Mauricio Macri aún conserva una gran popularidad y no ha roto el idilio con los argentinos a dos meses de la llegada al poder, pero las encuestas señalan que la inflación desbocada está haciendo mucha mella y el Ejecutivo está preocupado. El presidente acaba de anunciar en persona una medida que intenta compensar ese efecto en un sector especialmente sensible a la subida de los precios de alimentos o de los alquileres, también desbocados en este arranque del nuevo Gobierno. Macri subirá las pensiones un 15,35% para compensar en parte una inflación que ronda el 30% anual y en algunas cuestiones clave, como los alquileres en Buenos Aires, llega al 40%. Dentro de seis meses podría haber otra subida. La jubilación mínima, que estaba en 4.299 pesos (menos de 300 dólares) pasa ahora a casi 4.959 (344) y con eso se cumple una de las grandes promesas de la campaña, que la pensión más baja llegue al 82% del salario mínimo, que está en 6.060 pesos (418 dólares). Aún así son cantidades bajísimas en un país que en algunas cosas, como la ropa, la tecnología y muchos productos de alimentación, tiene precios similares o por encima de los europeos.
El jefe de la seguridad social argentina (ANSES), Emilio Basavilbaso, aseguró además que la asignación universal por hijo, que reciben los padres de seis millones de niños (cuatro millones de familias) pasará de 837 pesos (58 dólares) a 966 (67 dólares).
Esta asignación que reciben las familias más pobres, las que no tienen ingresos regulares, por cada hijo menor de 18 años, fue la gran estrella del Gobierno kirchnerista, que el año pasado, en plena campaña, la subió el 30%, y supone el principal ingreso en muchas de las villas miseria y barrios más pobres, precisamente las zonas donde Macri tuvo menos votos y el peronismo resiste. El mensaje es evidente, Macri quiere romper cuanto antes la imagen de que su Gobierno va a eliminar los planes sociales que instauró el kirchnerismo.
La pensión media pasará a ser de 8.135 pesos (561 dólares) y la máxima de 36.330 pesos (2.500 dólares), aseguró Basavilbaso.
El Gobierno está metido de lleno en una complejísima negociación salarial con los poderosos sindicatos argentinos, y este parece un gesto encaminado a suavizar también ese ambiente. Lo que también parece evidente es que Macri va a dejar para más adelante la rebaja del déficit del 7% que se ha encontrado porque según aseguró el Gobierno este aumento de las pensiones y de otras ayudas clave para los sectores populares supondrá un gasto extra de 115.000 millones de pesos (casi 8.000 millones de dólares).
Macri y su equipo ya han explicado que ellos se niegan a hacer una política de ajuste fuerte como la de Brasil, por motivos económicos —en el país vecino no está funcionando— pero sobre todo políticos, ya que el gurú del presidente, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, insiste en que eso hundiría para siempre la imagen del Gobierno y nunca podría recuperarse. Están haciendo ajustes importantes, como reducción de los subsidios a la energía que provocan subidas de la luz de hasta el 700%, pero de momento no una radical bajada del gasto público. Macri insiste en que bajará ese déficit del 7% a lo largo de los cuatro años de mandato, no al principio.
El mundo financiero presionará para que lo baje cuanto antes pero él de momento apuesta por decisiones con menor coste político que tocar las pensiones o las ayudas, como por ejemplo el despido de miles de empleados públicos contratados durante el kirchnerismo, que está logrando hacer pasar sin un deterioro grave de imagen.
Lo que sí puede hundirle, como a otros tantos presidentes argentinos, es la inflación, y el propio Macri ha admitido al anunciar la subida de pensiones este problema que hasta hace poco minimizaba pero las encuestas le dicen que le está perjudicando mucho. “Sé que hay preocupación con los precios, la inflación lleva ocho años en niveles inaceptables. El daño que se ha ocasionado es mucho. Nos estamos ocupando”, insistió el presidente poco antes de reunirse con los sindicatos para la negociación clave de las subidas salariales de este año.