El general Lauris Norstad, jefe de las Fuerzas Aliadas en Europa, consideró que “la Bahía de Cochinos es la peor derrota de Estados Unidos desde la Guerra de 1812”. El jefe de la OTAN analizó así el fracaso del gobierno de Estados Unidos en Playa Girón.
La Guerra de1812, librada y perdida por EE.UU. contra Canadá, fue el primer intento de expansión de las 13 colonias que constituyeron la nación en 1776. Liberados del colonialismo algunos de sus fundadores se proclamaron escogidos por Dios para guiar al resto del mundo y expandirse hacia el oeste y el sur.
Playa Girón se relaciona con los temas más importantes del siglo XX como el asesinato de John y Robert Kennedy; la Crisis de los cohetes, la alianza de Churchill y Truman, Hiroshima y Nagasaki, la CIA, el anticomunismo, la Guerra Fría, el Maccartismo, el neoliberalismo, el auge del complejo militar-industrial. Está también concatenada la Bahía de Cochinos con la guerra de Viet Nam, las del Medio Oriente (Palestina, Iraq, Siria) Afganistán, Ucrania y la misteriosa muerte repentina de Franklyn D. Roosevelt por las opiniones del finado presidente respecto al uso de la bomba atómica, el establecimiento del Estado de Israel y sobre el propio Churchill.
Nixon se declaró consternado al descubrirse su complicidad en el registro realizado por los “plomeros” en el local del Partido Demócrata en el edificio Watergate que el entonces presidente dijo actualizaba la cuestión de Bahía de Cochinos (The whole Bay of Pigs thing).
Bienvenido Pérez Salazar vivió intensamente los días de Playa Girón junto a Fidel Castro; estaba tan habituado a que le llamasen Chicho que no respondería si le llamaban por su nombre. Bienvenido era jefe del grupo de la escolta personal de Fidel y estaba de guardia cerca de él, en el edificio de la calle 11, en el Vedado habanero, donde vivía el Jefe del Gobierno. La noche del 16 al 17 de abril el Comandante en Jefe se había recostado para dormir algo, pues no lo había hecho desde el ataque aéreo al alba del 15 de abril en los aeropuertos de San Antonio, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba. Había estado entregado a labores del sepelio de las víctimas y al discurso en que proclamó el carácter socialista de la Revolución.
La quietud era general y de pronto, cerca de la medianoche, Fidel se levantó y comenzó a pedir llamadas telefónicas a distintos jefes militares del país, daba largos pasos de un lado a otro del pasillo y decía: Ya desembarcaron y por donde me lo suponía Vamos a aplastarlos.
“Caminaba y apoyaba las manos en la pared como si se balanceara de un lado a otro del pasillo, mientras recitaba versos del Himno Nacional. De repente se paró y gritó muy fuerte: ¡Viva Cuba Libre!, hizo un ademán de manos y dijo: ‘Vámonos…’ Bajó a grandes zancadas la escalera, se detuvo unos instantes en la acera y repitió: Los vamos a aplastar”. (1)
Fidel montó en uno de los asientos del Odsmobile negro del año 1960 que usaba. En el asiento delantero se acomodó su ayudante personal, el capitán Alfredo Gamonal, quien poco antes trabajaba en la tienda La Sortija de la calle Monte. Al timón estaba Jesús López Monteavaro y el resto de la escolta se distribuyó entre este automóvil y otros dos. Tomaron la calle 12 y se dirigieron a 36, en Kohly, Nuevo Vedado, donde estaba situado el Estado Mayor conocido como Punto Uno. Allí su jefe, el Comandante Sergio del Valle, secundó a Fidel para organizar rápidamente las compañías, los batallones y los jefes que repelerían la invasión.
El Comandante en Jefe comprobó, conectándose con el Central Australia a las 03:29, que el golpe principal era el desembarco de tropas en Playa Larga y Playa Girón, en la Bahía de Cochinos, Península de Zapata, Matanzas, donde ya se combatía. Ordenó al batalllón 339 que avanzase hasta Playa Larga desde el central Australia, y a la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas con su director, el capitán José R. Fernández, salir hacia Playa Larga y Aguada de Pasajeros y tomar Pálpite e impedir que formaran una cabeza de playa, que es un objetivo estratégico; al batallón de milicias de Matanzas le orienta avanzar urgente hacia Jovellanos.
Fidel alistó la Columna especial No 1, José Martí, en Cojímar, organizada por él mismo. Había puesto al frente a los oficiales Haroldo Ferrer y Leopoldo Cintra Frías, jefes de la Infantería y la artillería, respectivamente. Alertó a los batallones de reserva y mantuvo una columna en el Central Covadonga, hacia donde envía una batería antitanque, otra a Girón y otra a la columna de Cayo Ramona; mueve morteros 120 sobre Girón.
El desembarco se produjo en un lugar muy difícil de recuperar, pues las carreteras de acceso tienen que atravesar varios kilómetros de ciénaga sin posibilidad de maniobra militar alguna. Los invasores lanzaron tres pelotones de paracaidistas en los pantanos cenagosos; trataban de cerrar las rutas entre Playa Larga y el Australia, pero la resistencia de los milicianos prácticamente los aniquila.
Fidel mantuvo contactos siempre con el comandante Raúl Castro, que estaba al frente de la defensa en las provincias orientales; los comandantes Juan Almeida y Ernesto Che Guevara, en las centrales y Pinar del Río. A Almeida le orienta enviar varios batallones de tropas al este de Girón para cercar al enemigo. Ordenó al capitán Osmani Cienfuegos, jefe del sector 4 de la defensa de La Habana, que comprendía toda la costa norte hasta el Mariel, tener listos a todos los batallones de su sector para salir de operaciones. Sitúa al sur, hacia Pinar del Rio, a Universo Sanchez y 4 baterías antitanques.
LA PREPARACIÓN MILITAR Y POLITICA DE LA INVASIÓN
El Volumen X del FRUS (Foreign Relations of the United Status) sobre Cuba (1961-1962) publicado por el Departamento de Estado, junto con el Volumen VI del Departamento de Estado del período 1958-1960, contienen mucha de la agresiva y reveladora cara norteamericana de este proceso, presentada como una quimera cubana. Los planes de la CIA para aplastar a la Revolución tenían como eje principal el asesinato de Fidel. Richard Bissell, subdirector de la CIA, muy ligado al director Allen Dulles, citó la mañana del 18 de agosto de 1960 al coronel Sheffield Edwards, director de la Oficina de Seguridad de la Agencia. Bissell dijo a Edwars que tenía instrucciones expresas de Dulles de acabar con el líder cubano. La decisión había sido aprobada por Eisenhower.
Los detalles están contenidos desde 1975 en un informe del Comité Especial del Senado de Estados Unidos, dirigido por el senador Frank Church‚ donde se expresa que "en agosto de 1960 la CIA contactó para matar a Fidel Castro a los jefes mafiosos John Roselli, Santos Trafficante y Sam Biancana para dirigir el proyecto y como infalible arma varios planes de asesinato. La revista U. S. News and World Report incitaba a actuar con rapidez, pues la Revolución Cubana “se fortalece cada día que pasa”. Un objetivo paralelo de Dulles era obligar a Cuba a recurrir al campo socialista para que ese acercamiento “justificase” medidas punitivas. Todo parecía previsto en los planes. Antes del desembarco estaba señalada una preparación táctica aérea para destruir o neutralizar todos los aparatos y navíos aéreos en los aeropuertos cubanos.... “la fuerza invasora el día D-1 mientras esté en combate tendrá como misión principal defender una pequeña área (cabeza de playa) que bajo ideales condiciones incluirá un aeropuerto y acceso por mar para el apoyo logístico. Los planes debían prever que pudiesen recibir abastecimientos desde el aire. Si no ocurre como previsto, en la cabeza de playa debe establecerse un gobierno provisional que pueda ser reconocido por Estados Unidos y probablemente por otros Estados Americanos y brindarle abierta asistencia militar. El camino estará entonces pavimentado para una intervención militar de Estados Unidos que dará como resultado el derrocamiento del gobierno de Castro”
AHÍ VA FIDEL. AHI VA EL HOMBRE
El Comandante en Jefe continuó todo el tiempo dando instrucciones por teléfono y comprobando si eran cumplidas. Su objetivo fue poner el desembarco fuera de combate antes de que transcurrieran 72 horas, para impedir que los invasores organizados, financiados y armados por la CIA, pudiesen reclamar la intervención directa de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
A las 3:00 p.m. partieron con Fidel hacia el frente de combate los comandantes Flavio Bravo y René Vallejo, los capitanes Gamonal y Eugenio Teruel, ayudante de Raúl Castro, y miembros de la escolta. En el trayecto hacia Zapata, el pueblo entero estaba movilizado, cada vez que alguien alcanzaba ver al comandante en Jefe dentro del vehiculo gritaban “Ahí va Fidel. Mira, ahí va el hombre.”(2)
El primero que lo veía, desde una parada de ómnibus, desde una esquina, desde cualquier parte, lo anunciaba con el afán de que otros pudieran verlo y la frase se repetía incansablemente. ¡Ahí va Fidel! Ver al Comandante en zafarrancho infundía al pueblo valor y nuevos bríos. Cerca de las 4:00 p.m llegaron al Central Australia, donde Fernández había instalado un puesto de mando. Le informa que aviones enemigos con insignias cubanas en su fuselaje engañaron a nuestras tropas: hacían señales de amistad con las alas y les ametrallaban infringiendo grandes bajas. Fidel informa que vienen refuerzos, reorganiza el combate en Playa Larga que aun no había podido ser recuperada y sigue adelante.
Orientó a las fuerzas aéreas organizar dos escuadras con dos Sea Fury y un B-26 y un T-33 a chorro. Pregunta sobre la escuadrilla y le comunican que está al mando del capitán piloto Enrique Carreras. Se lo ponen al teléfono. Carreras recordó después en varias entrevistas que Fidel los visitaba mucho días antes de los ataques y les advirtió que los pocos aparatos de combate que teníamos debíamos cuidarlos mucho, dispersarlos bastante para evitar que si nos atacaban, como seguramente iba a ocurrir, los destruyesen todos. El único modo de salvar algunos aparatos era ese. Y así evitaron que los aniquilasen como creyeron los jefes del Pentágono que había ocurrido. Salvaron esos pocos aparatos y fueron decisivos en los combates.
Pidió a Carreras que atacase los barcos y éste enfiló al Houston, repleto de tropas y suministros bélicos; el fuego antiaéreo fue una cosa de locura, docenas de ametralladoras y cañones vomitaban metralla hacia arriba. Carreras disparó los cohetes y para su sorpresa hizo blanco en el barco y fue hundido. Averió otro y abatió un avión B-26.
Fidel insistía en que lo principal no era atacar a los invasores sino hundir los barcos que los transportaban. En ellos estaban los refuerzos, el equipamiento militar y los suministros en alimentos y materiales que les permitirían sobrevivir.
El derroche de coraje del pueblo, la dirección, el contacto directo y las órdenes de Fidel, en especial sus extenuantes pero exitosos afanes para lograr la victoria total en menos de 72 horas, evitaron la intervención directa de Estados Unidos.
(1) Elvin Fontaine Ortiz. Fidel Desde el punto Uno a Playa Girón. Editorial de Ciencias Sociales, 2014. La Habana, p.56
(2) Ibid.