Martes, 20 de octubre del 2015 - 18.39 h
Rosie Huntington enseña el tirante del sujetador contra el cáncer de mama.
La guerra contra el cáncer de mama es una lucha desigual. Quizás lo peor del cáncer de mama no sea el mismo cáncer. Quizás lo peor del cáncer de mama sea el miedo que irrumpe como un dictador tirano e implacable que desea conquistar todas y cada una de las áreas de tu vida. El cruel miedo no tiene bastante con apoderarse de tus noches, de tus silencios, de tus miradas perdidas, de tus horas bajas y de tus momentos en soledad. El pérfido miedo es insaciable y arrasa con todo lo que encuentra, con tu futuro y con tus esperanzas, con tus deseos y tus planes, con tus anhelos y tus proyectos. !Maldito dictador! Maldito miedo que tiñe la vida con una sombra oscura y fría. Maldito miedo que paraliza el alma y seca los sueños.
El miedo tiene su propio tempo. Las esperas son eternas. El tiempo cambia. Una hora ya no dura una hora. Un día se convierte en una eternidad. Los resultados de las pruebas tardan en llegar… pero súbitamente todo se acelera, el corazón también. ¿Por qué corremos tanto? ¿Eso es una mala señal? Y de repente otra espera, otra prueba, otra sesión de quimioterapia, otra ocasión para que el miedo se apodere de tu vida.
El miedo es perverso y sabe que te puede hacer mucho más daño si traspasa tus fronteras. El miedo pretende anclarse a tu vida amenazándote con propagarse a través de tu herencia, sembrando la duda en lo que más quieres, en tus hijas, en tus nietas. ¡Maldito miedo! Confundimos lo posible con lo probable y creemos que nuestros seres más queridos podrán sufrir lo mismo que nosotros y en ese momento sufriremos más de lo que hemos sufrido.
Nunca se es demasiado viejo para recibir un diagnóstico de cáncer de mama. Siempre se es demasiado joven, con toda una vida por delante para vivirla plenamente. El maldito cáncer no respeta nada ni nadie y decide llegar siempre en el momento menos oportuno mutilando la vida y la identidad de sus víctimas. Qué suerte de lotería tan siniestra. Lo peor del cáncer de mama es que no has hecho nada para tenerlo ni buscarlo; pero él sí que ha estado escondido dentro de ti, sigilosamente, como un cobarde, esperando el momento en el que, sintiéndose fuerte, decide atacar con toda su perversión.
El maldito cáncer nunca ataca solo, siempre viene acompañado, además del miedo, su fiel lacayo, de la tristeza, la ansiedad , la inseguridad y la ira. ¿Cómo no vas a enfadarte? ¿Cómo no vas a estar triste? ¿Cómo no vas a sentir una angustia que te oprime el alma hasta asfixiarla?
Hay que ser una auténtica heroína para poder vencer esta lucha desigual. Cuando te encuentras cara a cara con una guerrera en plena lucha muéstrale tu respeto y admiración. Las guerreras del cáncer de mama tienen en su espíritu de lucha su mejor arma.
Nuestras queridas guerreras son capaces de transformar la adversidad en un reto ante el que no queda más opción que el de crecerse. El secreto de su lucha está en que saben que pueden hacer cosas para vencer al cáncer de mama y lo intentan con todas sus fuerzas.
En una guerra cualquier ayuda es poca. Cuando se está librando una batalla contra la muerte necesitamos de todo el apoyo posible. ¿Qué pasaría si estas guerreras contaran con la ayuda de tanques y aviones de última generación? ¿Qué pasaría si el dinero que nos gastamos en el armamento para hacer la guerra a las personas lo invirtiéramos en investigaciones para hacer la guerra al cáncer?
Si conoces a una persona con cáncer de mama, no la mires como a una víctima; mírala a los ojos con el respeto y la admiración que se merece una guerrera que está luchando contra viento y marea para ganar la batalla más importante de su vida.