Cuando en días pasados Juventud Rebelde presentó el podcast (programa de audio para internet) con el tema Maternidad joven, pero… ¿cuándo?, disímiles opiniones llegaron a nuestra página web. Muchas eran de jóvenes. ¿Quieres saber lo que ellos comentaban sobre la familia y su modo de concebirla?
La mayoría de los participantes enunciaba razones por las que retardaban la formación de una prole y apuntaban entre ellas las dificultades económicas, los retos de convivencia con otras generaciones y las metas profesionales de ambos miembros de la pareja, las cuales deben ser encaminadas antes de tomar «la gran decisión».
Llegaban al debate las políticas públicas relacionadas con este asunto, las cuales no dejan de ampliarse con tal de favorecer un país sostenible demográficamente —ejemplo de ello son las recientes medidas anunciadas para proteger la maternidad.
«Es cierto que la edad adecuada para tener descendencia es de 20 a 30 años, pero en la realidad cubana se evidencia que muchos la posponen buscando tener mejores condiciones económicas, estabilidad en el matrimonio, una vivienda propia… Si en el trayecto llega, felicidades, pero la realidad es esa», comentó Esperanza en el foro Madres después de viejas, abierto hace unos meses en la página digital.
Pero, ¿qué otros factores están influyendo en el modo en que los jóvenes forman su familia? ¿Cuánto está cambiando en Cuba la célula fundamental de la sociedad en los últimos años? Para conocer sobre este tema que afecta a todos, este diario se lanzó a la búsqueda de criterios de especialistas y a la consulta de diversos estudios sobre el mismo en los centros investigativos del país. Y esto fue lo que encontró…
De voces y experiencias
«Hay que mirar a la familia en la Mayor de las Antillas sabiendo que existen diferentes tipos, como venimos resaltando hace tiempo en los estudios. Ese modelo exclusivo de mamá, papá y nené ya se da poco, porque las familias se han vuelto más complejas en su composición y funcionamiento.
«Es importante tener en cuenta que este núcleo está impactado por múltiples factores sociales, pues a veces lo vemos como si fuera un ente que solo actuara por sí mismo. Esa es una visión no marxista del asunto».
Así lo defiende la Doctora Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer (CEM), quien señala entre lo que incide en la familia cambios como los procesos migratorios, el período especial y el bloqueo estadounidense impuesto a Cuba.
El carácter socialista de la Revolución es uno de los mediadores para la conformación de la familia, afirma, y habla del rol de guardián que ha asumido el país ante la vulnerabilidad de cualquier núcleo afectado por la situación económica.
La especialista plantea que para que la familia tenga un funcionamiento adecuado ha de poseer las condiciones mínimas de vida, y ejemplifica como una de las principales necesidades la vivienda, dificultad a la que se ha intentado hallar soluciones con políticas recientes como la posibilidad del subsidio, aunque aún no esté a la vista la solución total de un techo para todo el que lo requiera.
Álvarez Suárez abunda en que una de las funciones familiares, que es la económica (encargada de proporcionar el sustento material de sus miembros), se ha manifestado sobredimensionadamente en Cuba desde la primera investigación nacional realizada en 1989 por el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. Esta tendencia confirma que muchos núcleos desplazan la función educativa de la familia, debido a que tiempo y esfuerzos se concentran más en exigencias materiales como la alimentación y el vestir.
Además, precisa la especialista, las mujeres se recargan demasiado pues, sin descuidar su profesión, deben dedicar mucho tiempo a las labores domésticas y a los cuidados de personas dependientes como los menores y mayores de edad, quienes cada día son más en los hogares.
En el caso de los menores influye la falta de círculos infantiles que satisfagan las necesidades de todas las trabajadoras, enfatiza la directora del CEM. Y argumenta que la alternativa de cuidadores en el trabajo por cuenta propia resulta cara, por lo que este sigue siendo un tema preocupante. «Es una demanda esencial el asunto del cuidado y apoyo estatal por diversas vías, pues eso genera tensiones y mayores gastos», dice.
La formación de valores se ha deteriorado en la familia y la sociedad, expresa la Doctora, e ilustra cómo esa responsabilidad —siempre compartida con la escuela— debe adecuarse también ahora al escenario de las nuevas tecnologías. Por ello, es necesario potenciar el reforzamiento del vínculo hogar-escuela, que en los últimos años se ha visto deteriorado, precisa la investigadora.
La migración —a la vez que puede incidir en la economía familiar con el envío de remesas y otras ayudas materiales— también influye en cuestiones como las crecientes necesidades de cuidado a los adultos mayores, que no tienen a sus familiares junto a ellos. En los últimos años son más notables los hogares de una persona, mayoritariamente integrados por mujeres, quienes por lo general han quedado solas debido a la viudez y a que sus hijos no están en el país
En el caso de las jóvenes que desean tener descendencia, describe Álvarez Suárez, es una realidad que el apoyo en los hogares también ha disminuido por parte de abuelas y abuelos, debido a la calidad de vida de estos, quienes aún se encuentran en sus puestos de trabajo; igualmente debido a la ausencia de hermanos que ayuden.
La creciente incorporación de las mujeres al trabajo ha conllevado a la obtención de su autonomía e influye notoriamente en la familia. Sin embargo, apunta la experta, ninguna investigación evidencia que las trabajadoras asalariadas atiendan menos a sus hijos que las amas de casa. Al contrario, en estos casos, se consigue una comunicación más variada y efectiva.
El Centro de Estudios de la Mujer, vinculado con el trabajo de la Federación de Mujeres Cubanas, participa en cada debate sobre la actualización del Código de Familia, un proceso que comenzó hace años y que incluye temas como el reconocimiento a la diversidad de familias y la corresponsabilidad entre el Estado y estos núcleos, expresa.
La actualización del modelo económico cubano también ha impactado en los núcleos familiares, pues, en aquellos en los que se escoge al cuentapropismo como forma de trabajo, los miembros cambian de su rol de consumidores a un papel de productores, señala la Doctora. Explica entonces las modificaciones que ello conlleva al interior de las familias, en aspectos tales como la situación económica y las relaciones de poder, que pueden incluir mujeres contratadas informalmente por sus esposos como ayudantes del negocio, en una condición de dependencia.
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