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General: Cuba: ¡Poner fin al bloqueo inmediatamente!
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 27/10/2015 18:29

Cuba: ¡Poner fin al bloqueo inmediatamente!

27 octubre 2015 | 3
5

15aem_bloqueo-a-cubaUna Resolución para “poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” volverá a ser presentada a la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) el 27 de octubre de 2015.

Hay un significado especial en traer la Resolución, abrumadoramente aprobada por la Asamblea General durante 23 años consecutivos, a la atención de la organización mundial en esta ocasión. Está sucediendo después de que EE.UU. restauró las relaciones diplomáticas con Cuba el 17 de diciembre de 2014.

El anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas fue seguido por el regreso de los tres luchadores antiterroristas cubanos que habían sido encarcelados injustamente en los EE.UU. por años. El presidente Barack Obama también informó al Congreso de Estados Unidos que quitaría a Cuba de la lista de Estados “patrocinadores del terrorismo internacional” – una lista en la que nunca se debió incluir a Cuba, en primer lugar porque Cuba había sido víctima del terrorismo estadounidense diseñado por décadas, dramatizado por el derribo de un avión civil en 1976 que mató a un gran número de estudiantes. Obama también ha instado al Congreso a poner fin al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.

Algunas restricciones relativas a los viajes a Cuba, las telecomunicaciones y las remesas se han relajado. Sin embargo, el bloqueo sigue.

Cualquier entidad que se dedique a actividades económicas, financieras, comerciales o de otro tipo con Cuba sigue estando penalizada. Una enorme multa por ejemplo fue impuesta a un banco alemán en marzo de 2015 justo cuando una empresa estadounidense fue sometida a una pena severa por supuestamente violar el bloqueo. En los últimos ocho años se han impuesto alrededor de 42 multas a entidades en Estados Unidos y extranjeras que asciende a más de 13 millones de dólares estadounidenses.

El bloqueo de Estados Unidos, no hace falta decir, impacta negativamente sobre todos los sectores de la sociedad cubana, desde la alimentación al cuidado de la salud, la educación y el deporte. Si Cuba pudiera adquirir bienes y productos del mercado de Estados Unidos – y no otro país más alejado – podría tener miles de millones de dólares ahorrados. De hecho, se ha calculado que el bloqueo de 54 años le ha costado a la economía cubana más de 1,1 miles de millones de dólares. Este dinero podría haber sido utilizado para elevar el nivel de vida del pueblo cubano.

Se debe a que el bloqueo sigue impidiendo el desarrollo de Cuba, muchos gobiernos y organizaciones de la sociedad civil en diversas partes del mundo han pedido su eliminación desde que se introdujo por primera vez en 1961. Los reclamos se han vuelto más y más fuertes durante décadas. El año pasado, cuando la Asamblea General votó sobre la resolución de poner fin al bloqueo, 188 estados miembros apoyaron la resolución, mientras que sólo dos se opusieron y tres se abstuvieron. Los dos votos en contra procedían de los EE.UU. e Israel y los tres Estados que se abstuvieron fueron Micronesia, Islas Marshall y Palau.

Desde que Obama restableció las relaciones diplomáticas con Cuba, muchos líderes de la sociedad civil estadounidense, figuras de la Iglesia y ex funcionarios públicos han demandado abiertamente que el injusto, inhumano e inmoral bloqueo debe ser levantado inmediatamente. Incluso los líderes actuales han hablado. A principios de octubre de 2015, nueve gobernadores de Estados Unidos enviaron una carta a los líderes del Senado y la Cámara de Representantes instando a poner fin al bloqueo y haciendo hincapié en los beneficios de esta medida para la industria agrícola de Estados Unidos. Más significativamente, según una encuesta del Pew Research Center realizada en julio de 2015 mostró que el 72 por ciento de la población estadounidense quiere poner fin al bloqueo, por encima de 66 por ciento de enero de 2015.

El único gran obstáculo que queda ahora es el Congreso de Estados Unidos. Tanto la Cámara de Representantes como el Senado están controlados por los republicanos y los republicanos en su conjunto (hay algunas excepciones) son ideológicamente más reacios a un Estado socialista como Cuba que los demócratas. Además, hay un pequeño pero influyente comité cubano-americano, tanto en la Cámara de Representantes y el Senado que es opuesto, como siempre, al gobierno de Raúl Castro en La Habana. Tanto el presidente saliente de la Cámara, John Boehner, y el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, están en contra de la normalización de las relaciones con Cuba.

Es por esto que después de la votación del 27 de octubre en la Asamblea General de la ONU –se espera que sea casi unánime a favor del levantamiento del bloqueo- un panel multinacional integrado por representantes de los gobiernos que han respaldado la posición de Cuba deben buscar una reunión formal con el presidente de la Cámara y el líder de la mayoría del Senado para transmitir a ellos los sentimientos de los pueblos del mundo sobre las décadas de un embargo asfixiante contra una pequeña nación de once millones, cuyo único deseo es preservar su independencia, su soberanía y su dignidad. A los líderes y miembros del Congreso de Estados Unidos se les debe decir en términos muy claros que no pueden seguir ignorando la voz de la comunidad internacional, y de hecho, la voz de su propio pueblo. Si no logran poner fin al bloqueo ahora, si no adoptan medidas por un sentido de justicia y equidad, serán condenados por siempre y consignados al basurero de la historia.

(Publicado en Global Research/ Traducción Dariena Guerra)



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 28/10/2015 16:51
Otra vez el embargo en la ONU
Desde 1992 Cuba lleva cada año el embargo estadounidense a votación en la
Asamblea General de la ONU. El martes logró un récord histórico: la condena a la medida por 191 países
 
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                Alejandro Armengol  |  Cuba Encuentro
Algunas de las razones actuales para el levantamiento del embargo norteamericano hacia el régimen cubano son malintencionadas en sus pronunciamientos y lógicas en su práctica. Detrás de ellas se encuentran intereses comerciales, que no solo buscan vender unos cuantos productos. A ello se une el interés de destacar un principio: los embargos comerciales tienen poca utilidad, salvo excepciones, en un país como Estados Unidos; una nación que propugna la economía global y el liberalismo económico.
 
Otros motivos de rechazo pueden ser debatidos con argumentos similares, pero de signo contrario. Entre ellos, la afirmación de que el embargo es inmoral, que hay que suprimirlo para quitarle una excusa al régimen castrista y la acusación de que éste es el causante de buena parte de la miseria en Cuba.
 
Desde el punto de vista político o militar, los embargos ―incluso los bloqueos en el caso de guerras― no son morales e inmorales, porque la ética nunca ha formado parte de la estrategia. También al gobierno de La Habana le sobran las excusas y la pobreza que impera en la Isla es una de las mejores tácticas con que cuentan los hermanos Castro, al utilizar la escasez como un instrumento de represión.
 
Falsa es además la pretensión del gobierno cubano de llamar “bloqueo” a un embargo cada vez más limitado o con agujeros. No existe un bloqueo estadounidense sobre Cuba. Una y otra vez el canciller cubano, Bruno Rodríguez habla de “bloqueo”, pero no hace más que repetir una retórica antigua.
 
Un bloqueo tiene una connotación militar e implica un aislamiento militar. Es una acción de guerra. “¿Donde están los buques de guerra?”, respondía el fallecido escritor cubano Guillermo Cabrera Infante cuando le preguntaban al respecto.
 
El bloqueo implica cierre de fronteras, puertos y aeropuertos y el impedimento de salida o entrada de cualquier persona o bienes del territorio objeto de la medida. En el caso de Cuba, solo ocurrió un bloqueo por breve tiempo, e incluso fue parcial, cuando en 1962, durante la crisis de los misiles, EEUU bloqueó para inspeccionar cualquier ingreso de buques, especialmente soviéticos, para evitar la llegada de armas de destrucción masiva. Nunca más se volvió a repetir una acción de este tipo.
 
Sin embargo, el gobierno cubano no ha parado de utilizar una retórica militarista con fines propagandístico, incluso ahora que el concepto de plaza sitiada se ha visto abandonado por una situación que mejor se describe como plaza visitada.
 
EEUU está entre los cinco principales socios comerciales de Cuba, a la que vende miles de toneladas de productos agrícolas al año. ¿Qué bloqueo?”, “¿qué embargo?”, reclaman mucho en el exilio. Pero ello tampoco debe servir para pasar por alto la existencia de barreras que en ocasiones impiden operaciones comerciales, incluso más allá del territorio estadounidense, y que tampoco se pueden resumir simplemente en los inexistentes créditos comerciales por parte de EEUU hacia la Isla.
 
Rechazo nacional e internacional
 
A estas alturas el embargo no es una medida que se valora de forma positiva, ni internacionalmente ni en el país donde un mandatario la promulgó el 7 de septiembre de 1962, luego de tener a buen resguardo una provisión tal de tabacos que le sobreviviría.
 
John F. Kennedy no vivió lo suficiente para conocer que no era violar la ley, sino el tabaco cubano lo que resultaba dañino. Fidel Castro lo supo a tiempo y dejó de fumar. Por su parte, el embargo no se ha hecho humo en 53 años.
 
A los granjeros norteamericanos no les preocupa tanto el quedar fuera del reparto de los puros, al final de la cena. Lo que ellos quieren es participar en la venta de los comestibles que se pondrán en la mesa. Si no han avanzado mucho en sus propósitos, se debe a dos razones fundamentales.
 
Una es que declararse a favor del embargo hasta hace poco continuaba formando parte de la agenda electoral —tanto del Partido Republicano como del Demócrata—, porque constituía uno de los pocos incentivos que se les pueden ofrecer a los votantes cubanoamericanos. Paulatinamente esta táctica electoral ha ido debilitándose. En su aspiración a la gobernación de la Florida, el cambiante Charlie Crist, se atrevió a declararse en contra del embargo. Acabó perdiendo, pero no por dicha declaración. Crist venció en la capital del exilio con un amplio margen frente a Rick Scott según los cómputos electores. Hillary Clinton dejó en claro y por escrito que se opone al embargo, incluso antes de iniciar su campaña por la denominación presidencial demócrata, en su libro Hard Choices. El presidente Barack Obama no declaró sus intenciones de cambiar el enfoque en la relación con el gobierno castrista sin antes asegurarse que varias encuestas demostraban que tal actitud no implicaría un elevado coste político, ni para él ni para su partido.
 
Un mercado pequeño
 
El segundo aspecto que por décadas favoreció el mantenimiento del statu quo comercial con la Isla fue que se trata de un mercado menor. Si Cuba fuera China, ya hace rato no habría embargo.
 
Sin embargo, esta situación se ha visto modificada por dos factores. Una es que en la actualidad cualquier mercado cuenta, con independencia de su dimensión, en un mundo cada vez más competitivo. Otra es el surgimiento de una especie de boom, que ha puesto de moda a Cuba y la ha convertido de pronto en un destino atractivo. Aunque resulta difícil predecir la duración de esta especie de moda, ello no resta importancia a una oportunidad de obtener ganancias.
 
Aunque en estos últimos años los granjeros estadounidenses han visto aumentar y disminuir sus ventas a la Isla, según las circunstancias políticas y las dificultades económicas siempre presentes en Cuba, ahora las circunstancias internacionales han aumentado sus temores frente a la realidad de los grandes países emergentes y los socios comerciales de siempre en el panorama cubano, desde las naciones europeas hasta China y Rusia. Brasil superó a Estados Unidos como socio comercial con Cuba y aunque el deterioro económico y la crisis política en el gigante sudamericano ha mermado este avance, la participación comercial y política en la Isla de Rusia y China han aumentado. Más allá de los trajines políticos en Washington y La Habana, el mercado global impone sus reglas.
 
Todas estas consideraciones han gravitado con mayor o menor fuerza a la hora de opinar sobre el embargo. En todas, los juicios pueden inclinarse en un sentido u otro de acuerdo a las preferencias políticas, la ideología de quienes los esgrimen y la situación reinante en los países implicados y en otros que se han sumado al panorama nacional e internacional en que se definen los usos y alcances del embargo.
 
¡Y dónde queda el ideal democrático?
 
Sin embargo, este análisis no debe limitarse a fines y medios, sino también a su capacidad como instrumento para llevar la democracia a la Isla.
 
La valoración positiva del embargo encierra por lo general dos equívocos: uno es la subordinación mecanicista de la política a la economía, que se traduce en aplicar un criterio estrecho al caso cubano. Repetir aquello de “lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”.
 
Esta actitud siempre ha chocado contra la realidad cubana. Durante los largos años de gobierno de Fidel Castro, éste siempre actuó como un gobernante, de forma dictatorial y despótica, pero nunca como un empresario.
 
Fue un político que se movió mejor en las situaciones de crisis que en las épocas de “bonanza” (las comillas obedecen a que el régimen nunca ha conocido ni le ha interesado establecer en Cuba un período de “vacas gordas”). Si Raúl Castro ha emprendido una vía de “actualización” del modelo, que se interpreta como la autorización de algunas reformas tímidas, no se pueden equiparar libertades económicas y políticas, a partir de que ambas son necesarias. El desarrollo de la disidencia en la isla ha obedecido a un desgaste político, no económico.
 
El segundo error es hacer depender la evolución política del país de una medida económica dictada desde el exterior, por otro gobierno y en otra nación. El embargo es una ley hecha en EEUU, no es una creación de los opositores a Castro en la Isla.
 
Desde hace años el embargo ha perdido ―si alguna vez tuvo― su valor de palanca para impulsar la democracia. Al ceder o estar reducido al máximo el poder presidencial para cambiar la ley, quienes la defienden no dejan de repetir unas exigencias que, de por sí, sitúan su final en un momento utópico, cuando tras la desaparición de los hermanos Castro se establezca en Cuba una democracia perfecta y un respeto a los derechos humanos intachable, además de un comercio sin barreras y una industria privada sin límites. Muy bonito, pero también poco práctico.
 
Cierto que en su intolerancia, el régimen de La Habana no responde a incentivo alguno, verdad también que hay un largo historial en que el gobierno castrista ha puesto obstáculos y trampas a cualquier avance en las relaciones con Washington, pero la ausencia de un plan manifiesto y conocido de incentivos parciales no hace más que ayudar a las fuerzas reaccionarias en ambas orillas del estrecho de la Florida.
 
De lo que se habla aquí es de un problema que, en buena medida, tiene que ver con la imagen. Para los ojos de buena parte del mundo, EEUU es la nación de las restricciones y el embargo norteamericano hacia Cuba no es popular en el resto del mundo, incluso entre los aliados de este país. Basta solo consultar esta última votación en Naciones Unidas, donde la condena al embargo obtuvo una votación récord de 191 países. El año pasado, había tenido 188 votos y tres abstenciones, las de Micronesia, Palau e Islas Marshall, que este martes respaldaron la resolución cubana. Solo EEUU, luego de una especulación donde se barajó una posible atención (lo que habría sido un hecho insólito) y su fiel aliado Israel votaron en contra.
 
El embargo y los cambios
 
Es verdad que un levantamiento total o parcial del embargo, sin exigir nada a cambio, no traerá cambios políticos de inmediato. En igual sentido, la falacia de que una mayor entrada de productos norteamericanos conllevará una mayor libertad es otra utopía neoliberal, que tiende a asociar la Coca-Cola con la justicia y a la democracia con los McDonalds. Mentira es también que el pueblo de Cuba está sufriendo a consecuencia del embargo y no por un régimen de probada ineptitud económica.
 
Nada de lo anterior contradice el hecho de que continuar respaldando al embargo es batallar a favor de la derrota. Algo que nunca hacen los buenos militares. Defender una trinchera que es un blanco perfecto para el enemigo, desde la cual no se puede lanzar un ataque y que solo protege un pozo sin agua custodiado por un puñado de soldados sedientos. Se trata de una herramienta poco efectiva para lograr la libertad en Cuba. Su ineficacia ha quedado demostrada por el tiempo; su significado reducido a un problema de dólares y votos.
 
Otra cosa muy distinta es el otorgamiento de privilegios comerciales y el reconocimiento de la participación del gobierno cubano en organismos internacionales, porque tales medidas darían una legitimidad que éste no se merece.
 
Un deslinde necesario
 
Hay que establecer el deslinde necesario entre las medidas económicas y las políticas. Diferenciar la función del exilio y el papel de EEUU como nación. En el mundo actual, los embargos han demostrado ser de poca utilidad, y en parte han servido para el enriquecimiento de las clases gobernantes, a las que supuestamente intentaban derrocar. Si seguimos martillando sobre una herramienta tan poco efectiva, perdemos la oportunidad de desarrollar otros frentes, cuya eficacia aún no ha sido puesta a prueba. La astucia debe imponerse sobre la testarudez.

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 28/10/2015 16:53
La Dinastia de los Castro no quieren la normalización
La percepción de la elite dictatorial es que 'demasiado' acercamiento a EEUU le traería enormes problemas internos y externos.
 
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Por Roberto Álvarez Quiñones |  Diario de Cuba
Los hermanos Castro siempre han conocido mejor a los presidentes y los intríngulis del poder político en EEUU, que a la inversa. En Washington no acaban de entender que ambos hermanos y su Junta Militar no desean tener relaciones amistosas y normales con EEUU, sino que se levante el embargo, recibir créditos, y muchos turistas del "Norte" con sus billeteras abultadas. Y punto.

Debido a que la crisis venezolana cabalga al galope, el cese del embargo urge al régimen castrista. Pero tener relaciones políticamente amistosas y normales con Washington no solo no le interesa, sino que va a hacer todo lo posible para impedirlas, o para torpedearlas aun si se levanta el "bloqueo" (término militar que nada tiene que ver con un embargo comercial unilateral de un país a otro).

La percepción de la elite dictatorial es que "demasiado" acercamiento a EEUU le traería problemas internos, y también externos, por cuanto estaría "traicionando" su historia de liderazgo izquierdista antiestadounidense en Latinoamérica. Pero sobre todo podría erosionar el control orwelliano que hoy tiene sobre toda la sociedad cubana. La gente en la Isla sentiría menos miedo a la hora de exigir más libertades, al convertirse el "Imperio" en un buen amigo.

La gerontocracia de comandantes "históricos" no está preparada —ni quiere estarlo— para lidiar en forma civilizada con la "contaminación" política, ideológica, económica, cultural, psicológica y social que podría emanar de una relación fluida con EEUU. El entrenamiento de la  nomenklatura castrista siempre se ha basado en todo lo contrario, el enfrentamiento visceral al "enemigo imperialista".

Destino Manifiesto castrista

Como reacción a unos cohetes de fabricación estadounidense lanzados contra la casa de un campesino en la Sierra Maestra por aviones de la dictadura batistiana, el 5 de junio de 1958 Fidel Castro escribió una carta a Celia Sánchez que devino el Destino Manifiesto de "su" revolución: "Cuando esta guerra se acabe empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que este va a ser mi destino verdadero".

Esa guerra no terminó con la reapertura de embajadas en La Habana y Washington. Y no terminará mientras gobiernen en la Isla los Castro y los comandantes que se lanzaron a la guerra anti-yanqui convocada por su jefe. No habrá una relación cordial entre Cuba y EEUU mientras no haya en la Isla un nuevo liderazgo político desideologizado.

Pero eso no lo comprenden en Washington. Incluso si se levantara el embargo, la cúspide  castrista colocará piedras en el camino para bloquear el proceso normalizador. El comandante José Ramón Machado Ventura, segundo jerarca del régimen, el 3 de octubre pasado adelantó algo al respecto: "el Partido Comunista de Cuba será siempre la columna vertebral de la resistencia de la nación cubana". En el argot castrista eso significa que continuará la lucha política y mediática contra EEUU.

Las fuertes alianzas con Rusia, Irán, China, Corea del Norte, Siria, la intervención directa en Venezuela para apoyar al régimen chavista, así como alentar posiciones antiestadounidenses en gobiernos de América Latina, formarían parte del arsenal  geopolítico castrista para mantener serias diferencias y empantanar una posible normalización total de relaciones.

Seguirán culpando a EEUU

Es un error creer que con el fin del embargo el castrismo se va a quedar sin discurso político al no poder seguir echando la culpa a EEUU del cataclismo económico cubano. No, los Castro jamás van admitir que la miseria masiva en Cuba ha sido responsabilidad de ellos y del socialismo.

Al día siguiente de la derogación de la Ley Helms-Burton el régimen lanzaría su Plan B: una ruidosa campaña diplomática, legal, política y mediática, a nivel mundial, en reclamación de los más de 100.000 millones de dólares que dice debe pagar EEUU a Cuba por los daños ocasionados por el embargo. Argumentaría que fue debido al  embargo que Cuba se empobreció, se quedó sin  recursos financieros, sin maquinarias y materias primas, sin alimentos suficientes, al margen de la revolución tecnológica.

Insistirán en que si Washington no desembolsa ese dinero no será posible mejorar el nivel de vida de los cubanos, ni la reconstrucción del país, ni la creación de la infraestructura que se necesita para recibir inversiones estadounidenses, ni desarrollar la economía e insertarla en la economía global.

Silencioso traspaso del poder

La Habana  tiene prisa para el cese del embargo por dos motivos: 1) con el desplome de los precios del petróleo, el panorama político y financiero de su mecenas venezolano pinta cada vez peor;  y 2) el fin del "bloqueo" facilitaría económicamente el silencioso traspaso del poder político-militar de los Castro y los "históricos" a sus familiares y el generalato más joven.

Tengan o no apellido Castro, ellos se encargarán de instalar el modelo neocastrista. Serán  quienes se van a "empoderar" con un cese del embargo. Por ley, los cuentapropistas no pueden negociar directamente con  entidades extranjeras. Por cierto, de no derogarse las actuales leyes estalinistas difícilmente habrá inversiones estadounidenses importantes en Cuba.

Las bases de ese modelo sucesor serán presentadas en el próximo Congreso del Partido Comunista, en  abril de 2016. Se trata de una hibridación de capitalismo de Estado con elementos postsoviéticos, chinos y con fuertes rasgos fascistas por su carácter marcadamente militar. Y ojo, el "cambio" más relevante que en materia económica ha realizado el raulismo hasta ahora ha sido la militarización de la economía.

Más militarizado que nunca

La gran paradoja del "deshielo" Cuba-EEUU  es que se produce cuando el país está más controlado que nunca directamente por las fuerzas armadas y se desdibujan de su sistema político las apariencias formales de una "democracia socialista" ortodoxa, para parecerse más a un régimen militar fascista.

Ya no importa lo que dice el marxismo-leninismo, o la Constitución Socialista cubana, sobre el papel rector del Partido Comunista. Esa militarización no se la imaginaron los dirigentes leninistas  y estalinistas de la vieja guardia comunista, como Blas Roca, Juan Marinello, Carlos Rafael Rodríguez, César Escalante o Lázaro Peña. Ninguno de ellos tendría hoy la fuerza política, la influencia y el poder que tuvieron en su tiempo.

GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.) es una gigantesca corporación realmente capitalista del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que recibe todas las divisas que entran al país y casi el 80% de los ingresos generados en  la Isla. No rinde cuentas institucionalmente al Gobierno de la República. Así los Castro se ríen de los principios básicos del socialismo diseñado por Marx, según los cuales el  "Estado popular,  obrero y campesino" es el  encargado de distribuir y redistribuir socialmente el "plusproducto" creado  por los trabajadores. Por eso Antonio Castro puede pasear en un yate lujoso por el Mediterráneo.

Y esa claque militar que manda en Cuba lo que quiere es quitarse de encima el embargo para acceder a créditos y enriquecerse con el turismo y los negocios que pudieran hacer con los estadounidenses. Y para facilitar financieramente la inevitable sucesión, por razones biológicas, hacia una dictadura militar cuyos integrantes van a conectarse al capitalismo, pero sin permitir a los cubanos de a pie que lo hagan también.

Entretanto, la normalización total de las relaciones con Washington no figura en los planes del castrismo. Su Destino Manifiesto no lo contempla.

Al parecer tampoco está en los planes neocastristas, pero acontecimientos impredecibles podrían cambiarlo todo y dejar a ese relevo dictatorial colgado de la brocha.
                                                                      Fuente  Diario de Cuba
 
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Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 28/10/2015 18:52
Estos excubanos son lo más rastrero de la especie humana .... Todos tienen algo del genocida posada carriles !


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