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General: EL PAIS › HOY SE CUMPLEN CUARENTA AñOS DE LA MASACRE DE SAN PATRICIO
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 05/07/2016 02:12 |
EL PAIS › HOY SE CUMPLEN CUARENTA AñOS DE LA MASACRE DE SAN PATRICIO
Los palotinos asesinados por la dictadura
Los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo José Kelly y Pedro Eduardo Dufau, y los seminaristas Salvador Barbeito Doval y José Emilio Barletti fueron víctimas de un grupo de tareas el 4 de julio
Por Alejandra Dandan
Se cumplen 40 años de la masacre de los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo José Kelly y Pedro Eduardo Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito Doval y José Emilio Barletti de la comunidad de los Palotinos de la parroquia San Patricio, en el barrio de Belgrano. La comunidad preparó durante meses un homenaje que ayer incluyó, por primera vez, un mensaje político hacia el interior de la iglesia, con la salida al espacio público de una “caminata” cuyo punto de origen fue el espacio Patrick Rice de la ex Escuela de Mecánica de la Armada. El llamado “Camino de los mártires”, con un recorrido de cinco “estaciones” en distintas parroquias que evocó a cada uno de los asesinados, concluyó en la sede de Estomba y Echeverría y fue a la vez la búsqueda –de parte de las comunidades de base– de un emparentamiento explícito de los curas asesinados con los 30 mil desaparecidos. El homenaje central se hará hoy, durante una misa convocada a las 20, que estará encabezada por el arzobispo porteño, cardenal Mario Aurelio Poli. Ese escenario también será un espacio de mensajes subterráneos. Los palotinos esperan numerosa presencia de obispos. Entienden que esa presencia, en el contexto del papado de Francisco, puede ser un gesto que convenza al aún poco convencido arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires de impulsar una consulta todavía pendiente para la declaración de los cinco palotinos como mártires.
En el año 2001, el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio hizo un reconocimiento a los cinco religiosos e impulsó la creación de un tribunal y la apertura de la causa canónica. De acuerdo a las leyes católicas, ese proceso tiene dos vías: la constatación de la existencia de milagros o la designación de los muertos como mártires. En 2009 y 2011, Bergoglio buscó consensos entre los obispos argentinos para la declaración del martirio. Pero ninguna de las consultas prosperó. Hubo obispos que no se manifestaron favorables a la causa y Bergoglio decidió esperar mejores vientos, según una fuente de los Palotinos. Desde que Poli asumió no volvió a hacer esa consulta. Es en ese contexto en el que también deben leerse la espera de los obispos y el escenario de esta noche.
Otro de los datos que los organizadores señalan en clave política es la decisión de esta primera salida a la calle. Hasta ahora los actos se realizaron puertas adentro, cada 4 de julio, y sólo a modo de recordación. El destinatario de la caminata de ayer no es sólo el cardenal Poli, sino la propia comunidad del barrio de Belgrano. A esa comunidad que llegó a dejar balas entre las ofrendas de las misas antes de la masacre, el padre Kelly le dedicó un recordado sermón cuando exhortaba a los fieles a no comprar bienes de los desaparecidos y dijo que quienes medraban con esa persecución “dejan de ser para mí ovejas para transformarse en cucarachas”.
Leonardo Orlando es un joven de la comunidad. “Me crié y me formé en San Patricio”, dice. “Lo que me parece importante de todo esto es sacarlos a la calle. Que los Palotinos no sean algo que todos los 4 de julio, cuando lo conmemoramos, abrimos una cajita y los mostramos a los que vienen a la misa, y después los volvemos a guardar, sino sacarlos a la calle. Que la sociedad toda conozca su historia, que fue la de un proyecto de comunidad.”
Ese tránsito por la calle, al que los integrantes de la comunidad no llaman “marcha” sino “caminata”, es también entendido por ellos en clave de filiación con las víctimas de la dictadura. “El asesinato fue un mensaje a la Iglesia en general y a la comunidad, quisieron desarticular cualquier tipo de comunidad, también las que estaban viviendo el Evangelio como en este caso y peleando contra las injusticias. Lo que nosotros queremos decir es que ellos son parte de los 30 mil”.
Carlos Loza no es de la comunidad. Es sobreviviente de la ESMA, parte del colectivo de Justicia Ya! Y uno de los impulsores de la reactivación de la causa judicial que aún no tienen ningún dato sobre los autores de la masacre. “Esta ceremonia tiene una importancia política superlativa”, dice. “Porque por primera vez públicamente se va a reivindicar a estos sacerdotes y seminaristas, cosa que la comunidad se negó por siempre a hacer. Nunca quiso colaborar, nunca aportó nada. Es una comunidad que apoyaba el golpe de Estado, que denunciaba, que tenía personas activas que juntaban firmas para desplazar a los religiosos y a Kelly, que en sus últimos escritos está denunciando amenazas. Todo esto nunca fue reivindicado. Hoy es importante que ese compromiso se reivindique y no quede oculto.”
La masacre se produjo en la madrugada del 4 de julio de 1976. Los vecinos vieron un Peugeot negro estacionado con cuatro hombres y un patrullero que se detuvo y luego se alejó. Rolando Savino, el organista que encontró los cuerpos, contó lo que vio aquel día: “Cuando llego al primer piso veo una escena rara, era todo un desorden. Toda la casa tirada por el pasillo. Había colchones, papeles. La puerta escrita con la leyenda que decía: por los camaradas dinamitados en Coordinación. Insultos. Y yo no salía de mi asombro hasta que llego y veo la habitación, los cuerpos. Yo pensé que estaba soñando. Me tomó casi diez minutos cerciorarme que no era un sueño, una pesadilla. Atino a bajar despacio las escaleras. Salgo y toda la gente me pregunta qué pasó”.
Los pasos pendientes
El caso tiene dos caminos abiertos. Uno en el terreno de la Iglesia, que está dado por la apertura del proceso de canonización. La postulación fue hecha por el responsable de la Orden padre Juan Sebastián Velasco y el laico Francisco Chirichela. El otro camino está abierto en la Justicia penal argentina desde la dictadura. Esa causa estuvo originalmente a cargo del juez Guillermo Federico Rivarola que “cumplió con la mayoría de los requisitos formales de la investigación, aunque resulta ostensible que una serie de elementos decisivos para la elucidación del asesinato no fueron tomados en cuenta”, describió el periodista Eduardo Kimel en su libro La masacre de San Patricio. En 2013, el juzgado de Sergio Torres a cargo de la causa ESMA retomó la investigación al tener en cuenta el testimonio de dos sobrevivientes que escucharon al marino Antonio Pernías jactarse de haber participado en el operativo de San Patricio. En 2006, Torres procesó a 17 integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, pero la Cámara Federal porteña consideró que no estaba probado que los autores hayan partido de la ESMA. Torres desistió su competencia, pero la Cámara volvió a darle la causa en carácter transitorio. La semana pasada, el juzgado envió a Roma un exhorto vía Cancillería para pedir la desclasificación de archivos del Vaticano en busca de la identidad de dos supuestos excomulgados de la comunidad de San Patricio como autores de la masacre.
Los Palotinos nunca se presentaron en la causa penal. Este es un dato importante dado que habla del silencio público de la jerarquía de la Iglesia católica ante la masacre y la posición de complicidad con la dictadura. Y el debate interno que esta masacre generó y aún genera, al interior de la orden. En julio de 2005, el periodista Horacio Verbitsky explicó que “el nuncio Pio Laghi y el cardenal arzobispo Juan Carlos Aramburu designaron al sacerdote Efraín Sueldo Luque para que investigara lo sucedido y redactara un informe con sus impresiones, en dos copias: una para el Vaticano, otra para la Curia y ninguna para la dictadura”. En el artículo, citó información de la embajada de Estados Unidos y documentos del Arzobispado de Buenos Aires. “Pese a lo que sabían, los obispos decidieron no confrontar con la dictadura y dar por buenas sus hipócritas disculpas”. Entre los datos, mencionó un diálogo entre Aramburu y el entonces ministro del Interior Albano Harguindeguy: “La Iglesia sabe sin lugar a dudas que los sacerdotes fueron asesinados por fuerzas de seguridad del gobierno”, dijo Aramburu. Harguindeguy intentó contestarle, pero Aramburu advirtió: “Sería mejor que no hiciera ningún comentario, ya que cualquier negativa sería una mentira”.
Los Palotinos anunciaron en la conferencia de prensa de la semana pasada que finalmente se presentarán como querellantes en la causa. Para hacerlo necesitaban el acuerdo por unanimidad de todas las congregaciones. Según explica una de las fuentes, ese acuerdo recién se obtuvo en la reunión anual de 2015. Desde entonces, abogados del colectivo Justicia Ya! trabajaron en un borrador para la presentación que se concretará en los próximos días. El avance de la causa por el asesinato de Enrique Angelelli en La Rioja, pero sobre todo la posición que en ese caso asumió el obispado de la provincia son dos antecedentes que habilitaron internamente la posición que ahora asume la Orden de los Palotinos también en el escenario penal. En 2010, el obispado de La Rioja se presentó como querellante ante la Justicia y fue uno de los principales impulsores de la causa que culminó con la sentencia del juicio oral de 2014 y la condena a prisión perpetua del vicecomodoro Luis Fernando Estrella, jefe de Escuadrón de Tropas en la Base Aérea y segundo jefe de la ciudad de Chamical. Y de Luciano Benjamín Menéndez. La sentencia fue confirmada este año por la Cámara de Casación Penal.
En marzo de este año, en el contexto de los 40 años del golpe y cuando Estados Unidos anunció una nueva desclasificación de documentos de la dictadura, el Vaticano anunció la desclasificación de sus propios archivos. El secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Carlos Malfa, informó sobre la decisión luego de un encuentro con el Papa. Dijo que el “el ordenamiento” de la documentación archivada “llevará su tiempo” porque algunas “estaban más ordenadas y otras necesitan más atención”. En 2005, Verbitsky decía que Jorge Bergoglio impulsaba la canonización de los palotinos para limpiar su imagen en el camino de ascenso al papado. Ahora Bergoglio es Francisco. No es posible confirmar que él impulse la designación de mártires de los palotinos, pero existen trascendidos en ese sentido. Sus viejas posiciones sobre el tema hacen posible prever que la misa de Poli y los pasos que asuma la Iglesia serán seguidos de cerca desde Roma.
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EL PAIS › HOMENAJE Y RECLAMOS A CUARENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LOS RELIGIOSOS EN LA PARROQUIA DE SAN PATRICIO
La memoria del martirio de los palotinos
Obispos y otras autoridades eclesiásticas, familiares, amigos y funcionarios recordaron a las víctimas de la masacre. La comunidad palotina pide que los sacerdotes y seminaristas asesinados sean declarados mártires y que la orden se presente como querellante.
Por Alejandra Dandan
Los quince obispos se ubicaron detrás del altar cubierto con la alfombra que aún guarda la sangre de los cinco palotinos asesinados por la última dictadura. A ambos lados, se acomodaron decenas de sacerdotes vestidos de blanco provenientes de lugares y filiaciones distintas. Ya había pasado por el altar –en un gesto apresurado, pero fundamental– el nuncio apostólico Emil Paul Tscherring para traer la presencia y bendiciones del papa Francisco. Luego del comienzo de la misa, de la lectura de un pasaje de San Mateo y de las bienaventuranzas, esa “carta magna” de la grey católica, se paró ante el altar el arzobispo porteño, Mario Poli. Se colocó los lentes, acomodó las hojas y dijo: “Los que se creyeron jueces sentenciando a muerte a los hermanos no sabían que los cristianos hacen bien y se los castiga como a malhechores”. “Sabemos”, agregó, en lo que se leyó como un reconocimiento al pedido de la comunidad palotina para que la jerarquía eclesiástica impulse la consulta por el martirio, “que el martirio es un don... Sus hermanos de congregación que conocían bien a quienes les quitaron la vida desean presentar a la madre Iglesia su bautismo de sangre. Ella, con su sabiduría, sabrá decidir cuál es el lugar de los hermanos en la Iglesia del cielo”.
Bajo los techos de San Patricio se conmemoraron los 40 años del asesinato de los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo José Kelly y Pedro Eduardo Dufau y de los seminaristas Salvador Barbeito Doval y José Emilio Barletti. La misa de las ocho de la noche llenó todos los espacios. En la primera fila se sentó el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, al lado de Aníbal Ibarra, uno de los impulsores de la reapertura de la investigación penal de 1984, luego del cierre ordenado por la justicia de la dictadura. Estuvo el rabino Daniel Goldman, el subsecretario de Culto de Nación, Alfredo Abriani, hubo funcionarios del Ministerio de Educación, sobrinos, hermanos y padres de los curas asesinados, cientos de personas.
“También las cicatrices de Jesús se vieron en los cuerpos de nuestros hermanos religiosos asesinados el 4 de julio y así se presentaron ante el señor de la Misericordia”, dijo el arzobispo. “Por qué no pensar que se entregaban a la vida fraterna aquellos palotinos de los que hoy hacemos memoria”, dijo. Comprometidos en la oración, en los sacramentos, en el servicio a los pobres y el servicio a los débiles de la fe hasta que, agregó, “como dice el salmo, el enemigo me persiguió a muerte y aplastó mi vida contra el suelo”.
Ante el altar, catorce velas encendidas durante todo el día irradiaron luz sobre las imágenes de los cinco hombres que esta comunidad nombró desde el comienzo como sus mártires. Desde allí partió el reclamo para impulsar primero a los superiores de la Orden y luego a la jerarquía de la Iglesia a abrir los dos caminos que reclaman. El primero, la vía de la canonización o el proceso de martirio dentro del espacio de la Iglesia. Un proceso que, según aseguran entre los palotinos, Jorge Bergoglio impulsó en primera persona durante la celebración del año 2001, cuando se cumplían 25 años de los crímenes, al nombrarlos por primera vez como mártires en la homilía y estimular a la Orden a que presente la postulación. Los palotinos lo hicieron pero el proceso, sin embargo, se detuvo. La segunda aprobación debe darla la jefatura local de la Iglesia. Bergoglio sondeó sin éxito a los obispos en dos consultas, en 2009 y 2011, dicen en la congregación. Y Poli todavía no abrió esa consulta.
El reclamo de ayer y la inédita presencia de obispos que los palotinos lograron convocar a su iglesia buscó mostrar ante el Arzobispado el consenso para que lo haga.
En ese escenario apareció el espacio para el segundo reclamo, esta vez empujado por la comunidad y sobre todo de parte de los jóvenes que no sólo piden el reconocimiento celestial, sino que la Orden termine de firmar los poderes para presentarse como querellante en la causa penal dentro de la justicia terrestre.
Entre los obispos hubo presencias estelares para ese juego de fuerzas. Carlos Malfa, secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Pastoral Social, que durante el día dijo que la causa de los palotinos está viva y en marcha. Estuvo Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de Cáritas. También estuvieron los sacerdotes más cercanos al Papa, como José “Pepe” Di Paola. Y también estuvieron los palotinos, con representantes de todas las comunidades del país. Entre ellos, Jeremías Murphy, provincial de la Orden; Juan Sebastián Velasco, postulador de la causa, y Rodolfo Capalozza, sacerdote y sobreviviente.
A unos y a otros iban dirigidos los mensajes que los que estaban allí daban con su sola presencia. Gastón Barletti esperó desde temprano el ingreso. Hermano de José Barletti, uno de los dos seminaristas asesinados, hace dos años logró presentarse por su propia búsqueda en la causa judicial ahora en manos del juez Sergio Torres, a cargo de la megacausa ESMA, uno de los espacios de la dictadura de donde se sospecha que salieron parte de los ejecutores de la masacre. La madre de Barletti esperaba en un auto. El, mientras tanto, decía con énfasis que logró presentarse como querellante. Es el único de los familiares que abrió hasta aquí ese camino. “Son muchos años o muy pocos según lo que hayamos aprendido”, dijo un día antes, cuando comenzó la caminata que simbólicamente partió de la ex ESMA hacia San Patricio. “El Grupo de Tareas ejecutó la orden sobre cinco personas armadas sólo con la palabra del Evangelio que fueron entregados por la sospecha, las calumnias que habitaban cerca de ellos”. Dijo, más claramente que Poli, que ellos trabajaron en las villas, que eso era considerado “peligroso y hasta subversivo”. Que como parte de sus condenas “fueron negados tres veces”: por sus hermanos de la comunidad, por la Iglesia y también por algunos integrantes de la Orden. Y reclamó: “Si hoy después de cuarenta años no ponemos toda nuestra energía, los seguiremos negando, creo que la autoridades de la Iglesia palotina y de la Iglesia, esto lo saben”.
Rolando Savino tuvo a cargo anoche las sinfonías del órgano de la celebración, el “organista”, como se llama a sí mismo, primer testigo del crimen ocurrido el 4 de julio de 1976. “En la Iglesia estamos los mismos que en la calle”, dijo, sentado sobre uno de los bancos Fernando González, uno de los docentes de la comunidad. “Hay algo de desazón en todo esto porque recién ahora salimos a la calle, pero por otro lado esto también es un gran logro y un gran triunfo. A la convocatoria se incorporó gente en un barrio que es más ritualista que participativo. Muchos se acercaron a preguntar, pero también esto es culpa nuestra, porque por muchos años esto se celebró sólo puertas adentro de la Iglesia”.
“¿No me diga que ahora todo esto se puede reabrir por la imprescriptibilidad?”, preguntó sorprendida a Aníbal Ibarra una anciana abogada del barrio. Ester Nélida González dice que para entonces también vivía en ese barrio entre Belgrano y Urquiza. Cree que “obviamente los responsables, por la edad, seguro ya no van a estar más. Pero ojala –sigue– que todo esto pueda seguir. Como ser humano acá uno sabe que hay cosas que no se pueden hacer. Y usted piense que en el barrio dijeron de todo. De todo. Y que todavía hay gente que dice que no son tantos los desaparecidos”.
Pérez Esquivel dijo venir a honrar a los mártires de la Iglesia. “Los mártires son semillas de vida, dieron testimonio de vida, frente a lo que estaba viviendo el país, como tantos otros. Ellos tienen una presencia muy fuerte en la vida del pueblo. Hay que tratar de llegar a la verdad y la justicia ahora para que estos crímenes no queden en la impunidad”.
Los sobrinos de Alfie Kelly se acercaron también a agradecerle a Ibarra. Una señora le regaló un libro de Angelelli. Ibarra habló rápido de cómo el nuncio Pio Laghi y el cardenal arzobispo Juan Carlos Aramburu, inmediatamente después de la masacre, llegaron a la Iglesia. De cómo el sacerdote Efraín Sueldo Luque empezó a investigar. De cómo Laghi y Aramburu supieron rápido quiénes fueron los autores y cómo guardaron silencio en complicidad con los militares.
“Esto que está pasando ahora es maravilloso”, dijo una sobrina de Kelly el día anterior. “Recién se lo decía a los chicos que vi pasar con la imagen de Angelelli y de los curas de Chamical: es realmente conmovedor ver esto, porque es una oportunidad de mostrar que ellos pensaban en un mundo mejor y que este mundo mejor es posible en la medida que estas cosas puedan pasar. Y en la medida en que haya memoria. Que se busquen la verdad y la justicia”.
En la iglesia, el organista hizo sonar el Creo.
De la misa participaron, entre otros, el arzobispo Mario Poli y el nuncio Emil Paul Tscherring, que transmitió bendiciones del Papa.
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