Tiene una hermosa sonrisa, quizás para ocultar esa historia triste de su pasado, como muchos argentinos. Su rostro tiene un ángel que muy poca gente pudiera llevar con tan conmovedora historia.
Hoy tiene 40 años y con 19, en una búsqueda interior que la llevó incluso a tomar terapias, descubrió que sus padres y su tío fueron de esos tantos miles de desaparecidos y asesinados en una de las épocas más oscuras de esta nación.
Soy hija de Lito Ponce e Inés Alicia García, y sobrina de Oscar Ponce, quienes fueron incluidos en la lista de cientos de compañeros que pasaron por la morgue judicial y enterrados en un osario común en el cementerio de Chacarita, relata a Prensa Latina.
Sol, como la llaman sus allegados, es militante de Memoria Palermo, uno de los que integra el proyecto Barrio por la Memoria y Justicia. Ahí conoció a quien es hoy su pareja y personas cercanas a sus padres, gente que han sido, dice, el sostén psicológico y emocional de su vida.
Desde los 19 años me dediqué a buscar la mayor cantidad de datos y a investigar en principio qué había ocurrido con mis padres, quiénes fueron los que estuvieron detrás de su asesinato, y luego tratar de encontrar compañeros vivos de esa época.
Ponce ha descubierto muchas cosas. Por ejemplo, con el apoyo de Memoria Palermo y de la subsecretaria de derechos humanos, en 2013 supo que sus padres fueron inhumanos y llevados a Chacarita.
Recién el año pasado conocí que había una causa en el hogar Casa Cuna (cuyos exdirectivos están siendo investigados por robo infantil durante la dictadura), que fui secuestrada durante dos meses cuando asesinaron a mis padres, explica.
También recuperó el expediente de la comisaría donde la llevaron hombres vestidos de civil después del asesinato de sus familiares.
Convertida hoy en psicóloga, desde los cinco años siempre se preguntó por qué todos tenían dos papás y ella no. Aún más triste fue conocer que resultó criada por un abuelo paterno que perteneció al servicio penitenciario federal y le ocultó la verdad.
A medida que iba creciendo me preguntaba donde habían sido enterrados mis padres, eso siempre me generó una gran interrogante. Alrededor de los 14 años, cuando en la escuela comencé a escuchar sobre la historia de Argentina, me imaginé que podía ser hija de desaparecidos por la edad, rememora.
Ya había empezado mi primer tratamiento psicológico y un poco más crecida, fui a la liga por los derechos del hombre y descubrí que mis padres estaban incluidos en el libro.
Eran militantes populares desde los 13 años y la persecución política hizo que vivieran en la clandestinidad, manifiesta Ponce a Prensa Latina mientras participa en la colocación de cuatro baldosas en memoria de las víctimas de la dictadura en la entrada de la morgue judicial.
En Memoria Palermo he encontrado un lugar para recuperar esos vínculos, dice; 'lo más reparador fue hallar esos lazos'.
Siempre que me reúno con ellos tengo la fantasía de que en algún lugar mis viejos ven en esa era la red que yo hubiera heredado naturalmente si estuvieran vivos, si no me los hubieran matado, señala.
Precisamente Ponce fue quien el pasado año impulsó la causa para que se investigue la complicidad, el delito de encubrimiento y la autoría de los funcionarios de la morgue del Poder Judicial, y las responsabilidades penales de jueces y secretarios penales.
Según explicó a Prensa Latina el abogado de esta causa, Pablo Llonto, pide investigar el rol de los integrantes de la morgue que de 1976 a 1978 recibieron cuerpos y en vez de hacer los procedimientos para devolverlos a los familiares, los enterraron sin identificación.
La lista inicial arroja 80 víctimas pero son muchos más, los que llegaron y algunos que fueron entregados y otros no. Lo hicieron con algunas familias pero no con otras y eso marca una responsabilidad penal, sostuvo el letrado.
Después de todo lo avanzado, hoy Clara Soledad Ponce ve a la Argentina con mucha tristeza, con duelo, dice. Habíamos sido muy cuidados y acompañados por el gobierno anterior, subraya, y entramos en estado de shock cuando escuchamos al actual gobierno que proyecta una política neoliberal y quiere acallar nuestras voces.
Es altamente ofensivo y pretenden llevar hacia atrás las conquistas que hemos tenido, manifestó en relación con la cifra de casi ocho mil desaparecidos que difundió recientemente el Gobierno y no la de más de 30 mil calculada por los organismos de derechos humanos.
Hoy, apunta, redoblamos los esfuerzos y continuaremos con esta lucha, sosteniendo las banderas de la verdad. Hay personas que todavía en los lugares más recónditos de nuestro país no se han animado a hacer la denuncia de sus familiares desaparecidos.
Por eso la importancia de que el Estado siga apoyando y financiando estas investigaciones. Necesitamos que se le dé celeridad a los juicios de lesa humanidad para descubrir esa parte de la historia, señala Ponce, quien clama por justicia y reparación histórica