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General: 68 sacerdotes en huelga de hambre apoyando a la india Milagro Sala
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 18/08/2016 04:08 |
EL PAIS › EL GRUPO DE CURAS EN OPCION POR LOS POBRES REFUERZA EL APOYO A LA DIPUTADA DEL PARLASUR MILAGRO SALA
68 sacerdotes en huelga de hambre
En cada lugar donde estén, los curas se sumarán por 24 horas al ayuno que se inició el domingo en la Plaza de Mayo en reclamo por la libertad de la lider de la Tupac Amaru. El diputado del Parlasur, Agustín Rossi, visitió ayer el acampe.
Un total de sesenta y ocho sacerdotes del grupo Curas en Opción por los Pobres se sumarán hoy a la huelga de hambre que realizan desde el domingo en Plaza de Mayo dirigentes de organizaciones sociales en solidaridad con la diputada del Parlasur Milagro Sala, encarcelada desde enero en Jujuy. Así acompañarán en la protesta a Francisco “Paco” Olveira de esa corriente del clero católico, que el lunes se incorporó al acampe en la histórica plaza. Además, el próximo domingo a partir de las 17 se oficiará allí una misa “en contra de la incomunicación y detención ilegal de la diputada del Parlasur”, a quien calificaron como “la primera presa política de esta democracia”. Ayer visitó el acampe el parlamentario del Mercosur, Agustín Rossi.
En el lugar, el ex funcionario consideró “es una situación gravísima, se está llevando a cabo una acción criminal contra Milagro Sala” al tiempo que reiteró “el pedido de libertad inmediata” para la diputada del Mercosur. “Estamos en presencia de la primera presa política de este gobierno”, apuntó el ex ministro de Defensa y aclaró que dicho accionar “merece el repudio de todos”. Rossi apuntó contra el gobernador de Jujuy Gerardo Morales al asegurar que “al asumir armó su Corte Suprema” creando así “un poder judicial absolutamente adicto”.
La huelga de hambre de los Curas en Opción por los Pobres y de integrantes de diversas organizaciones sociales y sindicales se extenderá por 24 horas y se realizará también en protesta por lo que consideran “la pérdida del estado de derecho en Jujuy”. Desde el lunes, el sacerdote Olveira comenzó junto a otras personas una huelga de hambre en Plaza de Mayo “hasta tanto se levante la incomunicación a Milagro Sala y en reclamo a su liberación”.
Al fundamentar su participación en el ayuno, los religiosos destacaron que se unen a la protesta “contra la pérdida del estado de derecho en Jujuy y solidarizándonos con nuestra digna hermana Milagro Sala, de origen pobre y colla, primera presa política de esta democracia de bajísima intensidad”.
Junto a Olveira, participan en la protesta el coordinador nacional de la Tupac Amaru Alejandro Garfagnini, la dirigente de las Madres Contra la Violencia Institucional Gumercinda Giménez Valdez y el representante de la CTA Victorio Paulón, entre otros. Entre los Curas en Opción por los Pobres que se sumarán hoy a la huelga de hambre en los lugares donde estén se encuentran Marcelo Ciaramella (Quilmes), Eduardo de la Serna (Quilmes), Rodolfo Viano (Bahía Blanca), Daniel Echeverría (Misionero de los Sagrados Corazones, San Justo), Mariano Ledesma (Santiago del Estero), Raúl Gabrielli (San Martin) y Roberto Ferrari (San Isidro).
Sala levantó el martes la huelga de hambre que comenzó el viernes en protesta por una sanción de aislamiento con restricción de visitas y le explicó al juez de Control jujeño Isidoro Cruz que cesó la protesta a pedido de su familia.
En tanto, la senadora nacional de la Unión Cívica Radical por Jujuy Silvia Giacoppo afirmó que “causa sorpresa e indignación escuchar a quienes hablan de Milagro Sala como presa política” y declaró que quienes califican así a la dirigente detenida tienen “una mirada alejada del sentir de los jujeños”. La legisladora radical remarcó que “Milagro Sala está presa por corrupción, defraudación al Estado, asociación ilícita y por amenazas, y quienes vivimos en Jujuy y sufrimos su accionar sabemos de qué hablamos”. La senadora Giacoppo tributa a cada uno de los argumentos del gobernador Morales que apuntan a desarticular el trabajo social de las cooperativas de trabajo de la Tupac Amaru y terminar con esa organziación que, en la práctica, le disputó poder al bipartidismo provincial.
Sala está detenida desde el 16 de enero en el penal de Alto Comedero, en principio por haber protagonizado una protesta contra el gobierno de Morales, y aunque en esa causa fue excarcelada nunca recuperó la libertad porque se fueron sumando otras denuncias.
Francisco “Paco” Olveira, el cura de la Isla Maciel, inició el ayuno el lunes en la Plaza de Mayo.
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La campera roja y el chaleco sin mangas
Por Sandra Russo
El jueves cesó el castigo a Milagro Sala en una celda de aislamiento. Dos días antes, ella había interrumpido después de cinco días la huelga de hambre que llevaba adelante, por consejo de sus abogados y su familia. Su salud se estaba deteriorando. La protesta la continuaron otros en su nombre. Así como Milagro está poniendo el cuerpo tras las rejas no por ser ella quien es, sino por representar lo que representa, otros pusieron el suyo para pedir el cesara el castigo. Entre los huelguistas que acampaban en la plaza de Mayo estaba el cura Paco Olveira, miembro del Grupo de Curas por la Opción por los pobres. “Defender a Milagro es un deber de conciencia”, había dicho. Cuando el jueves se conoció el fin del castigo, hacía unas horas que habían iniciado su ayuno otro centenar de curas y laicos en todo el país. Lo hacían, según comunicaron, en defensa de la libertad de Milagro y “en contra de la pérdida del Estado de Derecho en Jujuy”, porque es eso lo que permite la detención preventiva que ya lleva siete meses entre bizarras y evidentes irregularidades institucionales.
A propósito de esa frase corta y sencilla del Padre Paco, podría decirse que todos los movimientos, iniciativas, campañas y acciones del pueblo argentino en sus múltiples formas de organización y resistencia, hoy son cuestiones de profunda conciencia, y más: de deber de conciencia, porque hay demasiado en juego. La correlación de fuerzas es brutalmente adversa si no hay una rápida articulación de gente en sus cabales. Un gran aparato de ilegitimidad se ha montado sobre las instituciones. La usina del aparato de lenguaje PRO ya generó, en estos días, tips argumentativos que repiten sin parar funcionarios, periodistas y trolls: la crítica de cualquier kirchnerista es “destituyente” y en consecuencia hay que acallarla –como si en los últimos doce años alguien se hubiese tenido que callar–, en espejo con el otro tip de la semana: si no hay tarifazo “no habrá luz ni gas”, y se alientan conatos de violencia para que la crítica al gobierno se encauce contra los que accionaron para frenar colectivamente esos aumentos. En el aire se pudre una deshonestidad intelectual que espanta. Lo más sólido que se puede oponer a estas políticas vampiras es precisamente la conciencia, que nos indica un camino colectivo, preciso y contundente: la protesta pacífica y sin el menor rastro de violencia es lo único que preservará al pueblo de la violencia con la que se lo amenaza abiertamente. Ya ha habido casas particulares y oficinas de opositores violentadas, molotovs en unidades básicas, una granada en la cuadra donde vive una de las juezas que ordenó cautelares y represión contra manifestantes, incluso jubilados indefensos en el Puente Pueyrredón.
Milagro es la fundadora y conductora de una organización barrial de las más grandes de la región. Ese es el verdadero objeto de deseo del gobernador Morales: ansía su aplastamiento, su destrucción ominosa; ansía dejar constancia ejemplificadora de que esa experiencia de dos décadas debe ser eliminada; ansía ese trofeo de dictadorzuelo exótico. La decisión de preservarse de Milagro, en ese sentido, no es una cuestión personal, como no es personal su estado de salud: de ella, de su supervivencia, de su capacidad de discernimiento y liderazgo, depende el futuro de su organización, y de esa construcción depende no sólo el trabajo de miles de familias, sino su dignidad de personas, su derecho a ser como los otros. Fue por presuntos insultos a las guardiacárceles que se decidió aislar a Milagro en una celda de castigo, después de prohibirle antes el contacto con quien le daba asistencia psicológica. Ese castigo era inconstitucional, pero qué le importa la Constitución a Morales, o al gobierno que integra. Ni Morales actúa por su cuenta ni Jujuy es una isla: ya se ha afirmado en este espacio que si se quiere ver en qué dirección mira el macrismo, hay que mirar a Jujuy, su experimento loco, su probeta perfecta.
Esta semana, por otra parte, se produjo otra opereta que obliga a reflexionar sobre el tipo de resistencia que se puede oponer a decenas de avasallamientos, tantos, que no nos da ni el tiempo ni la cabeza para actuar en consecuencia. La opereta de la campera roja, que fue desmontada gracias a una noche de mucho activismo para “desconfundir” (¡Necesitamos neologismos!) a mucha gente, tuvo por objeto no sólo victimizar a Macri por una agresión a piedrazos que no ocurrió, sino también acusar a la ex Presidenta de instigar esa agresión inexistente. Primero los trolls y los medios de derecha, que tienen la misma línea editorial, presentaron a una mujer de campera roja marcada con un círculo en una foto. Al lado, otra foto: Cristina en la villa 31, y en un círculo marcado, otra mujer de campera roja, presuntamente la misma de Mar del Plata. La opereta significaba: Cristina manda a apedrear (Morales acusó de lo mismo a Milagro hace unos años, y es una de las causas que se le acumularon, aunque el día en el que le tiraron huevos a Morales, Milagro estaba a más de doscientos kilómetros de distancia).
Ni hubo piedras ni las mujeres de las fotos eran la misma. Quiso esta vez la suerte que la mujer de la villa 31 usara un chaleco inflable rojo, y apareció una foto en la que se veían las mangas de su pulóver negro. Fue el final de la opereta. Pero, ¿qué hubiese pasado si esa mujer hubiese llevado puesta una campera roja igual o similar que la de Mar del Plata? Desmontar la mentira hubiese sido mucho más difícil. Y yendo más allá, ¿qué hubiese pasado si en efecto algún descontrolado por la rabia hubiese arrojado alguna piedra? Imaginemos. Da escozor. Y hay que sacar lecciones del devenir cotidiano, porque es sobre la marcha y cascoteados que estamos eligiendo la siguiente baldosa.
La censura existe, la persecución ideológica existe, los grandes medios son cómplices. No se trata de torpeza periodística aunque la prensa argentina es la de peor calidad que se recuerde en democracia, quizá porque ésta es una democracia falaz que sin embargo mantiene su formato por la colaboración vergonzosa de buena parte del espectro político, incluido el senador Pichetto, que llegó a repudiar el hecho inexistente. Quieren proscribir, prohibir, callar, suprimir una identidad política que identifican como la real amenaza al gobierno de las corporaciones. Tienen los resortes del Estado, una parte del Poder Judicial, tienen a los medios concentrados y a un amplio sector de la política repitiendo el cliché de la corrupción, no porque no la haya habido sino porque es un cuento envenenado que el kirchnerismo fue “una asociación ilícita para robar”, como dice Stolbizer y repiten tantos más dentro y fuera del macrismo.
Ese Gran Tip ni siquiera tiene en su centro a Cristina: son sus ideas, son sus banderas y sobre todo sus logros lo que no quieren que vuelvan nunca más. Mientras tanto, frente a nuestras narices, aunque en la tele no lo pasen, se enajenan los recursos públicos y asistimos al festival de las conveniencias cruzadas entre funcionarios, periodistas, medios, jueces, fiscales y legisladores. Más de medio gabinete tiene cuentas en el exterior no declaradas, los negocios privados florecen en el corazón de las decisiones de Estado, son públicos los lobbies de Comodoro Py, los aprietes a los jueces disidentes, las prebendas a periodistas. Hay olor a descomposición.
Se puede hacer mucho, y se está haciendo, pero no cualquier cosa ni desorganizadamente. Acá no hay un pueblo manso, como algunos trolls intentan aguijonear en las redes haciéndose pasar por compañeros impacientes por pudrir todo. Generalmente son neutralizados por gente de buena fe que no se engancha. Pero hay que advertir que son ellos mismos los que generan mensajes como “Loco, no servimos para nada. Salgamos a incendiar todo”. Acá no hay mansedumbre, hay una cultura cívica que intenta resistir. Y lo que se necesita es conciencia, mucha conciencia, en un grado que será un desafío llevar al acto. Como dijo Paco, la conciencia hoy es un deber. De la lectura del cuadro general de situación se desprende la necesidad de un pacifismo casi fanático: tenemos que ser obstinados defensores de los medios de protesta pacíficos, porque pasar ese límite acarrearía terribles consecuencias colectivas.Ese es el único sentido en el que hay que tomar muy en serio al macrismo: en el de su impiedad y su enorme capacidad de destrucción.
Hoy tiene más vigencia incluso que cuando fue pronunciada, a mediados de enero, la idea que redondeó visionariamente Raúl Zaffaroni: “La consigna tiene que ser: ni la más mínima violencia como respuesta. Seguir protestando cuando corresponde, pero aguantar de pie. No cortar calles ni rutas, dejar pasar vehículos, cortar una parte nada más. No dar pretexto a la criminalización, pero estar, protestar con la presencia, con lo que sea, de pie y firmes. Sin violencia. Sin dar excusas a la represión. Si alguno lo intenta, o es un infiltrado o es alguien a quien se debe contener de inmediato. Cuidado que en eso va la vida”.
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A través de un comunicado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) urgió al Estado de Argentina a dar pronta respuesta a la decisión del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detención Arbitraria (Grupo de Trabajo) que califica la detención preventiva de Milagro Sala como arbitraria llamando a su liberación inmediata.
"El Grupo de Trabajo de Naciones Unidas, en su opinión 31/2016 publicada el 21 de octubre anterior -continúa el organismo regional-, determinó que la detención preventiva de Milagro Sala desde el 16 de enero fue arbitraria y violatoria de los estándares del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del cual Argentina es parte.
"Milagro Sala es una conocida líder de la sociedad civil en la provincia de Jujuy quien fue detenida en el contexto de una protesta social. La Comisión y su Relatoría Especial han reiterado que la protesta es un ejercicio legítimo de la libertad de expresión que debe ser facilitado y no sujeto a criminalización u otras formas de represión. Si bien una orden judicial dispuso la libertad de Milagro Sala, ella no salió en libertad pues se le imputaron otros cargos mediante decisiones judiciales bajo la jurisdicción de la provincia de Jujuy.
"La Presidencia del Parlamento de MERCOSUR ha manifestado que la detención de Milagro Sala es una obstrucción para cumplir la función como parlamentaria para la que fue electa en diciembre de 2015. Diversas organizaciones de la sociedad civil han denunciado que su detención está motivada políticamente. Más recientemente, el 28 de noviembre, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, hizo un llamado al Estado argentino a tomar acciones para liberarla.
"La CIDH ha seguido de cerca esta situación en el marco de una solicitud de medidas cautelares. La Comisión ha solicitado y recibido información a las partes en múltiples ocasiones. La sociedad civil ha manifestado su preocupación con este caso, y las autoridades argentinas han reafirmado su compromiso histórico con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y han realizado una invitación a la CIDH para visitar Jujuy con el objetivo de recolectar información y entrevistar a Milagro Sala.
"En su Informe sobre el uso de la prisión preventiva en las Américas, la CIDH reiteró que la presunción de inocencia es la base para la regla general de que “toda persona sometida a proceso penal debe ser juzgada en libertad”. La prisión preventiva es excepcional, solo puede extenderse por un período razonable y no puede ser usada como una medida punitiva.
"Considerando el mandato y la decisión del Grupo de Trabajo y la necesidad de que los Estados actúen para asegurar que las recomendaciones de los mecanismos de protección internacional de los derechos humanos sean puestas en práctica, la CIDH expresa su preocupación con respecto a la detención preventiva prolongada de Milagro Sala, y llama al Estado argentino, en particular a la provincia de Jujuy, a tomar acciones urgentes para responder las recomendaciones emitidas por el Grupo de Trabajo.
"La CIDH es un órgano principal y autónomo de la OEA, cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos y elegidas por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia.
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NUEVOS APRIETES DE LA POLICÍA PROVINCIAL EN EL MARCO DE LA PERSECUCIÓN A MILAGRO SALA
“Si nos pasa algo, hago responsable al gobierno de Jujuy”
Después de haber denunciado ante PáginaI12 las torturas sufridas por su marido, Analía Tolaba cuenta que el viernes pasado recibió dos visitas de policías para que se presentara en la fiscalía, donde sólo le preguntaron por sus supuestos dichos contra el gobernador Morales.
En la fiscalía le reclamaron a Analía Tolaba por qué había señalado a Gerardo Morales como responsable del crimen de su sobrino. (Imagen: Guadalupe Lombardo)
Desde San Salvador de Jujuy
El lunes pasado Analía Tolaba reveló en un reportaje con este diario que su marido, Alberto Cardozo, que por esos misterios que sacuden a la Justicia jujeña había pasado de acusador a acusado en una causa por homicidio, fue torturado durante una semana al ser detenido, con el objetivo de que incriminara a Milagro Sala en ese crimen. También dio a conocer que el juez Pablo Pullén Llermanos había apretado a su esposo para que comprometiera a la dirigente de la Tupac Amaru a cambio de dejarlo en libertad. Y además había dejado clara la complicidad del personal penitenciario del penal de Villa Gorriti en el asesinato a golpes de su sobrino, Nelson Mariano Cardozo, que el 6 de diciembre apareció colgado en su celda. La respuesta del poder jujeño llegó pronto. El viernes, la Brigada de la Policía de Jujuy golpeó dos veces la puerta de su casa, a las 15.30 y a las 16.15, para reclamarle que se presentara a declarar a las 17 ante el fiscal de investigación Gustavo Araya. En la fiscalía descubrió cómo seguiría el apriete: ninguna de sus revelaciones les interesaban. Lo único que le reclamaban era que explicara por qué había declarado que el gobernador Gerardo Morales era el culpable de la muerte de su sobrino. Analía respondió que nunca había dicho eso y que no iba a declarar en esas condiciones. Después de lo sucedido, en diálogo con PáginaI12 Analía hizo responsable al gobierno jujeño por cualquier cosa que le pueda pasar a ella, a sus hijos o su marido.
La fiscalía hizo una conferencia de prensa horas después del apriete. Dijo que Analía se negó a confirmar las declaraciones que ellos dicen que hizo a los “medios nacionales” y que se fue “ofuscada y enojada”. El sábado, la operación concluyó con la réplica de las declaraciones del fiscal en los medios locales.
“No voy a ir a declarar a un lugar en el que durante ocho meses hacen lo que quieren”, explica ahora a PáginaI12, sentada en un bar. “Pero además no me fui ni enojada ni ofuscada. Y quiero agregar, sí o sí, en esta nota, que si me llega a pasar algo a mí, a mi hija Bianca, a mi hijo Andrés, a mi mamá que me está acompañando y sobre todo a Beto (su marido detenido), que yo responsabilizo al gobierno y a sus funcionarios de los que nos pueda llegar a pasar”.
–¿Qué sucedió el viernes?
–Fue la brigada a las 15.30 a mi casa sin ninguna orden. Como yo no estaba, mi hija chiquita me llamó por teléfono y me dijo que había una camioneta blanca que estaba esperando. Me vuelvo con mi hijo en el auto y en el camino recibo una llamada a mi celular de la gente de la brigada. ¿¡Cómo tienen mi teléfono?! ¡No lo sé! Me preguntaron si hablaban con la señora Tolaba. La persona se identificó como subjefe de la brigada y me dijo que lo había mandado el fiscal Araya para que me presente al juzgado. Le dije que estaba llegando a casa. Me esperó. Cuando llegué me dijo que lo mandaba el fiscal para ver si me podía presentar a las cinco de la tarde.
–¿Tenía previsto ir a declarar?
–No, pero no tenía problema. Me explicó que era por las declaraciones que yo había hecho a la prensa nacional. ¿Sobre qué de todo lo que dije?, pregunté. Y me dijo que era sobre mi sobrino y mi esposo. No tengo problema, les dije. Si quiere, la venimos a buscar, ofrecieron. Les dije que tenía auto. Se fueron. Entré a mi casa. Llamé a la abogada. Y hablé con Beto. Lo llamé al penal. Quedamos en que hacía la declaración porque si hasta ahora habíamos decidido callarnos era por miedo a que le pasara algo adentro. La abogada me preguntó si habían traído una orden. Como no la trajeron, me dijo que podía no presentarme. Tampoco ella entendía para qué me llamaban. Cuarenta minutos después, volvieron a tocar la puerta. Otra vez la Brigada, pero esta vez con la orden. Ya eran como las 16.15. Me dijeron que me esperaban ahí. Les dije que hacía un rato había venido otra brigada.
También ellos se ofrecieron a llevarla. Cuando les comentó su sorpresa por el paso de las dos brigadas, dijeron que habría una confusión. Sin embargo, Analía cree que los policías sabían que habían hecho las cosas mal desde el principio. “Primero, porque no me pueden notificar a las tres de la tarde para que me presente a las cinco, después de una entrevista que había dado cinco días atrás. Pero además, recién trajeron la citación en ese momento. Como no tenía nada que ocultar, ni por qué tener miedo a nada, les dije que iba. Cuando llegué eran las cinco en punto. No estaba el fiscal. Tuve que esperar a que llegue hasta las cinco y media o seis menos cuarto.”
Aprietes y extorsión
Beto Cardozo es dirigente de Tekuré, uno de los espacios de la red de organizaciones sociales a las que también pertenece la Tupac Amaru. En diciembre del año pasado, permaneció en el acampe que irritó al gobierno de Morales. Lo detuvieron en abril por una causa de octubre de 2007 en la que había denunciado a dos personas porque habían querido matarlo a tiros. Las personas eran Fabián Avila y Jorge Rafael Páes. Páes obtuvo la prisión domiciliaria luego de denunciar a Milagro Sala como instigadora del crimen y pronto Pullén Llermanos lo sobreseyó. Milagro Sala fue procesada como coautora del homicidio sólo con el testimonio de Páes. Avila no modificó su declaración y sigue detenido. Cardozo fue procesado porque Páes dijo que se defendió a los tiros. Así pasó de acusador a acusado. En el reportaje publicado en este diario el lunes pasado, Analía Tolaba describió parte de lo que sabía sobre el asesinato de su sobrino en el penal, y reveló las torturas y la extorsión sufridas por su marido. El caso es paradigmático en ese sentido: muestra la mecánica del apriete como práctica, un sistema implementado por el gobierno para obtener declaraciones judiciales que le permitan mantener encerrada a Milagro Sala.
A Beto Cardozo lo detuvieron un martes. Analía corrió atrás del móvil de policía con una caja de remedios. Cuando llegó al Penal, le dijeron que iban a ponerlo en el Pabellón 2, una supuesta área de preingreso. Cuando salió del penal, un grupo de Tekuré le explicó que en realidad ese era el pabellón de castigos. “Volví a ver a Beto, tres días después, el viernes, y fue como cuando dejás de ver a una persona durante meses. Estaba todo barbudo con el pelo con cosas blancas. Estábamos en el patio del penal. Hacía frío por la ola polar. Beto estaba quieto. No se movió. Atrás estaban los guardiacárceles. Me acerqué y estaba llorando. Me abrazó. Me dijo: ‘sacame de acá, me van a matar, me quedo dos días más y me matan si no me mato yo’. ¡Qué te han hecho Beto! ¡¿Qué te han hecho?!, le dije. ¿Te pegaron? Y decía que sí bajando la cabeza”. Con el correr de los días pudo reconstruir lo que pasó en ese pabellón. “Le pegaron. Me decía: no sé a qué hora, pero me sacan a la noche y me pegan. Me tienen desnudo. Me ataron las manos con los pies, me tienen así, y encima me envuelven con el colchón y me pegan con palos. El nunca los vio porque le tapaban la cabeza con una bolsa. Me dijo que todo el tiempo estaba a oscuras. Nunca vio la luz”. Pasaron el sábado y domingo. El lunes, un policía le zampó un borcego en la espalda hasta hacerlo sangrar. “Ahí dejaron de pegarle. Lo hicieron ver con la médica. Cuando le preguntó qué había pasado, Beto tuvo que decirle que se había caído porque atrás lo escuchaban los carceleros.”
Analía contó que durante los tormentos le preguntaron por las bolsas de dinero de la Tupac, por Milagro Sala y por Javier Nieva, un integrante de la red al que daban por prófugo. Cuando pasó el tiempo, lo trasladaron dos veces al juzgado de Pullén Llermanos sin avisarle a su abogada, Sara Cabeza. En las dos oportunidades, el magistrado le ofreció una salida rápida si denunciaba a Milagro Sala. Esta declaración, que Analía ya hizo el lunes pasado y ahora repite, se inscribe dentro de la lógica extorsiva que, según viene denunciando la organización Tupac Amaru, pesa sobre los testigos de las causas desde el día de la detención ilegal de Milagro Sala. Los movimientos de derechos humanos de la provincia también vienen señalando las condiciones de detención de los presos. Y Cardozo se lo contó durante una visita a las senadoras Teresita Luna y María Inés Pillatti y a la diputada mandato cumplido Mara Brawer del Comité por la Libertad de Milagro. Cuando la abogada de Cardozo conoció el episodio de los traslados, le pidió explicaciones al juez vía expediente. Pullén Llermanos sólo dijo que lo había convocado preocupado por el bienestar de su defendido (ver aparte).
–¿Qué pasó entonces en la fiscalía?
–No me atendió el fiscal. Me atendió el secretario –dice Analía, y saca una tarjeta–: Sergio Valdecantos. Me dijo que ellos querían que haga una denuncia formal sobre los dichos que había expresado en los medios nacionales sobre que el señor gobernador es el culpable de la muerte de mi sobrino Nelson Mariano Cardozo. ¿Cómo?, dije yo. Primero y principal, esa no fue mi expresión. Yo no dije en ningún momento una cosa así. Lo que sí dije es que, dados los sucesos que venimos pasando desde hace ocho meses, hasta esto último de la muerte de mi sobrino, ¿cómo quiere que no piense que el gobierno tiene que ver con lo que nos está pasando?, cuando hasta ahora no se nos ha informado ni siquiera que pasó en mi casa. Ahí, le conté todo lo que pasó, desde la detención de mi esposo en la que dieron vuelta una causa donde era denunciante y ahora pasó a ser denunciado. Que siguieron todos los golpes y torturas a Beto durante una semana. El apriete que sufrió de parte de un juez que pretendía que haga una ampliación de declaración acusando a Milagro Sala que lo había mandado a matar. Cuando en agosto van y me llenan de tiros el auto en mi casa donde vivo con mis hijos y después sale un juez por televisión a decir que nos habíamos autoatacado. El hecho de que recién después de siete meses de estar preso se le ocurrió al juez sacar una prisión preventiva y lo último, la muerte de mi sobrino. ¡Y hoy me llaman por unas declaraciones que hice en el diario! O sea, le dije, ¿cómo pretende que yo crea que por una denuncia, ustedes van a hacer algo?”
La Navidad
La fiscalía de Araya está a cargo de la investigación por el crimen de Nelson Mariano Cardozo. Las familias le otorgaron cierto mérito al comienzo porque detuvo a siete agentes penitenciarios de guardia aquel día, en el que también se desató una feroz represión. Sin embargo, al otro día los liberó. En el contexto de esa causa, el fiscal convocó a Analía. Ella está convencida, más allá de Morales, de que el asesinato de su sobrino pudo haber sido también un nuevo apriete sobre su marido. Por eso, desde entonces, todavía shockeada, comenzó a hablar mientras el resto de la familia repite cada noche los rituales funerarios de la novena con la ropa de Nelson entre los rezos.
–¿Le pidieron en la fiscalía que declare sobre el resto de los temas?
–Me pareció que el secretario tenía un texto cargado en la computadora, pero como le dije que no desde el principio, no avanzó. A todo esto, había unas personas sentadas afuera. Ante mi postura, el secretario me pidió que esperara. Me llevó a hablar con el fiscal, pero evidentemente estaba con gente. Volvimos a su oficina. Me dijo que yo no necesitaba abogado ni nada para hablar. Le dije: no soy tonta. Y que le dijera al gobernador que yo no tengo miedo: que después de los tiros que fueron a hacer a mi casa, a mí se me fue el miedo porque se metieron con mis hijos. Que no me iba callar y voy a seguir peleando por todo lo que está pasando.
Las dos personas que estaban afuera eran del Ministerio Público de la Acusación, ese curioso organismo creado durante el gobierno de Morales que actúa como usina de las denuncias sobre Milagro Sala. “Nosotros tenemos psicólogos y abogados que te pueden asistir, me dijeron y me preguntaron si los quería acompañar.” Analía todavía tiene en la cartera el formulario que le entregaron con el sello del organismo. “¿Pero qué pensaron, digo yo, que iba a asistir toda muerta de miedo y asustada? Gracias a Dios hice terapia toda mi vida y sé manejarme. Quizá es mi hija la que ahora está afectada con todo esto, porque no entiende, no comprende y no acepta que su papá esté encerrado y menos que le cuente que está así por algo que no hizo. Y, también, porque yo particularmente siento que no tengo cabeza y ni puedo jugar con ella por todo esto.”
Hace una semana, el domingo 11, Analía habló con los jefes del penal. Les dijo que su esposo cumplía años el miércoles siguiente. Que iba a llevar una torta. Que todo era una sorpresa pero que necesitaba un permiso para llevar un día antes un pequeño árbol de Navidad. Lo había hecho su hija en la clase de actividades prácticas. “Se lo quería llevar a su papá. Mi idea era dejarlo antes para que lo revisaran porque no quería ir el miércoles con ella y hacerla pasar por los controles donde le abren y lo desarman de arriba abajo. Me dijeron que sí. Fui el martes. No quisieron recibirlo porque no podían hacerse responsables. Cuando llegué el miércoles con mi hija, a las 13.30 en punto, entramos a la parte en la que te revisan las cosas, sale una de las chicas del penal y me dice que el arbolito no va entrar.”
A su hija Bianca se le cayeron las lágrimas. Cardozo se acercó. Había hecho todo lo que les habían dicho: una nota ya autorizada por el penal que incluía también al arbolito. Se la mostraron a los jefes. Lograron conmover a una penitenciaria. Finalmente, les dejaron entrar el árbol pero sólo cuando toda la familia se había retirado del penal.
–¿Cómo se fue de la fiscalía?
–Me puse a llorar pero no mucho, porque sinceramente al comienzo me quebraba como una condenada pero ahora no. Y menos delante de esas personas sobre las que creo que se burlan de nosotros aunque lloremos o salgamos en la tele o que hagamos cartelitos. Ellos consideran que los que están encerrados son unas ratas y se merecen morir. Eso es lo que me parece.
–¿Qué es lo que la hace declarar?
–Después de mi sobrino, me dije ¿qué puede pasar ahí? Y más, si esto queda en la nada. O si empiezan a inventar ahora que fueron otros presos. Acá tuvo que ver el Servicio Penitenciario porque esa reja la abrieron ellos.
–¿Está dispuesta a declarar en la Justicia?
–Sí. ¿Qué más me pueden hacer? ¿Ponerme en la silla eléctrica? Cuando salí del penal fui a ver a la abogada para pedirle que presentara un recurso de amparo para proteger a Beto, a mí y a los chicos, y obviamente hacer responsable al Estado de lo que me llegue pasar, porque evidentemente les molestó lo que dije y hablé, pero es lo que siento.
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RAÚL ZAFFARONI VISITÓ A MILAGRO SALA EN EL PENAL DEL ALTO COMEDERO, EN JUJUY
“Espero que la Corte termine con esto”
El actual integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos planteó que el máximo tribunal nacional podría terminar con “el escándalo” de la detención de Sala reconociendo sus fueros como miembro del Parlasur.
“Sería lo menos desprolijo y lo menos costoso para el Gobierno”, dijo Zaffaroni sobre el rol de la Corte.
Desde San Salvador de Jujuy
@ Raúl Zaffaroni atravesó la última puerta de rejas tras el largo acceso de controles del Penal de Mujeres del Alto Comedero. Abrazó a Milagro Sala. Agarró sus abrazos. Y se acercó al oído. “¡Mi líder latinoamericana!”, le dijo, y continuó con un diálogo de entrecasa, cotidiano, de quienes comparten la misma sintonía.
- Disculpá que no vine antes –le dijo–, pero sabés que me daba vergüenza.
- ¿Y por qué? –dijo ella.
- Yo que soy abogado, jurista, escritor de libros jurídicos, profesor, no podía explicarte desde el derecho por qué estás presa.
Milagro Sala entonces lo miró. Comenzó a llevarlo del brazo hacia el patio del lugar donde permanece prisionera desde casi doce meses.
- No te preocupes –le dijo–, nosotros sí sabemos por qué estamos presos.
Ayer, durante su encuentro con Sala, el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos volvió a decirle lo que en estos días, de todas las formas posibles, ella escuchó en los alrededores de la escena del juicio. “Ya saltaste de Jujuy, ya saltaste de la Argentina, y hasta de la región”, dijo. “Tu apellido no lo tiran al piso, con todo esto lo están subiendo a todo el continente.” Y en lo que fue su declaración política consideró que la Corte Suprema de Justicia puede ser parte de la solución a los pedidos por su libertad.
“Me parece que la solución la puede ser la Corte Suprema en el caso de Milagro, reconociendo los fueros”, señaló. “Sería lo menos desprolijo y lo menos costoso para el Gobierno, que por otra parte podría decir que respeta la independencia judicial. Eso podría ser la solución más rápida. Los fueros le fueron desconocidos hasta ahora por el Superior Tribunal de Justicia de la provincia. Todas las decisiones del Superior Tribunal de Justicia de la provincia se pueden revisar haciendo una reserva del caso federal ante la Corte y espero que la Corte se ponga las pilas en esto y termine con este escándalo”.
El patio de la cárcel
En el patio de visitas del penal están preparadas con manteles las mesas de cemento que consiguieron con sus reclamos las mujeres detenidas. Ahí, Milagro Sala recibe a su gente. Los hijos, nietos, esposo, hombres y mujeres de la organización destapan envases de un almuerzo de domingo mientras llegan otros invitados. El número máximo de siete personas por tanda incluye a mujeres del Sindicato Argentino de Televisión, Satsaid. Mónica Contrera, miembro del Consejo directivo, diputada nacional mandato cumplido del FpV, le trae saludos de miles de compañeros y cuenta noticias del encuentro de la corriente federal de la CGT. Y Milagro, mientras las escucha, ya sentada, les dice: “Vieron cómo es, en los ‘90 buscábamos líderes y ahora están todos organizados”.
Todo lo que sigue recupera la respiración de los días y las noches en la casa de Milagro Sala. Aún en la prisión, en medio de las clonaciones de causas –como las definió Zaffaroni–, aún dentro de las cárceles de Jujuy, donde se multiplican las denuncias por aprietes y torturas. Milagro Sala habló de su casa durante la primera audiencia del juicio. Todo el mundo la conoce, dijo, es un espacio abierto, por el que pasan todos, desde las ocho de la mañana, hasta la una o dos de la madrugada. Algo de eso existe ahora en la escena de esta extensa mesa de prisión.
Un nieto de ocho años se cae contra una columna, de puro jugar con una silla. Milagro salta. Atraviesa el patio. Lo lleva a la enfermería. Vuelve. Y otra vez está ahí. Un fotógrafo logró apostarse del otro lado del cerco. Las mujeres de la televisión sindicalizada avanzan hacia el cerco para hacerse la foto con Milagro. Los agentes del servicio penitenciario comienzan a caminar cada vez más rápido hacia ese lugar. Intentan impedirlo. Milagro trota un poco. Apura a las mujeres. Los guardias también corren. El fotógrafo logra la foto. Las mujeres se van.
“Miré derechito a los ojos de los jueces, no sé si se fijaron”, dice Milagro. Habla del primer día de juicio. De los 50 minutos que la devolvieron al mundo. De su voz. “Les estaba diciendo con eso, te estoy hablando a vos, gringo, español, no me da miedo hablarle al hombre que usa saco y corbata.”
En la mesa está Raúl Noro, su compañero, esposo. “Lo que pasa es que no hablaba desde hace un año”, dice. Y dice lo que dice desde ese día que la escuchó. Que a la Milagro, ese día, se le fue el nudo que tenía adentro del cuerpo.
Las mujeres del sindicato se van. Milagro les dice que por favor saluden a los compañeros. Ellas le hablan de los jóvenes. Milagro les dice que les pidan que se organicen.
- Te pido por favor, mirá esto –le dice a este diario. Ella quiere explicar ahora el mundo que se llama Gerardo Morales. Deja la silla. Trae un cuaderno. Y se vuelve a sentar.
1. Azucareros de la Esperanza, 800 despidos –dicen sus notas.
2. Empresa XIBI, 70 despidos.
3. Mina Pirquita, 200 despidos en 2016 y 600 en 2017.
4. Aceros Zapla, 96 despidos.
5. Finca del Talar de Ledesma, 50 despidos.
6. 15 mil cooperativistas sin trabajo de la Tupac y de la Red de Organizaciones Sociales.
7. Crisis policial con suicidios, 6 por adicionales, recategorizaciones impagas, sin asistencia psicológica.
A la vuelta de la página, la lista sigue con una enumeración de los conflictos estatales.
En la mesa larga, llegó el momento de jugar a las cartas. Otro nieto llena una botella con tierra. Milagro le hace unos agujeritos con un cigarrillo. Tal vez ponga unas plantas. Llega Zaffaroni. Nueva tanda de noticias. Esta vez sobre dos funcionarios judiciales, fiscal y juez, que decidieron no perseguirla con alguna de las causas. No la imputaron. Zaffaroni preguntó un poco más. Milagro Sala le dijo que por eso Morales los había denunciado. “Eso es la democracia vernácula”, dijo el ex juez de la Corte Suprema. Entre los nuevos visitantes fueron llegando Beinusz Szmukler, presidente de la Asociación Latinoamericana de Juristas y Ricardo Carrizo, diácono de los curas de la Opción por los Pobres. Zaffaroni le preguntó si estaba escribiendo un libro. Ella dijo que empezó, pero que ahora pasa tiempo respondiendo cartas que le llegan de todo el mundo. “Tenés que escribir”, le dijo Zaffaroni: “Acá todo el mundo quiere saber quién es Milagro”.
Antes y después, la dirigente de la Tupac volvió a una escena. Las horas previas al comienzo del juicio. Un momento en el que estuvo dispuesta a dejar pasar todo sin ir a declarar. Milagro dijo que entre las cosas que la torturaban estaba la idea de presentarse ante lo que ella todavía entiende que es un circo, no sólo de Morales sino de 500 años de dominación. “¿Ustedes vieron la película de Tupac Amaru? Tuve la sensación ese día de estar en esa misma escena, en medio de un tribunal. Cuando todavía no quería ir, decía por qué tengo que rendirle cuentas a estos gringos de lo que soy.”
“Creo que lo hay que hacer acá es esperar a la Corte Suprema”, dijo de pronto Zaffaroni. Silla mediante. “Esto es un disparate. Es la quiebra del Estado de derecho, es apartase de la forma del Estado de derecho y me parece que tendrían que empezar a pensar cómo se resuelve esto y cómo salir con el menor costo posible para ellos”.
Vuelven las escenas del juicio. Después, Milagro habla de su apellido, que le molesta que lo hayan violentado y lo hayan tirado al piso. “No lo tiran al piso –le dijo Zaffaroni–, lo están subiendo a todo el continente.” El juez de la Corte Interamericana le habla de un encuentro con las comunidades indígenas en el que habló de ella. Y de su caso como emergente de las nuevas formas de persecución. “Tu nombre ya está en todos lados, no lo estás tirando por el piso, lo estas levantado”.
Zaffaroni abandonó el penal a las seis de la tarde. “La vi muy bien”, contó. “Como todo liderazgo, cuesta asumirlo. Todo líder se siente muy solo y se siente que ya no es dueño de su existencia, sino que tiene que responder a las exigencias de lo que él mismo ha construido y muchas veces se construyen cosas sin pensar en eso. De repente, la gente te empieza a exigir y el rol que asumiste lo tenés que cumplir. Hay demanda de rol y hay una situación medio depresiva y medio problemática porque perdés la autonomía. Te estás debiendo a un colectivo y un colectivo cada vez más grande”.
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