No hay replay todavía. Los goles con la mano serán parte del futuro análisis. Ahora mismo lo que se tiene son esos números que permiten mil lecturas. Algunas de desolación y otras de esperanza, según como se sea capaz de apreciarlas. 
Después de todo, lo que la película de estos años evidencia como aportes a la igualdad y la justicia social, a los Derechos Humanos y a la elevación de los sectores sumergidos e históricamente agraviados, parece apuntar a que el número que acompañó al gobierno, es muy pobre. Pero también puede sostenerse, con el mismo énfasis que, al cabo de 12 años de tocar intereses muy poderosos, de cambiar la forma de discutir de política, de arriesgar en cada jugada, en cada ley, en cada pelota dividida, jugando siempre al ataque, despreciando el recomendable equilibrio de los técnicos de diversas áreas, el número que finalmente acompañó al gobierno es un saldo extraordinario.
Pensémoslo de la siguiente manera: luchar a brazo partido contra el círculo rojo de un poder impiadoso, cínico, cruel, mentiroso, abusivo, corrupto, que tiene el poder de propagar su malicia a través de los medios más poderosos del mundo, en términos relativos, no es algo que pueda sobrellevar cualquier partido político donde se quiera poner la mirada. Haber molestado a los extraordinarios poderes neoliberales históricos y aún así permanecer con un piso de votantes desde el que cualquier crecimiento vuelve a posibilitarle futuros éxitos, es una conquista valedera que el kirchnerismo quizás no pueda evaluar en estas horas de inevitable tristeza, de la que esa sede del hotel donde se esperaba el resultado final fue una fotografía cabal. 
Daniel Scioli habló justamente de eso a las nueve y media de la noche. Abatido pero firme en la defensa del modelo que abrazó durante toda la campaña. Ahí  fue cuando resaltó los logros del gobierno nacional y, como un deportista cuando sabe  sin el resto, sintió la evidente satisfacción de haber hecho todo lo posible. Ese esfuerzo titánico, desarrollado en circunstancias claramente adversas, le permitieron ser el mejor Scioli, aun ante los ojos de quienes, recelosos, no lo tenían como el candidato ideal del kirchnerismo y solamente le concedieron la gracia de ser el único posible.
La estética capitalista del partido vencedor, daba en paralelo rienda suelta a una alegría que como militantes también firmes y convencidos, tenían derecho. La euforia anticipada de estos días no le quitó brillo, ese tipo de brillo al que ellos convocan, a una celebración que en el espíritu de cada uno era también una manifestación del poder que ahora ostentan con mucha más fuerza de lo habitual. El poder real, ahora se adueña de lo político. Los pasos dados en las últimas semanas a través del enfermo Poder Judicial, contagiaron una semblanza angustiante de aquello de lo que serán capaces.
Los medios dominantes, el poder político, el Poder Judicial, la Sociedad Rural, la cúpula eclesiástica, Techint están de un lado de la vida. Tienen un líder en las sombras y un gerente que le ha llegado a más de la mitad del electorado.
El poder económico internacional, los buitres en primer lugar, los kelpers, Wall Street, los Bush, los Reagan, los republicanos, Rajoy, Cameron, todos ellos sonrieron  anoche. 
La victoria fue trabajada en todos los frentes mencionados y tienen derecho a disfrutarlo. Después de los paraguas del 18 F qué otra cosa se podía esperar... «