Mi sed de ti me arrastra por la arena buscando el manantial que me rehuye; se me incendia la boca, y en la escena sólo yo estoy, y sólo el tiempo fluye. Avanzo en avidez; se desmelena la noche en el crepúsculo; concluye un día más sin ti; la sed me oprime… ¿Cuándo podré encontrarte? Dime, dime…
Brevería Nº 1377
La noche
La noche se me abraza a la cintura, enamorada impertinente, ciega, que, narcotizadora, se me entrega huérfana de pudor y vestidura.
La noche huele a ti, lasciva y pura, virgen y cortesana; me doblega y me hace libre, se adjudica y ruega, amante joven y a la vez madura.
La noche, remolino de cien dedos tejiendo y destejiendo los enredos que ansía el corazón y urde la mente.
Me habla de ti la noche, de un encuentro en que te abres a mí, y en ti me adentro; la noche, que lo sabe o lo presiente.