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Respuesta  Mensaje 1 de 30 en el tema 
De: alí-babá  (Mensaje original) Enviado: 17/09/2015 23:11

LA HORA DE LOS PUEBLOS:

Juan Domingo PERÓN

( 1968)

 

 

 

Durante casi todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX en que el

sistema capitalista impuso su ley y se ha ufanado en destacar sus

conquistas técnicas y científicas, se ha guardado muy bien de confesar que,

aparte del empeño de los técnicos y hombres de ciencia, todo el esfuerzo

material ha gravitado sobre las nobles espaldas de los trabajadores y de

los pueblos sometidos, a los que jamás les han llegado, en proporción a sus

sacrificios, los beneficios de tales conquistas que, en muchos casos, más

bien han servido para la destrucción y la muerte.

El despertar de una nueva conciencia social en marcha hace pensar que si

en la etapa industrial fue posible la explotación del hombre y de los

pueblos sometidos al colonialismo imperialista, en la etapa posindustrial,

que ya se anuncia, no será posible seguir con semejantes métodos y

sistemas. En este 1968 ya soplan vientos de fronda para los contumaces

reaccionarios de otros tiempos: comienza ya“la hora de los pueblos”,

caracterizada por la liberación de las naciones del yugo opresor de los

imperialismos como por la supresión de la injusticia social. Tal vez

algunas personas que puedan leer este libro lleguen a pensar que se trata

de un enemigo de Estados Unidos: nada más lejos de la verdad. Yo no

ataco, critico, y esa critica no es al país ni al pueblo, ni siquiera a la

nacionalidad, sino a los hombres, a quienes la casualidad ha puesto en

situación de decidir, que en la política internacional han equivocado el

camino de la grandeza, que en otros aspectos han acertado. Hace pocos

días, Arnold J. Toynbee, en un articulo del A.B.C. de Madrid intitulado

"Estados Unidos en Crisis", decía textualmente: "Los Estados Unidos han

tenido durante muchos años una falsa sensación de seguridad, una falsa

euforia, que ahora ha quedado destrozada y no creo que Toynbee sea un

enemigo de EE. UU.

Para nosotros, los latinoamericanos, nada sería más placentero que unos

Estados Unidos evolucionados, fuertes y ricos, encabezando al Nuevo

Continente por derecho propio, siempre que ello se realizara sin

detrimento de los demás, sin métodos imperialistas de dominio y

explotación, sin insidiosos procedimientos y sin la prepotencia del

avasallamiento. En tales condiciones, la defensa solidaria, del Continente

sería un hecho y hasta se justificaría en cierta medida la Doctrina de

Monroe. Pero nadie podrá imaginar semejante conducta en países

sojuzgados y menos aún para "atacar a Cuba", "ocupar la Republica

Dominicana" o cooperar en el genocidio de Vietnam del Norte.

Esta misma opinión es compartida por numerosos norteamericanos. No

hace mucho, un general estadounidense, manifestaba que "Al Capone"

murió en la cárcel por aplicar sus métodos en cuatro distritos de Chicago

 

 

 

y, a renglón seguido se preguntaba ¿que merecerían los EE. UU. si los

aplicara en el mundo? En el senado de la Unión se oyen todos los días

juicios y críticas parecidos. Yo sé que no tengo derecho a meterme en los

asuntos internos de ese país, pero tampoco ignoro que me asiste el más

legítimo derecho de enjuiciarle cuando sus hombres se inmiscuyen en los

de nuestros países o cuando sus maniobras provocan los graves perjuicios

que señalo.

El senador Fulbrigth ha manifestado en un debate sobre la guerra del

Vietnam, que Estados Unidos esta siguiendo el mismo camino que los

imperialismos griegos y romanos. A lo largo del texto de este libro el lector

encontrara varias veces una afirmación semejante, pues los imperialismos

tienen un destino al que, por determinismo histórico, no pueden escapar

como lo viene confirmando la historia a lo largo de todos los tiempos. No

valen ni la riqueza ni la fuerza para sostenerlos: ni Cartago sobrevivió a

Escipion El Africano, ni Roma, el imperio más fuerte que ha producido la

humanidad, pudo hacerlo ante su propia decadencia: es que a los

imperialismos nadie los tumba de afuera, se pudren por dentro.

Si Roma, en la época de la carreta, tardó más de un siglo en derrumbarse y

desaparecer, los imperialismos modernos, en los tiempos del cohete, están

ante un proceso más peligrosamente rápido. Roma acentúa su caída con el

asesinato de Julio Cesar. Marco Aurelio la detiene merced a su sabiduría y

su prudencia; durante los años de su gobierno consigue apuntalarlo,

reuniendo en Roma a los hombres más importantes de las diversas

provincias romanas que, al final de las ceremonias reciben con tal

beneplácito sus paternales palabras que regresan a sus lares al grito de

"Viva Roma". Su hijo que, si heredó el imperio no heredó su talento,

disconforme con la presunta "debilidad" de su padre, opto por los métodos

violentos y cuando los naturales de las distintas regiones pretendieron

discutir sus arbitrarias decisiones, no titubeo en mandar una Legión para

que le trajera la cabeza del culpable.

También al actual imperialismo podríamos escribirle los "Idus de Marzo".

Su decadencia puede haber comenzado con el asesinato de Kennedy. Hoy

las "Legiones" se llaman "Marines" pero el espectáculo no ha variado.

Cuando señalamos un peligro no es porque nos sintamos enemigos. He

deseado más que nada ser veraz y sincero en cuanto trato de enjuiciar. No

me ha interesado tanto la dialéctica ni la retórica como la verdad y, la

verdad, como dicen los árabes, "habla sin artificios". La política suele

tener sus características originales; una de ellas es la necesidad de llamar

a las cosas por su nombre. Como José Hernández, en su inmortal "Martín

Fierro", anhelo decir con propiedad :

 

 

Más naides se crea ofendido,

pues a ninguno incomodo:

y si canto de este modo

por encontrarlo oportuno,

NO ES PARA MAL DE NINGUNO

SINO PARA BIEN DE TODOS.

Madrid, agosto de 1968

( sigue)


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Respuesta  Mensaje 16 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:11

Respuesta  Mensaje 17 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:12

LA HORA DE LOS PUEBLOS:

Juan Domingo PERÓN

( 1968)

 

 

 

Durante casi todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX en que el

sistema capitalista impuso su ley y se ha ufanado en destacar sus

conquistas técnicas y científicas, se ha guardado muy bien de confesar que,

aparte del empeño de los técnicos y hombres de ciencia, todo el esfuerzo

material ha gravitado sobre las nobles espaldas de los trabajadores y de

los pueblos sometidos, a los que jamás les han llegado, en proporción a sus

sacrificios, los beneficios de tales conquistas que, en muchos casos, más

bien han servido para la destrucción y la muerte.

El despertar de una nueva conciencia social en marcha hace pensar que si

en la etapa industrial fue posible la explotación del hombre y de los

pueblos sometidos al colonialismo imperialista, en la etapa posindustrial,

que ya se anuncia, no será posible seguir con semejantes métodos y

sistemas. En este 1968 ya soplan vientos de fronda para los contumaces

reaccionarios de otros tiempos: comienza ya“la hora de los pueblos”,

caracterizada por la liberación de las naciones del yugo opresor de los

imperialismos como por la supresión de la injusticia social. Tal vez

algunas personas que puedan leer este libro lleguen a pensar que se trata

de un enemigo de Estados Unidos: nada más lejos de la verdad. Yo no

ataco, critico, y esa critica no es al país ni al pueblo, ni siquiera a la

nacionalidad, sino a los hombres, a quienes la casualidad ha puesto en

situación de decidir, que en la política internacional han equivocado el

camino de la grandeza, que en otros aspectos han acertado. Hace pocos

días, Arnold J. Toynbee, en un articulo del A.B.C. de Madrid intitulado

"Estados Unidos en Crisis", decía textualmente: "Los Estados Unidos han

tenido durante muchos años una falsa sensación de seguridad, una falsa

euforia, que ahora ha quedado destrozada y no creo que Toynbee sea un

enemigo de EE. UU.

Para nosotros, los latinoamericanos, nada sería más placentero que unos

Estados Unidos evolucionados, fuertes y ricos, encabezando al Nuevo

Continente por derecho propio, siempre que ello se realizara sin

detrimento de los demás, sin métodos imperialistas de dominio y

explotación, sin insidiosos procedimientos y sin la prepotencia del

avasallamiento. En tales condiciones, la defensa solidaria, del Continente

sería un hecho y hasta se justificaría en cierta medida la Doctrina de

Monroe. Pero nadie podrá imaginar semejante conducta en países

sojuzgados y menos aún para "atacar a Cuba", "ocupar la Republica

Dominicana" o cooperar en el genocidio de Vietnam del Norte.

Esta misma opinión es compartida por numerosos norteamericanos. No

hace mucho, un general estadounidense, manifestaba que "Al Capone"

murió en la cárcel por aplicar sus métodos en cuatro distritos de Chicago

 

 

 

y, a renglón seguido se preguntaba ¿que merecerían los EE. UU. si los

aplicara en el mundo? En el senado de la Unión se oyen todos los días

juicios y críticas parecidos. Yo sé que no tengo derecho a meterme en los

asuntos internos de ese país, pero tampoco ignoro que me asiste el más

legítimo derecho de enjuiciarle cuando sus hombres se inmiscuyen en los

de nuestros países o cuando sus maniobras provocan los graves perjuicios

que señalo.

El senador Fulbrigth ha manifestado en un debate sobre la guerra del

Vietnam, que Estados Unidos esta siguiendo el mismo camino que los

imperialismos griegos y romanos. A lo largo del texto de este libro el lector

encontrara varias veces una afirmación semejante, pues los imperialismos

tienen un destino al que, por determinismo histórico, no pueden escapar

como lo viene confirmando la historia a lo largo de todos los tiempos. No

valen ni la riqueza ni la fuerza para sostenerlos: ni Cartago sobrevivió a

Escipion El Africano, ni Roma, el imperio más fuerte que ha producido la

humanidad, pudo hacerlo ante su propia decadencia: es que a los

imperialismos nadie los tumba de afuera, se pudren por dentro.

Si Roma, en la época de la carreta, tardó más de un siglo en derrumbarse y

desaparecer, los imperialismos modernos, en los tiempos del cohete, están

ante un proceso más peligrosamente rápido. Roma acentúa su caída con el

asesinato de Julio Cesar. Marco Aurelio la detiene merced a su sabiduría y

su prudencia; durante los años de su gobierno consigue apuntalarlo,

reuniendo en Roma a los hombres más importantes de las diversas

provincias romanas que, al final de las ceremonias reciben con tal

beneplácito sus paternales palabras que regresan a sus lares al grito de

"Viva Roma". Su hijo que, si heredó el imperio no heredó su talento,

disconforme con la presunta "debilidad" de su padre, opto por los métodos

violentos y cuando los naturales de las distintas regiones pretendieron

discutir sus arbitrarias decisiones, no titubeo en mandar una Legión para

que le trajera la cabeza del culpable.

También al actual imperialismo podríamos escribirle los "Idus de Marzo".

Su decadencia puede haber comenzado con el asesinato de Kennedy. Hoy

las "Legiones" se llaman "Marines" pero el espectáculo no ha variado.

Cuando señalamos un peligro no es porque nos sintamos enemigos. He

deseado más que nada ser veraz y sincero en cuanto trato de enjuiciar. No

me ha interesado tanto la dialéctica ni la retórica como la verdad y, la

verdad, como dicen los árabes, "habla sin artificios". La política suele

tener sus características originales; una de ellas es la necesidad de llamar

a las cosas por su nombre. Como José Hernández, en su inmortal "Martín

Fierro", anhelo decir con propiedad :

 

 

Más naides se crea ofendido,

pues a ninguno incomodo:

y si canto de este modo

por encontrarlo oportuno,

NO ES PARA MAL DE NINGUNO

SINO PARA BIEN DE TODOS.

Madrid, agosto de 1968

( sigue)

Respuesta  Mensaje 18 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:12

CAPÍTULO I

EL CONCEPTO JUSTICIALISTA

1. — Las Nuevas Estructuras.

 Cuando los usurpadores del poder popular en la Argentina hablan de

democracia, sólo logran evidenciar su ignorancia o su mala fe, pero cuando

su insidiosa suficiencia resulta más irritante es al pretender erigirse en

jueces que han de determinar lo que es o no democrático. Si la verdadera

democracia no fuera tan difícil de desentrañar en medio de las

circunstancias actuales y la maraña de simulaciones y falsedades,

llegaríamos pronto a la conclusión de que el mundo moderno es mucho

más democrático de lo que nosotros imaginamos.

Afirma el sociólogo don Jesús Suevos que "uno de los más perniciosos

equívocos de nuestro tiempo radica en la identificación de los vocablos

"democracia" y "liberalismo". Hay, sin duda, una democracia liberal, pero

hubo democracias en el pasado y se postulan otras en el presente tan

legítimas e importantes como ella. El comunismo soviético, los fascismos,

el nacionalsindicalismo español, los nacionalcomunismos que se esbozan

tras el telón de acero y los socialismos árabes son propuestas muy

diferentes entres sí pero todas coincidentes en el deseo de conseguir una

democracia a la medida de los hombres del siglo XX. Si por un momento

nos liberamos de los yugos propagandísticos que uncen la serviz del

llamado “mundo libre”, comprobaremos que casi tres cuartas partes de la

población mundial buscan su constitución democrática fuera de los cotos

cerrados del liberalismo.

"Es que el reaccionarísmo liberal, producto del gobierno de la burguesía

que dominó al mundo durante más de un siglo, imagina haber alcanzado

fórmulas invariables que sirvan a la convivencia humana en todos los

lugares y para todos los tiempos. Según ellos, lo que fue bueno para el siglo

XIX debe serlo también para el actual y para los venideros. Para ellos no

son fórmulas temporales sometidas a las circunstancias, sino principios

invariables y permanentes. No desean comprender que el desarrollo

demográfico e industrial de los últimos cien años ha cambiado

radicalmente la situación y que la presencia del "hombre-masa" ha

producido una serie de problemas que presionan de tal modo la forma de

vida que ya no es posible el individualismo de otros tiempos, reemplazado

ahora por una conciencia y una acción mancomunada. El hombre ya no

puede ser considerado como un ente aislado sino como un elemento

integrante del conjunto. Esto explica lo que parece sorprender a muchos: la

decadencia de los partidos políticos y su reemplazo por otras

organizaciones mayores y más naturales tendientes hacía las democracias

9

también más naturales, en las que el hombre opina y vive lo que conoce y

no lo que conocen y viven unos cuantos intermediarios”.

Por otra parte, la democracia de nuestro tiempo no puede ser estática,

desarrollada en grupos cerrados de dominadores por herencia o por

fortuna, sino dinámica y en expansión para dar cabida y sentido a las

crecientes multitudes que van igualando sus condiciones y posibilidades a

las de los grupos privilegiados. Esas masas ascendentes reclaman una

democracia directa y expeditiva que las viejas formas ya no pueden

ofrecerles.

Todo esto, tan evidente cuando se habla de buena fe, se vuelve

incomprensible cuando intervienen la mala intención y el engaño. Para

imaginarnos lo que pasa es preciso conjugar simultáneamente la

incomprensión propia de la ignorancia, la soberbia del reaccionarismo

contumaz y la falsedad de los grupos que sirven intereses inconfesables.

Por eso, cuando los "gobiernos" o sus agentes hablan de imponer la

democracia, nadie puede creerles, porque todos imaginan sistemáticamente

la aviesa intención de engañar, porque la democracia que anhelan los

pueblos está muy distante de ser la que pretenden imponer desde los

centros demoliberales de las oligarquías manejadas desde el "State

Departament" o desde el "Pentágono". Todos luchamos por una

democracia, pero esa democracia no ha de ser impuesta ni por la Casa

Blanca, ni por el Kremlin, sino por el pueblo y para que ello suceda debe

dejárselo actuar libremente y no manejado por los agentes cipayos de uno u

otro de los imperialismos dominantes.

La historia del demoliberalismo burgués es simple y casi reciente. Cuando

hace veinte años el Justicialismo anunciaba desde la Argentina la "Hora de

los Pueblos" y su doctrina, el mundo demoliberal y el soviético, apoyados

por el imperialismo capitalista, lanzaban ya su ofensiva contra nosotros con

la acusación de "antiliberalismo", "demagogia", "nazifascismo", etc. Sin

embargo, ha pasado el tiempo y la evolución paulatina e irremediable ha

ido alejándonos cada día más de los supuestos liberales que ya en la

segunda mitad del siglo XIX comenzaron su fracaso, que se acentuó

decisivamente con el desarrollo económico del siglo XX y se hizo efectivo

e irreversible en la situación emergente de la Segunda Guerra Mundial.

En cierta medida es una evolución similar a la producida en la Edad Media,

si bien con características distintas como diferentes eran las condiciones de

vida y circunstancias. Entre los factores que gravitaron más decisivamente

en ella se encuentran las Corporaciones que nacen inicialmente como

necesidad orgánica de defensa del pueblo contra las extralimitaciones y

abusos del feudalismo; luego se intensifican cuando el Estado Feudal entra

en lucha con sus vecinos y se ve obligado a organizar su defensa y, en

consecuencia, no tiene más remedio que ceder autoridad a algunos de sus

habitantes. Así adquiere poder gremial y político. La aparición de los

10

"condottieri" que alquilaban sus ejércitos mercenarios obligó a recurrir a la

"leva en masa" con lo que las Corporaciones se fortalecieron

extraordinariamente. Son estas Corporaciones las que impulsan a la

Revolución Francesa y son ellas las que promueven la insurrección de la

“gleba de la Tierra" que eran los trabajadores de esos tiempos

eminentemente agrarios.

Producida la Revolución Francesa, se habían cumplido las dos primeras

etapas: la doctrinaria (obra especialmente de los enciclopedistas) y el golpe

de estado producido en París. Restaban todavía dos etapas más de las que

se realizan irremediablemente en toda revolución trascendente: la

dogmática y la institucional. Producido el catorce de Brumario, Bonaparte

encarna la etapa dogmática y luego, como Emperador de los Franceses,

realiza también la institucionalización del sistema.

Napoleón no era revolucionario a la usanza de los enciclopedistas o las

Corporaciones. El era monárquico y más que nada bonapartista, en

consecuencia, si bien los monárquicos son sus enemigos porque lo

consideran revolucionario, el pueblo llano lo ve como a un monárquico que

ha sabido aprovechar las circunstancias para hacerse de poder. Así su

situación puede volverse naturalmente difícil, lo que lo impulsa a recurrir a

la burguesía que en la revolución no ha tenido parte activa y ha quedado

casi intacta.

En tales condiciones, Napoleón recurre al arbitrio de ganarse a esa

burguesía y lo realiza por el camino más corto: tocar su víscera más

sensible, el bolsillo. Pone en venta las posesiones vacantes por exilio o

muerte de sus dueños y las vende baratas. En esas condiciones las adquiere

la burguesía pero no ignoran ellos que la consolidación de sus posesiones

está condicionada a la continuidad del régimen surgido el catorce de

brumario y del imperio que le sucederá.

Así surge en Francia el Gobierno de la burguesía que organiza el "estado

nuevo" bajo las formas burguesas que llegan hasta nuestros días. En esa

organización, las corporaciones fueron despojadas de su poder político que

pasó a ser resorte de los partidos políticos, creación auténticamente

burguesa, restando para las primeras una función puramente gremial, tal

como la sostienen hoy los políticos demoliberales. Nacen así los sindicatos

de trabajadores como herederos de las Corporaciones pero despojados de

todo poder efectivo, desde que se les deja el derecho de discutir por unos

centavos más de salario, en tanto la burguesía por medio de los partidos

políticos orquestan las leyes que se encargan de establecer formas de

ejecución que impiden todo progreso. Es en esta ficción, cada día más

irritante, que se desenvuelve el gobierno de la burguesía en la explotación

de las masas urbanas y rurales durante casi todo el siglo XIX.

En el último tercio de ese siglo el gobierno de la burguesía comienza a ser

objeto de la lucha antiburguesa y un movimiento generalizado invade al

11

mundo capitalista minando sus cimientos y amenazándolo gravemente con

la evolución o la revolución, como siempre ha sucedido en este orden de

cosas, pero lo que se puede afirmar es que el gobierno de la burguesía,

surgido de la revolución bonapartista, está ya amenazado de muerte. Sin

embargo, la tranquilidad pacífica del último tercio del siglo XIX no ofreció

condiciones favorables para la ejecución de cuanto se planea en contra del

mencionado sistema. Ha sido indispensable el advenimiento del siglo XX,

con sus grandes convulsiones, para que esa revolución pudiera hacerse

presente y fructificar.

Si bien el "microbio de la rebelión" estaba latente en todos los pueblos

explotados en la iniciación del siglo XX, los estados burgueses eran

demasiado fuertes aún para ser derribados por esta "infección

revolucionaria". Los primeros que lo intentan son los rusos mediante la

primera revolución comunista en 1907 que considera suficientemente

debilitado al estado zarista con la pérdida de la guerra ruso-japonesa de

1905, lo que en realidad no había ocurrido y el fracaso de esa revolución,

con la violenta represión que le sucedió, aseguró a Rusia otros diez años de

gobierno burgués.

Sin embargo, el siglo XX se inicia con el signo de las grandes luchas y

como tal impulsa el desarrollo frenético de la ciencia y la evolución, por

eso la primera mitad de este siglo con sus dos grandes guerras mundiales y

las revoluciones del comunismo, del fascismo y del nacionalsocialismo,

han iniciado tanto la era atómica como han impulsado hacia "la hora de los

pueblos".

En el orden de la evolución interna, cada pueblo tiene sus características

originales y por eso cada uno de ellos trata de destruir al demoliberalismo

capitalista mediante distintas formas de ejecución. El comunismo ruso, el

fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán, como la evolución

británica y aun estadounidense, son formas distintas de la revolución pero

su fin es uno solo: destruir el demoliberalismo para instaurar en su

reemplazo nuevas formas más acordes con las necesidades de las

comunidades modernas o más convenientes a los intereses que dominan.

Así como la monarquía terminó con el feudalismo, la república está

terminando con la monarquía y la democracia popular terminará con la

“democracia” liberal burguesa y sus distintas simulaciones democráticas de

que hacen uso las plutocracias actuales.

Tanto los comunistas como los nacionalsocialistas realizan su revolución

más o menos violenta y la primera medida es la supresión de los partidos

políticos que, en realidad de verdad, constituyen el andamiaje demoliberal.

El fascismo va más allá: restituye el poder de las corporaciones y marcha

hacia el "estado sindicalista". Los ingleses, que no son ciegos, enfrentan a

la evolución conformando su "democracia liberal" por evolución dirigida,

porque ellos no son partidarios de la revolución violenta ni profunda. La

12

solución la han buscado mediante la formación de dos grandes partidos,

uno de izquierda y otro de derecha, ambos manejados desde la central

masónica; en otras palabras, un solo partido dividido en dos alas, pero

manteniendo las formas básicas del demoliberalismo, pero sólo para la

exportación. Los norteamericanos dignos hijos de la Gran Bretaña, han ido

mucho más allá: han organizado dos partidos de derecha que les permite

mantener su sistema plutocrático y sostener teóricamente una simulación

democrática para engañar a los tontos que tanto abundan en la política o

estimular a los sinvergüenzas, que también abundan.

En resumen, tanto en uno como en otro caso, las revoluciones comunistas,

fascistas y nacionalsocialista, como las evoluciones británica y

norteamericana, toman el mismo camino: la supresión de los partidos

políticos. La vieja Europa, con sus miles de años de cultura y tradición, ha

seguido esa evolución y cuando habla de democracia quiere decir una cosa

absolutamente distinta de lo que hace medio siglo significaba. Solamente

nosotros, con un siglo de atraso, seguimos a la zaga de los simuladores de

una virtud que no practican y tenemos multitud de parodias de formaciones

políticas en las que todavía creemos; nos levantamos todos los días con el

demoliberalismo en la boca y sostenemos la “democracia capitalista y

burguesa” como de palpitante actualidad, cuando ha pasado a ser un

artículo de museo en todos los países medianamente civilizados. Es la

consecuencia del Gobierno en manos de unos cuantos intelectuales o

tecnócratas ignorantes o que sirven otros intereses que no son los del país

ni del Pueblo, a veces apoyados incomprensiblemente por una fuerza que

ha olvidado sus deberes esenciales.

Sin embargo, la evolución nos llevará imperceptiblemente hacia la

revolución y no habrá fuerza capaz de detenerla. Por el camino del

Justicialismo o por el camino del comunismo (a pesar de su absoluta

diferencia) se ha de realizar el fatalismo evolutivo.

Ha terminado en el mundo el reinado de la burguesía. Comienza el

gobierno de los pueblos. Con ello el demoliberalismo y su consecuencia el

capitalismo han cerrado su ciclo, el futuro es de los pueblos. Queda el

problema de establecer cuál es la democracia posible para el hombre de

hoy, que concilie la planificación colectiva que exigen los tiempos con la

garantía de libertad individual que el hombre debe disfrutar

inalienablemente. Los justicialistas hemos dicho nuestra palabra y hemos

ofrecido la experiencia de diez años de gobierno que han sido reafirmados

con otros diez años de desastres provocados por los cambios y reversiones

que introdujeron los usurpadores del poder popular.

Las plutocracias imperialistas, que ya ni se animan a defender el sistema

burgués, hacen hincapié en la democracia liberal que fue su creadora,

porque comprenden que perimido el sistema, deben por lo menos salvar a

su inventor como garantía para que en el futuro pueda inventarle algo

13

semejante que les permita seguir colonizando a las naciones y explotando a

sus pueblos con diferentes trucos, en los que no están ausentes ni las

"alianzas para el progreso", ni las radicaciones de empresas privadas, ni las

concesiones leoninas para la explotación petrolífera, ni la ayuda técnica o

el despojo liso y llano mediante el engaño o la violencia si es preciso.

Hace ya tiempo, se reunieron en Punta del Este los representantes de las

veintiuna repúblicas americanas para tratar lo referente “a la penetración

comunista en el Continente y arbitrar las medidas para evitarlo”. Los

resultados no pudieron ser más magros, pues se limitaron a la

“recomendación” de impulsar la justicia social, dar acceso al pueblo a la

cultura, asegurar la tierra para el que la trabaje, humanizar el capital, elevar

la renta y mejorar el nivel de vida popular, cosas que, entre otras muchas,

había ya anunciado hace veinte años el Justicialismo y realizado durante su

gobierno con la oposición casi generalizada de los mismos que ahora

resultan algo así como los inventores del paraguas.

Hace menos aún, se han difundido por el mundo las encíclicas "Mater et

Magistra" y "Populorum Progressio" en las que el Vicario de Cristo, hace

llegar a la cristiandad las palabras doctrinarias de la Iglesia. Esas sabias y

prudentes encíclicas reafirman conceptos que también hace veinte años

venimos sosteniendo los justicialistas argentinos, aunque con la oposición

sistemática de algunos sectores del propio clero argentino que ahora han de

haber comprendido su error si no desean colocarse frente a la palabra y la

obra de tan extraordinarios Pontífices, empeñados en orientar a una

humanidad que todavía no ha querido transitar por los verdaderos caminos

del Evangelio de Cristo.


Respuesta  Mensaje 19 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:13

A mucha gente le llama la atención ese estado permanente de

perturbación del orden y a menudo de la paz en los países iberoamericanos.

Este hecho aparentemente inexplicable para los que no conocen a nuestros

países, aparece como hasta natural para los que sabemos cómo se desarrolla

la vida real de esos pueblos explotados por el imperialismo, con la

complicidad de las oligarquías nativas que medran con ello, amparadas en

sus guardias pretorianas, que no titubean en convertir en fuerzas de

ocupación cuando peligra "la colonia" o los intereses creados.

Este estado de cosas tiene su origen en los mismos comienzos del siglo

XIX y simultáneamente con nuestra independencia, cuando sobre los

despojos del Imperio Español, se comienza a montar su reemplazante: El

Imperio Inglés que, con una gran inteligencia, no utiliza la fuerza para

dominar, sino los medios económicos convenientemente empleados,

gravitando sobre los intereses de la incipiente clase dirigente de esta

naciente comunidad. Es así como nacen nuestras "Repúblicas", con una

aparente independencia política, pero en realidad de verdad sometidas por

otros medios en los que, si no entra la fuerza de la armas, se emplea la

habilidad que suele ser infinitamente superior.

Cuando en España desaparece Fernando VII para dar lugar a las Cortes de

Cádiz que enfrentan a la dominación napoleónica, en el Virreynato del Río

de la Plata desaparece también el poder virreynal, reemplazado por la

"Primera Junta". Es desde allí que parten ya dos líneas históricas que han

de acompañarnos en toda nuestra existencia: la primera hispánica y

nacional, la segunda antinacional y anglosajona. Esas dos líneas,

perfectamente definidas a veces y en otras ocasiones desvirtuadas

consciente o inconscientemente, se prolongan a través de la anarquía que

precede a la organización nacional, influenciada siempre por las

condiciones geopolíticas de su conformación virreynal desde 1776, que

caracteriza luego un enfrentamiento dentro de la Confederación Argentina,

entre Buenos Aires (la absorbente ciudad Puerto) con el interior, celoso

defensor de las autonomías de las provincias confederadas. En las luchas

por la organización nacional está el germen de lo que habría de ser con el

tiempo la verdadera "guerra nacional": de un lado, el poder absorbente y

centralizado de la oligarquía bonaerense, del otro el pueblo representado

por las fuerzas "montoneras" de los caudillos provinciales del interior.

Tales líneas, con pocas variantes, han subsistido a través de esas luchas

políticas y del tiempo como Federales, unitarios, radicales, conservadores,

justicialismo, Unión Democrática, "Gorilas", etc. De éstos, los que han

pertenecido a la línea nacional, han tenido lógicamente el apoyo popular:

6

en cambio, los que pertenecieron a la línea antinacional tuvieron el favor

imperialista y su apoyo.

La personificación de estas líneas en los mandatarios argentinos no hacen

sino reflejarlas: los nacionales recibieron invariablemente el espaldarazo

popular; los antinacionales, desde los primeros Directores Supremos

surgidos por orden del imperio de las decisiones de la Logia Lautaro de

Buenos Aires (Posadas y Alvear) recibieron, en cambio, la “bendición” de

los agentes del Rito Celeste, en Alta Mar de manos de un príncipe consorte,

como Rojas en 1956 o con la visita y partido de polo con el mencionado

príncipe, el año 1966.

La dispersión y pérdida de poder colonial del Imperio Inglés ante el avance

del Imperio Yanqui, no se hace sentir mayormente; han cambiado los amos

y, con ellos, las formas y el trato de "guante blanco" los primeros, insidioso

y violento el segundo, pero las grandes líneas han subsistido tanto en lo

profundo como en lo superficial en lo que respecta al elemento nativo. Hoy

como ayer y como siempre la puja es entre los libertadores y los

colonialistas, los nacionales o los antinacionales, los que resisten la

penetración y los que la favorecen.

Trasládese este trasfondo político a la situación del mundo actual, tan

profundamente convulsionado por ideologías encontradas y tan

permanentemente influenciado por la evolución y se comprenderán muchas

de las cosas aparentemente incomprensibles de los graves problemas que

agitan a Iberoamérica y especialmente a la Argentina de nuestros días en

que se han enfrentado allí, además de las tendencias históricas

tradicionales, las actuales ideologías, la evolución, el reaccionarismo

contumaz, el sectarismo, etc., todo influenciado por la acción de los

imperialismos en permanente disputa por influencia o predominio, como

también sucede en los demás países del mundo de nuestros días.

No ha sido nunca, ni es ahora, mi intención incursionar en terrenos ajenos,

aunque los problemas no disten mucho de ser los mismos en los demás

países hermanos del Continente, azotados por los mismos males: EL

IMPERIALISMO Y LAS OLIGARQUÍAS. Trataré de exponer en cambio

nuestras ideas justicialistas, que muchos han pretendido por todos los

medios deformar insidiosamente, sin percatarse que la falsedad “tiene las

piernas cortas" y que, el hombre, podrá decir un millón de mentiras, pero

no puede en cambio hacer verdad a una sola de ellas.

En nuestra Argentina actual, como sucede en muchas otras partes, los que

intentan resolver la situación a que han llevado al país, carecen de la

sensibilidad y de la imaginación necesarias, cuando no de los

conocimientos y de la capacidad indispensables. Creen que se trata de un

problema intrínsicamente argentino, como muchos de los que produjeron

en el pasado y pretenden resolverlo con sus viejas recetas muy acordes con

su mentalidad, cuando no con sus intereses. Piensan que se trata de un

7

nuevo pleito político entre las tendencias y los partidos tradicionales y que

todo ha de arreglarse con "poner orden", reestructurar las fuerzas políticas,

anular la influencia social de las organizaciones sindicales y volver la

economía nacional a los cauces indicados por el imperialismo capitalista,

volviendo así a las concepciones decimonónicas como si el tiempo hubiera

transcurrido en vano. En cambio, la evolución nos lleva, queramos o no,

hacia estructuras y formas más acordes con las necesidades del mundo y

del hombre de hoy. Para inspirar esos cambios estructurales y esas formas

de ejecución existen, por lo menos por ahora, sólo dos tendencias: un

socialismo nacional cristiano o un socialismo internacional dogmático.

Todos los países se dirigen perceptible o imperceptiblemente a ellos,

porque el demoliberalismo no puede ofrecer ya más que esquemas

ampliamente superados por el tiempo y la evolución. Por eso existen hoy

monarquías con gobiernos socialistas en Europa, estados socialistas

nacionales como en el Medio Oriente y África, estados intermedios como

Francia, Alemania, Italia, etc., el resto, al Este de la Cortina de Hierro son

marxistas, atemperados como Yugoslavia o Albania, dogmáticos como los

de la Europa Oriental o liberados como la China Popular, etc.

Pero, aun dentro del curioso esquema anterior, los grupos de naciones

pertenecen a otros tres sistemas: los satélites del imperialismo yanqui, los

satélites del imperio soviético y los del "Tercer Mundo". Los primeros,

apoyados por las oligarquías y el cipayismo nativo y, en muchos casos, por

guardias pretorianas al servicio imperialista; los segundos manejados por

las fuerzas marxistas reclutadas en los propios países; los terceros, que

tratan de integrarse en un "Tercer Mundo" con países libres o que se van

liberando y que se colocan tan distante de uno como de otro de los

mencionados imperialismos.

De cuanto venimos hablando se infiere que el problema argentino es un

poco el problema del mundo, como lo es el de Brasil, Venezuela,

Colombia, etc., y que consiste en la LIBERACIÓN EN LO

INTERNACIONAL y en las REFORMAS ESTRUCTURALES EN LO

INTERNO. Sin esas reformas indispensables no habrá paz interior estable y

duradera como impone una convivencia creadora, y sin LIBERACIÓN no

habrá ni justicia social, ni independencia económica, ni soberanía nacional,

factores indispensables de la grandeza nacional, y no saldremos nunca de

nuestra triste condición de "subdesarrollados", en tanto seamos tributarios

de la explotación imperialista.


Respuesta  Mensaje 20 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:14

Respuesta  Mensaje 21 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:17

LA CONTRADICCIÓN FUNDAMENTAL EN LA REPUBLICA ARGENTINA LEOPOLDO MOREAU: union civica radical del pueblo-MOVIMIENTO NACIONAL ALFONSINISTA AÑO 1983

Luego de analizar objetivamente la historia Argentina, el funcionamiento de nuestra

economía, de nuestra política y de nuestra cultura, los jóvenes radicales hemos

coincidido en que la contradicción fundamental en nuestro pais es de carácter nacional

es decir que, lejos de parcializar la zona de conflicto, este se extiende a todos los

ámbitos de la vida nacional, o sea que nuestro problema principal no tiene como

determinante el conflicto por la distribución del ingreso entre trabajadores y

empresarios, ni pasa por enfrentamientos raciales o religiosos, ni por la lucha entre un

partido político con otro en los procesos electorales. La contradicción fundamental que

sufre la Argentina es la que enfrenta a toda la Nación con los intereses de todo orden

que quieren destruirla.

 

Los protagonistas de esta contradicción son: el Pueblo Argentino por un lado y el

complejo antinacional oligárquico-monopólico-imperialista por el otro.

 

La Nación necesita independencia para lograr su realización y la felicidad de su pueblo.

El complejo antinacional necesita, por lo contrario, un pais debilitado para hacer

buenos negocios y para ello se da una tarea de debilitamiento de la Nación, en todos

los ordenes: económico, político, cultural, moral.

 

Son dos campos sociales, dos polos económicos, política e históricamente

irreconciliables, a los que también denominamos Pueblo y antipueblo. Son

irreconciliables porque sus intereses son correlativamente divergentes, es decir que el

beneficio de uno lleva implícito el daño a los intereses del otro y la evolución del

proceso social y económico conduce inexorablemente a una acentuación de esta

contradicción fundamental que se hace cada vez mas tensa y solo se resolverá con la

Destrucción Integral de uno de sus polos y el Triunfo del otro.

 

Este carácter irreconciliable entre los intereses del pueblo Argentino y los de sus

enemigos se ira comprendiendo y profundizando a medida que se avance en el estudio

de las contradicciones y de las luchas concretas del pueblo por sus reivindicaciones,

contra el antipueblo, y la naturaleza esencialmente diferente de los componentes de

ambos campos.

 

3- Componentes sociales de los dos términos de la contradicción fundamental.

 

Al definir a la contradicción fundamental en la Argentina como una contradicción de

características Nacionales, lo hacemos para comprender la complejidad de su

estructura, de su dinámica interna y de sus expresiones. Con esto queremos decir que

el problema Argentino tiene riqueza en matices mucho mas grande que si la lucha

principal fuera entre trabajadores y empresarios, por ejemplo, como lo es en algunas

sociedades mas desarrolladas.

 

Componen el campo del Pueblo, la clase trabajadora urbana y rural, las clases medias

(pequeña y mediana burguesía comercial, industrial y rural), los profesionales, la

intelectualidad progresista y el movimiento estudiantil. Cualitativamente abarca mas

del 95 % de la población y de su trabajo sale la producción Nacional.

 

Componen el campo del antipueblo, los grupos económicos y empresariales vinculados

al imperialismo norteamericano, ingles, europeo y multinacional, la oligarquía

terrateniente, los monopolios exportadores e importadores y de la intermediación, y la

oligarquía financiera.

 

Cuantitativamente conforma el 5 % de la población y posee en sus manos la inmensa

mayoria del poder económico y de la producción Argentina.

 

Históricamente ha tenido el manejo de los resortes económicos y culturales claves y es

el gran responsable del atraso del pais, por haber utilizado siempre el trabajo del

Pueblo Argentino en función de sus intereses parasitarios.

 

Párrafo aparte aparte merecen las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Si bien creemos en la

necesidad de que la Nación tenga sus F.F.A.A., las actuales no tienen nada que ver con

las que el pais necesita; pues se han convertido en un ejercito de ocupación de su

propio territorio, para posibilitar así que los personeros del imperialismo apliquen las

políticas que les dictan sus patrones desde los centros del poder mundial (Vg.:

gestiones de Pinedo, Alzogaray, Krieger Vasena, Martínez de Hoz). Argentina necesita

F.F.A.A. modernas, eficaces, profesionales sin servicio militar obligatorio y firmemente

consustanciadas con la Nación. Las escuelas militares deben formar hombres de la talla

del Gral. San Martín y del Gral. Mosconi; Uriburus, Videlas y Cia. deben ser parte de la

historia negra Argentina que debemos enseñar a las nuevas generaciones para que

jamas se vuelva a repetir las circunstancias que posibilitaron que estos nefastos

personajes junto a los ministros de economía antes nombrados vuelvan a dirigir los

destinos de la Argentina, en beneficio de los intereses del imperialismo de turno y sus

circunstanciales personeros.

 

La Iglesia Católica a través de la doctrina social y luego de las Conferencias del

Episcopado Latinoamericano de Medellín y Puebla, se ha preocupado profundamente

por el hombre que sufre ...situaciones de pobreza y relaciones de injusticia..., pero

lamentablemente la estructura formal de la Iglesia Católica Apostólica Romana de

nuestro pais no ha participado con énfasis en la lucha por la democracia y la igualdad

de los pueblos de nuestra América pobre, como lo han hecho Iglesias de países

hermanos.

 

4- Forma de acción política del antipueblo.

 

El campo del antipueblo caracteriza su accionar a través de los distintos sectores que

lo conforman. Los grupos económicos y empresarios vinculados al imperialismo utilizan

la política imperialista mundial de cuyo sistema la Argentina forma parte. En ese

sentido, el imperialismo intenta determinados roles para los distintos sistemas

económicos nacionales que domina o trata de dominar; normalmente, este rol es el

servir de válvula de escape a las superproducciones y excesos industriales de los

países centrales, no solo de bienes de consumo sino de bienes de capital y maquinas

herramientas. La dependencia de países neocoloniales, en síntesis, es indispensable

para la existencia del imperialismo ya que de no existir estos sistemas escapes, las

crisis económicas se producirán dentro de los limites nacionales de los países

centrales.

 

A los grupos imperialista les interesa actuando en consecuencia- convertir a las

economías de los pueblos que sojuzgan en apéndices del sistema imperialista, aunque

esto provoque el estancamiento y el atraso de los países dependientes.

 

En algunos casos empujan inteligentemente una falsa política de desarrollo que posea

bases económicas en los países dependientes, sino que este caracterizada por la

subordinación tecnológica que mantiene a través de sus equipos industriales

excedentes y en desuso que son vendidos a los países coloniales como ayuda para ese

desarrollo. Por supuesto que esta ayuda nunca esta dirigida a las verdaderas causas

del atraso, ni a sentar las bases de un sistema económico Nacional Autónomo,

autosostenido e independiente, asentado sobre el desarrollo de las industrias básicas:

industria pesada, de bienes de capital y de maquinas-herramientas. Por el contrario,

las característica de la ayuda es el interés del imperialismo al que no le importa ni tiene

en cuenta las necesidades locales, sino sus motivaciones empresarias monopólicos.

 

Por su parte, los sectores entreguistas de la burguesía desarrollan una acción política

imperialista sumamente peligrosa por la sutileza y aparente razonabilidad y además,

por la imagen de modernista y transformadora de que suele disfrazarse. Es

consecuentemente abrazada por empresarios con vocación de entrega que luego se

transforman en gerentes de monopolios extranjeros o burguesía gerencia y esconden

esta naturaleza esencialmente antinacional por un leguaje aparentemente

antiimperialista destinado a confundir a las clases populares. Así, por ejemplo, hablan

de romper la estructura agro-exportadora, de tecnificar el agro, de racionalizar los

servicios públicos y de transformar la estructura agrícola-ganadera y pastoril de

nuestra economía por una estructura industrial moderna.

 

Pero lo cierto es que esa vocación de desarrollo es en aquellas áreas industriales en las

que tienen excedentes de equipos industriales los países centrales. Que la tecnificación

del agro debe encararse sin preocuparse de la transformación del régimen de tenencia

de la tierra, o sea sin realizar la reforma agraria. Que el desarrollo Argentino debe

basarse en el capital extranjero ya que da por supuesta la aberración de sostener que

el ahorro Nacional no alcanza para financiar el desarrollo. Sostiene que la única

dependencia nacional se produce por la estructura fundamentalmente agropecuaria de

la economía, confundiendo deliberada e intencionalmente los términos para después

sostener que el remedio consiste en dar a la economía un desarrollo industrial,

cualquier desarrollo industrial, cuando la verdad es que con un desarrollo industrial

dependiente, los vínculos de dominación imperial son aun mas fuertes que con un

desarrollo agropecuario dependiente, ya que a la denominación clásica se une la

tecnología: el pais queda atado para la renovación de equipos, repuestos, financiación,

etc., al imperialismo.


Respuesta  Mensaje 22 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:20

En síntesis, este esquema pretende cambiar el contenido económico Nacional, de

agropecuario que no es tal pues existe un grado de desarrollo capitalista deformado en

industrial, pero sin alterar los términos de las dependencia, e incluso agravándolos.

 

La política imperialista no solo encuentra sus defensores en los sectores entreguistas

de la burguesía, sino que también es defendida por la oligarquía terrateniente- clase

social que ocupa el decanato en política antinacional y por el liberalismo.

 

Tradicional aliada del imperialismo ingles, la oligarquía terrateniente defiende el libre

empresismo como doctrina economica para favorecer de esta manera la colocación de

sus carnes y cueros, y coincidiendo objetivamente con los intereses imperialista.

Afianza sus lazos con los monopolios exportadores e importadores, con los intereses de

la intermediación y con los capitales frigoríficos ingleses, regulando y deformando el

desarrollo económico Argentino.

 

La oligarquía no es, normalmente, desarrollista. Le interesa mantener sus privilegios

como clase social y su ideología es la del mas crudo liberalismo, libre aduanista y

antiestatista. Sus intereses se centran en la propiedad latifundista de la tierra y

aprovecha rentas parasitarias a través de las formas semifeudales de la aparcería, la

mediería y el arrendamiento. Esto no le impide haber desarrollado algunas formas

capitalistas de explotación agraria, pero siempre sobre la base de la propiedad

latifundista.

 

Su idea como clase es una sociedad con poca población humana y mucha población

vacuna- un habitante cada cuatro vacas como alguna vez dijo Faustino Fano, ex

presidente de la Sociedad Rural Argentina- y sus concepciones son, sin lugar a dudas,

sumamente retrogradas desde el punto de vista económico.

 

El vinculo tradicional de la oligarquía latifundista con el imperialismo se manifiesta por

ejemplo a través de los monopolios exportadores e importadores. Bunge " Born,

Dreyfus, etc., son el lazo económico que completa el circuito antinacional, teniendo en

sus manos la comercialización de la gran mayoria de la producción agropecuaria

Argentina. Los beneficios de comercio exterior, así, no pasan a financiar el desarrollo

independiente del pais; todo lo contrarió, a través de la banca privada extranjera o

seudonacional, pasa a financiar la radicación de empresas multinacionales que luego

giran libremente al exterior sus dividendos, royalties, derechos de marca y fabricación,

etc., fortaleciendo de esta manera la dependencia.

 

Respecto de la oligarquía financiera, esta instrumenta su acción política en los países

de economía capitalista dependiente como el nuestro, en base a las líneas directrices

que a nivel mundial son trazadas por los grandes centros del poder financiero

internacional.

 

A fines de colocar en las áreas claves del gobierno a funcionarios vinculados con sus

intereses, aquellos centros de poder digitan y respaldan la irrupción de regímenes

totalitarios, generalmente encabezados por sectores comprometidos de las F.F.A.A.,

que desde 1930 han actuado de esta manera sistemáticamente.

 

A partir de ello, su labor consiste en lanzar determinados paquetes de medidas

cambiarias, arancelarias, impositivas y crediticias ordenadas desde el exterior, que

desalienten la producción Nacional y favorezcan el establecimiento y enriquecimiento

del mayor numero posible de sucursales multinacionales y seudonacionales de aquellos

grandes grupos financieros, sin ofrecer trabas para que sus enormes utilidades puedan

ser giradas libre y fácilmente hacia sus oficinas centrales.

 

Dado que los gerentes y directores de estos grupos financieros son a su vez

funcionarios del gobierno, por medio de estas medidas como por ejemplo el manejo de

las tasas de interés, la subvaluacion arbitraria y artificial de las divisas, los porcentajes

arancelarios de la exportación y la importación, y la política fiscal-, se opera un

evidente transferencia de la riqueza Nacional basada en la producción, hacia los

factores de la especulación financiera, ya que el dinero que ellos manejan, elemento

de por si improductivo, se ha transformado en el eje del sistema económico.

 

Así se produce el deterioro del aparato productivo agropecuario e industrial, el

desmantelamiento de las economías regionales, la caída del salario y la desocupación

de las clases trabajadoras, etc., con lo cual se frenan todas las posibilidades de

desarrollo del pais dependiente.

 

Por otra parte este tipo de acción política debe estar necesariamente apoyado en el

crecimiento desmedido de la dominación militar sobre la sociedad civil, con el

correlativo incremento de los gastos de seguridad y la confiscación de las libertades

publicas y las garantías individuales por medio de un complejo aparato represivo que le

asegure el desmantelamiento de todas las organizaciones políticas y sociales que a

través de la participación popular puedan oponer alguna resistencia en defensa del

interés general, la represión física e ideológica, la esterilización masiva de la

creatividad popular, la colonización, el manejo de la información, etc., para evitar todo

foco de oposición al sistema, al cual termina por destruir por completo el aparato

productivo de la Nación y lo que es mas grave, modifica su estructura social en función

de lograr que una ínfima minoria o elite intelectual que mantiene la posibilidad de

acceder a la cultura, con el poder económico y orientación castrense, gobierne a todo

un pueblo económicamente empobrecido y culturalmente adormecido.

 

Los intereses del antipueblo tienden pues, necesariamente, a desconocer las

necesidades de las grandes mayorías populares. El resultado de la política del

antipueblo en el poder, defendiendo sus mezquinos intereses, produce resultados

negativos en todos los sectores del campo popular.

 

En la clase trabajadora, cuyos salarios son congelados o minimamente aumentados por

la política imperialista; cuyas fuentes de trabajo son cerradas o racionalizadas, sin

crearse otras nuevas, cuyos sindicatos son intervenidos si protestan: cuyas conquistas

sociales son barridas y negadas y cuyo índice de desocupación aumenta cada día mas.

 

En los empleados públicos, objeto de irracionales prescindibilidades llevadas

periódicamente adelante con el pretexto de reducir los gastos del Estado, que se

elevan a suma siderales, no por los sueldos abonados a los empleados, sino por los

derroches armamentistas y el servicio de la deuda externa contraída con los gobiernos

antipopulares.

 

En los jubilados y pensionados, cuyas cajas son intervenidas y saqueadas. En los

técnicos obligados a emigrar por el estancamiento del país. En los profesionales

afectados por la situación general de iliquidez; en los artistas y escritores, censurados

y sometidos culturalmente por el oscurantismo represivo.

 

En el empresario Nacional no conciliador, perjudicado por la introducción sin freno de

mercaderías extranjeras producidas en masa y bajo costos, y perjudicado también por

la política crediticia destinada a financiar la radicación de fuertes empresa extranjeras

alas que se les brinda toda protección oficial. Esto a llevado en muchos casos a la

transferencia directa de auténticas empresas Argentinas al capital imperialista

favorecido por la subvaluación de nuestro signo monetario.

 

En las clases medias, afectadas por la dramática situación económica y el receso e

inmovilidad económicas producidos por políticas antipopulares, además de estar

presionadas por medidas accesorias de distinta índole (leyes de arrendamiento,

limitación del crédito, etc) y por la fuerte presión impositiva.

 

Y finalmente respecto del accionar del imperialismo, debemos decir que cuando sus

intereses directos corren algún grado de peligro, no dudan de participar activamente

en derrocamiento de gobiernos democráticos ni en invadir militarmente otros países.

La historia del mundo es rica en ejemplos, pero particularmente la de América Latina,

que desde la Política del Garrote norteamericana hasta Malvinas nos demuestra que no

vaciló ni vacilará jamás en usar todos los recursos a su alcance para defender sus

privilegios.

 

5- Expresión de la contradicción fundamental desde 1976.

 

Además de ser un realidad compleja, la contradicción fundamental en la Argentina es

enormemente grave porque pone en cuestión la propia existencia de la Nación. Si hay

algo que enseñó descarnadamente el proceso iniciado en Marzo de 1976 es que el

sector antinacional de la contradicción principal en la Argentina no tiene escrúpulos en

la propia destrucción de la Nación Argentina si ello es necesario para perpetuar su

dominio y acrecentar su poder económico.

 

Esto quiere decir que no se trata de una simple pugna por diferentes orientaciones

económicas, como si fuera una inocente discusión ideológica. Por el contrario, la

ofensiva antinacional iniciada en 1976 fue una colosal arremetida en todos los planos.

El objetivo de destruir a la Nación se dio en la economía, es cierto, pero también en la

política, en la educación, en la salud, en la cultura. Y así como se logró desmantelar el

aparato económico y productivo, también se hizo lo propio con el aparato político, con

la organización gremial y empresaria, con la cultura Nacional y con la salud del Pueblo.

Y hasta con la conformación mental, con el alma Nacional a la que se intentó vaciar del

contenido tradicional, humanista, solidario y fraterno para hacerla competitiva,

individualista, egoísta, inhumana. Todo lo que conforma una Nación, lo que hace una

entidad diferente, que posibilita la realización de su pueblo, fue objeto de ataque

despiadado. Hasta la historia que también se negó y distorsionó.

 

Por eso se prohibió la actividad política y estudiantil, desmantelando la estructura

política del pueblo. Por eso se prohibió la actividad gremial de los obreros y

empresarios Nacionales, impidiendo la defensa de los intereses legítimos del sector.

Por eso se amordazó la comunicación social y por eso se ahogó la cultura, con la

censura y la represión ideológica. Y por eso se pasaron a retiro decenas de cuadros de

las fuerzas armadas que no coincidían con los Objetivos del Proceso llevando así a la

práctica el totalitarismo más absoluto que conozca la historia Nacional. Detenidos sin

proceso, desaparecidos, miles de compatriotas asesinados, centenares de miles de

exiliados y un pueblo atontado, no son consecuencias no queridas: son un objetivo

fríamente perseguido.

 

La doctrina monetarista de la Escuela de Chicago fue el andamiaje ideológicoeconómico,

con el instrumento de la peste financiera; la doctrina de la Seguridad

Nacional delineada por el Pentágono, fue el andamiaje ideológico-político; la doctrina

del Eficientísmo y de la Subsidiariedad del Estado fue el argumento para destrozar la

salud y la educación públicas. Todo en el marco de una negación del derecho de libre

discusión, de polémica pública, de cuestionamiento libre a las medidas de gobierno, en

síntesis, de negación del funcionamiento democrático que, en sí, es una trinchera

contra todos los intentos antinacionales y antipopulares.

 

Cada aspecto de la realidad que analicemos nos muestra una expresión de la

contradicción fundamental. En cada episodio de la realidad cotidiana vemos la

proyección de ésta opción que enfrenta a la nación con sus enemigos, desde una

decisión económica que aumenta las tasas de interés con el argumento anticientífico y

caprichoso que deben acompañar a la inflación, hasta una cultural que fomenta

determinado tipo de música comercial extranjera.

 

6- La estrategia del antipueblo.

 

La historia nos demuestra, además, que la estrategia del complejo antinacional ha sido

la de impulsar sistemáticamente la división artificial de las mayorías nacionales, las

cuales, mas allá de sus diferencias parciales, están unidas por su contradicción básica e

irreconciliable con el antipueblo. Así, el complejo antinacional a tendido a que los

distintos sectores nacionales se enfrenten entre sí por problemas secundarios,

perdiendo de vista el problema o la contradicción principal. Esto ha llevado a un

debilitamiento de la cohesión solidaria entre los componentes de la Nación, lo que ha

provocado que, por un lado, nuestro país no haya podido empezar un camino libre de

crecimiento y prosperidad y por el otro que nuestros diversos sectores nacionales

hayan hecho crecer tanto sus enfrentamientos parciales que han perdido de vista,

históricamente, cual es el problema principal, dando erróneamente a los

enfrentamiento internos el carácter de fundamentales.

 

Estas dos consecuencias son a su vez causas, porque a raíz de ellas se agrava el

problema principal de nación- antinación. Ello pasa porque ante la falta de claridad de

comprensión del problema fundamental del país por parte de sus sectores más

importantes, esta desorientación y división artificial es aprovechada por importantes

intereses económicos y políticos para avanzar de su situación de dominio y perpetuar

la dependencia y desintegración Nacional.

 

La lucha que por años protagonizaron peronistas y radicales, por ejemplo, con tener

sus justificativos parciales (contradicción secundaria), perdió de vista que por sobre

ella debía existir una coincidencia fundamental entre ambos en cuanto a las pautas

fundamentales del país que necesitamos. Esta afirmación no implica distribuir culpas

sino hacer experiencia histórica, comprendiendo los errores que el campo popular

cometió al antagonizar sus enfrentamientos intestinos. Ello dividió fuertemente al

pueblo, a sus conducciones políticas, a sus clases sociales, y permitió que sobre ésta

división cabalgaran quienes tenían intereses contrapuestos a los intereses de la

mayoría de los Argentinos representados por el peronismo y el radicalismo.

 

El perder de vista la cuestión principal posibilitó que los radicales ayudaran a la

oligarquía en el golpe del 55 y que los peronistas al golpe del 66. Ambos, por encima

de sus justificativos parciales, actuaron sin comprender el tenor de la contradicción

principal del país. Pero lo que es más grave, permitieron que a raíz de éstas actitudes

equivocadas, se ahondaran la división en el seno del Pueblo, debilitando la fuerza de la

Nación para defenderse de sus verdaderos enemigos.


Respuesta  Mensaje 23 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:23

7- Planteo básico de la estrategia del campo popular.

 

Por lo tanto, si el enemigo de la Nación ha intentado sistemáticamente imponer su

máxima dividir para reinar, nuestra respuesta debe ser la unificación de las fuerzas que

componen el campo popular, para realizar la Liberación Nacional, pues a la gigantesca

y poderosa alianza del antipueblo, sólo se la podrá derrotar y vencer con una alianza

social más poderosa e invencible: la que inexorablemente tomará el Pueblo Argentino.

 

Si bien tanto el campo popular como el antipueblo canalizan sus diversas formas de

acción política por medio de sus expresiones partidarias, debemos comprender con

claridad que no existe un partido o movimiento que represente a la totalidad del

pueblo, ni movimiento, partido o expresión de cualquier tipo que represente la

totalidad del antipueblo.

 

Asimismo, la vida política, tanto del pueblo como del antipueblo, no se reduce a sus

expresiones partidarias. Así el pueblo expresa sus intereses políticamente también a

través de sindicatos obreros, huelgas, movilizaciones, colegios profesionales,

movimiento estudiantil, movimientos agrarios, organizaciones del empresariado

Argentino no comprometido con la penetración imperialista y organizaciones de la

intelectualidad progresista.

 

El antipueblo, a u vez, se expresa a través de equipos ideológicos que integran sus

diferentes organizaciones, las organizaciones del empresariado entreguista y

antinacional, de las organizaciones latifundistas de la oligarquía (Sociedad Rural) y de

la gran prensa, y otros factores de poder.

 

Esto nos indica que no se debe esquematizar el análisis hasta concebir a la sociedad

argentina en un maniqueísmo sin matices. Todo lo contrario, la sociedad tiene una

riqueza dialéctica en expresiones parciales de la clase, en contradicciones secundarias,

en circunstancias políticas supraestructurales y en innumerable motivaciones de orden

cultural, moral, efectivo, ideológico, religioso y político que a veces desfiguran la clara

visualización de la Contradicción Fundamental en una confusión que asiduamente es

empujada por el antipueblo a través de los medios de comunicación masivos, domina,

creando imágenes falsas, dando noticias distorsionadas o falseadas, etc.; a fin de

fracturar el campo del pueblo enfrentando a las clases sociales objetivamente aliadas

(por ejemplo, trabajadores y clases medias) parar trasladar el eje de discusión política

ficticiamente de la verdadera opción Pueblo-antipueblo, a falsas opciones sobre las que

perdura su dominación.

 

Por ello es indispensable identificar con una claridad absoluta cual es nuestro enemigo.

No se trata aquí de una lucha contra fantasmas. Por el contrario, hay sectores

perfectamente identificados, hay intereses y hay grupos sociales cuya existencia como

tales es incompatible con la Nación. No asumir esta realidad significaría un error tan

grave como peleamos por problemas secundarios.

 

Es así que el objetivo fundamental de nuestra estrategia debe ser unificar a todas las

fuerzas que componen el campo popular en la sociedad argentina, radicales,

peronistas, socialistas, trabajadores, empresarios, clases medias, hombres de campo,

artistas, intelectuales, docentes, amas de casa, unidos también con aquellos militares

que honren a San Martín y a Moscón, para luchar por la grandeza de la Nación y para

derrotar a la peste financiera, a los intereses parasitarios externos e internos, para

demostrar el esquema de poder construido por los grupos antidemocráticos, para

defender el desarrollo nacional de los intereses monopólicos de las transnacionales,

para erradicar definitivamente del cuerpo social las lacras de los militares- financistas o

empresarios al servicio de intereses antinacionales, para que nunca más se ponga en

duda en la Argentina el derecho a la vida, a la integridad física, a la libre expresión

personal o por la prensa, el derecho de reunirse y de asociarse, el derecho a la

seguridad personal, etc. y para lograr que las FF.AA. se conviertan en la fuerza armada

de la democracia.

 

La contradicción principal sólo se superará, pues, venciendo a los enemigos de la

Nación, logrando desmontar su funcionamiento como acumulación de sectores sociales

y grupos de poder, instaurando un sistema político auténticamente democrático

basado en la soberanía del pueblo y estructurando un modelo económico y cultural

argentino asentado en sí mismo en lo fundamental, sin perjuicio de vincularse al

mundo en lo accesorio.

 

Detectar con claridad a los enemigos nos maca el límite de nuestras alianzas y la

diferenciación de nuestras luchas. Con el enemigo hay que luchar, con los aliados hay

que concertar.

 

No podemos concertar con la peste financiera, con la corrupción, con la violación de

los derechos humanos, con el poder antidemocrático e ilegítimo, con el seguidísimo

internacional. Con todo esto tenemos que terminar.

 

Pero a la vez, debemos conservar nuestras diferencias y concertar entre todos los

sectores que componen la Nación. No puede haber más enfrentamientos antagónicos

entre fuerzas políticas populares entre sí, ni entre civiles y militares comprometidos en

la defensa de la Democracia, ni entre industria y campo, por ejemplo. Todos los

conflictos que existe y se presentan en el seno del pueblo deben tratarse

racionalmente, con predisposición al acuerdo, sin renunciar a legítimos intereses pero

comprendiendo la subordinación de todos a la gran empresa nacional.

 

Por supuesto que estos problema secundarios no pueden ser negados, como si no

existieran. Proceder así sería peligroso porque estaría generando el crecimiento de

esos problemas. De lo que se trata es de encararlos racionalmente, con la comprensión

de su magnitud y con la necesidad de solucionarlos dentro del campo del pueblo por el

sistema democrático.

 

Esa es la gran lección que nos da la patria. Nunca más debemos olvidar la diferencia

de jerarquía que existe entre el gran problema nacional y los problemas secundarios.

 

El tratamiento de los problemas secundarios, la dinámica interna del campo popular o

de la Nación es muy importante, porque es aquí donde debemos delinear el modelo de

economía, de política, de cultura, de funcionamiento social. Aquí es donde debemos

acordar las pautas de acumulación y de distribución del ingreso, de desarrollo

económico inducido, las metas estratégicas en lo económico, en lo político, en lo

cultural, en lo internacional. Aquí es donde se expresa aquella afirmación del comienzo

de la gran complejidad de la contradicción fundamental en la Argentina.

 

8- Pasos fundamentales para resolver la contradicción principal.

 

Ahora bien, frente a esta gran complejidad es necesario tener perfectamente en claro

ciertos requisitos fundamentales de la acción profundamente transformadora a llevar a

cabo por el campo popular, acción transformadora cuya finalidad primordial debe ser

afectar o atacar estructuralmente los intereses del sistema oligárquico imperialista del

antipueblo y llegar a la destrucción de la oligarquía y el imperialismo como clases

sociales actuantes en el país.

 

Una política popular quiere la construcción de un sistema económico cuyo móvil no sea

el lucro ni el interés monopolista ni la especulación financiera, sino que éste destinado

y motivado por la necesidad de producir los bienes económicos, espirituales, culturales

y educativos requeridos por las grandes mayorías del pueblo Argentino.

 

Requiere realizar la Reforma Agraria a efectos de aumentar la producción agrícola y

crear un mercado de consumo que permita el desarrollo industrial.

 

Requiere la nacionalización del comercio exterior a efectos de que el beneficio dejado

por la producción del país se vuelque nuevamente al sistema económico nacional,

favoreciendo el autentico desarrollo económico.

 

Requiere la nacionalización del manejo de divisas y de la banca, para utilizar el crédito

como palanca de desarrollo.

 

Requiere la nacionalización del petróleo y todo el proceso desde la explotación hasta

su comercialización, a efectos de racionalizar la explotación de acuerdo con las

necesidades del proceso de desarrollo industrial.

 

Requiere con ese mismo fin y afectando similares intereses monopólicos, la

nacionalización de todas nuestras industrias básicas-petroquímica, siderúrgica no

ferrosa, etc., así como todos los resortes económicos estratégicos (transportes,

comunicaciones, etc.)

 

Requiere así como éstas, toda una serie de medidas totalmente contrapuestas con los

intereses oligárquicos e imperialistas, y cuya efectivización importará al triunfo del

Pueblo Argentino sobre sus enemigos históricos, coaligados en una espúrea conjunción

de fuerzas antipopulares. Aquí anunciamos apenas una síntesis esquemática de

nuestras principales banderas de lucha.

 

Es el plano político, sin estado de sitio, debemos recuperar la vigencia irrestricta de la

soberanía popular y del poder democrático. Debemos reinstaurar el respeto a los

derechos humanos y las libertades públicas publicas en su totalidad. Debemos

reconstruir el sistema constitucional integralmente, descentralizando el poder,

devolviendo al as provincias sus facultades, jerarquizando el Poder Judicial,

prestigiando al Parlamento. Debemos reconvertir al hombre argentino en el pilar sobre

el cual se asiente toda la estructura política de la Nación.

 

En el plano económico, debemos delinear un sistema que permita el crecimiento de

nuestra economía nacional sin trabas externas sobre la base del autoabastecimiento de

los bienes estratégicos (energía, insumos, tecnología, capitales), desmontando

totalmente el sistema basado en las finanzas y el lucro parasitario. Debemos incentivar

el trabajo productivo, defendiendo la producción nacional de la competencia externa y

de los negociados con nuestra producción primaria. Debe retribuirse justamente el

trabajo productivo, tanto del asalariado como del productor agropecuario, el artesano y

el industrial nacional. El hombre argentino debe ser la base del funcionamiento del

sistema económico, que debe estar a su servicio y subvenir a sus necesidades

elementales que le garantiza la Constitución: vivienda, alimentación, salud, vestido,

educación, asistencia social, etc.

 

En el plano educativo debemos reconstruir el prestigio de la publica, base formativa

para los ciudadanos iguales es derecho que requiere la democracia. Debemos lograr la

reasunción por parte del Estado de su responsabilidad en la educación de los

argentinos, comprendiendo que sólo la educación pública tiene la obligación y está en

condiciones de alcanzar a los niños y jóvenes argentinos los elementos formativos que

le garanticen la igualdad de oportunidades. La enseñanza pública debe ser la guía y

conducción de la formación de los argentinos y debe ser totalmente gratuita en todos

sus niveles.

 

Se debe poner en vigencia nuevamente todos los principio consagrados en la ley 1420,

teniendo ordenada y gradualmente a la supresión del aporte del Estado a la enseñanza

privada. En la Universidad se deben reimplantar los principio dela Reforma

Universitaria de 1918.

 

En el plano de la salud, el Estado debe asegurarla a toda la población (cualquiera sea

su condición social, económica, cultural) pues es un derecho social básico. Se bebe

instituir una política nacional de educación física y deporte.

 

En el plano cultural, debemos promover el florecimiento de la cultura nacional, derogar

y prohibir todo tipo de censura oficial o privada, apoyar los valores autóctonos en

todas las artes, fomentar el conocimiento de las técnicas de expresión artísticas para

las grandes mayorías y facilitar la llegada de obras y artistas al gran público. Debe

apoyarse económicamente a los artistas para fomentar su actividad a la vez promover

su difusión. Pero fundamentalmente, debemos comprender que la gran transformación

cultural en la Argentina se logrará cuando el pueblo asuma la plena conciencia de su

situación de dependencia ( dela cual derivan los grandes problemas nacionales) y a

través de actitudes concretas se convierta en el protagonista inexcusable en la

resolución de los mismos. Para ello es fundamental que el Estado garantice que los

medios de comunicación de masas estén al servicio de la democracia y no al servicio

del antipueblo.

 

En el plano internacional, debemos recuperar el rol tradicional dela Argentina en

América Latina, tendiendo a lograr la unidad del subcontinente en forma progresiva, en

los ordenes económicos, político y cultural, así como en la educación de sus pueblos.

Debemos tender a presentarnos ante el mundo como un grupo cohesionado y en el

futuro como una sola nación con nuestros hermanos de iberoamerica, sobre la base de

nuestros principios tradicionales de no intervención, defensa de autodeterminación de

los pueblos, solidaridad con los pueblos del mundo que luchan por su liberación

colonial o imperialista e igual jurídica de los Estados.

 

9- Conclusión. Carácter dialéctico de la Contradicción Fundamental.

 

La contradicción fundamental de la sociedad argentina es, sintetizando, la que enfrenta

al antipueblo (oligarquía, imperialismo, burguesía gerencial, etc) que lucha por

mantener su dominación sobre el Pueblo Argentino (trabajadores, clases medias,

empresariado nacional no comprometido con el imperialismo) que pugna por su

liberación. 

 


Respuesta  Mensaje 24 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:24

La resolución de esta contradicción será lograda con el triunfo de las fuerzas

populares, la destrucción de la oligarquía y el imperialismo como factores de

dominación actuantes en el país y la realización de la Liberación Nacional que rompa

los lazos de la dependencia y comience la construcción de un sistema político,

económico y cultural independiente, como primer paso hacia la construcción de la

sociedad del futuro.

 

En la sociedad del futuro, como en toda sociedad, también habrá alguna contradicción

fundamental. Hemos enunciado aquí las generalidades de la contradicción fundamental

en la Argentina actual. Pero también debemos ser consientes de que todo proceso

social es dinámico y que las características de la contradicción cambian.

 

En la actualidad la contradicción principal tiene características nacionales. Una vez

afianzada de la Nación y derrotados definitivamente sus enemigos, la contradicción

principal tendrá otras características, otros problemas, otros actores, otra dinámica.

Entonces definiremos la realidad nuevamente, detectaremos cuál será la contradicción,

analizaremos los sectores sociales que lo motorizan y propondremos su solución.

 

Nuestra guía será la conformación filosófica del radicalismo: el respeto por la dignidad

humana, la felicidad del pueblo, el bienestar para todos y la realización de una

sociedad justa, libre e igualitaria.

 

Buscaremos la solidaridad y la fraternidad, perseguiremos siempre la meta de la

justicia integral y marcharemos tras el ideal de la igualdad de oportunidades para

todos los hombres y mujeres.

 

Seguramente la contradicción principal será otra. Pero estudiando la realidad y

actuando intensamente en ella podremos ir marcando el camino y recorriéndolo.

 

De nuestra resolución de la actual contradicción fundamental y de nuestro correcto

tratamiento de las contradicciones secundarias dependerá que los problemas

fundamentales de las próximas etapas históricas argentinas no tengan la gravedad que

tiene el presente.

 

JUNTA COORDINADORA NACIONAL


Respuesta  Mensaje 25 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:27
UNIÓN CÍVICA RADICAL DEL PUEBLO

Respuesta  Mensaje 26 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:39

Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

La táctica trotskista del entrismo (4)

Las partes anteriores de esta nota aquí, aquí y aquí

Las estructuras partidarias

Lo que hemos planteado en los apartados anteriores cobra mayor relieve cuando se trata de los partidos o movimientos de masas. La famosa frase de Marx y Engels sobre que “las ideas dominantes de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”,  parece aplicarse doblemente a las organizaciones políticas que defienden programas y políticas burguesas, o burocrático-estatistas. Parafraseando La ideología alemana, podemos decir que los dirigentes de los partidos y movimientos burgueses, pequeño burgueses o burocráticos son los productores, reguladores y distribuidores de las ideas, o ilusiones, que adoptan las bases y simpatizantes de esos partidos y movimientos. En esta cuestión tienen un papel decisivo los “ideólogos conceptivos activos” (el término es de Marx y  Engels) asimilados por las direcciones partidarias, y más en general, los “intelectuales orgánicos” (Gramsci) que ofician de mediadores entre las direcciones y las bases. Precisemos que no se trata solo de los “altos ideólogos”, sino también de cientos o miles de personas que abarcan periodistas, funcionarios del Estado, trabajadores de la cultura, así como los cuadros medios de dirección, los encargados de organización en todos los niveles, y los militantes formados. Todo esto se potencia cuando el partido o movimiento controla las palancas del Estado, o directamente se fusiona con el mismo. En estas circunstancias el rol de estos intelectuales, desde los niveles más altos a los puestos más humildes, adquiere aún mayor relevancia. Comúnmente esta gente apoya un “ajuste a lo FMI” argumentando que “estamos afianzando el poder popular y la transformación revolucionaria”; y puede defender sin remordimientos la represión a un movimiento popular de protesta, o a una huelga, con el argumento de “le hacen el juego a la derecha y a los grupos económicos concentrados” (cualquier similitud con el discurso stalinista tradicional, no es casualidad).

Agreguemos que los partidos y movimientos de masas que se adaptan al sistema capitalista disponen de innumerables recursos materiales: representaciones parlamentarias, puestos a niveles municipales o provinciales, direcciones de sindicatos y otras organizaciones de masas, que dan lugar a un universo de posibilidades para silenciar críticas, disimular problemas, justificar lo injustificable y fortalecer adhesiones.

Por lo tanto, los trotskistas que hacen entrismo no militan en un vacío ideológico y político. Si a nivel social general las experiencias están mediadas por los discursos e ideologías, esto se repite a escala ampliada al interior de los partidos y movimientos izquierdistas (en un sentido amplio del término) de masas. Por eso, ante las crisis, suelen surgir fraccionamientos de izquierda que terminan canalizando el descontento partidario hacia renovadas alternativas burguesas, burocráticas, nacionalistas estatistas, etcétera. Si bien el entramado de ideas que se articula al interior de las organizaciones izquierdistas de masa no puede anular la lucha de clases, sí explica las formas particulares en que se digieren los procesos que los marxistas acostumbran caracterizar como “decisivos” para la siempre esperada radicalización a la izquierda de las bases.

Pero además, las direcciones de las organizaciones políticas burguesas y burocráticas habitualmente recurren a fraudes y manejos en las elecciones de delegados a Congresos y otros organismos, y a la represión de los disidentes. El ataque comienza por lo general con campañas difamatorias –los críticos son “entristas”, “fraccionalistas”, “agentes de la CIA” y similares- y después siguen los “juicios políticos” y las purgas. Cuando los burócratas y dirigentes “de toda la vida” ven amenazadas sus fuentes de subsistencia –en particular, su relación con cualquier sistema de explotación del trabajo- no hay límites ni estatutos democráticos a respetar.  Dados los ingentes recursos de que disponen estos aparatos, estas operaciones pueden generar desconfianza y desánimo en muchos sectores, y facilitan el aislamiento de los críticos. Se demuestra por esta vía que estas organizaciones en las que se hace entrismo no son “vacuas”, o “indefinidas en cuanto a su contenido”, como piensan algunos teóricos del entrismo siglo XXI. Las difamaciones, el silenciamiento a cualquier costo del disidente, las expulsiones, revelan la naturaleza de la organización. Son formas propias a sus contenidos de clase. Por eso tampoco, el carácter de clase de estas organizaciones no cambia de la noche a la mañana (al pasar, es una tontería mayúscula pensar que hasta las vísperas de la firma del pacto del Frente Popular la SFIO francesa era “centrista”, y que al día siguiente de la firma de ese pacto se convirtió en “agente de la burguesía”).

La discusión sobre el entrismo de corto y largo plazo

Una de las cuestiones más debatidas en torno al entrismo pasa por si debe aplicarse por un corto período de tiempo, o si es una táctica de largo plazo. Los que afirman que es de corto plazo argumentan que el entrismo se justifica cuando hay un proceso de radicalización revolucionaria de las masas trabajadoras; por eso, se sostiene, el entrismo es por algunos meses, para romper encabezando una ruptura masiva y a la izquierda. Los que afirman que hay que trabajar con un horizonte de largo plazo justifican su postura diciendo que es necesario ganar a las masas con un trabajo paciente y perseverante, a la manera de “topos revolucionarios”.

Pues bien, en base a lo discutido más arriba, pensamos que las dos variantes hacen abstracción de las condiciones concretas –sociales y políticas- que rodean las tácticas entristas. En lo que respecta a los “cortoplacistas”, pecan de ingenuamente optimista. Según este esquema, sería posible detectar el ascenso revolucionario con anticipación, incorporarse rápidamente al partido o movimiento de masas “centrista indefinido”, presentar programas y consignas diferenciadas de la dirección (y de cualquier otra tendencia izquierdista pero no revolucionaria) y ganar a amplios sectores de la militancia y simpatizantes que estarían dispuestos a acompañar a los recién llegados.

La realidad es que en ningún lugar algún grupo marxista se hizo de la dirección de un proceso revolucionario por esta vía. A lo sumo, se ganan algunas decenas o cientos de militantes. Activo que debe ponerse en relación con el pasivo que se tributa: rupturas y disidencias tanto a la entrada como a la salida, acusaciones por “fraccionalismo”, y desconfianza de los trabajadores, que no entienden estas maniobras. Pero además se crea un caldo de cultivo para que prosperen las intrigas y acusaciones, y haya purgas y sanciones por doquier, que oscurecen el debate sobre las cuestiones fundamentales. Por eso, en última instancia, si hay un vuelco a las ideas revolucionarias –y para esto debió existir antes agitación, propaganda, actividad sistemática de largo plazo- es más factible que se produzca la adhesión, lisa y llana, a las organizaciones marxistas que ofrecen una alternativa definida, e independiente.

Por otra parte, en relación a los que plantean el entrismo de largo plazo, los problemas no son menos importantes. También en este esquema se hace abstracción de las condiciones concretas en que puede desarrollarse una militancia que pretende ir ganando posiciones paulatinamente. Lo principal: es imposible entrar a militar con banderas críticas e independientes, estando establecido el control de las direcciones y las burocracias partidarias. Dado que los marxistas necesitan ser aceptados en la organización, deben callar cuestiones esenciales, en especial en lo que atañe a caracterizaciones de clase de programas, direcciones, orientaciones políticas. Por ejemplo, si hoy se es militante del PSUV, es imposible explicar que los burócratas y milicos dirigentes del “Estado popular en transición al socialismo”, no son “compañeros confundidos”, sino explotadores hermanados con la lumpen burguesía que se enriquece con ellos.  Pero si no se plantean las caracterizaciones de clase correctas, pierde sentido la propaganda por las ideas socialistas. Precisamente la razón de ser de un grupo político que se considera marxista consiste en llevar la crítica hasta la raíz.  Y esta no puede eludir las caracterizaciones de clase.  De ahí la tendencia general de los “entristas de largo plazo” (pero también los de corto plazo) es a embellecer a las organizaciones en que militan, y a disimular sus políticas burocráticas o burguesas. Así, hoy los trotskistas que hacen entrismo en el PSUV “miran para otro lado” cuando el gobierno de Maduro reprime al activismo sindical independiente, o sofoca huelgas y movimientos de protesta.

Pero además, a medida que el entrismo se prolonga en el tiempo, y en aras de mantenerse en la organización, se amplían las concesiones y “agachadas” ideológicas y políticas. Como dice el dicho en Argentina, cada vez hay que comerse más “sapos”. En esta dinámica, muchos terminan por “olvidarse” de que originariamente se incorporaban a la militancia para acompañar una ruptura revolucionaria, y se convierten en “consejeros de izquierda” de las direcciones y los aparatos burocráticos. O se identifican (aunque siempre con alguna observación crítica) con el programa y orientación de la organización “centrista vacua”. Un ejemplo de este proceso es el de aquellos entristas en el PSUV que proclaman que su objetivo es “defender el legado de Chávez” (¿qué tendrá que ver eso con el programa y estrategia del marxismo?) e “impedir” que la militancia descontenta rompa con la dirección, con la excusa de que “puede ser capitalizada por la derecha” (¿pero no es que había un proceso de radicalización revolucionaria?). El destino final de estas políticas de maniobras es que, o bien son cooptados por el mismo aparato al que decían combatir, o terminan expulsados, sin mayores repercusiones en lo que respecta a la relación global de fuerzas entre el capital y el trabajo.

En definitiva, no hay atajos

Como resumen de lo desarrollado en esta larga nota, quiero plantear una conclusión: hay que abandonar la idea de que se va a construir una fuerza revolucionaria y anticapitalista a fuerza de maniobras organizativas y “golpes de efecto”. Soy consciente, por supuesto, de que en este punto estoy enfrentando una tradición largamente establecida. El trabajo ideológico y político de largo plazo no puede ser reemplazado con maniobras del tipo de las entristas. Por lo argumentado más arriba, no se trata, por supuesto, de una mera cuestión táctica, sino de toda una concepción en la que están implicados problemas teóricos (lo hemos visto en torno a la caracterización de clase de la socialdemocracia, o del PSUV, para citar solo dos ejemplos) de relevancia.


Respuesta  Mensaje 27 de 30 en el tema 
De: Matilda Enviado: 18/09/2015 00:46
QUE EXTRAÑO RESULTA ALBI, QUE UNA MILITANTE QUE SE DICE "RADICAL" POSTEE ESTO EN LUGAR DE ESTO OTRO, QUE BUENO UN POCO DE HISTORIA!!
 
Perón, ¿golpista?
 
A 83 años del golpe del 30, la democracia aprendió varias lecciones 


El derrocamiento de Hipólito Yrigoyen inició una etapa de más de medio siglo de decadencia. 


Por Fabián Bosoer 

La búsqueda de las causas de la decadencia argentina suele remitir a la fecha que se recordó cuando se cumplieron 83 años del primer golpe de Estado de nuestra historia contemporánea , el 6 de setiembre de 1930; aquella ruptura que nos internó en más de medio siglo de inestabilidad institucional, dictaduras, antagonismos irreductibles, violencia política, represión y experiencias democráticas frustradas por la fuerza. 


Ese día, un contingente de efectivos militares encabezado por el general José Félix Uriburu derrocaba al presidente Hipólito Yrigoyen e instalaba una dictadura, con la participación de sectores políticos conservadores, nacionalistas y filofascistas y contando con la anuencia o pasividad de muchos otros. Creían estar respondiendo a la crisis de liderazgo y la corrupción que atribuían al gobierno radical, pero con esa acción reflejaban en realidad la propia crisis de las elites que habían construido la Argentina del Centenario. 
 La fotografía revela un hecho poco conocido y celosamente ocultado de nuestra historia y es que el entonces Capitán Juan d. Perón participó activamente como uno de los conspiradores y ejecutores del golpe de estado que provocó el derrocamiento del presidente constitucional Hipólito Yrigoyen y la instalación de la primera dictadura militar argentina con la asunción del Gral. Uriburu. Esto seguramente se debe a que públicamente Perón en su posterior larga carrera política siempre habló bien de Yrigoyen del cual se definió uno de sus predecesores en las políticas populares que implementó, cuando en la realidad había conspirado para deponerlo. 
 
 
 
El presidente de facto Gral. José Uriburu desde su conservadurismo debió afrontar una aguda crisis interna, con gran oposición popular, iniciándose la etapa conocida como “Década infame”. En 1932, en comicios fraudulentos, asumió la presidencia el Gral. Agustín P. Justo, quien había participado en el derrocamiento de Yrigoyen. Para sucederlo, fue elegida la fórmula Roberto Ortiz-Ramón Castillo. Ortiz trató de luchar contra el fraude electoral, pero debió delegar el mando en su vicepresidente en 1940, por razones de salud. Desatada en esta etapa la Segunda Guerra Mundial, Argentina se mantuvo neutral, a pesar del ataque a Pearl Harbor, por los japoneses, lo que motivó un distanciamiento en las relaciones con Estados Unidos, mientras la crisis interna era cada vez mayor. En el gobierno de Castillo sucedieron elecciones tildadas de fraudulentas, en Santa Fe y Mendoza. 

La Unión Cívica Radical, había perdido poder luego del deceso de Alvear y de Ortiz. Justo era el candidato que se mostraba con mayores oportunidades de ganar las próximaselecciones, pero falleció en el mes de enero de 1943. 

Castillo tenía intenciones de presentarse en las elecciones, lo que era constitucionalmente discutible. Finalmente apoyó la candidatura del conservador Robustiano Patrón Costas. Se formó una alianza partidaria entre los radicales antipersonalistas, los demócratas nacionales y los socialistas independientes, denominada “Concordancia”, para lanzar a la presidencia a Patrón Costas, ante el descontento de la ciudadanía, que presumía que era inevitable la toma del mando por ese candidato antidemocrático y oligarca, ya que se hablaba de la preparación de su ascenso a través del fraude electoral. Con este candidato oficialista en elgobierno seguramente Argentina tomaría partido por los aliados en el conflicto mundial, ya que el sector oligárquico del país era afín a la política norteamericana. 

Es en este contexto que comienza su actuación el GOU, el 10 de marzo de 1943. El significado de las siglas tuvo varias interpretaciones, siendo la más aceptada la de Grupo de Oficiales Unidos. La creación de esta logia, (este tipo de organizaciones ya se habían usado en el país, sobre todo en el ámbito militar) obedeció a la gestión de Miguel Montes y Urbano de la Vega, dos tenientes coroneles, que recibieron el apoyo de numerosos oficiales, integrándola alrededor de veinte, bajo la influencia de Juan Domingo Perón. Ejercía también gran liderazgo el Teniente Coronel, Enrique González 

Su ideario de profunda raigambre nacionalista, y religiosamente católicos conservadores, trascendía la mera organización y unidad de las fuerzas militares, para tratar de mantener la idea de neutralidad en la Guerra Mundial, oponiéndose a la presión que ejercíaEstados Unidos, y que desde el gobierno urgía una solución ante el desabastecimiento de armamentos, y principalmente, evitar el crecimiento el comunismo. La idea inicial no era apoderarse del mando político del estado, lo que finalmente se concretó. 

Pedro Pablo Ramírez, no pertenecía al GOU, pero sabía de su accionar ya que su hijo Emilio lo conformaba, y ocupaba el Ministerio de Guerra en el gobierno de Castillo. Urbano de la Vega se incorporó en el servicio militar de inteligencia, logrando tener influencia dentro mismo del poder. 

Pedro Pablo Ramírez era tentado a la candidatura por el radicalismo, partido que pretendía realizar un golpe de estado liderados por el gral. Arturo Rawson, aunque Ramírez negó ateCastillo tales circunstancias. Un sector del radicalismo yrigoyenista, se había escindido en 1935, y formaron FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la JovenArgentina). Su ideario era nacionalista y contrario a los imperialismos. 

El golpe de estado 

El 3 de junio de 1943, el almirante Fincati, ministro de Marina, recibió la orden presidencial, de redactar un decreto para destituir a Ramírez. Conocido el contenido del decreto, que nunca llegóa a manos del presidente para que lo refrendara, fue el motivo último que se esgrimió para efectuar el golpe de estado, que se realizó el 4 de junio. 

El GOU eligió para liderar el golpe al general Rawson, sin que este se percatara siquiera de la existencia de tal Logia. El creía poseer libertad de decisión, y luego de hacerse con el poder, en medio de la apatía popular, eligió para conformar su gabinete, gente que le fuera afín, entre los cuales había dos ministros considerados fascistas, sin tomar en consideración las pretensiones del GOU. Rawson no alcanzó a jurar su puesto presidencial. Fue destituido por otro golpe, que estalló en el seno mismo de los golpistas, y asumió la presidencia el general Ramírez. Se estaba preparando el ascenso de Perón. Hasta 1946, el GOU estaría en el poder. 

Respuesta  Mensaje 28 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 00:47
JAJAJ PARACE QUE ARRUGARON , NO SABÍAN LA QUE LES ESPERABA!
ni un paso atrás!!

Respuesta  Mensaje 29 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 01:48
Una vergüenza , Macri avanzó una ley de la ciudad de buenos aires, que su misma bancada propuso y fue votada por mayoría.

Respuesta  Mensaje 30 de 30 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/09/2015 01:50
Ni el radicalismo actual representa al radicalismo, ni el pro, representa al pueblo, ni lilita es lo que dice ser....una payasada


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