Cuando alguien enfrenta un reto, puede serle difícil aquietar la mente para comulgar con Dios. En tales momentos ofrezco mi apoyo de oración. Visualizo que esa persona está rodeada de amor, consuelo y salud. Tengo presente que Dios está por doquier en todo momento. Al orar, establecemos una conexión corazón a corazón.
También aplico esta práctica a las personas más allá de mi círculo de familiares y amigos. Visualizo que mi comunidad está envuelta en amor y salud. Luego amplío mi visión para ver a cada continente infundido de paz y comprensión, imagino que sus líderes hacen uso de la sabiduría divina para tomar cada decisión. Afirmo la verdad de que Dios está presente en cada momento y lugar, ¡y todo está bien!