LA HABANA, Cuba.- Según la escueta nota de prensa publicada por la Agencia de Información Nacional (AIN), el desfile de la casa de modas Chanel “se inscribe en las actividades de la Jornada de la Cultura Francesa en la Isla”. La embajada de Francia en La Habana, por su parte, también ha asociado el espectáculo con su mes cultural, que se extenderá hasta junio del presente año, e incluso la pasarela se realizó frente a la nueva sede de la Alianza Francesa inaugurada recientemente por el presidente Francois Hollande.
Sin embargo, después de observar las barreras de metal dispuestas alrededor del Paseo del Prado y las alambradas que cerraban las vías de acceso a la Catedral, más el aparatoso despliegue de seguridad para mantener a las personas a cientos de metros de las modelos de Karl Legerfeld, cualquiera se preguntaría si la semana de la cultura francesa en la Isla está dirigida a un público de élite que excluye al pueblo cubano.
“¿Para quién desfiló Chanel?”, se preguntan quienes intentaron acercarse al lugar con la esperanza de poder disfrutar de un espectáculo tan esperado, a pesar de la nula divulgación que tuvo en los medios de prensa. El Noticiero Nacional de Televisión, por ejemplo, ignoró el suceso mientras que el sitio digital Cubadebate se limitó a reproducir la nota de la AIN y a publicar una sola foto.
En las calles reinaba la confusión y hasta hubo quienes asociaron el despliegue de seguridad con la filmación de alguna escena de “Rápido y furioso 8”, que también ha elegido como trasfondo de sus peripecias de caos y rudeza las mismas calles donde, en el más riguroso secreto, los pocos privilegiados retozaban con un poco de “auténtico” glamour.
Chanel inauguró ayer en Cuba su colección Crucero 2017 pero lo hizo en la esterilidad de un entorno vacío y en medio de un derroche de prepotencia policial y discriminaciones ‒admitido y solicitado por la propia casa Chanel‒ que, en los últimos tiempos, van convirtiéndose en verdadera moda criolla; porque son las mismas exclusiones que los cubanos de a pie han conocido durante las ferias del turismo, los festivales del habano, o en esos bares y restaurantes de lujo a los que les ha dado por colocar a la entrada esa terrible frase de: “en este lugar nos reservamos el derecho de admisión”.