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General: FIDEL OPINA DE PERÓN Y KIRCHNER
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From: Ruben1919 (Original message) |
Sent: 19/10/2013 05:06 |

“NO SE ALCANZA EL CIELO EN UN DÍA, PERO CRÉAME QUE LOS ARGENTINOS HAN ASESTADO UN DESCOMUNAL GOLPE A UN SÍMBOLO, Y ESO TIENE UN ENORME VALOR”
-¿Qué opinión tiene usted sobre esa aparente contradicción entre el progresismo y lo militar?
-Mire, ahí tenemos, en Venezuela, un ejército jugando un importante papel con la revolución bolivariana....Lázaro Cárdenas, un general de la revolución mexicana, que es el que nacionaliza el petroleo, tiene un valor muy grande, hace reformas agrarias y conquista el apoyo del pueblo...Perón, en Argentina, era también de origen militar, hay que ver en el momento en que surge, en 1943 lo nombran secretario de Trabajo y hace tales leyes que cuando lo llevan a las prisiones el pueblo lo rescata, y era un jefe militar. También hay un civil que tuvo influencia en los militares, estudió en Italia, donde también había estado Perón, que fue Jorge Eliécer Gaitán, y eran líderes populares. Perón era agregado de esa embajada, estuvo allá en Roma en los años treinta en la era mussoliniana, y algunas de las formas y métodos de movilizaciones de masas que vio lo impresionaron, hubo influencia, incluso en algunos procesos; pero en estos casos que he mencionado esa influencia Gaitán y Perón la utilizaron en un sentido positivo, porque hay que ver que Perón hizo reformas sociales. Perón comete, digamos, un error: ofende a la oligarquía argentina, la humilla, le quita el teatro simbólico y algunas instituciones simbólicas; trabajó con las reservas y los recursos que tenía el país y mejoró las condiciones de vida de los trabajadores, y los obreros son muy agradecidos, y Perón se convirtió en un ídolo de los trabajadores.
-En Argentina, Perón y el peronismo siguen teniendo una influencia considerable. Una Argentina donde, en cierta medida, en diciembre del 2001 el modelo neoliberal se derrumbó estrepitosamente. ¿Qué opina usted de los acontecimientos recientes de Argentina?
- Cuando en mayo de 2003 llegaron las noticias del resultado electoral en Argentina anunciando la victoria de Néstor Kirchner y la derrota de Carlos Menem sentí gran satisfacción y júbilo. ¿Por qué? Fíjese, hay una razón muy grande: lo peor del capitalismo salvaje, como diría Chávez, lo peor de la globalización neoliberal, el símbolo por excelencia del neoliberalismo fue derrotado...Mi opinión es que el símbolo de la globalización neoliberal ha recibido un colosal golpe. Los argentinos no saben el servicio que le han prestado a América Latina; el servicio que le han prestado al mundo al hundir en la fosa del Pacífico, que tiene más de ocho mil metros de profundidad, el símbolo de la globalización neoliberal. Le han insuflado tremenda fuerza al número creciente de personas que han ido tomando conciencia en toda nuestra América sobre qué cosa tan horrible y fatal es eso que se llama globalización neoliberal. Si se quiere, podíamos partir de lo que el difunto Papa Juan Pablo II dijo muchas veces y cuando estuvo de visita en Cuba en 1998, cuando habló de la ´globalización de la solidaridad´. ¿Alguien estaría en contra de la globalización de la solidaridad en el más cabal concepto de la palabra, que abarque no sólo las relaciones entre los hombres y mujeres dentro de la frontera de un país, sino dentro de las fronteras del planeta, y que la solidaridad la ejerzan también aquellos que derrochan el dinero y destruyen y malbaratan los recursos naturales y condenan a muerte a los habitantes de este planeta? No se alcanza el cielo en un día, pero créame que los argentinos han asestado un descomunal golpe a un símbolo, y eso tiene un enorme valor”
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)
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El CHE, siendo funcionario cubano tuvo varias veces la oportunidad de entrevistarse con diversos emisarios de Juan Perón – John W. Cooke, Sebastián Borro, Héctor Villalón, Jorge Di Pasquale, etc – con quienes discutiría la posición revolucionaria del Peronismo y reconocería, en la dedicatoria de su libro “Guerra de Guerrillas”, la importancia del líder justicialista y el acercamiento del Comandante al escribirle: “Un ex opositor evolucionado y con todo afecto y cariño a Juan Perón”.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)
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Oliver Stone: Como quiere que lo recuerden? como Evita Perón ?
Fidel Castro: No me molesta que me recuerden como a Eva, creo firmemente que su sacrificio y dedicación por los humildes fue auténtico. No no me molestaría en lo absoluto que me recuerden como ella. Es más, creo que sería un honor...
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)
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Hernández Arregui nos ayuda a entender al peronismo :
"
Juan José Hernández Arregui
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Juan José Hernández Arregui (Pergamino, 29 de septiembre de 1913 - Mar del Plata, 22 de septiembre de 1974) fue un escritor y político argentino.
Hernández Arregui nació en la ciudad de Pergamino (Buenos Aires), al norte de la provincia de Buenos Aires, el 29 de septiembre de 1913, y falleció en en la ciudad de Mar del Plata, el 22 de septiembre de 1974.
Cuando tenía cinco años su familia se trasladó a Capital Federal, al poco tiempo su padre abandona la casa familiar y él y su madre se van a vivir a casa de una tía.[1]
Cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires y a los 19 años se afilió a la Unión Cívica Radical yrigoyenista y escribió en los periódicos partidarios Debate, Doctrina radical y La libertad.[2] Debido a la muerte de su madre, ocurrida en 1933, se trasladó a Villa María, en la Provincia de Córdoba, a la casa de su tío materno, consiguiendo un empleo en la Biblioteca Bernardino Rivadavia de esa ciudad.[1]
En 1936, con la victoria de Amadeo Sabattini a la gobernación de la provincia, Juan José fue nombrado secretario de la Universidad Popular Víctor Mercante.[1] En 1938 se traslada a Córdoba capital, donde estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, en la que tuvo como principal maestro al filósofo italiano Rodolfo Mondolfo. Se doctoró con la tesis: "Las bases sociológicas de la cultura griega" en 1944 con Diploma de Honor y Medalla de Oro.
En 1947, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, Hernández Arregui renuncia al partido radical y comienza su aproximación al peronismo. Se muda a la ciudad de La Plata y de la mano del intelectual Arturo Jauretche ingresa como funcionario en el gobierno bonaerense de Domingo Mercante como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda y en 1948 es profesor adjunto Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata - Universidad Nacional de Eva Perón y en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Con la salida de Mercante del gobierno provincial Hernández Arregui se traslada a Capital Federal, donde se "refugia en el medio universitario", manteniendo el cargo en la Universidad Nacional de Eva Perón, ocupando además la dirección del Instituto de Historia. Hasta el golpe de estado de 1955 también tenía un programa en Radio del Estado, "donde reseñaba libros y comentaba actividades culturales".[1]
En 1955, con el golpe de estado de la autoproclamada Revolución Libertadora, Hernández Arregui es expulsado de todos sus puestos en la universidad.
En 1964 lanza el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales. El 19 de octubre de 1972 sufre un atentado político en su domicilio: 2kg de gelinita estallan en su departamento. Juan José salva su vida por ubicarse en una habitación interior, pero su esposa es internada. Un año después es distinguido como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires. En 1974 dirige la revista "Peronismo y liberación".
Tras recibir amenazas de muerte y aparecer su nombre en una lista de condenados de la Triple A ese mismo año, viaja a Mar del Plata y estando en esta ciudad el 22 de septiembre sufre un síncope que termina con su vida.
Hernández Arregui “juzgó tácticamente que la Izquierda Nacional debía ser interna al peronismo, pues allí se avino entonces a concretar, políticamente, ese marxismo que profesaba desde su juventud”, es por ello considerado uno de los ideólogos de la corriente de la "Izquierda Nacional" dentro del movimiento peronista.
Defiende en sus ensayos una concepción de carácter nacional y marxista de la historia que señala la situación de dependencia económica pero sobre todo cultural de la Argentina. Postula la elaboración de una literatura, y por tanto una cultura, argentina. Denuncia a la "oligarquía argentina" como agentes locales del imperialismo anglosajón y norteamericano. En su libro, "La formación de la conciencia nacional" relata, con documentación fehaciente de la época y con datos y cifras de la economía, el vaciamiento de capitales del que fue objeto la Argentina durante la Década Infame y posteriormente con el gobierno militar que derroca a Perón en 1955. Se ha comparado su lineamiento ideológico con el de Raúl Scalabrini Ortiz, también de fuerte raigambre en la cultura nacional argentina.
Según el Secretario de Derechos Humanos de la Nación Argentina, Eduardo Luis Duhalde:
"...sus esfuerzos por compatibilizar su ideología marxista con la propia realidad política de la clase obrera mayoritariamente peronista, implicaron un punto de inflexión y ruptura con las formas de aproximación de la izquierda al peronismo"
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Tambien para entender al peronismo debemos conocer a :
Raúl Scalabrini Ortiz
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Raúl Scalabrini Ortiz (Corrientes, 14 de febrero de 1898 – Buenos Aires, 30 de mayo de 1959), fue un pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor, ensayista, y poeta argentino, agrimensor de profesión. Fue amigo de Arturo Jauretche y Homero Manzi, con quienes formó parte de FORJA ("Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina"). Adhirió a la corriente revisionista de la historiografía argentina.
Fue hijo del naturalista Pedro Scalabrini quién dirigió el museo de la ciudad de Paraná, Entre Ríos. Arribó a Buenos Aires para estudiar Ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas, donde no tarda en acercarse al círculo de intelectuales y escritores que se reunían en torno a la figura de Macedonio Fernández.
Su primera publicación fue una colección de cuentos breves reunidos en el libro La Manga en 1923.
En 1931, publicó El hombre que está solo y espera, con el que obtuvo reconocimiento de los círculos intelectuales y el premio Municipal. Luego de este reconocimiento, se dedicó de lleno a la investigación socioeconómica e histórica nacional. Toda su obra estará relacionada con estas investigaciones.
Formó parte, junto con otros intelectuales, de la revolución radical yrigoyenista de enero de 1933, dirigida por el Tte. Cnel. Gregorio Pomar, y luego de la derrota Scalabrini es desterrado a Europa. Desde allá, aclara aún más su visión sobre el grado de sometimiento de la Argentina a Gran Bretaña, al descubrir que los diarios en Italia y Alemania se refieren a la Argentina como una colonia del Imperio Británico.[1] Desde Alemania comienza a publicar sus primeros ensayos sobre la cuestión nacional y el imperialismo británico, en el Frankfurter Zeitung,[2] uno de los pocos periódicos democráticos en la Alemania de ese tiempo, y el único que no llegó a estar totalmente controlado por el gobierno nazi.[3]
En 1935 regresó a la Argentina, y se aproximó a la Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina (FORJA) de Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi, Julio Darío Alessandro y otros, aunque mantuvo su independencia (se afiliará recién en 1940, cuando la agrupación se separó del partido Radical). Como parte de su acción dentro del movimiento escribirá y publicará numerosos estudios en los Cuadernos de FORJA.
Dio numerosas conferencias sobre temas relacionados con la dependencia Argentina y sobre cómo se mueven los hilos del poder económico del país. Su tema principal serán los ferrocarriles ingleses, los que considera claves para el funcionamiento colonial. Dirá que los rieles del ferrocarril...
"'son una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la República".
En 1943, por diferencias con las posturas respecto de la revolución del 4 de junio del GOU (Grupo Oficiales Unidos) renunció a la FORJA que apoyó el levantamiento. Scalabrini Ortiz acompañó el inicio y el ascenso del peronismo en esos tiempos, incluso llegó a presentarle a Juan Domingo Perón varios trabajos sobre la nacionalización del ferrocarril aunque nunca aceptó cargos del gobierno y siempre se mantuvo alejado y crítico del partido. Dijo:
"Hay muchos actos y no de los menos trascendentales de la política interna y externa del Gral. Perón que no serían aprobados por el tribunal de ideas matrices que animaron a mi generación… En el dinamómetro de la política esas transigencias miden los grados de coacción de todo orden con que actúan las fuerzas extranjeras en el amparo de sus intereses y de sus conveniencias"
Y agregó:
"No debemos olvidar en ningún momento -cualesquiera sean las diferencias de apreciación- que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el Gral. Perón y el Arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el Gral. Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón fortifica a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento vivo del país".
Estuvo en contra del derrocamiento de Perón en 1955 y fue un ferviente opositor de la Revolución Libertadora en la cual veía el retorno al poder las oligarquías que se favorecían de la dependencia económica de la Argentina. Desde la revista Qué criticó las medidas del gobierno que consideraba un retroceso.
En 1924, se vinculó a la revista literaria Martín Fierro dirigida por Evar Méndez.
En 1939, durante la II Guerra Mundial, fundó el periódico Resistencia desde el cual apoyó la neutralidad de Argentina durante la conflagración, pero debido a la falta de publicidad, luego de 41 días, debió cerrarlo.
Fue colaborador del programa desarrollista de Frente Nacional, y apoyó a Arturo Frondizi quien ganó la presidencia en 1958. La revista Qué llegó a convertirse en órgano oficial del gobierno desarrollista bajo la dirección de Scalabrini Ortiz, sin embargo luego de 3 meses renunció por diferencias con Frondizi a partir de las concesiones petroleras del gobierno a las empresas extranjeras. Se mantuvo alejado de toda actividad pública y falleció el 30 de mayo de 1959.
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www.historiadelperonismo.com/1-gobierno-de-peron.php
El primer año de gobierno del peronismo, resulta ser una especie de paradigma de cómo ... En 1946 y aún antes de asumir la presidencia, Perón contaba a su favor con dos hechos políticos de significativa .... Ministerio de Hacienda ... Lo primero que hay que precisar, al momento de historiar las medidas económicas ...
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La política económica del peronismo
Las medidas implementadas
Si se analiza la política económica del peronismo, pueden distinguirse dos períodos bien diferenciados: el que abarca los años 1946 a 1951 y el que comprende los años 1952 a 1955. Durante el primero de ellos, el gobierno implementó una política guiada por tres objetivos básicos: redistribución de ingresos, expansión del empleo y aumento del involucramiento del Estado en la producción nacional. Existían en ese momento condiciones favorables para tales iniciativas: el país contaba con una importante masa de reservas internacionales, acumuladas durante los años de la guerra a causa de la imposibilidad de importar bienes, mientras que la demanda y los precios internacionales de los productos agropecuarios de exportación eran altos. No obstante, debido al estancamiento de la producción agropecuaria y al creciente nivel de consumo interno, disminuyeron los saldos exportables, lo que limitaba, a su vez, la posibilidad de importar. Por eso es que la estrategia de sustitución de importaciones resultaba un medio para economizar divisas. Además, también existían restricciones para disponer de parte de las divisas acumuladas porque, al ser créditos contra Gran Bretaña, no podían convertirse en dólares u otra moneda de cambio. Los fines redistribucionistas se veían favorecidos por la expansión del consumo que permitía el aumento de salarios reales y el mayor nivel de empleo urbano. La otra cara de estos fenómenos era el crecimiento de la producción –especialmente, de bienes durables y semidurables- y de las importaciones. Como ya se ha mencionado, esto se complementó con una política de transferencia de ingresos del sector agropecuario al sector manufacturero urbano. En ese marco, se dio el proceso de sustitución de importaciones, concentrado en las industrias metalmecánicas y textil, a través de medianas y pequeñas empresas de capital nacional, con baja densidad de capital por hombre ocupado y tecnologías relativamente sencillas. Las medidas de protección arancelaria, el régimen de cambios y el crédito industrial, favorecieron su desarrollo. Esto generaba una dinámica que favorecía el aumento de la ocupación, especialmente en el sector manufacturero, en el que las industrias que crecieron eran, justamente, intensivas en mano de obra. Simultáneamente, el empleo también crecía en la esfera de la administración pública, en gran medida como resultado de la ampliación de los ámbitos de acción del Estado. En términos generales, los objetivos arriba planteados se alcanzaron durante esta primera etapa de la administración peronista. La participación de los asalariados en el ingreso nacional creció del 39% al 46% entre 1946 y 1950, al tiempo que se alcanzaba prácticamente la ocupación plena hacia fines de los cuarenta (1). El Estado fue progresivamente concentrando el desempeño de funciones claves, vía la nacionalización de los servicios públicos y un mayor control sobre el sistema financiero y el comercio exterior. Se redujo la participación del capital extranjero en la economía y también disminuyeron los servicios de la deuda externa. El producto bruto interno creció, aunque también los hicieron los precios mayoristas y el sector externo comenzaba a mostrar dificultades: por un lado, debido a la expansión de las importaciones, la nacionalización de los servicios públicos y el rescate de la deuda externa, las reservas cayeron abruptamente, al tiempo que el gobierno acumulaba nueva deuda externa de corto y mediano plazo; por otro, hacia 1948 la economía funcionaba a plena utilización de la capacidad instalada, por lo que una restricción de las importaciones ponía límites a la oferta y de esa forma no permitía seguir expandiendo el gasto público y el consumo vía redistribución del ingreso. El intento de continuar con la política expansiva, aún frente a restricciones de la oferta, redujo la tasa de ahorro e inversión y elevó el nivel de precios. A partir de 1949 la economía argentina entró en un período de crisis que se prolongó por alrededor de tres años y que estuvo marcado por la caída de la producción, principalmente agropecuaria. Ello indujo a una caída en el volumen de las exportaciones y, en consecuencia, de la cantidad de divisas que se necesitaban para importar equipos y bienes industriales. A esto se sumaba la dificultad de la Argentina en colocar sus productos en los mercados europeos por efecto del Plan Marshall y de la recuperación de los países centrales. Esto último contribuía a deteriorar los términos de intercambio y a contraer la demanda de productos argentinos. Además, entre 1951 y 1952 se produjo una importante sequía, por lo que cayeron notablemente las exportaciones agrícolas. Todos estos factores estaban indicando que la política económica implementada había alcanzado ciertos límites. En particular, la estrategia de industrialización vía sustitución de importaciones practicada hasta entonces había sido insuficiente. El sector industrial no había alcanzado una tasa adecuada de acumulación de capital y seguía siendo fuertemente dependiente de los insumos externos. Como se explica más adelante, esta situación obligó al gobierno a introducir cambios en el rumbo de la política económica. La crisis se evidenciaba con toda claridad en el balance de pagos. Por un lado, las tenencias de oro y divisas disminuyeron rápidamente como consecuencia del rescate de deuda externa, la nacionalización de empresas extranjeras y el aumento de las importaciones. Por otro, como resultado de la baja en los precios internacionales de los productos primarios, la caída del volumen de las exportaciones antes mencionado y la recuperación del nivel de las importaciones, la balanza comercial pasó de tener un saldo global positivo de 894,4 millones de dólares entre 1946 y 1948 a un déficit de 310,4 millones de dólares en 1951 y 490,9 millones de dólares en 1952. La contrapartida de ese déficit era un creciente endeudamiento con Estados Unidos, principal proveedor de las importaciones argentinas, especialmente, en los rubros de maquinarias y vehículos. Los créditos impagos con bancos norteamericanos se fueron acumulando, llegando a alcanzar la suma de 300 millones de dólares en 1949; a esto se sumaba la imposibilidad de las empresas norteamericanas de remitir utilidades debido a las restricciones cambiarias existentes. Los exportadores norteamericanos limitaron severamente su crédito y las importaciones que ese país hacía de productos argentinos cayeron abruptamente de 577,5 millones de dólares en 1948 a 157,5 millones de dólares en 1950 (2). La situación crítica y disputas al interior del gobierno derivaron en la renuncia de Miguel Miranda, presidente del Consejo Económico Nacional y su reemplazo por un equipo económico liderado por Ramón Cereijo (nuevo presidente de ese Consejo y ministro de Hacienda), Alfredo Gómez Morales (presidente del Banco Central) y Roberto Ares (ministro de Economía). Este reacomodamiento redundaría en una redefinición de algunas pautas de la política económica. Es así que en 1952 se abre una segunda fase en la que las medidas económicas deben adaptarse a un nuevo contexto más restrictivo que el que había predominado hasta entonces. Además de los factores internos mencionados, en el plano internacional se estaba expandiendo el desarrollo de las grandes compañías multinacionales, especialmente, las de origen estadounidense. Ello afectaba las posibilidades de crecimiento de las economías en desarrollo, las que quedaban ligadas a su receptividad a las inversiones de dichas empresas y tornaban un tanto contraproducentes las medidas de corte nacionalista. Asimismo, para entonces parecían agotados los caminos hacia una mayor redistribución de ingresos en favor de los trabajadores urbanos. El ingreso del sector rural estaba ya deprimido, lo que no permitía mayores transferencias. Dados los límites a la importación de insumos para la industria y la plena utilización de la capacidad productiva, no había margen para expandir aún más el consumo. Además, los aumentos de salarios y avances en la legislación laboral habían alcanzado un techo que no podía tocarse sin provocar aumentos en los costos o un deterioro en las relaciones laborales. Esta situación cuestionaba el modelo de desarrollo industrial. A ello se sumaba que desde principios de la década del cincuenta dicho desarrollo había desplazado su centro motor desde la industria liviana a la producción industrial de base. Así, las industrias metalmecánicas y químicas asumían el liderazgo y requerían, en consecuencia, mayores inversiones por hombre ocupado y una tecnología más compleja que las industrias tradicionales. Además, la necesidad de incrementar la producción de energía y lograr el autoabastecimiento de petróleo también requerían una política de inversiones de mayor envergadura. Debido a las restricciones externas de la economía argentina, gran parte de este esfuerzo quedó en manos de las empresas extranjeras. Ahora bien, esto generó una nueva dinámica en el plano laboral. Las nuevas industrias líderes funcionaban con una mayor densidad de capital por hombre ocupado y, por lo tanto, tenían menor capacidad de absorción de mano de obra. Por eso el empleo en el sector industrial creció muy lentamente durante los años cincuenta. Tampoco el Estado, en virtud de sus problemas financieros, tenía demasiadas posibilidades de generar empleo vía inversiones. Por lo tanto, expandir el empleo en el sector público, lejos de redundar en un aumento de la producción de bienes y servicios, originaba mayor gasto y elevaba el déficit. Todas estas razones motivaron un cambio de rumbo en la política económica oficial a partir de 1952. En primer lugar, se modificó la política de distribución de ingresos por medio de la imposición de límites a los aumentos salariales y la prórroga de la vigencia de los contratos de trabajo. También se creó una comisión –llamada Comisión Nacional de Precios y Salarios- que tenía la función de vincular dichos aumentos salariales con los niveles de productividad y evitar aumentos de precios no justificados. Asimismo, se revirtió el proceso de transferencia de ingresos mediante un manejo distinto de la política de precios del sector agropecuario que tendía a mejorarlos en relación a los precios industriales. Como señala Ferrer (1977), el intento de mantener el nivel del salario real y mejorar la posición relativa del sector rural al mismo tiempo generó un conflicto que fue solucionado mediante el otorgamiento de subsidios. De este modo, se mantenían bajos los precios internos y se aumentaba el ingreso de los productores. En segundo lugar, se brindó apoyo a la producción y exportación agropecuarias y se modificó el tratamiento que se otorgaba al capital extranjero. Así, fue sancionada una nueva ley de inversiones extranjeras que, entre otras cosas, permitía remitir mayores utilidades (ver Inversiones extranjeras). También se firmaron acuerdos especiales con empresas extranjeras para el abastecimiento de determinados productos y para dar impulso a las industrias nacionales (e.g., la automotriz). Asimismo, se obtuvieron créditos externos (principalmente, de Estados Unidos) para el desarrollo de determinados proyectos. En tercer término, se intentó poner límites al gasto público y a la expansión estatal dentro de la esfera económica. Ello se reflejó, entre otras cosas, en una caída en la tasa de empleo en la administración pública. En el corto plazo, estas medidas lograron revertir la situación. La producción agrícola se recuperó entre 1952 y 1953, con lo que aumentaron las exportaciones y, luego, las importaciones. En términos generales, puede decirse el nivel de actividad económica en su conjunto se reactivó. Hacia 1954 el producto bruto interno se ubicaba en un 10% por encima del de 1952, mientras que el incremento de precios había sido moderado y los salarios reales mantenían los niveles de principios de la década (3). Cabe notar que las interpretaciones sobre lo sucedido difieren sutilmente. En oposición a varios otros análisis, Gerchunoff sostiene que bajo el primer gobierno peronista no existió una política económica específica y mucho menos un plan o estrategia de desarrollo de largo plazo. Sí existió un intento deliberado de producir una modificación sustancial en la distribución de la riqueza en favor de los asalariados (4).
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Cf. Ferrer, 1977, p. 87.
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Ver Rapoport y Spiguel, 1994, p. 44-45.
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Ver Ferrer, 1977, p. 94.
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Gerchunoff, Pablo: “Peronist Economic Policies, 1946-55”, en di Tella and Dornbusch, 1989, pp. 59-85.
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Nuestra Clandestinidad es siempre Discreta y Operativa, nunca Secreta y Especulativa.
jueves, 23 de octubre de 2008
El Colapso Republicano, recordando al Marxista Federico Pinedo.
Juro que nunca pensé que nuestra Clase Dirigente, de matriz Republicana, se rendiría total y absolutamente.
Con la difusión masiva del video del general sobre el saqueo de las Cajas de Jubilación liquidaron el periodo 55/73.
Porque en la volteada no caen solamente la Libertadora o la Revolución Argentina; también les toca a Frondizi, Guido e Illia.
Abrieron la caja de Pandora del Revisionismo, y sus héroes cívicos van a salir muy mal parados.
Creo que no exagero si digo que Perón y Federico Pinedo se ubicaron en vida en posiciones antagónicas.
Aunque, paradójicamente, tomaron o plantearon medidas muy similares.
La diferencia fundamental estaba en los beneficiarios de sus decisiones.
Veamos algunos ejemplos.
1/ Intervención del Estado, el Socialista Independiente fue el creador del Estatismo durante el Gobierno del Radical Antipersonalista Justo.
La imagen superior, hacer clic en ella para agrandar, nos da las leyes y/o decretos de la creación de los Organismos y su fecha de creación.
La tome una fuente insospechable y neutral, el Abuelo Económico en este post, hacer clic.
2/ La industrialización y despegue de Gran Bretaña, con el plan Pinedo de 1940.
Este panorama del comercio exterior argentino confirmaba que los cambios generados por la crisis de 1930 se tornaban cada vez más profundos y que la vuelta a la situación anterior a la crisis se hacía cada vez más remota.
Mientras las exportaciones tradicionales parecían tener pocas perspectivas en el largo plazo, una vez que pasara la coyuntura bélica que temporalmente estaba beneficiando a los ganaderos, las exportaciones industriales argentinas parecían tener un horizonte mucho más prometedor a futuro.
La opción por las exportaciones industriales implicaba la profundización de los cambios de política económica provocados por la crisis de 1930: mayor intervención del Estado en la regulación económica y también un mayor cierre de la economía local. (2)
En cuanto a la política doméstica, también tuvo su impacto sobre las relaciones económicas anglo-argentinas.
En noviembre de 1940, Federico Pinedo, designado Ministro de Hacienda por el presidente Ramón Castillo, propuso un Plan de Reactivación Económica que, de haber tenido chances de ser respaldado políticamente, habría clausurado el férreo bilateralismo con el Reino Unido impuesto por los tratados Roca-Runciman de 1933 y Malbrán-Eden de 1936.
El Plan Pinedo propuso, como salida a las dificultades que la guerra generaba en la economía argentina, tres objetivos:
a) insistir en la compra de las cosechas por parte del Estado, para sostener el precio de las mismas;
b) estimular la construcción pública y privada, por su efecto multiplicador sobre muchas otras actividades de la economía; y
c) incentivar la producción industrial.
Pinedo sostenía que si el comercio exterior seguía siendo la "rueda maestra" de la economía, las actividades industriales, "ruedas menores", contribuían al equilibrio general de dicha economía.
Pinedo advirtió claramente el problema de una economía excesivamente cerrada en sí misma y propuso estimular las llamadas "industrias naturales", que elaboraran materias primas locales y las exportasen a mercados tales como los países vecinos y Estados Unidos.
Por esa vía, a largo plazo, la Argentina solucionaría el problemático déficit comercial que mantenía con el país del Norte, que indudablemente se incrementaría a la par del crecimiento del sector industrial argentino, y, con este último, el aumento de la demanda de insumos, máquinas, repuestos y combustibles, elementos de los cuales el mercado norteamericano era el principal proveedor.
La propuesta no preveía que la Argentina interrumpiera su provisión de alimentos a Gran Bretaña, país que pagaría estas compras entregando de manera gradual sus ferrocarriles instalados en la Argentina.
A la vez, la Argentina podría adquirir de Estados Unidos sus necesidades de productos manufacturados, para lo cual el gobierno argentino recibiría del país del Norte un préstamo de 110 millones de dólares.
De haberse concretado en la práctica la propuesta de Pinedo, ésta habría implicado una modificación de los términos de la relación triangular Argentina-Gran Bretaña-Estados Unidos y una inserción de la Argentina en el mundo sustancialmente distinta a la de las décadas anteriores.
El plan exigía un Estado con instrumentos de intervención económica poderosamente desarrollados, que pudiese movilizar el crédito privado y orientarlo hacia inversiones de largo plazo, entre ellas las industriales.
Además, dicho plan preveía un estímulo a las exportaciones de productos manufacturados a través de sistemas de reintegros, leyes contra el dumping y una intensa promoción del intercambio. (3)
Fuente el CEMA, hacer Clic aquí, les recomiendo leer TODO el Articulo, no tiene desperdicio.
3/ La Cuestión Social y el Marxismo
El diputado socialista José Luis Pena afirmó:
"El ministro de Hacienda no es responsable de esta situación -enfatizó- pero es responsable de buscar soluciones para sacar a flote situaciones personales y de clase".
"Este gobierno -que no ha sido capaz de ocuparse de la situación desgraciada de millares de hombres que no encuentran trabajo y que están viviendo a lo largo de las vías ferroviarias, debajo de una arpillera y que uno no sabe cómo comen ni viven; este gobierno que no ha organizado nada para aliviar la situación desgraciada de este conjunto enorme de trabajadores, concibe, sin embargo, este plan para aliviar la situación de algunos privilegiados".
Terminó reprochándole al ministro de Hacienda el cambio de sus ideas monetarias, pues mientras fue afiliado socialista pensaba sobre esas materias como lo hacía el partido al que pertenecía.
"El señor diputado Pena me increpa por la supuesta defección a mis viejas ideas de antiguo exégeta de Marx -contestó Pinedo-, convertido ahora en el defensor de los peores intereses oligarcas y conservadores.
Y no hago con eso sino volver a lo que fui: un socialista oligarca.
Oligarca por naturaleza, socialista por convencimiento; sigo creyendo, no obstante mi posición en la política y mi posición en el gobierno, que no estamos en un Estado perfecto.
Sigo viendo las fuentes de privilegio donde las vi siempre; sigo considerando legitimo lo que consideré legítimo.
Me aparté en el campo político del árbol que no da frutos.
Pensé que si se habían secado algunos fuertes organismos, también habían perdido su lozanía otros, y que en esas circunstancias lo que era el deber de los argentinos, lo que era el deber de los hombres que ocupan un lugar en el terreno político de la República era formar la fuerza gobernante capaz de encauzar a este país por sendas de progreso".
Fuente Magicas Ruinas, hacer clic
4/ Las Leyes Ómnibus a Libro Cerrado y el “trust de cerebros”
Los efectos de la crisis económica tampoco se habían disipado con las medidas aplicadas por el ministro de Hacienda en sus primeros meses de actuación.
Fue entonces cuando tomó estado público la existencia de un trust de cerebros -así lo llamaban los diarios- que asesoraba a Federico Pinedo.
Se trataba de un grupo de jóvenes representantes de una concepción menos ortodoxa para encarar las cuestiones económico-financieras, entre los que se encontraba Raúl Prebisch.
Ese equipo en menos de dos meses mandó al Congreso seis proyectos: creación del Banco Central, Ley de Bancos, Instituto Movilizador, Ley Orgánica del Banco Hipotecario, Ley Orgánica del Banco de la Nación y Ley de Organización de las instituciones mencionadas.
Niemeyer remitió desde Londres una carta a Pinedo en abril de 1934, documento transcrito por primera vez por Raúl Scalabrini Ortiz en su libro Política británica en el Río de la Plata, señalando la urgencia de la sanción de los proyectos bancarios y monetarios, así como el método a emplear.
"En fin, me esfuerzo, en convencerle de que es más fácil en una operación la sanción de todas las leyes, que en varias etapas.
Cualquier controversia -le advertía- que se suscite, puede ser tratada con mayor eficacia con un paso decisivo, que por una serie de pasos que prolonga la controversia y que, a causa de ser irresoluto no aseguran los beneficios que es la mira de toda la Nación".
De acuerdo con el consejo de Niemeyer, la sorpresa y la fecha de entrada de aquel manojo de leyes en el Senado (ingreso verificado el 18 de enero de 1935, quince días después que el radicalismo abandonara la abstención electoral) eran dos términos claves para el éxito, y los hechos posteriores certificaron que se aplicó el criterio del experto inglés.
Fue en pleno verano, con los legisladores de vacaciones y las actividades generales en receso, cuando el gobierno provocó un debate de tanta trascendencia. Lisandro de la Torre la señaló admonitoriamente:
"Los proyectos en discusión, preparados sigilosamente por el Poder Ejecutivo, fueron traídos a esta Cámara 'ex abruto', con la intención de tratarlos en sesiones extraordinarias, convocadas para otros objetos, y se pudo ver desde el principio el deseo de imprimir a su sanción una velocidad vertiginosa.
Llegó a pretenderse que se debían despachar y sancionar en 48 horas.
Un modus operandi tan extraño -acotó el senador santafesino- sugirió la sospecha de que se deseaba dificultar el debate, y evitar los esclarecimientos amplios exigidos por la trascendencia de los proyectos y por sus notorios proyectos.
Finalmente se nos acordaron piadosamente cinco días para estudiar los proyectos complejos que trasforman fundamentalmente el régimen monetario y bancario de la Nación".
Fuente Mágicas Ruinas; hacer clic
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La política económica del peronismo
La política económica del primer peronismo puede entenderse como el resultado de un largo debate abierto unos años antes en el campo de las ideas sobre la estrategia de desarrollo más conveniente para el país. Un hito fundamental de ese debate fue la discusión generada por el envío por parte del Ejecutivo al Congreso Nacional del “Programa de reactivación de la economía nacional” –también conocido como Plan Pinedo, en alusión a uno de sus principales mentores, el entonces Ministro de Hacienda, Federico Pinedo- en noviembre de 1940 (1). Si bien este plan intentaba dar una respuesta rápida a los problemas y desafíos planteados por el estallido de la Segunda Guerra Mundial (básicamente, la imposibilidad de vender excedentes agropecuarios y la oportunidad de colocar nuevos productos industriales), incorporaba también propuestas de cambios de más largo plazo que podían redefinir el perfil de la economía nacional. Por ejemplo, ante la amenaza de que la economía volviera a entrar en recesión y pensando en su potencial de desarrollo, se proponía dar estímulos al sector industrial. Ello requería que el Estado asumiera un rol central en la tarea de crear las condiciones favorables y ofrecer incentivos para la acción privada en ese sector. Asimismo, como esto implicaba encontrar una solución al problema de financiamiento de la industria que se quería promover, el plan incorporaba una reforma financiera que tendía a dar más instrumentos al Banco Central no sólo para el manejo de la política monetaria en la coyuntura sino también para la generación de un mercado de capitales en el largo plazo. Por otra parte, con vistas al mismo objetivo de fomentar la industria, se proponía un control selectivo de las importaciones y se estimulaba su sustitución por producción nacional. Pero dicha sustitución tendría sus límites, ya que se sostenía que era necesario mantener la economía argentina tan abierta como fuera posible y favorecer especialmente el desarrollo de industrias que utilizaran materias primas nacionales. Además, esta iniciativa de diversificar e industrializar las exportaciones debía complementarse con la búsqueda de nuevos mercados externos. En particular, se promovía el intercambio con los países vecinos y con Estados Unidos. En otras palabras, esto hablaba de romper el viejo esquema triangular sobre el que se había asentado el comercio exterior desde las últimas décadas del siglo pasado y reconocer el rol de liderazgo que Estados Unidos había asumido después de la Segunda Guerra Mundial. Este último aspecto de la estrategia quedó claramente reflejado en la creación de la corporación para la Promoción del Intercambio, organismo que concentró las operaciones externas. Su funcionamiento permitía vender las divisas obtenidas por la exportación de artículos nuevos a quienes importaran bienes sujetos a restricciones hasta entonces o, en otras palabras, promover las exportaciones industriales e incrementar las importaciones desde Estados Unidos, país sobre el que pesaban la mayoría de tales restricciones. El plan despertó diversas reacciones, no sólo entre los actores económicos sino también entre los distintos partidos políticos, pero los apoyos no fueron suficientes como para darle el impulso que necesitaba para convertirse en política oficial. Su tratamiento parlamentario quedó trabado en la Cámara de Diputados y su fracaso desencadenó la renuncia de Pinedo. No obstante, este plan sentó un precedente muy importante para la orientación económica en los años venideros, ya que contribuyó a cimentar una visión favorable acerca de la industrialización y del desarrollo del mercado interno, dos elementos que caracterizarían luego la política económica del peronismo. Más aún, antes de la asunción de Perón, entre 1940 y 1943, pueden identificarse una serie de medidas de corte industrialista y proteccionista que sin duda estaban inspiradas en parte por el Plan Pinedo, tales como el dictado de normas cambiarias que promovían las exportaciones industriales, la creación de la Corporación para la Promoción del Intercambio, del Comité de Exportación y Estímulo Industrial y Comercial y de la Flota Mercante del Estado, y la sanción de la Ley de Fabricaciones Militares y de numerosas leyes de promoción industrial a nivel provincial y municipal. Ahora bien, la política económica del peronismo recogió el espíritu de estas medidas y los conjugó con sus objetivos de justicia social y grandeza nacional, privilegiando tres elementos básicos: a) un rol activo del Estado en la economía; b) políticas de ingreso y sociales que tendían a aumentar el ingreso real de los asalariados; c) la cerrazón de la economía nacional, con el objeto de hacerla más independiente y menos vulnerable de los vaivenes del intercambio con el exterior. En concordancia con esto, el Estado adquiriría un rol central en actividades económicas y de bienestar social. Detrás de esta concepción se hallaba un objetivo de redistribución de la riqueza, en pos del cual el Estado debía actuar como garante y árbitro. Esta creciente intervención del Estado ayudaba así a consolidar un proceso que, como ya se ha mencionado, se había iniciado unos años antes. Cabe aclarar que este tipo de orientación económica no sólo fue producto de preferencias de la élite gubernamental de entonces, sino también de los condicionamientos externos que operaban sobre la economía nacional. Dichos condicionamientos se pusieron de manifiesto, por un lado, por las restricciones que impuso la conflagración mundial y, por otro, por decisiones de actores externos. Respecto de estas últimas, se destaca la política discriminatoria aplicada por los Estados Unidos sobre algunas importaciones argentinas (combustibles, insumos industriales, bienes de capital) entre 1941 y 1948 (2). En cuanto a las exportaciones, los condicionamientos se tradujeron en una especialización argentina en productos ganaderos que tenían como principal destino Gran Bretaña. Ello implicaba poner límites a la expansión exportadora y ligarla a la suerte de ese país. Frente a estos condicionamientos y a la experiencia pasada, parecía razonable generar las condiciones para que la economía nacional dejara de depender de los vaivenes del comercio exterior, esto es, desarrollar un mercado interno capaz de funcionar como motor de crecimiento. De esa forma se podría generar un círculo virtuoso entre producción, industrialización, alto nivel de ocupación, aumento de los salarios reales y consumo.
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Para un análisis detallado, ver Llach, 1984.
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Respecto de este punto, ver Escudé, 1980.
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17:09 › CON LUZ PROPIA
Néstor Carlos Kirchner
En una jornada en la que se multiplicaron los homenajes y recuerdos al expresidente fallecido el 27 de octubre de 2010, la Presidenta de la Nación eligió la foto que acompaña esta nota para recordar a su antecesor y "compañero de vida". Desde temprano vecinos, dirigentes políticos, sociales y empresarios se acercaron al cementerio de Río Gallegos para dejar ofrendas florales y recordatorios en las rejas que rodean al mausoleo de Néstor Kirchner.
El candidato a presidente del Frente para la Victoria y exvicepresidente de Kirchner, Daniel Scioli, rindió su propio homenaje a través de Twitter: "Mi sentido recuerdo a ese gran Presidente a quien tuve el honor de acompañar en uno de los momentos más duros de nuestro país", sostuvo @danielscioli. "Néstor Kirchner inició una nueva etapa en Argentina. Hoy su visión sobre la integración regional y el rol del Estado es reconocido por todos", agregó Scioli.
En tanto, en el barrio Nuestra Señora del Carmen, donde se originó el kirchnerismo en Santa Cruz, dirigentes de La Cámpora encabezaron un acto frente a la estatua de Kirchner, del que participaron el secretario general de la Presidencia, Eduardo De Pedro, el diputado electo Juan Cabandié, como así también el senador y vicegobernador electo de Santa Cruz, Pablo González.
De Pedro posteó en Twitter un video con un discurso donde el propio Kirchner dice cómo le gustaría que lo recordaran, y declaraciones periodísticas en las que resaltó que "hoy es un día especial para recordar el legado de Néstor (...) Nos marcó el rumbo, nos enseñó que las transformaciones se pueden hacer desde la política y que el poder que da el voto es la voluntad del pueblo a respetar, para gobernar bien con la confianza que da la gente".
Luego, ante unas 300 personas, la diputada del FpV Stella García sostuvo que "le hemos devuelto la provincia a Néstor" en referencia al triunfo de su hermana Alicia en las elecciones del domingo pasado.
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Batallando como pocos hasta el último suspiro en homenaje al pueblo argentino y con la DIGNIDAD QUE SE MERECE.
NI UN PASO ATRÁS!
El pueblo no se negocia.
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