Fillon, quien se desempeñó como primer ministro durante la presidencia de Sarkozy de 2007 a 2012, se situaba en el cuarto lugar en las encuestas realizadas desde septiembre, bien alejado de los considerados favoritos desde el primer momento: el exmandatario y Alain Juppé.
Sin embargo, desde inicios de octubre el aspirante de 62 años alertó que los pronósticos fallarían y afirmó que la fuerza de su movimiento saldría a la luz poco antes de las votaciones.
Efectivamente, el ex jefe de Gobierno se mostró seguro y confiado en los debates televisivos y solo una semana antes de las primarias, los sondeos comenzaron a otorgarle un alza en el apoyo.
Pero nadie esperaba que la victoria fuera tan amplia: más de un 44 por ciento de los votos y el triunfo en la mayor parte de los 101 departamentos del país, mientras Juppé -que siempre lideró las encuestas- quedó con un 28 por ciento y se impuso en menos de un decena de departamentos.
Ambos políticos se enfrentarán el próximo domingo en segunda vuelta, para definir el candidato conservador a las presidenciales de 2017.
De acuerdo con los análisis posteriores, varias claves llevaron a Fillon a imponerse y entre ellas sobresale que se presenta con el programa más claro y detallado, lo que ha generado seguridad en los votantes.
Se trata de una agenda liberal desde el punto de vista económico, y bastante conservadora en lo moral, lo cual conquistó a un segmento del electorado de tendencia burguesa y católica.
En el tema de la lucha contra el terrorismo, uno de los que más preocupa a la ciudadanía, Fillon propone una hoja de ruta muy precisa y que lo distinguió del resto de sus contrincantes.
El aspirante a la presidencia aboga por establecer una alianza con Rusia en aras de combatir con eficacia al Estado Islámico, y estima necesario además retirar las sanciones de la Unión Europea contra Moscú y entablar un diálogo con el gobierno sirio de Bashar al-Assad.
'Si al-Assad es presidente es porque cuenta con un respaldo popular, y eso no podemos ignorarlo', sostuvo en el último debate televisado.
El otro factor que lo benefició fue la amplia participación con más de cuatro millones de votantes en las más de 10 mil mesas electorales instaladas en todo el país.
De acuerdo con los analistas, una participación débil protagonizada por el núcleo fuerte del partido Los Republicanos habría beneficiado a Sarkozy, mientras la mayor afluencia significó abrir el espectro y favorecer a otros candidatos.
La eliminación del expresidente en la primera vuelta de las primarias fue la otra gran noticia del domingo electoral, un político cuyo pasado presidencial era considerado por muchos una ventaja inigualable.
Tras la derrota, Sarkozy lució conmovido al aceptar públicamente que 'no logré convencer a una mayoría de los electores, pero comprendo y respeto a los que decidieron votar por otras opciones'.
Asimismo, manifestó su estimación por los dos vencedores y precisó que en la segunda vuelta votará por Fillon, al opinar que es la mejor apuesta por el futuro del país.
La participación de más de cuatro millones de personas en unas primarias fue otro factor inesperado y con varias lecturas: en primera instancia se le considera una muestra de que los franceses tienen mucho interés en expresar su voluntad en las elecciones, y además algunos analistas lo definen como un buen augurio para la derecha de cara a las presidenciales de 2017.
No obstante, un sondeo Elabe señaló que del total de votantes, un 63 por ciento era de derecha, un 15 de izquierda, un ocho de ultraderecha y un 14 dijo no tener preferencia política.