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General: Los sueños truncos de Fidel
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 02/12/2016 18:20

Los sueños truncos de Fidel



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 02/12/2016 22:35
La Habana, 27 Noviembre 2016

(Por Atilio A. Boron) Lágrimas hay de diversos tipo. Algunas, las más corrientes, son de tristeza. Otras resuman melancolía. Hay otras que expresan la indignación y la impotencia ante una ofensa que no puede ser contestada o reparada. Pero hay algunas, que me embargan por momentos, que ponen de manifiesto un impulso criminal que sólo por un arduo esfuerzo de mi conciencia logro controlar y apaciguar. Me pasó hace unos minutos cuando ví las fotos de la gusanera de Miami, celebrando la muerte de Fidel; o cuando veo a los fascistas dispuestos a que Venezuela regrese a la edad de piedra con tal de acabar con el chavismo (¡cosa que no lograran!); o cuando leo las declaraciones de Donald Trump y otros de su pelaje diciendo barbaridad y media sobre Fidel y la Revolución Cubana, así con mayúsculas. En estos casos, y en otros similares, aparecen esas lágrimas que despiertan en mi esa fiera alojada en mis tripas -por suerte casi siempre dormida- y que, ante estímulos como los enunciados desata un torrente de ideas -¡en realidad siniestras ocurrencias!- para acabar con esas lacras que tanto daño hacen a la humanidad. 
 

 

Al leer lo de Trump y ver a los humanoides miameros, la fiera que me habita me susurraba diciéndome que tenía que ver la forma de organizar un magnífico paseo en yate por el Caribe, invitar a Trump y todos sus asesores y financistas, más los miembros más conspicuos de la mafia anticastrista de Estados Unidos, más la señora Hillary Clinton (¿por qué no?) y su esposo, mas “Bibi” Netanyhau, Rajoy, “Felipillo” González, el chocolatero que funge como jefe de estado en Ucrania, y una buena colección de “fachos” europeos, latinoamericanos y estadounidenses. Alentada por la fiera mi exaltada imaginación ya no se detenía ante nada porque, una vez soltadas las amarras y comenzado –por suerte imaginario- paseo en el yate, un miliciano internacionalista oculto en un refugio subterráneo de la Sierra Maestra decide emular a los “boys” que manejan los drones en Estados Unidos, identifica el yate, descubre que oculto en él hay un peligrosísimo terrorista islámico a bordo y, con el objeto de preservar la seguridad nacional norteamericana, dispara desde el dron revolucionario y libertario una batería de misiles que hace estallar al yate por los aires y acaba en un santiamén con toda esa canalla. La acción se completa con la publicación de un informe oficial -como hace Washington diciendo que en un casamiento en Islamabad o en un funeral en Kabul- descubrieron que había un tipo que parecía ser el jefe de una célula terrorista dormida anidada en New Haven, Connecticut, y que tuvieron que eliminarlo, deplorando los “daños colaterales” producidos por esa operación y enviando un sentido mensaje de condolencia a los familiares de las víctimas.
 
 
 
Calmada mi indignación y secadas mis lágrimas ante la perfección del plan me llamo a sosiego y me digo que nosotros, como lo enseñó Fidel, representamos un nivel superior de eticidad y que no debemos utilizar las armas y las tácticas de nuestros enemigos. Que el socialismo es un estadío moralmente más elevado que el capitalismo y que un plan como ese no puede ir más allá de ser plasmado como un cuento, y que nuestra batalla la libraremos con otras armas, una de las cuales, sin duda, es el humor que con tanta maestría manejaba el Comandante y que tanto irrita a la derecha y a los imperialistas. Nuestra victoria podrá demorarse más de lo previsto pero será inevitable. Porque, como él lo dijo en su extraordinario discurso en la Cumbre de la Tierra en Río, 1992, si no detenemos la barbarie del capitalismo la especie humana será barrida de la faz de la tierra. Para salvar a la humanidad habrá que acabar con el capitalismo. En eso estamos y, ahora que Fidel ya nos acompaña de otra forma, seguiremos con renovados bríos en esa tarea.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 03/12/2016 11:21
Preparativos en la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo para el acto de homenaje póstumo del Comandante en Jefe. Foto: Roberto Cabrera Catasus

SANTIAGO DE CUBA.—De visita en los Estados Unidos para acompañar a su hijo y joven pintor, Alejandro, en la apertura de su exposición personal de denuncia al bloqueo titulada Vuelo directo, en el Centro de Estudios de Cuba, en Nueva York; así como para participar en la muestra colectiva de una galería de Miami dedicada a exponer el arte de la Isla, un mensaje paralizó a Alberto Lezcay Merencio.

Había fallecido el Comandante en Jefe, y de inmediato vinieron los cambios de planes para el destacado pintor y escultor. Mientras se gestionaba el regreso a Cuba lo antes posible, sacó tiempo para hacer mediante un periodista amigo una firme declaración sobre ese símbolo para nuestro país llamado Fidel, así como para pintar un cuadro que tituló: Se va, pero no se va.

«Realmente —señala—, quería estar en la Patria, y en especial en mi Santiago de Cuba en estos duros días para todos los cubanos, porque estuve junto a él en muchos momentos que me llenan de amor y de orgullo, porque también siento como muchos una profunda deuda con su especial sensibilidad, y el apoyo que supo brindarle al arte y la cultura en general».

Por ello, ahora en que se ha conocido que las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Cas­tro Ruz tendrán su última vigilia en la Plaza de la Revolución Mayor General An­tonio Maceo, Lezcay ha accedido, como uno de los autores fundamentales del recinto, a revelar la especial prioridad que el líder de la Revolución le concediera al emblemático proyecto santiaguero.

«Fueron muchas las ocasiones—refiere—, en que durante los nueve años de ejecución Fidel visitó esta obra colectiva, para conocer cada detalle y su marcha constructiva, porque sin dudas era un objetivo supremo para la dirección del país, ya que igualmente especial atención le concedieron el General de Ejército Raúl Castro, el Comandante de la Revolución Juan Almeida, y otros compañeros.

Alberto Lezcay, artista de la plástica santiaguero. Foto:del autor

«Pero hay un momento —añade—, que por aleccionador quisiera compartir, pues fue en circunstancias muy tensas y muy difíciles para mí. Resulta que un día se nos señaló que la fecha de un evento tan significativo como el 4to. Congreso del Partido ya estaba decidida, y la plaza de acuerdo con el cronograma de ejecución estaba un poquito atrasada por múltiples razones.

«Seguimos trabajando, pero en esos días aprovecho que viene por acá y le digo “Co­man­dante tengo una queja”, y me pregunta “cuál es la queja”. Yo le respondo que me están apurando por la fecha y que estoy muy preocupado, pues ha habido muchos problemas que pueden conspirar contra el proyecto, sobre todo en la calidad de la plaza.

«Recuerdo que lo acompañaban varios dirigentes de aquí y nacionales de La Habana, y rápidamente se viró y les dijo, “señores, el Congreso se hará cuando esté la plaza An­to­nio Maceo”. Imagínese, qué lección para todos nosotros, porque tomó esa decisión automáticamente, pero con una precisa valoración de que sin la calidad máxima no podía inaugurarse la plaza.

«Yo creo que esas palabras dieron un mayor realce al trabajo que estábamos haciendo, no era una obra solo para el Congreso, era un monumento para la historia, que es en lo que se ha convertido, y lo será mucho más de ahora en adelante. Pero además, expresaba el respeto por los artistas, proyectistas y ejecutores, pues de nada valdría forzar una obra cuyos autores no estuviesen satisfechos con ella.

«Pongo este ejemplo —precisa Lezcay Me­rencio—, porque en nuestro proceso de hacer cosas, y de tantas cosas que tenemos que hacer, muchas veces el apuro nos hace cometer chapucerías, y creo que es bueno que todos conozcan esa lección, porque la mejor forma de ser fieles al legado de Fidel es socializándolo y llevándolo a la práctica.

«Así —enfatiza—, como hemos asumido todos estos días luctuosos pero de reflexión, se impone un proceso de interiorización de la muerte física de Fidel, porque siento que su muerte nos está uniendo más, siento eso que una vez él dijo, “que en Cuba no se trata de una entrega de antorcha de una generación a otra”, sino de estar todos unidos en función de seguir adelante con nuestra Revolución».



 
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