SANTIAGO DE CUBA.— «Hoy ha salido un criado en busca de cocos y trae la noticia de haber llegado una columna española». Era la mañana del 27 de febrero de 1874. Y tales, las últimas palabras escritas en aquella libreta con letra pequeñísima y caracteres claros, en la que, a modo de diario, recoge las incidencias de los últimos días de su vida el iniciador de la gesta independentista de los cubanos: Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo.
En la soledad de la finca San Lorenzo, en plena Sierra Maestra, donde había sido confinado sin la debida escolta tras su destitución como Presidente por la Cámara de Representantes, en el campamento de Bijagual, el 27 de octubre de 1873, el héroe de La Demajagua, el abogado ilustre, el Viejo Presidente, como le llamaban los campesinos, se sacrificaba una vez más por sus ideas y aceptaba su destino.
Por eso, aunque el desenlace fatal se avizoraba, y un sueño premonitorio le había sugerido sacar del baúl los mejores atuendos que había conservado, el Padre de la Patria continuó la rutina de sus últimas horas: la partida de ajedrez con su coterráneo Pedro Maceo Chamorro, la visita a algunos vecinos de la intrincada comarca, en donde enseñaba a leer y escribir a los niños, el diálogo con los campesinos de la zona, las agotadoras jornadas a pie o a caballo por la sierra, los baños en la charca de San Lorenzo.
Tal vez, correspondiendo a ese cariño que había esparcido entre los pobladores de aquellas serranías, una niña llega a toda carrera a la casa de Panchita Rodríguez —donde se encontraba Céspedes—, y explica que por el camino se notaba la presencia de soldados españoles.
Al parecer, una delación ponía al descubierto el paradero del Presidente, que después de un Gobierno difícil, mellado por los antagonismos con la Cámara de Representantes y las dificultades para ejercer un verdadero mando, debido a los arraigos caudillistas y regionalistas de gran parte de los jefes, acató disciplinadamente su destitución para evitar enfrentamientos entre cubanos, que, sabía, podían destruir a la Revolución.
En el diario está todo escrito. Mas, en la hora crucial del final, el patriota, revólver en mano, sale del bohío perseguido por el fuego español. Investigaciones recogen que un capitán, un sargento y cinco soldados le hostigan. Los españoles intentan capturarlo vivo, pero el bayamés dispara sin detener la carrera.
El momento terminal parece llegar. El sargento Felipe González Ferrer se le encima, y ante un último esfuerzo de Céspedes por neutralizar de un disparo a su rival, el sargento acciona su fusil y a quemarropa le perfora el corazón.
Así, según descripción de los más acuciosos estudiosos de su huella, dejaba de existir el iniciador de la guerra de independencia en Cuba contra el Gobierno español, y entraba en la historia el hombre controvertido, voluntarioso, que ofreció hasta el final las más altas lecciones de vida.
Referencias:
Resik Magda: Carlos Manuel de Céspedes, símbolo del alma cubana, Nov. 2011.
2. Descripciones del historiador Yoel Cordoví Núñez, especialista del Instituto de Historia de Cuba, sobre la caída de Céspedes.
Honrar al Padre de todos
BAYAMO, GRANMA.— Los sacrificios de Carlos Manuel de Céspedes (18 de abril de 1819-27 de febrero de 1874), y varios de los sucesos que condicionaron su muerte en San Lorenzo, fueron expuestos aquí en la XXVI jornada Hombre de Mármol, que rinde tributo al Padre de la Patria.
Estimulados por la conferencia Del ocaso a la gloria, presentada por Vivian Infante, directora del museo Casa Natal de Céspedes, investigadores e historiadores se refirieron a los últimos días del Iniciador.
Infante describió algunas de las intrigas que movieron a la deposición del primer Presidente de la República en Armas y cómo Céspedes aceptó la injusta decisión en pro de la unidad de los independentistas.
Asimismo, la directora de la Casa Natal reseñó pasajes del Padre de la Patria en San Lorenzo, y cómo enseñaba a leer a los lugareños, recitaba poemas o jugaba ajedrez.
Luego de la conferencia, fue presentado el boletín El avisador cespediano por el investigador Miguel Antonio Muñoz, que contiene varios materiales dedicados al Hombre de la Demajagua y el poema Mi deseo, compuesto por el Padre de la Patria en su juventud.
Como parte de la jornada tuvo lugar también el espacio Somos Patrimonio, en el que jóvenes del Instituto Preuniversitario Urbano (IPU) Batalla de Peralejo dialogaron sobre la vigencia de la obra de Céspedes.
La jornada de homenaje al ilustre político, guerrero, poeta y abogado concluye hoy.
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