En pleno corazón del capitalismo mundial, y flanqueado por más de 130 grandes inversores, Evo Morales fue contundente. "Es muy importante tener socios para seguir creciendo económicamente y aprovechar lo que nunca ocurrió: ahora hay una buena impresión de Bolivia en el mundo", dijo el mandatario, que recomendó invertir en su país porque hay una "economía fuerte de perspectiva mundial" y "la propiedad privada está garantizada".
Sus palabras sorprendieron casi tanto como el escenario del encuentro, la ciudad de Nueva York, y el auspiciante del evento, el diario británico Financial Times, una suerte de biblia para el neoliberalismo global. Los ejecutivos de las compañías más importantes del mundo no creían lo que estaban oyendo. Esperaban esas declaraciones de cualquier otro líder político. Pero no de Morales, el primer presidente indígena de Bolivia y un declarado enemigo del capitalismo y el imperialismo.
Todo ocurrió en el foro "Invirtiendo en la nueva Bolivia", que se realizó esta semana y en el que el gobierno boliviano fue a buscar el mayor caudal de inversiones extranjeras en la historia del país. Luego del evento, unos 22 empresarios hicieron público su deseo de abrir sus billeteras para poner dinero en Bolivia. Entre ellos, los directivos de Boeing, el gigante estadounidense de la aviación comercial, y de Merrill Lynch, que ofrece servicios en el mercado de capitales y es propiedad del Bank of America. "Bolivia es un ejemplo perfecto de que se puede tener una visión social y manejar bien las finanzas", opinó Carlos Iván López, director de negocios de la empresa.
Sus declaraciones coinciden con las de varios ejecutivos, dirigentes políticos y analistas mediáticos que en el pasado demonizaron a Morales y que ahora empezaron a observar a Bolivia como un modelo de "estabilidad económica y política". El mismo establishment internacional que antes veía al presidente como un personaje más de la película Feos, sucios y malos, de Ettore Scola, ahora lo considera un "ejemplo a seguir".
La nueva mirada quedó reflejada en las decisiones tomadas por las llamadas calificadoras de riesgo, que ofician como guías de inversión para los empresarios de todo el mundo. Esta semana, Moody's subió la calificación de Bolivia y destacó el crecimiento económico del país andino en los últimos años gracias a la implementación de políticas económicas “prudentes". En mayo, Standard & Poor's (S&P) ya había hecho lo propio, al igual que Fitch, otra de las grandes calificadoras. Una verdadera mojada de oreja para la oposición boliviana, que se quedó sin argumentos para criticar a Morales, al menos en lo que respecta a cuestiones económicas.
Por su parte, el Financial Times no sólo auspició, junto con el BID, el evento del que participó el presidente en Nueva York, sino que además publicó un suplemento especial, de 52 páginas, sobre "La nueva Bolivia". El informe, lanzado esta semana, llama a Morales el "socialista más exitoso del mundo" y reconoce la popularidad y el crecimiento económico que el presidente logró en poco más de nueve años de gobierno. Se trata del mismo periódico que por estos días analizó, en otra nota, "el fin del reinado" de la presidenta Cristina Fernández y que pidió, sin ruborizarse, la puesta en marcha de un ajuste urgente para "desenredar el gran nudo" de la economía argentina.
Los elogios para Morales desde el centro del poder mundial tuvieron un doble efecto. Por un lado, aumentaron las posibilidades de que el gobierno boliviano reciba inversiones y préstamos. Hace unos días, cerró un crédito con China por 7500 millones de dólares para construir rutas y trenes. Al mismo tiempo, la empresa coreana LG Petrochemical, así como otras compañías asiáticas, mostraron su interés en explotar litio en el Salar de Uyuni.
Pero el nuevo escenario también provocó una avalancha de críticas por izquierda. Para muchos, la presencia del presidente en Nueva York significó el repliegue de algunas de las banderas que su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), levantó desde su llegada al poder, allá por el año 2006. También advirtieron que demasiada cercanía con las multinacionales más importantes del mundo podría poner en riesgo las pretensiones de soberanía boliviana.
El vicepresidente Álvaro García Linera, también presente en EE UU, recogió el guante y le respondió a esa "izquierda descafeinada, que se informa por History Channel, y que nos critica sin fundamentos" teóricos. "Me he traído mis libros con las Obras Completas de Lenin –contó-. Son 54 tomos. Estoy con el 34 y el 35, años 1920 y 1921, sobre 'concesiones'. Lenin, el socialista ruso que hizo temblar al mundo entre 1917 y 1924, entregó en concesión a empresas, comenzando por las de países que estaban invadiendo Rusia, Alemania, Inglaterra, EE UU, carbón, petróleo, bosques".
Más allá de la ironía, y en sintonía con lo que dijo Morales en Nueva York, García Linera explicó que, en pleno "proceso revolucionario", Bolivia debe aprovechar todas las condiciones que ofrece la economía mundial. Y aclaró que su país tendrá "socios, no patrones".
El territorio boliviano es jugoso para las multinacionales por la inédita estabilidad política que posibilitó Morales: ya lleva nueve años y nueve meses en el poder. Un récord histórico en un país signado por los golpes de Estado y el permanente cambio de gobierno. En ese ámbito, Bolivia supera a la Argentina, que en 2001 tuvo cinco presidentes en una semana. En el caso boliviano, fueron seis en 48 horas. Ocurrió entre el 4 y el 6 de octubre de 1970. Uno de los testigos de semejante peculiaridad fue el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, quien después relató el hecho en la crónica "Bolivia, 1970".
Además de la estabilidad, otro de los atractivos bolivianos en tiempos de Morales es su potencial económico. El país cuenta con la segunda reserva de gas natural de Sudamérica, además del primer acopio mundial de litio. Su PBI crece sin pausa desde 2007 a un ritmo promedio del 5%, ocupando los primeros puestos en la región. En ese contexto, el gobierno pretende pasar de la economía de la materia prima a la de la industria. Es decir, convertir al país, históricamente enfocado en la producción hidrocarburífera y minera, en un territorio con desarrollo tecnológico, capaz de producir conocimiento y exportar productos con alto valor agregado. Y para eso, argumenta Morales, no sólo necesita de la inversión estatal, sino también de la privada.
Por el momento, medios internacionales, empresarios y líderes políticos del norte han decidido bajar la intensidad en las críticas contra Morales para reconocer que, con su gobierno, las cosas están mucho mejor que en los años neoliberales. Sin embargo, desde el propio MAS advierten que el posicionamiento del establishment es pragmático y puede cambiar según la coyuntura. Un momento clave aparece en el horizonte cercano: el referéndum del próximo 21 de febrero del año que viene, en el que los bolivianos tendrán que definir si habilitan a Morales para postularse nuevamente en las elecciones presidenciales de 2019.