Aunque aún no inició su mandato, el presidente electo por la alianza Cambiemos, Mauricio Macri, ya empezó a mostrar algunas dificultades para articular su gestión que comienza el 10 de diciembre. Con sus globos amarillos y su andar convencionalmente desinhibido, Macri alimentó enormes expectativas en un sector importante de la población que hoy está entusiasmada por la posibilidad de una renovación del escenario político.
Pero una vez que se desprende la hojarasca empiezan a pesar los anillos de crecimiento que tiene el árbol: la experiencia y su verdadera esencia.
Después del alboroto de los comicios del 22 de noviembre, el Presidente electo tiene que empezar a cumplir con los acuerdos prestablecidos y ahí empiezan a apreciarse las diferencias entre el discurso y la praxis.
Macri todavía no asumió y ya le empezaron a llover cheques repletos de ceros y exigencias económicas difíciles de cumplimentar si se quiere mantener el equilibrio político y socioeconómico del país pero también muy complicadas de eludir sí lo que se pretende es representar los intereses que le permitieron a Mauricio recorrer todo la pista hasta alcanzar la Primera Magistratura de la República. El primer reclamo se lo presentó la poderosa Sociedad Rural Argentina. En buen criollo, Macri les pidió a los grandes productores, de soja que acompañaran los festejos del triunfo vendiendo desde el mismo día de su asunción la soja que tienen en los silo bolsas, que según la consultora Bein y Asociados, oscila entre 20 y 22 millones de toneladas por un valor estimado de U$S 7600 millones. Aunque algunos incluso estiman que el monto de dinero de la soja embolsada alcanza los U$S 10 mil millones. A cambio, Luis Miguel Etchevehere, el presidente de la Rural, le pidió una señal de amor a cambio: la suspensión por tres meses de las retenciones a la soja.
Como hombre de negocios, Macri declinó el convite porque sabe, a ciencia cierta, que cualquier suspensión del pago de un impuesto termina transformándose en un acto definitivo, inmodificable. Pero, después, Etchevehere se lo facturó y no aceptó la propuesta del macrismo para ocupar el Ministerio de Agricultura. Macri sufrió el primer desengaño en carne propia, Etchevehere le recordó una máxima del establishment: el poder anida donde está el dinero, por eso el verdadero poder es el económico.
Para atenuar el golpe, Macri recurrió a otro ruralista para ocupar el cargo en la cartera de Agricultura, Ricardo Buryaile, un radical de pura cepa, que encabezó la grilla de agrodiputados después del triunfo de la patronal agropecuaria por la resolución 125, de las retenciones móviles.
Unas horas después, Macri recibió otro derechazo fuerte al mentón. El electo mandatario convocó a Jorge Lawson para que presida el estratégico Ministerio de Trabajo. Lawson hizo sus últimas armas como ministro de Comunicaciones del gobernador cordobés, José Manuel De la Sota. Pero los pergaminos que llevaron a Macri a ofrendarle la cartera de Trabajo fueron su larga trayectoria de más de 15 años con la multinacional alimenticia ARCOR.
Hay un indicio que refleja la cercanía de Lawson con la multinacional y el consiguiente interés de Macri por sumarlo a sus filas.
El 9 de marzo de este año, unos días después del fallecimiento de Fulvio Pagani, uno de los hijos del extinto fundador de la compañía, Lawson publicó una carta en el diario La Nación (versión que días antes apareció en La Voz del Interior) intitulada "Un líder silencioso". En uno de sus párrafos, Lawson cuenta que a Pagani "los más cercanos le llamábamos 'Fulvito', quizá para diferenciarlo de Don Fulvio, su padre" y lo califica como "un transformador, un idealista, un soñador que, refugiado en su humildad y su timidez, hacía "silenciosamente" que las cosas pasaran". En su página de facebook (https://www.facebook.com/lawsonlat/posts/10204345907385477?fref=nf), Lawson también refiere a Pagani en términos muy afectuosos al recordarle post mortem que "fuiste muy importante en mi vida, te debo mucho, para mi demasiado, para vos seguramente no fue nada, siempre voy a estar agradecido" y finaliza la misiva con un escueto: "Te quiero".
Pero la cercanía con la familia Pagani no fue suficiente. El camionero Hugo Moyano se interpuso y lo vetó al indicarle a Macri que sí designaba a Lawson, él se colocaría en la vereda de enfrente.
Macri empezó a darse cuenta también que no alcanza con el apellido y que para poder gobernar tendrá que aceptar los "consensos" que le imponen sus socios. Macri esperó unas horas , hizo un giro radical y le ofreció el empleo en el Ministerio de Trabajo a Graciela Caamaño, que ocupó una responsabilidad similar en el 2001, bajo la tutela de Eduardo Duhalde. Caamaño, es dura, pero sabe exactámente que después de un cóctel en el que se mezclan una devaluación extrema, una elevada suba tarifaria de los servicios públicos y una apertura irrestricta de las importaciones, la Cartera Laboral se va a transformar en un verdadero fogón en el que se van a cocinar despidos y paritarias de alta tensión. Caamaño también se hizo a un lado.
Y al final el cargo en Trabajo quedó en manos de Jorge Triaca, el hijo de un histórico dirigente sindical del peronismo ortodoxo, de buena llegada entre los gremios de esta alineación política. Sin embargo, Moyano también rechaza el nombramiento de Triaca, pero de cualquier manera se salió con la suya y evitó que Lawson fuera el Ministro.
La resignación de Macri está obviamente vinculada a una cuestión de pragmatismo. En la nueva etapa, como está planteada hoy, se acabó el cotillón. Aunque Macri tiene el período clásico de 60 días para mostrar sus credenciales, un fuerte respaldo de los poderes fácticos y una colaboración importante de la Justicia más el control de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires, la realidad lo obliga a elegir entre cumplir con las obligaciones adquiridas con sus propios coterráneos del poder o afrontar la realidad socioeconómica actual que, aunque por lejos más benigna que el 2001-02, lo compele a hacer frente a los nuevos reclamos de aquellos que, con su voto, dieron rienda suelta a esta nueva etapa que comenzará en breve. «