Desde que tras una feroz campaña de hostigamiento personal la periodista María Seoane renunció como directora, Radio Nacional está acéfala en la era macrista del apagón informativo e inauguró su deriva y vaciamiento como medio de comunicación masivo tras competir en los últimos años de igual a igual con las principales radios comerciales del país, ubicándose en el cuarto lugar de medición nacional.
A mediados de diciembre de 2015, la autora de textos emblemáticos como "La noche de los lápices", "Todo o nada" y "El dictador", decidió el abandono de la dirección tras denunciar la actuación de una "policía macrista" que vigilaba los contenidos que saldrían al aire en los informativos y la confección de "listas negras" contra los conductores y periodistas de la programación exitosa que ella misma había comenzado a armar en 2009 según los dispuesto por la Ley 26.522 y los principios de una comunicación democrática.
Desde que Seoane partió, la radio se encuentra acéfala, aunque en los últimos 40 días y de manera clandestina, dos periodistas militantes del macrismo, como Ana Gerchenson y Pablo Ciarliero, impuestos por Hernán Lombardi, tomaron el control del edificio central de la emisora con sede en Maipú 555 y hacen las veces de director y vice sin estar ratificados por el directorio de RTA SE y sin que se publiquen sus nombramientos en el Boletín Oficial, al menos hasta el viernes pasado.
El caso de Ciarliero, empleado del sistema de medios públicos porteño, dueño de una productora privada (La Mirada Positiva SRL) y ex jefe de la campaña de Gabriela Michetti en la ciudad, es quizá el más grave, puesto que Radio Nacional sí tiene un vicedirector, Vicente Muleiro, ratificado según los requisitos de la ley, que sigue en funciones hasta hoy.
Fue Ciarliero el primero en desembarcar tras la renuncia de Seoane en el edificio Maipú al 500, reunirse con los gerentes, pedir los contratos de 2016 que luego se divulgaron con malicia por los diarios Clarín y La Nación, tomar el control de la página web y actuar como comisario ideológico del Servicio Informativo que se convirtió en una vocería abierta de la nueva administración.
El viernes último, el periodista Daniel Tognetti, desde su programa en Radio del Plata, denunció que Radio Nacional no informaba sobre la cantidad de despidos que se están produciendo en el Estado nacional y que eran las nuevas autoridades -no legalmente formalizadas-, las que habían bajado la orden de impedirlo. Fuentes de la radio confirmaron a Tiempo que Ciarliero fue el promotor del blindaje, aunque aclararon que no había sido una orden por escrito: "Trabajan con el miedo, la radio vive en un estado de excepción, contratados y personal de planta permanente sienten temor a perder el trabajo, la semana pasada llegaron los primeros telegramas".
La mayoría de ellos se enteraron por la web de la radio que Miguel Angel Pereyra, presidente de RTA SE designado por Mauricio Macri, dejó sin efecto todos los "contratos artísticos" de la programación 2016. La suma alcanzaba a 390 trabajadores de prensa en las 54 emisoras que Radio Nacional tiene a lo largo y a lo ancho de todo el país. Dos días después, al menos 90 casos habrían sido reconsiderados, menos "la lista negra" de la nueva dirección que incluye a conductores y periodistas que la conducción macrista ya decidió que no van a formar parte de la programación por cuestiones ideológicas.
Entre los que tienen contratos legales, legítimos y vigentes decididos por RTA SE en octubre de 2015, cuando el presidente era Tristán Bauer, y mañana deberían recomenzar sus programas se encuentran Nora Veiras, Cynthia García, Carlos Barragán, Mario Wainfield, Max Deluppi, Lucho Galende, Edgardo Mocca, Roberto Caballero, Hernán Brienza, Jorge Halperin, Mariana Moyano y Ari Lijalad.
Ninguno de ellos fue notificado legalmente de la resolución exprés de Pereyra, por lo cual mañana, a las 7 de la mañana, hora de comienzo del envío al aire de Cynthia García, los profesionales se convocarán en la puerta de la radio para reintegrarse a sus puestos de trabajo, como exige el contrato vigente firmado por las autoridades de la empresa estatal -por ahora desconocido sólo en la web institucional-, haciendo pública la política de vaciamiento, la existencia de listas negras, la censura directa, los despidos masivos y exigiendo la intervención del directorio de RTA SE, del Consejo Honorario Consultivo y de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Medios Públicos ante el atropello laboral y la violación de la libertad de expresión.
Consultada por la escandalosa situación, la actual directora virtual de Radio Nacional, la macrista Ana Gerchenson calificó la convocatoria como "un show" y pidió libertad para diseñar su programación en clave oficialista. Walter Goobar, su entrevistador, que conduce la primera mañana de la programación de enero, le dijo al aire que no compartía su caracterización del conflicto y que había colegas de vasta trayectoria con contratos vigentes que debían obtener una respuesta, al menos por cortesía, a lo que Gerchenson respondió, molesta, que "todo eso lo podés hablar con un abogado de RTA, no conmigo".
La situación general del sistema de medios públicos es mirada con atención por expertos en libertad de expresión locales y extranjeros. Hernán Lombardi inauguró una persecución tenaz y difamatoria contra los periodistas que venían del programa 678, que luego se extendió a todos aquellos que no son macristas o tuvieron en el pasado posturas críticas contra la concentración comunicacional que expresa el Grupo Clarín o puedan ser tildados de kirchneristas. La forma de pensar se convirtió en la etapa que comanda, junto a Jorge Sigal, en una condición o requisito para mantener el espacio, sea en la TV Pública, en Radio Nacional, en Tecnópolis o en el Centro Cultural Kirchner.
En términos legales, todo el sistema pende de un hilo, situación provocada por los decretos y decretos de necesidad y urgencia de Mauricio Macri, que avanzó primero sobre la Ley de Medios (la 26.522) y luego designó un presidente en RTA que no cuenta con el aval del directorio, dejó vacante por ahora el lugar que ocupaba en representación del kirchnerismo Alberto Cantero, y mantiene a tiro de decreto destituyente a los miembros que tienen una silla por las universidades, los sindicatos y la oposición política, entre ellos, un radical y un socialista -el primero hoy, según el último resultado electoral, ahora también es oficialista-. Es decir, la dirección colegiada, plural y diversa que existía por obligación de ley, ahora se convirtió en un apéndice progubernamental en disidencia con el fallo de la Corte Suprema que validó la Ley de Medios y los estándares del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. No sería la BBC, como sostiene el macrismo que debería ser: se parecería más a un medio de propaganda clásico, con censura y persecución de los periodistas críticos. Radio Nacional, como todos los medios públicos, desde la sanción de la Ley 26.522, no debería responder a ningún gobierno, sino a los objetivos y obligaciones que fija la ley, independientemente de quién está a cargo de la administración central.
En el ambiente radial, no son pocas las voces que asocian lo que ocurre hoy en Radio Nacional con lo que pasó en la década del ’90. Se habla de "vaciamiento" y se presume que la idea es dejarla caer en audiencia, hasta que se vuelva inaudible en el dial. No se descarta, incluso, que haya algún tipo de intento de privatización como sucedió con Radio de la Ciudad en el pasado, hoy convertida en Radio 10.
Un dato que no es menor y confirma lo que bien podría considerarse una caza de brujas contra los que piensan distinto disimulado en descalificaciones falsas. Nada de lo que afirman Lombardi, Sigal, Gerchenson y Ciarliero (que la radio era para atacar a los opositores, que sus conductores eran fanáticos, que la programación no era plural, que cobraban fortunas) fue objetado en seis años por las autoridades de control a la que respondían los funcionarios anteriores. Ni el directorio de RTA SE (con representantes de la oposición), ni la Comisión Bicameral (también con representantes de la oposición), ni la comisión de Libertad de Expresión del Congreso se manifestaron en ese sentido. Por el contrario, todos estos organismos respaldaron a las autoridades y periodistas del sistema de medios públicos de todos estos años.
Por eso, oyentes, conductores, periodistas, columnistas y dirigentes sociales y políticos se darán cita mañana para darle un abrazo a la emisora de modo pacífico. La cita es en Maipú 555, a las 7 de la mañana, bajo la consigna "No al vaciamiento. Ni listas negras, ni censura, ni despidos en Radio Nacional". «