Abel Albino: del Instituto del Verbo Encarnado y el Opus Dei a Macri
Una radiografía ideológica del pediatra de cabecera del nuevo presidente. El médico que odia la homosexualidad, estigmatiza a los pobres y milita contra el aborto bajo consignas retrógradas y oscurantistas.
Hace una semana monseñor Aguer nombró a Albino Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de La Plata (Télam)
Por la información que circuló desde que se conoció que el pediatra Abel Albino no era sólo alguien de referencia en la materia para el presidente electo Mauricio Macri sino que tenía posibilidades de convertirse en el próximo ministro de Salud de la Nación, comenzaron a caer como bombas sus expresiones harto retrógradas.
La compilación de frases estridentes por parte del presidente de la Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), no alcanza a mostrar el entramado en el que está inserto. Egresado, en 1972, como médico en la Universidad de Tucumán, Albino estudió, durante la década del 90, Biología Molecular en la Universidad de Navarra. Es decir, en la casa académica del Opus Dei. Luego fue consagrado como Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica Argentina (UCA).
Pero Albino no está solamente vinculado con la Obra, creación del aragonés Josemaría Escrivá de Balaguer -quien, de acuerdo con sus expresiones, “fue el telón de fondo en las dos grandes circunstancias que me llevaron a seguir finalmente este camino”-, sino que también está íntimamente relacionado con uno de los actores más poderosos de la derecha católica argentina: el Instituto del Verbo Encarnado (IVE), actualmente presente en casi 40 países.
Más allá de las charlas del pediatra junto con representantes del IVE, la Asociación para la Nutrición Infantil y Materna (Anim), “que asume los objetivos del Dr. Abel Albino en la Ciudad de la Caridad del Verbo Encarnado”, según reconocieron desde el IVE es, desde 2013, filial de Conin.
Esa impronta
El Instituto del Verbo Encarnado nació en democracia como expresión fiel del ala conservadora de la derecha católica, opuesta a la renovación postulada por los tercermundistas. Liderada por Carlos Miguel Buela, allí se recluyeron los corridos del Seminario de Paraná, entre ellos el fundador de Tacuara, Alberto Ezcurra Uriburu, y los hermanos Alfredo y Ramiro Sáenz.
Durante la década del 90 superó varios intentos de clausura, que tenían el consenso de la cúpula del Episcopado. A las críticas por profesar las mismas ideas que el cismático Marcel Lefebvre, se les sumaron las denuncias por coerción contra los integrantes más jóvenes del IVE.
Las distintas acusaciones llevaron a que, a fines del 2000, el arzobispo de San Juan, Alfonso Delgado, ordenase el cierre de las tres casas de formación del IVE en San Rafael. En una homilía pronunciada en 1999, cuando fue designado comisario pontificio, Delgado había apuntado a aquello que el propio Buela ya había intuido que sería un problema. El obispo de San Juan cuestionó que, desde la creación del IVE, ninguno de los cuatro titulares del Obispado de San Rafael les haya otorgado la aprobación diocesana, lo que, a su juicio, demostraba que el Instituto “tarda en tomar conciencia de esta situación, debido quizás a una impronta que lo marca desde sus orígenes”. Esa “impronta” quedaba expuesta, por ejemplo, en las asiduas visitas de personajes del talante del carapintada Mohamed Alí Seineldín y de Ricardo Curutchet (director de la revista Cabildo).
En 2001, el IVE duplicó la apuesta y ordenó a 49 sacerdotes en la Catedral de La Plata, comandada con brazo de acero por el arzobispo ultraortodoxo Héctor Aguer. En la capital de la provincia de Buenos Aires, la ceremonia fue conducida por el obispo de Velletri-Segni, monseñor Andrea María Erba. Ya estaban en 31 diócesis de países en los cinco continentes.
Coerción y sometimiento
La suerte cambió para el IVE cuando, en julio de 2004, Eduardo María Taussig se convirtió en el obispo de San Rafael.
Ya por ese entonces, el IVE perfeccionaba una forma de hacerse publicidad, por medio de la participación de sus sacerdotes o monjas situados en lugares donde hay conflictos bélicos. Son innumerables las ocasiones en las que los medios argentinos se hacen eco de religiosos del instituto que cuentan sobre su denodada tarea allí. Sin ir más lejos, a mediados de 2014, cuando por enésima vez recrudeció el ataque del Estado de Israel sobre la población palestina que vive en la Franja de Gaza, la presidente Cristina Fernández pidió, en una alocución oficial, por “la integridad física del sacerdote argentino Jorge Hernández y de las personas asistidas por él”. Ordenado por el IVE, Hernández era el único párroco católico en Gaza. Luego, fue recibido por el Papa Francisco, quien, según la propia agencia informativa de la Iglesia argentina, “preguntó al padre Gonzalo cómo andábamos de vocaciones. Le respondió que por gracia de Dios teníamos un promedio de 85 novicios en estos últimos 4 años. El Papa le dijo: ‘Cuídenlos y fórmenlos bien’”. Tras años de penurias, Hernández sabía bien cuánto significaba que el Sumo Pontífice los haya recibido: “Ciertamente que este encuentro con el Santo Padre es una gracia del buen Dios, para mí y para toda la familia religiosa del IVE”.
2010 fue un año conflictivo para el IVE. Pues, en mayo, su creador, Carlos Buela, debió dar formalmente un paso al costado a raíz de los cuestionamientos públicos de familiares, que lo acusaron de ejercer “actitudes de coerción y sometimiento” sobre los ingresantes. No faltaron las críticas de siempre, respecto del retroceso que significa el mantenimiento de viejas costumbres litúrgicas, como el uso de las sotanas negras, la celebración de misas en latín y los cantos gregorianos.
Sin embargo, hubo un apoyo de fuste, el del obispo Taussig, quien a pesar de que el IVE no pertenece a su diócesis sabía que la proximidad geográfica pesaba: “Estos hogares son la expresión insignia de lo que es la solidaridad y la caridad cristiana, y que llevan con tanto esfuerzo religiosos y religiosas del Verbo Encarnado, con los cuales colaboran muchas personas comprometidas con el amor por los pobres, los discapacitados y quienes no tienen familia. Llamo a todos los sanrafaelinos a expresar su solidaridad con lo que esté a su alcance para este apostolado y para que siga adelante como lo están haciendo, con tanto amor”.
En el país del “Nunca más”
Dentro de esta poderosa congregación, quizá la expresión más refractaria a la democracia sea la que reside en Malargüe, ciudad situada a poco menos de 200 kilómetros de San Rafael.
Corría julio de 2009. En Malargüe, la sala Maitén quitó abruptamente de la cartelera la película “Ángeles y Demonios”, basada en el libro homónimo del estadounidense Dan Brown, también autor de “El código Da Vinci”. Las miradas apuntaron hacia el sacerdote Ramiro Sáenz. Ordenado en Paraná durante el período de Adolfo Servando Tortolo, este cura es, como se dijo, uno de los fundadores del Instituto del Verbo Encarnado. En la localidad, Sáenz, quien dirige el colegio privado San José, está en el centro de un complejo entramado que va desde la omnipresencia de símbolos religiosos en espacios públicos de Malargüe, la prohibición de los actos del Día de la Memoria en las escuelas hasta denuncias de negociados locales.
Ya en mayo 2004, Sáenz había enviado una misiva al entonces intendente de Malargüe, Raúl Rodríguez, en la que le sugería no contratar a la Bersuit Vergarabat ni a Charly García “porque se contraponen a los programas de prevención de adicciones y educación sexual que por otro lado hace la comuna”. Esa carta, como consecuencia de las críticas que recibió por interrumpir la presentación del libro de Víctor Heredia, “Taky Ongoy”, contenía párrafos impensados para el siglo XXI, pero que demostraban que en determinados sectores de la Iglesia se mantiene intacta la concepción del integrismo católico: “(…) Es público que V. Heredia adhiere a una postura ideológica de izquierda (o marxista o como se la quiera llamar) lo cual implica no sólo un ateísmo militante sino toda una visión de la religión, la historia, la patria, el hombre, el orden moral, etc. El conflictivo texto de Taky Ongoy es una falsificación histórica inspirada por esa ideología que tiene su infaltable cuota de anticristianismo. El libro que presentaba, que apenas pude “ojear” minutos antes de la conferencia, tiene páginas agresivas contra los sacerdotes. (…) El mensaje del Evangelio, que tratamos de cumplir y predicar sin recortes, no responde a una bandería política (de partidos). Simplemente se opone a todo lo malo y apoya todo lo bueno de cualquier gestión política. Nuestra misión es complementaria de la que se ocupa del orden político y social. Ambas son indispensables al hombre y ambas gestiones deben trabajar unidas por el bien del hombre. La gesta de Mayo de 1810 y de Julio de 1816 se hicieron con la participación protagónica de la Iglesia. Malargüe nos necesita unidos para su propio bien”.
Ese mismo año, en la escuela local General Manuel N. Savio, la alumna Alejandra Barro presentó un proyecto para que los derechos humanos sean incorporados como tema en las materias Educación Cívica e Historia, tomando como ejemplo la lucha y el recorrido de las organizaciones Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “En el país de nunca más, se llamaba. Fue muy sorpresivo el gran rechazo que recibimos tanto de las autoridades de la escuela como de particulares. A la hora de presentar el stand, nos encontramos con que lo habían quemado y nos habían roto la computadora. Ese mismo día, llegaron monaguillos de la Iglesia católica, a la cual yo también pensé que pertenecía, mandados por el padre Ramiro, con un par de libros para revertir nuestro trabajo. Tenían títulos como “La lucha contra la subversión”. Ahí apareció el profesor Carlos (Bennedetto), que leyó los libros e hizo una crítica de cada uno. Personalmente, llevé los libros con sus respectivas críticas a la parroquia y el padre Ramiro Sáenz me dijo: “Hasta que no cambies de pensamiento a mi Iglesia no la pisas más”. Estaba muy enojado. Me fui con las críticas que todavía las tengo. No volví más”.
Lo normal
A principios de noviembre, bajo la loable finalidad de acabar con la desnutrición infantil, el propio Macri anunció que el doctor Abel Albino formará parte de su equipo. Pero lo que no advirtió es que con él desembarca su concepción de lo que es “normal” y lo que no. La vieja idea católica del “orden natural”, tal como el propio presidente de Conin expresó: “Uno no debe violar el orden natural, debe continuar el orden natural”.