La flota de ómnibus que comenzó a circular este miércoles, forma parte de una compañía conjunta entre el Grupo Tianjin Bus y el fabricante de vehículos BYD, con sede en la ciudad meridional de Shenzhen.
Explicó Wang Deqi, experto del grupo de autobuses, que los referidos vehículos pueden recorrer más de 200 kilómetros tras cargar plenamente sus baterías, lo suficiente para que esos vehículos cumplan su rutina diaria.
Igualmente el grupo abrió la víspera una estación de recarga, capaz de llenar las baterías de 80 buses al mismo tiempo y de 448 en un día.
Esa estación es promocionada como el centro de carga más grande en la región Beijing-Tianjin-Hebei.
Con la entrada en actividad de ese lote de transportes de ese tipo, Tianjin llega los tres mil 220 autobuses de energía limpia.
De esa cantidad, mil 346 emplean electricidad, declaró Wang.
Este Gobierno basa sus esperanzas en las energías limpias para reducir su dependencia del carbón, vinculada con la contaminación del aire invernal en el norte del país.
Desde el 31 de diciembre pasado, varias provincias del norte y centro de la nación principalmente sufren una severa contaminación, asociada a una intensa niebla, la cual se espera que se disperse para el 6 de enero.
Tianjin, al igual que esta capital, se encuentra entre las ciudades con peor calidad del aire. Reportan fuentes oficiales que desde 2010, la ciudad ha construido 201 estaciones de carga y dos mil 769 puntos de carga para fomentar el uso del transporte impulsado por energía limpia.
China planea aumentar su capacidad de producción de energía eólica y solar en un 21 por ciento este año, según informó la Administración Nacional de Energía.
En concreto, el gobierno chino quiere aumentar en 20 gigavatios la producción de energía eólica y en 15 gigavatios la solar.
De esta manera las autoridades chinas también expresaron su intensión de no autorizar durante tres años la apertura de nuevas minas de carbón en el país.
Ambos designios se enmarcan en la política del territorio asiático de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de que sus emisiones totales toquen techo en 2030 para a partir de entonces comenzar a reducirlas.
El gigante asiático es el país que más dióxido de carbono emite a la atmósfera y para cambiar la tendencia al alza está llevando a cabo fuertes inversiones en el sector de las energías renovables.