El Gobierno del brasileño Michel Temer, surgido tras el impeachment de Dilma Rousseff en agosto, no conoce la paz. A la dimisión de la semana pasada del ministro de Cultura , Marcelo Calero, se suma hoy la de un peso pesado del Gobierno: el cuestionado Geddel Vieira Lima, ministro de las Relaciones con el Congreso. Las dos dimisiones están relacionadas y ambas amenazan con hundir al tambaleante ejecutivo de Temer, zarandeado ya de por sí por una crisis económica que no remite.
Marcelo alegó para su dimisión las presiones que Vieira Lima ejerció sobre él para que intercediera a fin de que un organismo cultural encargado de velar por el Patrimonio Histórico aprobara la construcción de un edificio de pisos de lujo en una zona protegida de Salvador de Bahía en el que el propio Vieira Lima había comprado un millonario apartamento. En un principio, Temer sostuvo a Vieira Lima a pesar de la tormenta mediática se abatió contra él.
Hoy, mediante una carta en la que asegura que “veo el sufrimiento de mis familiares y ese es el límite” ha resuelto dimitir. La renuncia, de cualquier forma, se produce horas después de que en Brasilia se expandiera el rumor de que Calero tiene grabaciones del propio Temer en las que el presidente aconseja al ex ministro de Cultura que interceda en la aprobación del edificio. De hacerse públicas estas grabaciones (en Brasilia es práctica normal en los últimos meses que altos cargos que desconfían unos de otros se graben ocultamente), la hecatombe política que caería sobre Temer —un presidente siempre impopular que lo fía todo a la superación de una crisis económica que nunca llega— sería impredecible.
De cualquier forma, Calero ya ha relatado ante la policía que el propio presidente Temer le presionó para que intercediera y “encontrara una solución” al asunto del piso. “Las cosas de la política son así”, asegura el ex ministro que le dijo el actual presidente.