Después de tres años de permanecer en prisión, Jacinta, Alberta y Teresa abandonaron la cárcel tras una gran campaña a favor de su liberación en la que participaron organismos como Amnistía Internacional y el famoso Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro ProDH).
Una vez en libertad, buscaron, mediante una resolución judicial, una disculpa pública y el reconocimiento de inocencia por parte del Estado mexicano, además de la reparación integral del daño. La disculpa a Jacinta, Teresa y Alberta ha tardado más de 11 años.
"Nos 'chingamos' al Estado"
El fiscal mexicano, Raúl Cervantes, admitió que no se comprobó la participación de Jacinta, Alberta y Teresa en los delitos imputados, y que, a pesar de ello, fueron privadas de su libertad. En un acto histórico para México, Cervantes se expresó en estos términos:
"Sirva este acto para ofrecerles una disculpa en español y hñähñu como medio de reparación del daño. Reconozco públicamente su inocencia respecto de los delitos que se les atribuyeron y respecto de forma injusta se les privó de libertad".
Estela respondió hablando del desgaste económico, emocional, físico y psicológico de su familia. E incluso dijo:"Nos 'chingamos' al Estado".
Estela tampoco ahorró palabras para hablar de México: "En la cárcel no están delincuentes, sino pobres sin dinero, indefensos de conocimiento. Los delincuentes de mayor poder, de cuello blanco, no pisan la cárcel. No conocimos en Querétaro ricos en la cárcel".
"Estaría contenta el día que se acabe la injusticia, el día que nos respeten como indígenas. Mientras, no estoy contenta", dijo en su turno Jacinta.
La mujer indígena afirmó que, aunque no reciba ayuda económica del Gobierno, lo importante es que exista justicia entre los indígenas del país.
Ser mujer e indígena no es motivo de vergüenza
Hoy doña Jacinta elabora helados para vender en el mercado de su pueblo, mientras que Teresa y Alberta producen jitomate en invernaderos y bordan muñecas. Las tres insisten en que lo que les ocurrió a ellas, no le vuelva a ocurrir a nadie en México.
"Este caso hizo que nos diéramos cuenta que lo que le pasa al otro me afecta. Por eso mostramos nuestra solidaridad con los 43 estudiantes normalistas que nos faltan", recalcó la hija de Jacinta.
Y reiteró: "Queda demostrado que ser pobre, mujer e indígena no es motivo de vergüenza. Vergüenza para quien debería garantizar nuestros derechos como indígenas y humanos y no lo hace".
Después de hablar de la solidaridad que ha recibido su familia, y de mostrar su descontento con la primera disculpa pública ordenada por el Estado mexicano, Estela terminó su discurso con la siguiente frase:
"Hasta que la dignidad se haga costumbre, gracias".
Al-Dabi Olvera