabajadores.
Algo de esto saben también los trabajadores de Lear. Recordemos que en esta multinacional el histórico conflicto del año pasado tuvo su origen en la negativa de la Comisión Interna combativa a firmar condiciones de flexibilización laboral. En las últimas semanas, en el marco de la crisis, en la industria automotriz se han redoblado nuevamente las suspensiones y los retiros voluntarios.
Lo mismo cabría señalar para luchas como la de Gestamp y tantas otras, en las que gobierno, burocracia sindical y empresa actuaron unidas contra los trabajadores. Garantías para las inversiones significa entonces, en gran parte, poder aumentar la productividad y las ganancias de las empresas en base a una mayor explotación de los trabajadores, sumado a facilidades para poder girar sus ganancias al exterior.
Una salida anticapitalista
La búsqueda de capitales extranjeros que habilite un nuevo ciclo de grandes negocios capitalistas usa como uno de sus principales argumentos la escasez de dólares de la economía nacional en esta fase de agotamiento del ciclo económico.
Sin embargo, el “consenso ajustador” de los principales candidatos oculta que hay fabulosos recursos orientados hacia otros fines, y que hay otra salida distinta a aceptar las condiciones y el chantaje de las inversiones imperialistas que han saqueado el país a lo largo de toda su historia[1]. Desde los ferrocarriles en sus orígenes, pasando por el desarrollismo y la década del ´90, la experiencia histórica demuestra que la entrada de los capitales extranjeros no ha hecho más que profundizar el atraso y la dependencia del país. Más aún, en este caso esta propuesta económica llega tarde para aprovechar el ciclo de alto flujo de capitales hacia los países periféricos que tuvo lugar los últimos años.
Durante la década kirchnerista, la Argentina pagó más de 200 mil millones de dólares de deuda externa y debe aún más de 220 mil millones de dólares más, mientras que las empresas multinacionales, que concentran el 63% de las grandes empresas del país, giraron al exterior 70 mil millones de dólares (mientras que se calcula que existen fugados al exterior 400.000 millones de dólares de capitales nacionales). Las rentas agraria, minera o financiera, entre otras, concentran grandes negocios en pocas manos, que no están precisamente al servicio de sacar a la nación de su atraso.
El no pago de la deuda externa; el monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de la banca para evitar la fuga de capitales y concentrar el ahorro de la nación; la expropiación de los grandes terratenientes, cerealeras y de la industria hidrocarburífera y minera; son algunas de las medidas elementales de autodefensa que propone el Frente de Izquierda frente al saqueo nacional. Muestran otra salida frente al chantaje de aceptar las condiciones de entrega de los capitales imperialistas que proponen los candidatos del ajuste: poner los recursos estratégicos del país al servicio de las grandes necesidades obreras y populares. Son algunas de las medidas básicas que tomaría un gobierno de los trabajadores, no sólo en nuestro país, sino como parte de la lucha de la clase obrera internacional y los pueblos oprimidos, en la perspectiva del socialismo.
[1] Esto no implica que un gobierno de los trabajadores podría realizar acuerdos puntuales para el desarrollo de tecnologías que no estén al alcance de la nación en determinado momento.