ECONOMIA › PARA QUE SE TOMO UN CREDITO DE 5000 MILLONES CON BANCOS EXTRANJEROS
La ingeniería del plan deuda
La devaluación y el desmantelamiento de las regulaciones cambiarias no fueron incentivo suficiente para atraer un mayor flujo de divisas. Por lo tanto, se buscó inflar las reservas con un crédito de corto plazo. Cuáles son los riesgos.
Por Cristian Carrillo y Tomás Lukin
A pesar del desmantelamiento de las regulaciones y la aparente estabilidad lograda después de la devaluación, el mercado cambiario no está normalizado. Desde la oferta no llega el flujo de divisas comprometido por el complejo agroexportador que puja por un precio más alto para el dólar ni las inversiones extranjeras. Por su parte, la principal fuente de demanda de moneda extranjera, la importación, permanece planchada. En ese escenario, el gobierno de Mauricio Macri está determinado a obtener dólares a través del endeudamiento externo. Como todavía no logró la pretendida reinserción plena del país en el sistema financiero internacional –entre otras restricciones se anota la disputa abierta con los fondos buitre– y los primeros acercamientos directos al mercado no arrojaron los resultados buscados, el nuevo equipo económico negoció un crédito de 5000 millones de dólares con los bancos extranjeros HSBC, JP Morgan Chase, Santander, BBVA, Deutsche Bank, Citigroup y UBS que le permitió inflar las reservas de manera temporaria.
El vehículo para la operación fue el Banco Central que conduce Federico Sturzenegger pero la operación fue diseñada por el Palacio de Hacienda donde manda Alfonso Prat-Gay. A cambio de incrementar las reservas internacionales del BCRA en 5000 millones durante un plazo de once meses, la autoridad monetaria entregó a sus nuevos acreedores un paquete de títulos públicos por un valor de 10.000 millones de dólares como garantía, el doble del dinero fresco que recibió. Los dólares no son para utilizarlos sino para exhibirlos para desalentar movimientos especulativos. Pero, si en diciembre el BCRA no pudiera reintegrar el préstamo, los bancos extranjeros se apropiarán de los bonos recibidos. Incluso cuando la probabilidad de ocurrencia de ese evento fuera nula, el “crédito puente” representa el puntapié inicial para devolver al país a la lógica de la valorización financiera.
Para poner en marcha el endeudamiento de corto plazo, el nuevo equipo económico requirió convertir un pasivo intransferible entre organismos estatales, con un costo prácticamente nulo, en títulos de deuda externa que pagarán una tasa de interés más elevada, incrementando en forma significativa las erogaciones del Tesoro por los servicios de la deuda. Esos nuevos bonos Bonar con diferentes fechas de vencimiento (2022, 2025 y 2027) aptos para ser colocados en el mercado internacional, ya sea en garantía para este crédito o como parte de un endeudamiento permanente, alcanzan un valor de 13.699 millones de dólares. Como respaldo del flamante endeudamiento externo indirecto, las entidades extranjeras mantienen en custodia dos tercios de esos títulos. Aunque la maniobra acordada busca abultar las reservas, el objetivo es comercializar definitivamente esos papeles en el sistema financiero. En la próxima operación no será necesario emitir nuevos bonos, bastará con ofrecer los títulos que hoy están en manos de los bancos extranjeros.
El nivel actual de la deuda con acreedores privados en moneda extranjera es equivalente al 12 por ciento del PIB. Tanto en términos históricos como en la comparación internacional, el guarismo alcanzado durante el kirchnerismo bajísimo. Por eso, otorga espacio para tomar créditos en el mercado internacional, una fuente válida pero riesgosa de financiamiento. Valerse del endeudamiento para impulsar el crecimiento no solo implica arriesgar el margen de maniobra para la política económica logrado con el desendeudamiento. Como demuestran los casos recientes de Brasil y Grecia, la subordinación a la lógica del sector financiero amplifica la vulnerabilidad de los países y pauperiza al mercado interno. El relanzamiento del vínculo con el FMI, la desregulación financiera y la instalación de un régimen de metas de inflación confirman ese giro.
La operación de “pase pasivo” había sido presentada como un hecho consumado a finales del año pasado, pero la negociación con los bancos extranjeros se extendió más de lo esperado. El monto inicial anunciado por el Ministerio de Hacienda y Finanzas, a cargo de Alfonso Prat-Gay, rondaba los 8000 millones de dólares. Durante ese proceso no sólo se achicó el crédito, sino que además Goldman Sachs, Bank of America y Credit Suisse decidieron no participar. Con las entidades que siguieron en camino, se pactó reducir el plazo de 12 a 11 meses para bajar la tasa de interés de la operación que, como mínimo, tendrá un costo financiero aproximado de 300 millones de dólares. Como parte del acuerdo, el Central validó la cesión de soberanía jurídica para que cualquier controversia se defina en los tribunales de Nueva York.
Un punto relevante en la operación es el valor que reconocieron los siete bancos extranjeros por los nuevos títulos Bonar entregados como garantía. El BCRA cedió títulos con un valor de mercado de 10.000 millones de dólares, un abultado descuento del 50 por ciento respecto del monto del crédito. Como los nuevos papeles no tienen precio en la plaza financiera internacional, una entidad estuvo a cargo de la valuación técnica de los papeles. Fue uno de los bancos que también está del otro lado del mostrador como acreedor: el JP Morgan Chase, ex empleador de Prat-Gay y gran parte de sus colaboradores.
Aunque el nuevo gobierno se muestra exultante por la confianza que inspiran hacia los mercados internacionales el Banco Central reconoció que “la operación le permite a la institución contar con un respaldo adicional de liquidez frente a un contexto aún incierto en los mercados internacionales. Facilita la capacidad para enfrentar shocks externos y evitar así movimientos disruptivos en el mercado local”. Además, entienden en el BCRA, la transacción ofrece un “puente” para atravesar el proceso de negociaciones con los fondos buitre con mayor fortaleza hasta que el vínculo con el sistema financiero quede “normalizado”.
No hay nada nuevo bajo el sol en el mundo de las finanzas. Los créditos de corto plazo con entidades extranjeras son un instrumento habitual entre los bancos centrales comprometidos con la lógica de la valorización financiera. En Argentina el pionero fue Pedro Pou, el fallecido ex banquero central investigado por diversas operaciones fraudulentas. Durante su gestión al frente del BCRA en la segunda etapa del menemismo recurrió a esos “pases pasivos” como parte de la estrategia para engrosar artificialmente las reservas y sostener la convertibilidad. Los créditos contingentes eran junto con la colocación de bonos y los préstamos del FMI, una fuente adicional de financiamiento que permitía conservar aquel esquema macroeconómico. En diciembre 1997 los préstamos de bancos extranjeros garantizados con endeudamiento contabilizaban 6700 millones de dólares. El Informe Anual al Congreso elaborado ese año precisa que la autoridad monetaria le entregaba en garantía bonos por un valor cercano a los 8300 millones de dólares, un recorte del 25 por ciento, y la tasa de interés rondaba el 5 por ciento.
Lo que se decía desde Nov. del 2015 se está cumpliendo a cabalidad . Recordemos :
MACRI YA PROVOCA EL ALZA EN ALIMENTOS Y REMEDIOS, EL MERCADO ESPECULA CON UN DÓLAR A $15
Se evidencia una elevación generalizada de precios con la promesa de megadevaluación macrista; Scioli anunció un plan ferroviario argentino 2016-2030
La iniciativa de Macri de eliminar el cepo desde el 11 de diciembre ya está causando estragos en los precios, el mercado se adelanta a la megadevaluación y especula con efectos harto nocivos contra todas las áreas económicas, más todavía con la vuelta al endeudamiento con el FMI, el ajuste prometido y su decisión de que el dólar lo maneje libremente el mercado, remarcó Scioli.
La canasta básica trepará entre el 78 al 98%. Efecto muy negativo contra la clase media. Macri es culpable del aumento generalizado de precios que estamos viviendo, suben la harina y medicamentos y se va extendiendo el alza a todos los productos; lo que “vendrá” suicidará a las familias, manifestó. La quita de retenciones que hará al maíz, utilizado en víveres y para alimentar pollos, citó Scioli como ejemplo en declaraciones radiales, llevará a los fideos a un recargo del 78%, de $15 pasarán a $27.
El pollo se incrementará un 98%; hoy vale $24 y costará $47,50, y según las estadísticas no del INDEC sino de la CABA. Hasta las agencias de turismo van suspendiendo los pagos en cuotas. Ahora venden a un dólar de $15: un 50% de incremento ante el eventual triunfo de Macri.
Macri está listo para aplicar las órdenes del FMI con los buitres atrás, para que nos presten imponiendo condiciones y una de ellas es abrir las importaciones sin restricción, dijo luego ante una multitud de ferroviarios junto con el conductor dirigente de la Unión Ferroviaria (UF), Sergio Sasia, quien recordó que se recobraron ferrocarriles y miles de puestos de trabajo que “tenemos que defender” y no pegar la vuelta a los 90, cuando se cerraron líneas en todo el país hundiendo a muchas ciudades y pueblos en la miseria.
Grandes diferencias económicas. Scioli ratificó sus compromisos: nada de endeudarse, fortalecer la industria nacional, mantener subsidios y el poder adquisitivo de trabajadores y clase media, con paritarias libres, mejoras salariales y en Ganancias, 82% móvil para jubilados y quita del IVA.No a las importaciones y sí promover la generación de productos argentinos en pequeñas y también grandes empresas, lo que ampliará puestos laborales.
No al cierre de fábricas. Un Estado presente y no destruido por el mercado; fuerte impulso a las economías regionales con eximición de impuestos, e integración de la inversión en desarrollo productivo que convino con Brasil, China, la Corporación Andina de Fomento, el BM y el BID.
Plan de transporte argentino 2016-2030. En el playón de Retiro, anunció a miles de ferroviarios garantía de trabajo, extensión de líneas y reformas a menos costo con baja de inflación, sin suba de boletos para usuarios, ampliación de talleres, llegada de trenes a todo el país y refuerzo del Belgrano Cargas para beneficiar el traslado de productos.
Les solicitó que reflexionen junto con los pasajeros si quieren retroceder en sus salarios y regresar a sueldos miserables impuestos por empresas foráneas que se adueñarán del país. Todas las medidas de Macri son inflacionarias aunque digan lo contrario. Por último, se adelantó a Macri, repudiando los atentados ocurridos en Francia.
Buenos Aires, 25 ene (PL) Luego que el nuevo gobierno argentino expresó su voluntad de buscar un arreglo, los fondos buitre, en cambio, endurecieron hoy su exigencia y le complicaron la situación a la administración de Mauricio Macri.
Los grupos de capitales que iniciaron el litigio contra el país quieren convencer a los llamados “me too” (yo también) para rechazar la primera oferta de Argentina. La reunión la convocó en Nueva York Paul Singer, del fondo Elliott Management, reporta aquí el servicio Minuto Uno.
En el grupo de primeros litigantes sobresalen Elliot Management (NML), Aurelius, NM Dart, Olifant y ACP Master, que obtuvieron el fallo favorable en noviembre de 2013 del juez neoyorquino Thomas Griesa en un principio por mil 330 millones de dólares.
El segundo bando lo integran muchos de los “me too” autorizados por Griesa a mediados del año pasado a engancharse en el lote ganador.
Estos quieren llegar rápidamente a un acuerdo, más o menos en línea con lo que, parece, Argentina ofrecerá el primero de febrero en el bufete del mediador Daniel Pollack, a quien Griesa designó para supervisar las negociaciones entre las partes.
La administración de Macri tenía previsto presentar esta semana su propuesta para discutir un arreglo ante la demanda de casi 10 mil millones de dólares, cifra a la que ahora asciende el monto que le exigen, al sumar las demandas de los primeros litigantes y los “me too”.
Pero esos grupos especuladores solicitaron un aplazamiento de la presentación para febrero, y ahora se revela que en realidad lo que buscan es cerrar filas todos para endurecer su exigencia por lo que en la Casa Rosada esperan con ansiedad el resultado de esa cita en Nueva York.
Tanto los fondos buitre de línea dura como los propensos a negociar un arreglo cuanto antes, conforman una parte del 7 por ciento de los tenedores de bonos que rehusaron acogerse a los acuerdos de reestructuración en el pago de la deuda de 2005 y 2010.
Esos canjes los negociaron con una fuerte quita los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y lo aceptó el restante 93 por ciento de los acreedores.
Este giro de acontecimientos complica al gobierno de Macri, interesado en resolver el engorroso asunto cuanto antes con la idea de que un arreglo con los buitres le abrirá las puertas de los mercados de capitales para pedir mayores créditos y préstamos, y así poder, según estima, desarrollar la economía.
Tras la participación en el Foro Económico Mundial de Davos, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, admitió que la falta de un acuerdo con esos fondos “pone trabas en terminar de estar en el circuito de crédito internacional”, por lo que el gobierno tiene vocación de resolver rápido el conflicto.
Insistió en que saldar la deuda con esos “holdouts” figura entre las prioridades de la Casa Rosada.
El ministro de Finanzas Alfonso Prat Gay adelantó que la proposición del ejecutivo era pagarle a los fondos buitre 120 dólares por cada dólar de deuda, pero los grupos de capitales exigen 350 por cada bono.