Tanto Trump como los cargos y asesores que ha nombrado se muestran dispuestos a presionar a Pekín en una larga batería de cuestiones económicas y de seguridad y han puesto en duda la llamada política de “una sola China”, lo que desencadenaría una grave crisis con Pekín. Puede ser el mayor cambio en la política exterior estadounidense desde la presidencia de Richard Nixon, cuando, para aislar a Rusia, entonces la Unión Soviética, apostó por abrir las relaciones con China. Hoy el viaje se presenta en sentido contrario pero con consecuencias mucho mayores para el resto del mundo.
Ahora que Trump cuestiona los acuerdos comerciales y que impulsa el “América primero”, China se erige como abanderada de la globalización y el libre comercio, en una muestra más de lo sorprendentes que son estos tiempos. Xi llega a Davos con una numerosa delegación empresarial, encabezada por las mayores fortunas del país: el presidente del grupo Alibaba, Jack Ma, y el del grupo Dalian Wanda, Wang Jianlin, con fortunas estimadas en 34.500 y 30.500 millones de dólares, respectivamente, según Bloomberg.
El viaje del presidente chino también tiene importantes claves internas. Xi, dicen los expertos de Eurasia, “será extremadamente sensible a los retos contra su país en un momento en el que todos los ojos están puestos en su liderazgo”. El Partido Comunista chino celebra este otoño su 19º congreso en el que Xi Jinping espera consolidar y reforzar su liderazgo como nunca antes ha tenido un dirigente chino desde Mao Zedong. En esas circunstancias, Xi no puede permitirse aparecer como un líder internacional débil, lo que eleva el riesgo de sobrerreacción en política exterior.“China alcanzará pronto a EEUU como potencia económica, así que interpreto que el presidente Xi piensa explicar cómo el país ejercerá ese liderazgo de manera responsable”, apuntaba la semana pasada a los medios el presidente del WEF, Klaus Schwab. “China todavía es básicamente una potencia regional asiática, no una potencia mundial”, sostiene uno de los habituales de Davos Nariman Behravesh, economista jefe de IHS, una empresa de análisis de riesgos. “Aunque claramente está adoptando un papel más enérgico en este sentido”.
Pekín también quiere calmar las dudas sobre el crecimiento. El elevado endeudamiento de la economía (235% del PIB), el frenazo en la demanda interna y la subida de tipos de interés en Estados Unidos han provocado una fuerte salida de capitales de China, que han forzado al banco central a empeñar buena parte de sus reservas en contener la caída de su moneda, hasta situar las reservas por debajo de los 2,5 billones de dólares desde los alrededor de 3,8 billones que llegó a registrar en 2015, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales.
La presencia del presidente chino ha eclipsado las importantes ausencias de los líderes mundiales este año en Davos. Ni la canciller Angela Merkel, ni su homólogo francés, ni buena parte de los líderes latinoamericanos –con la excepción del presidente colombiano, Juan Manuel Santos—, ni el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, asistirán este año a la cita suiza, donde destaca la ausencia –tras años de protagonismo—de los grandes banqueros centrales.