Trabajo de mi nieta Alicia ayudada por su mamá. O vicecersa.
Foto: Juan Carlos .
La abuela sospechó algo al ver que los huevos desaparecían del granero
El duende de la alacena sabía que los nietos de la abuela iban a venir a pasar el domingo de Pascua con ella y quería darles una sorpresa.
Lola una conejita que vivía con ellos, quería mucho a los niños, porque ellos la acariciaban y la mimaban, y se ofreció para ayudarle.
Lola se encargó de vaciar los huevos e introducir una sorpresa para cada niño.
El duende hizo chocolate y los envolvió, dejándolos enfriar.
La abuela intuía algo y los dejó tranquilos, sabía que nada malo hacían. Sigilosa los observaba tras los visillos mientras preparaba la comida y unos postres deliciosos.
Una vez preparados, llegaba el momento más interesante. Lola y el duende salieron al jardín y escondieron los huevos en distintos lugares.
Alicia, Daniel, Eduardo, Daniela y Elena junto con la abuela salieron al jardín, les contó que un conejo había dejado una sorpresa a cada uno por ser Domingo de Pascua. Los niños corrieron a buscarlos. Alicia lo encontró junto al rosal. Daniel y Eduardo junto al almendro, Daniela entre unas petunias y a Elena se lo habían dejado junto al columpio.
Mientras saboreaban el chocolate, e impacientes por descubrir su sorpresa, la abuela les contó la leyenda del conejo y el huevo.
Érase una vez…
Kety Morales
Libro:El duende de la alacena