Por: Wladimir Abreu. Especial para TP
René Schneider fue un militar de carrera, nacido en 1913, ingresó a las Fuerzas Armadas chilenas a los 15 años; hombre culto y de trato afable, era tenido por sus compañeros de armas como un solidario compañero.
Desde 1969 el General Schneider era el Comandante en Jefe del Ejército. La posibilidad real del triunfo de la Unidad Popular (UP) y de Salvador Allende en las elecciones presidenciales, generó ruido de sectores militares, ante lo que Schneider declaró el 8 de mayo de 1970: “El ejército es garantía de una elección normal, de que asuma la presidencia de la República quien sea elegido por el pueblo […]. Nuestra doctrina y misión es de respaldo y respeto a la Constitución”.
Cuando Allende gana las elecciones, el 4 de septiembre de 1970, al no superar el 50% de los votos era necesario que el Congreso de la República ratificara el resultado. El que la izquierda pudiera efectivamente acceder al gobierno, provocó que las fuerzas de la ultraderecha chilena, aupada por la criminal pandilla de Nixon-Kissinger, motorizaran acciones para evitarlo, tal como lo reveló el Washington Post, en 2010, al publicar documentos desclasificados del Departamento de Estado de EEUU.
Las FFAA chilenas, a pesar de su famoso “constitucionalismo”, además de aristocráticas eran –como la mayoría de los Ejércitos latinoamericanos– profundamente anticomunistas. No se dejaría pasar por alto que un declarado marxista asumiera la máxima representación del Estado. La derecha buscará torpedear la ratificación de Allende por el Congreso, a través de cualquier acción incluyendo la posibilidad de un pronunciamiento militar.
Nuevamente el General Schneider expresa el respeto que debían las FFAA a la legalidad constitucional, declarando tras las elecciones: “Hemos aceptado el veredicto de las urnas. Reconocemos y apoyamos en estos momentos a dos postulantes a la Presidencia de la República, que son los que obtuvieron las dos primeras mayorías relativas, el señor Allende y el señor Alessandri. Legalmente le corresponde al Congreso Nacional decidir cuál de los dos será el futuro Presidente de Chile, y a quien elijan ahí, lo debemos apoyar hasta las últimas consecuencias”.
La ultraderecha interna y externa comprende que Schneider no se prestará para una acción fascista y antipopular, lo cual sella su destino: será utilizado como carne de cañón para evitar la ratificación de Allende.
Miembros de Patria y Libertad (ultraconservadores apoyados por la CIA) planean el secuestro de Schneider para provocar la intervención del Ejército y evitar la sesión del Congreso. Para culpar a la UP crean una “Brigada Obrero Campesina”, con el terrorista Enrique Arancibia Clavel.
El 22 de octubre de 1970, a las 8am, el auto de Schneider fue bloqueado en la esquina de la avenida Américo Vespucio, los criminales rodean el automóvil y destrozan con martillos los cristales, pero al notar que el General toma su arma para defenderse, lo acribillan. Tres días después fallece a causa de las heridas.
Los complotados no logran evitar la toma de posesión de Allende, pero dejan un claro anuncio de lo que serían los siguientes tres años hasta el Golpe fascista.