Bien en agua y recolección de basuras; mal en calidad del aire y saneamiento.
Poco a poco, Bogotá está dejando de ser una cenicienta cuando se habla de ciudades verdes o ecológicas en América Latina. Está lejos de ser perfecta, pero también les está sacando ventaja a los malos hábitos. Así lo muestra el estudio Green City Index, que logró establecer un escalafón de las urbes más sustentables del continente. Fue desarrollado por la multinacional Siemens y The Economist, y analizó la situación ambiental de 17 metrópolis.
Primero, las noticias buenas. La capital se acomodó en el cuarto de cinco niveles (siendo el quinto el mejor) en los que fueron distribuidas las ciudades analizadas y en las que se revisaron 31 indicadores, como eficiencia energética, calidad del agua y gobernabilidad, entre otros.
En conclusión, Bogotá fue sexta, con un buen desempeño en uso de la tierra, ya que sobresale por darles importancia a las zonas verdes, que alcanzan los 107 metros cuadrados por persona, la cifra más alta entre las ciudades de población media. Y también se anota puntos por el transporte. 'The Economist' le reconoció a la ciudad la red que cubre TransMilenio y que ayuda a reducir el uso del vehículo particular, complementada con la ciclovía y las ciclorrutas.
La generación de desechos - 290 kilogramos por persona, la segunda cantidad más baja del estudio-, la recolección de más de 90 por ciento de la basura y el acceso que tiene casi toda la población al agua potable, en combinación con el bajo consumo del líquido por persona -114 litros promedio, frente a los 264 litros del continente- fueron otros 'goles' anotados.
En el tema energético sobresalió el hecho de que hay bajas emisiones de dióxido de carbono producidas a la hora de generar la electricidad (que se produce con hidroeléctricas y no con termoeléctricas, que usan carbón), a lo que se suma un bajo consumo de energía.
Los lunares: la falta de políticas públicas para implementar energías renovables. Así mismo, el saneamiento, porque aunque la gran mayoría de los habitantes tiene opciones de agua y alcantarillado, no hay control sobre los vertimientos, cuya gran mayoría -70 por ciento- no se trata.
El reciclaje sigue sin ser una práctica formal y el aire que se respira no es óptimo, por sus niveles de dióxido de azufre y material particulado. En este último punto, el estudio reportó 58 microgramos por metro cúbico, diez puntos arriba del promedio -48 microgramos-.
Ciudades brasileñas, las mejores
Curitiba obtuvo la mejor calificación, con niveles 'muy por encima del promedio'. Detrás estuvieron otras cuatro ciudades brasileñas: Brasilia, Belo Horizonte, Río de Janeiro y São Paulo. En todas, hay una constante exitosa: políticas ambientales fuertes.
São Paulo, por ejemplo, tiene uno de los planes de acción más sólidos frente al cambio climático. Belo Horizonte es líder en edificaciones ecológicas. Río de Janeiro sobresale por sus políticas de energía limpia. Y Brasilia es ejemplo en cantidad de aguas residuales tratadas. Leo Abruzzese, director de la Unidad de Inteligencia de 'The Economist', explica que este balance positivo está basado en la visión que tuvieron los alcaldes en Brasil para aplicar medidas desde hace décadas.
"Desde 1988 se han dado poderes a los Gobiernos nacionales, estatales y a los municipios para "proteger el medio ambiente y combatir la contaminación, algo inusual en otros países", explicó.
Medellín supera a Buenos Aires
Medellín, la otra urbe colombiana que fue tenida en cuenta por el Green City Index (Índice de Ciudades Verdes), se ubica en un nivel 'promedio' como ciudad ecológica o sustentable, por encima de Buenos Aires y Montevideo. Su mejor desempeño es en saneamiento, porque es la única que tiene buena calificación en tratamiento de aguas residuales (trata el 95% de ellas, más que el promedio del Índice, que llega al 52%). También sobresale en calidad del aire, que se relaciona con el hecho de que posee la cantidad más baja de carros y motos por persona entre las 17 ciudades analizadas (sin que esto elimine los habituales trancones). Otro punto positivo: genera la menor cantidad de desechos por habitante, aunque le critican que sólo recoge el 87% de ellos.