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General: NEMESIA ... EL POETA ... Y PLAYA GIRÓN
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من: Ruben1919  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 03/04/2016 22:23

Nemesia y el poeta

Por: Ventura de Jesús
Publicado: 01/04/2016

“Conocí a Jesús Orta Ruiz en un momento muy triste”, cuenta Nemesia. Foto: Yander Zamora
“Conocí a Jesús Orta Ruiz en un momento muy triste”, cuenta Nemesia. Foto: Yander Zamora
La historia de Nemesia Rodríguez Montano está marcada por el dolor que le causó a ella y a su familia la invasión mercenaria en abril de 1961. Y aunque el tiempo redime un tanto el recuerdo de los dramáticos sucesos, ella sigue viendo por todas partes la presencia ineludible de su madre.

No puedo olvidarla, dice con la mayor naturalidad, y asegura que no es el drama de los muertos, “es que su memoria me trae recuerdos de la infancia y también mucha tristeza, sobre todo cuando se acerca el mes de abril”, admite la humilde cenaguera, aferrada a envejecer y morir en su natal Ciénaga de Zapata.

Algo bueno en esa tormenta recurrente es la evocación de una persona bondadosa, que en aquellas horas señaladas por la tragedia se impuso un receso como periodista para consagrarse a escribir quizá su mejor poema: Elegía de los zapaticos blancos.

“Conocí a Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, en un momento muy triste y su ternura quedó grabada para siempre en mi memoria. Lo recuerdo como un hombre derecho y de buen corazón, y con el tiempo supe que él sentía especial afecto por las personas humildes, sencillas”.

La trágica historia de Nemesia y su familia, víctimas del bombardeo que alcanzó el camión donde se evacuaban, dio origen a un poema que con estremecedora belleza ofrece las consecuencias de la invasión, sin dudas la mejor crónica sobre los sucesos de Girón, uno de los acontecimientos más publicitados y sobre el que se han escrito cientos de artículos y libros.

“Conocí a Jesús Orta Ruiz en un momento muy triste”, cuenta Nemesia. Foto: Yander Zamora
“Conocí a Jesús Orta Ruiz en un momento muy triste”, cuenta Nemesia. Foto: Yander Zamora
La imagen de unos zapaticos blancos traspasados por la metralla tocó la sensibilidad de quien era ya un reconocido periodista y escritor, que con apasionado sentido de la solidaridad humana entendió enseguida que había algo más impactante que la narración del drama.

Cuenta Nemesia que algunos años más tarde supo por el propio Naborí las circunstancias que matizaron su encuentro con el renombrado poeta. Asegura que fue Celia Sánchez quien le pidió a Naborí, conocedor profundo del género humano, que contara en una crónica lo ocurrido con su familia, víctima del brutal ataque.

“Cuando El Indio llegó a la terminal de Jagüey Grande le señalaron el camión de mi papá, que había sido pintado de rojo y llevaba en letras amarillas la sigla INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria). En la cama del camión encontró los zapaticos blancos atravesados por la metralla mientras escudriñaba y hacía fotos a los escombros.

“Con ellos se apareció en la casa donde yo me encontraba junto a mi hermana herida, justo detrás de la funeraria del pueblo. Ya habíamos enterrado a mi mamá y yo lloré sin consuelo al ver además mis sueños rotos, aquellos zapaticos que tanto me ilusionaron.

“Conversó conmigo largo rato y me hizo muchas preguntas. Para tratar de calmarme suplicó que le contara sobre mis sueños de niña y fue entonces que conoció los pormenores de mi obsesión por los zapaticos blancos, que mi mamá solo pudo comprarme luego del triunfo de la Revolución, justo en abril de 1961; los vi tan lindos que no encontraba ocasión ni lugar para estrenar.

“Mi papá llegó a la casa y dijo que recogiéramos lo imprescindible que había una invasión y debíamos trasladarnos a Jagüey Grande. A mis 13 años de edad yo no tenía la menor idea de lo que era una invasión; de todas maneras, eché la mejor de mi escasa ropa y mis zapaticos blancos.

“En el camino un avión ametralló el camión de mi papá, donde íbamos todos, y mató a mi mamá e hirió a dos hermanos y a mi abuelita. Un testimonio más o menos así debí contarle al poeta, quien al llegar a La Habana le contó a su esposa: ‘¡Ay, Eloína!, creo que no voy a cumplir con el encargo de Celia, pues tengo algo en mente y debo escribirlo esta misma noche’”.

Y así nació Elegía de los zapaticos blancos, tal vez la nota más alta y humana contada sobre los sucesos de Girón.

En gesto generoso, El Indio y personas allegadas le compraron a la niña Nemesia un par de zapatos en la tienda Fin de Siglo, en La Habana.

“Después de sucesivas negativas acepté por agradecimiento y para no parecer demasiado grosera. Los guardé y los tuve mucho tiempo, pero nunca fue igual.

“Él vino a verme en varias ocasiones a Soplillar. Fue un amigo cercano a la familia y a quien quisimos mucho. Una vez organizamos una canturía en casa y lo invitamos. Ya para entonces estaba ciego y mis hermanos y yo le obsequiamos una décima. Él se puso muy contento y dejó ver su naturaleza de hombre bonachón”.

Por lo mucho que los cubanos hemos oído hablar de Nemesia, quizá alguien piense que se siente una mujer importante.

Pero no es así, es la misma campesina de siempre, que sigue viviendo en un hogar humilde en el interior de la Ciénaga, eso sí, colmada del cariño y la admiración de su pueblo.

—¿Y qué me dices de Fidel?

—Nadie me conoce mejor, sabe que soy una mujer franca y orgullosa de su Revolución. Verlo así, luchando todavía, me da mucha fuerza y optimismo para vivir y continuar defendiendo los mismos ideales.

Tomado de Granma



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من: Ruben1919 مبعوث: 03/04/2016 22:29
elegía de los zapaticos blancos
en el mismo día de la Lucha Campesina, 17 de abril...

y cuando de la cresta de una ola popular emergió el Sexto Congreso del PCC..

 
ELEGÍA DE LOS ZAPATICOS BLANCOS

Vengo de allá de la ciénaga,
del redimido pantano.
Traigo un manojo de anécdotas
profundas, que se me entraron
por el tronco de la sangre
hasta la raíz del llanto.

Oídme la historia triste
de los zapaticos blancos...
Nemesia -flor carbonera-
creció con los pies descalzos.
¡Hasta rompía las piedras
con las piedras de sus callos!

Pero siempre tuvo el sueño
de unos zapaticos blancos.

Ya los creía imposibles.
¡Los veía tan lejanos!
Como aquel lucero azul
que en el crepúsculo vago
abría su flor celeste
sobre el dolor del pantano.

Un día, llegó a la ciénaga
algo nuevo, inesperado,
algo que llevó la luz
a los viejos bosques náufragos.

Era la Revolución,
era el sol de Fidel Castro,
era el camino triunfante
sobre el infierno de fango.
Eran las cooperativas
del carbón y del pescado.

Un asombro de monedas
en las carboneras manos,
en las manos pescadoras,
en todas, todas las manos.
Alba de letras y números
Sobre el carbón despuntando.

Una mañana... ¡Qué gloria!
Nemesia salió cantando.
Llevaba en sus pies el triunfo
de sus zapaticos blancos.
Era la blanca derrota
de un pretérito descalzo.

¡Qué linda estaba el domingo
Nemesia con sus zapatos!
Pero el lunes... ¡despertó
bajo cien truenos de espanto!

Sobre su casa guajira
volaban furiosos pájaros.
Eran los aviones yanquis,
eran buitres mercenarios.

Nemesia vio caer muerta
a su madre. Vio
sangrando a sus hermanitos.
Vio un huracán de disparos
agujereando los lirios
de sus zapaticos blancos.

Gritaba trágicamente:
¡Malditos los mercenarios!
¡Ay, mis hermanos! ¡Ay, madre!
¡Ay, mis zapaticos blancos!

Acaso el monstruo se dijo:
Si las madres están dando
hijos libres y valientes,
que mueran bajo el espanto
de mis bombas. ¡Quién ha visto
carboneros con zapatos!

Pero Nemesia no llora.
Sabe que los milicianos
rompieron a los traidores
que a su madre asesinaron.

Sabe que nada en el mundo-
-ni yanquis ni mercenarios-
apagarán en la patria
este sol que está brillando,
para que todas las niñas
¡tengan zapaticos blancos!

 
 
Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí

¿Por qué surgió la “Elegía de los Zapaticos Blancos”?

Cuando el ataque a Playa Girón (17-4-1961) muchos inocentes murieron a causa de los bombardeos y ametrallamientos enemigos, entre ellos, la mamá de Nemesia Rodríguez Montalvo, de 13 años. Su abuelita quedó inválida, sus hermanitos heridos y sus primeros zapatos blancos destrozados. Este hecho inspiró al poeta cubano Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, quien escribió la “Elegía de los zapaticos blancos”.

Los años transcurridos no han borrado de la mente de Nemesia el recuerdo de la muerte de sus familiares y la nostalgia por sus primeros zapaticos blancos.

Compañeros, yo soy Nemesia, la de los zapaticos blancos
 
Ante el plenario del Congreso del PCC, el actor cubano Jorge Rian declamó la Elegía a los Zapaticos Blancos, de El Indio Naborí; al concluir tras un apretado aplauso subió al podio, Nemesia, aquella niña que inspiró al poeta y que vivió el horror de la agresión a Playa Girón.

¨ Compañeros, yo soy Nemesia ¨, dijo  entes rememorar aquel día en que un crimen amasado en las entrañas del monstruo arrebató la alegría a su familia.

Hoy, madre, abuela, desprovista de odios y rencores, ajena a la sed de venganza, reconoce la grandeza de la Revolución, manifiesta en toda la diferencia que asiste a la Ciénaga de Zapata, otrora lugar donde la muerte y la pobreza abundaban.

Nemesia vio la muerte cerca de sí en abril de 1961, perdió a sus seres queridos, pero no el amparo de la naciente Revolución que demostró su esencia desde la perspectiva que ya lo había dicho Fidel: por los humildes y para los humildes.

No existen razones que justifiquen el crimen perpetrado en abril de 1961 en Playa Girón, solo el odio y el deseo de aniquilar la obra que triunfó en enero de 1959 inspiró y aún seduce a algunos que sueñan con el retorno del pasado a Cuba.

Nemesia, es símbolo de las víctimas de aquella agresión que en solo 72 horas fue derrocada por las fuerzas cubanas, su inmensidad está en haber crecido en esta isla donde su bienestar como el de todo el pueblo constituye tarea de primer orden para el estado cubano.


 
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