por Horacio Rovelli
Nuestra burguesía en general (empresarios petroleros y mineros, productores y comercializadores de granos y de carnes, industriales, comerciantes, constructores, y banqueros que operan en la Argentina) no es independiente, ni soberana, y se subordina al capital financiero mundial, de allí que, por un lado, no existe una estrategia de mediano – largo plazo y si lo que presentan son negocios rápidos que los beneficia pero a costa de empobrecer el presente y el futuro del país, y por otra parte es imposible contar con ella para un proyecto nacional.
Tal diversidad de intereses y sectores de la burguesía que opera en el país tiene sin embargo un objetivo común, que es el de reducir los salarios y demás costos medidos en dólares, a la par que debe hacerse sin que el impacto sea demoledor sobre el consumo interno (que con el modelo kirchnerista representaba casi el 75% de las ventas), esto lo llaman devaluación exitosa, que consiste en que no todos los precios suban igual que el ajuste del tipo de cambio, y lo que lo hacen después de una devaluación como la que realizaron, lo hagan en menor proporción para no quitarle el porcentaje devaluado al poder adquisitivo de las remuneraciones (que se cobre menos en dólares pero que no sea tan menor la demanda interna).
El objetivo es que los salarios y demás costos se reduzcan fuertemente, pero no al grado tal que afecte de sobremanera el consumo interno, de ello depende integrarse en mejores condiciones al mercado mundial y no matar “la gallina de los huevos de oro” que significa el mercado argentino.
Esa es la razón por la cual el gobierno pretendía un dólar por debajo de los $ 14.- para la primera semana del año, tras la liberación cambiaria y financiera del 16 de diciembre de 2015.
Pero como se subordina al capital financiero internacional, dicha transición debe permitir generar una renta rápida en dólares y muy mayor a la internacional con el pretexto de que se debe garantizar el ingreso de capitales.
Entonces el enfrentamiento de intereses es inevitable, por un lado los productores y comercializadores agropecuarios, las grandes empresas industriales con capacidad de exportación (las molineras y aceiteras, las petroleras y mineras, más Aluar, Arcor, Techint), que el mismo Macri denominó el “círculo rojo”, que pretenden un dólar recontra alto (por encima de los $ 15.- para enero 2016 y que se ajuste permanentemente), y “la patria financiera” (los bancos extranjeros y en menor medida los grandes bancos locales, y los que tienen activos financieros fueras del país) que quieren después de la devaluación, cierta previsibilidad en el mercado a término o futuro. Estos últimos tienen su base de operaciones en el ministerio de hacienda y finanzas y en el BCRA, organismos encargados de instrumentar la remoción de todas las restricciones para que ingresen capitales del exterior, así como para que salgan capitales del país.
Pero eso no significa que siga así, en primer lugar, porque las medidas de permitir comprar hasta 2.000.000 de dólares por persona y por mes, conceder un título de deuda argentino como instrumento de pago de importaciones pendientes, o generarles un cronograma de compra de dólares en similares montos que los interesados en comprar dólares como ahorro o turismo, todas ellas son medidas concretas, contra la promesa de futuros ingresos de capitales, de los cuales los únicos tangibles por ahora son las liquidaciones de las cosechas retenidas, menos de U$s 300 millones diarios (cuando habían prometido liquidar U$s 400 millones por día) , cosecha retenida que según el ex titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, estimó en 19,7 millones de toneladas de soja, en trigo sostuvo que existen algo más de 9,5 millones de toneladas, y para el maíz, el cálculo es que 21,4 millones de toneladas que a noviembre 2015 no habían ingresado al circuito comercial.
Todas las medidas adoptadas por el ministerio de hacienda y finanzas y el BCRA, son sobre posibles ingresos, que dependen por decirlo eufemísticamente de la voluntad de traer capitales al país, contra una demanda concreta de las empresas que quieren transferir sus ganancias al exterior, y amplios sectores de mass media que ven a la divisa norteamericana como único referente de ahorro, condicionados por la negociación de la deuda en default del juzgado de Thomas Griesa.
En síntesis no está saldado el tema, es más dista de ello, hay que ver como se presenta la negociación con Griesa y los fondos buitres, y si el círculo rojo acepta la devaluación de Macri y no presiona para que sea mayor.
La bicicleta financiera necesita atrasar el tipo de cambio futuro para garantizar la ganancia por la diferencia entre la tasa de interés argentina y la devaluación, para eso necesitan tener un mercado a término o futuro del dólar, digamos, como estiman las consultoras y estudios ligados al sector, para fines de diciembre 2016 un dólar en torno a los $ 16.- En la primera semana de enero el valor del dólar se situó en $ 14.- Si traen un millón de dólares, son $ 14.000.000.-, lo ponen a plazo fijo, o compran un título público (Bonar; Lebac, en pesos, el que quieran) y la tasa de interés ronda alrededor del 28% anual, por ende al año tienen $ 17.920.000.- que lo convertirían en dólares y les da U$s 1.120.000.- , lo que hace un rendimiento en dólares del 12% anual, cuando EEUU paga una tasa del 0,75% anual.
Para poder afianzar esa bicicleta financiera que permitiría el ingreso de capitales, dejan trascender por los medios afines que se partiría de un acuerdo por unos U$s 8.000 millones de base, con seis bancos internacionales (JP Morgan, el HSBC, Deutsche Bank, BBVA, Santander y el Goldman Sachs), pero previo a todo necesitan contar con el “stay” del Juez Griesa, que los liberaría de riesgos de embargos a la operación de traer capitales al país. Por supuesto para ello van a tener que comprometerse a reconocer toda la deuda con los llamados fondos buitres encabezados por el MN Elliot y el Aurelius ganadores en tres instancias de reconocimiento de deuda por U$s 1.330 millones más punitorios y costas, más los “me toó” (a mí también) con respecto a otros fondos demandantes a los que el Juez Griesa reconoció acreencias por otros U$S 8.000 millones de capital
UN NUEVO MEGACANJE
El ministerio de hacienda y finanzas emitió con fecha 29 de diciembre 2015 un título en moneda extranjera, el Bonad 2016 bajo Ley Argentina, para el pago de las compras al exterior demoradas, ampliando la licitación original de U$S 2000 millones a U$S 5000 millones que es la cifra que se estima de deuda por importaciones. El bono rinde un 6% de interés anual en dólares, es intransferible hasta el 14 de enero de 2016, y luego cotizará en el Mercado Abierto Electrónico (MAE), lo que permitirá vender el título a precio de mercado y hacerse con las divisas, algo que los importadores están esperando. Pero las empresas tendrán otra posibilidad. El gobierno les ofreció la puesta en vigencia de un cronograma de pagos: los importadores cobrarán hasta U$S 2 millones en diciembre, U$S 4,5 millones por mes hasta fines de mayo (U$S 4 millones en el caso de los servicios) y de forma libre a partir de junio. Este esquema pagará la deuda en un plazo más corto si se espera a que los títulos públicos amorticen, aunque depende de la credibilidad que tenga el gobierno y la capacidad de pago en los próximos meses.
También el ministerio de Prat Gay por las resoluciones 35/2015 y 5/2015 dispuso la ampliación del canje de las letras del Tesoro Nacional Intransferibles en poder del BCRA de U$s 9.530 millones, emitidas el 5 de enero de 2006 con lo que se canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional, y la amplió en otros U$s 6.569 millones que se habían usado para pagar deudas internacionales el 1 de marzo de 2010, con lo que convierte títulos intransferibles que devengaban una tasa de interés muy menor ( Libor menos uno por ciento anual) por otros que pueden ser negociados en mercados de valores y que pagan la tasas del 7,75 a 7,85% anual en dólares, como parte de la política de regulación monetaria y aumento de la posición de las reservas en divisas líquidas, por lo tanto se consolida una deuda en divisas para la Administración Nacional de U$s 16.099 millones, a los que se le hace una quita del capital pero para ajustarse a las tasas referidas.
Este andamiaje es el que van a ampliar (nuevas colocaciones de títulos de deudas y a las tasas referidas) para financiar créditos del exterior con los cuales financiar el déficit fiscal que a su vez se consolida con el fallo de la Corte Suprema de Justicia de reintegrarle a las provincias el 15% de la masa de precoparticipación de impuestos, por un lado, y el hecho de que el BCRA solo financiará al Estado colocando títulos propios de deuda (Lebac y Nobac, que son letras y notas del BCRA y para lo cual levantaron las restricciones y puede adquirirlo cualquier inversor del exterior).
Entonces tenemos por un lado una política deliberada de financiar con deuda externa deudas pasadas, presentes y futuras del Estado Nacional, que incluso se va a extender a la obra pública (por ejemplo el Plan General Belgrano de infraestructura para el norte argentino), a que el BCRA deje de financiar al Estado y limite la emisión monetaria al ingreso de capitales del exterior (monetización de la balanza de pagos), con un programa monetario de restricción de la liquidez para que las tasas de interés sean mayor que las devaluaciones futuras, y que ese corsé sirva para frenar los precios.
En síntesis un país que se endeuda alegre e irresponsablemente, sin saber cuál es la verdadera capacidad real de repago, en un marco de confrontación entre los que pretenden mayor devaluación de nuestra moneda (el círculo rojo), y los que quieren crear un mercado futuro para asegurarse la renta financiera. En ese contexto, existe la tercera pata de la mesa que son los trabajadores, quienes pueden o no todo cambiarlo con los requerimientos de incremento salarial y de condiciones de trabajo en las paritarias.
La Argentina sin el poder de consumo de los trabajadores está condenada a entrar en un proceso recesivo de consecuencias impensables, por ende en defensa del poder adquisitivo del salario, los trabajadores defienden también al país.
El mundo de negocios y subordinación de la burguesía Argentina, sea encabezada por el círculo rojo o por la patria financiera, como ha pasado con Martínez de Hoz y con Cavallo por ejemplo, implica un brutal transferencia de recursos de los trabajadores a las cuentas en el exterior que esos sectores poseen y que actualmente no es menor a unos U$s 400.000 millones. Por ende depende de que los que crean la riqueza en el país tomen consciencia de la situación para que hagan oír su voz, y pongan los necesarios límites a las súper ganancias de los sectores dominantes, de otra forma, como dijera la Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva en la ciudad de La Paz, 16 de julio de 1809: Habremos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez.