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General: las culturas ( los encapsulados)muy interesante
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De: alí-babá  (Mensagem original) Enviado: 02/12/2015 15:05

or León Pomer * 

Son múltiples las definiciones de cultura,   y múltiples  las culturas  que conoció  y conoce la humanidad. Cuando desde nuestro punto de vista(digámoslo claramente: no neutral), observamos lo que distingue material e inmaterialmente diferentes singularidades culturales, se nos aparecen(simplificando) dos extremos antagónicos: en uno, hechos,  ideas,  concepciones,  tabúes y  creencias están regidos por dogmas, prohibiciones e  inconmovibles fórmulas estereotipadas, suerte de grilletes  que cierran y encapsulan  las potencialidades humanas; en  el otro extremo avistamos tentativas de abrir horizontes, de estimular  la imaginación y alentar los vuelos autonómicos de un pensamiento que se sacude  el polvo del anquilosamiento. Entre ambos polos, y particularmente cuando uno de ellos está en crisis,  emergen modalidades y matices en que vástagos de ambos, mezclados en diferentes medidas y proporciones, contienden sin darse tregua. Las verdaderas culturas, en tanto representativas de procesos civilizatorios, no se resignan a morir, viven en combate para defenderse y para eliminar lo que las pone en jaque; sólo los falsos sucedáneos y sus humanos voceros predican paz y armonía.

   La cultura que prevalece  en el  conturbado presente ( atención: prevalecer no es monopolizar), es la de una de las más deletéreas dominaciones que ha conocido la aventura humana en el planeta. Nunca, como en los días que corren, una cultura, substancia misma de un sistema, ha desafiado las leyes de la naturaleza hasta amenazar con llevarse puesta la vida en todas sus manifestaciones, incluso la de los desafiantes, hasta donde se sabe, seres de carne y hueso, también ellos habitantes del planeta; y por añadidura y simultáneamente, no se exime de ejecutar  el más formidable proyecto de anonadamiento colectivo jamás conocido, como manera de anular resistencias y oposiciones a su proyecto de concentrar el poder y la riqueza en un estrecho número de personas y empresas multinacionales.

   Es innegable el éxito, que si no absoluto, es considerable: masas humanas están sujetas a una suerte de estructuración  de su humanidad que las fuerza a mirar sin ver, a escuchar sin entender y, en definitiva, a vivir  encapsuladas en realidades culturales construidas en oposición y en detrimento de lo real verdadero que las entorna: dominación particularmente exitosa  cuando logra  disminuir la  capacidad de  razonamiento lógico o la anula hasta hacer de ella un melancólico recuerdo. La administración cotidiana de un festival de mentiras, ocultaciones, desinformaciones,  “entretenimientos” y otros tóxicos, conduce  a desaprender (si alguna vez se aprendió) el arte de pensar (que es un arte que se aprende); lleva a transformar  criaturas humanas en enemigas de sí mismas. Por eso, y por ese mucho más representado por la violencia que destruye pueblos enteros y demuele países a pura bomba, se ha reparado en la incongruencia de llamar de homo sapiens al personaje humano, considerando más pertinente  nominarlo homo demens. Pero claro, toda generalización es abusiva: aún se observa la presencia del sapiens en este mundo maltrecho.

aquellos que han sido envueltos en una invisible e inmaterial cápsula cultural que los mantiene en un encierro más oscuro que el de la caverna de Platón

    La antropología ha demostrado que cada configuración específica de relaciones inter personales (sociedad, grupo tribal, secta etc.), produce los individuos que requiere para sobrevivir; producción que se sigue de la inescindible amalgama entre las prácticas comportamentales del sistema relacional y la cultura alojada en sus entrañas. (Aclaro y agrego: uso la palabra cultura como la expresión de todo lo que adquirimos en el curso de nuestra socialización y hasta el final de nuestros días. O sea: el proceso de modelación de una de las maneras posibles de humanidad admitida por la plasticidad de nuestra biología, nunca la única.

     En nuestra condición de seres biológicos asomamos al universo social con una dotación de virtualidades que serán “seleccionadas” y transformadas en realidad concreta por efecto de las influencias, de las pulsiones y de las tendencias que prevalecen en la sociedad. Según  la naturaleza de lo que nos impregna, seremos estructurados para tender a la bondad o a la maldad, para la solidaridad con el prójimo o para la indiferencia más absoluta, para sentir el placer de la gran literatura local y universal,  o para deleitarnos con las groserías y la crápula mediática de los Lanata y el duo Leuco. Cuando la cultura dominante ha logrado que lo virtual humano  se llene de los contenidos inherentes a la sociedad que los posee y los transmite, tendremos lo que llamo: los  encapsulados, hombres y mujeres. Quiero decir: aquellos que han sido envueltos en una invisible e inmaterial cápsula cultural que los mantiene en un encierro más oscuro que el de la caverna de Platón;  una prisión en  que la realidad exterior percibida es tan  falsa como aquella que aquejaba a los personajes que el filósofo griego había encerrado en el antro ausentado de vida real.

    Los encapsulados suelen pertenecer a ciertos lugares específicos de nuestra sociedad de desiguales. Están distribuidos en diferentes estratos sociales y culturales (cultura y estrato no necesariamente se corresponden); en una simplificación conceptualmente imprecisa e impotente, son llamados de clase media. Viven en peldaños de la pirámide social por encima de los que reptan en el suelo o los sub suelos de la mentada; observan, con indisimulada admiración a los que en la cima disfrutan de lo que la riqueza les proporciona: son sus referentes. Tienen bienes materiales e inmateriales (muchísimos, muchos, pocos  o muy pocos) que no sólo aspiran a conservar, sino que   quieren acrecentar y están dispuestos a defender con el voto, con las armas del desprecio y del odio, y si acaso con el apoyo a una dictadura. No aman a la gente de muy abajo, que cordialmente llaman de chusma, negros de mierda etc.; ven en ellos  una casi sub humanidad que no debiera moverse de sus miserables villas (antes se llamaban villas “miseria”); destilan un   odio cavernícola hacia un gobierno que gasta ingentes dineros en mejorar la vida de aquellos, y les ofrece la posibilidad de mandar sus hijos a la escuela, de vacunarlos y de abrirles las puertas de la universidad, y mucho más. La vida se hace aún más insoportable, cuando perciben la osadía de la negrada, que viene al centro  para clamar y reclamar, que corta calles y aturde con sus bombos y sus gritos destemplados.

     Para los encapsulados la vida real es un oprobio: temen por su posición en  la pirámide; recelan que el ascenso material y cultural de la negrada amenace su posición en la pirámide social; que los lugares aun exclusivos de ellos se vean inundados por gentes carentes de modales de mesa, que comen la pata de pollo prescindiendo del tenedor y el cuchillo. Los encapsulados se juntan, o  tratan de juntarse, con la gente “bien” que desfila y aclama la integridad de Nisman y la lucidez de Fayt; que desconfían de lo que parece un alejamiento político del ejemplo de todas las perfecciones de la civilización representado por los Estados Unidos;  que leen la “tribuna de doctrina” y creen a pie juntillas que Clarín es una víctima de la dictadura ejercida por una mujer que no proviene de un linaje de estancieros;  que prefieren a los chinos de los filmes del Far West a los que andan disputando la primacía a yanquilandia; que odian a la Argentina, aunque aquí ganan el dinero que exportan clandestinamente a los paraísos donde no  pagan impuestos.

    Vivir encerrado en una cápsula cultural, sin advertirlo, es vivir el drama de sentir el afuera de ella como el lugar donde lo insoportable  crece y  desafía. Los encapsulados temen caer a las honduras de la miseria y desesperan de obtener el reconocimiento que pretenden, en un mundo tan dado vuelta, que hasta un indio es presidente de Bolivia y un ex tornero mecánico se ha convertido en un gran líder mundial. La vida es decididamente insoportable, a menos que se la endulce con viajes a Disney World o al paraíso fiscal, a sentarse encima de los dólares sustraídos al país. Dentro de la cápsula se sienta que falta aire.

 



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