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General: LA TUMBA DE FIDEL ...
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Reply  Message 1 of 13 on the subject 
From: Ruben1919  (Original message) Sent: 04/01/2017 22:31
Lo que se dice del otro lado ::::

'La tumba del comandante, la tumba del dictador...'

El lugar donde reposan los restos del ex líder cubano destaca por una placa negra con cuatro tornillos dorados y su nombre.

 ENVÍA

Fidel. Una roca.

No entiendo dónde están sus cenizas. ¿Las dispersaron en la roca, abonaron las dos rosas blancas que flanquean el letrero del comandante cubano? ¿Las soltaron entre las decenas de rosas tanbien blancas que ya están al pie de la piedrota? ¿O no están aquí los restos del revolucionario isleño?

No puedo andar preguntando esas cosas. No le hacen gracia a un teniente coronel que nos dejó pasar al lugar. Por la mañana una pequeña urna con las cenizas había sido colocada dentro de la enorme roca a la que se le perforó un nicho cubierto luego por la placa negra, pero quienes pasan por ahí no lo tienen claro.

Las puertas del cementerio fueron abiertas este domingo luego de las tres de la tarde para un puñado de periodistas y algunos cientos de turistas revolucionarios y lugareños.

La roca Fidel fue colocada unos metros adelante del memorial de José Martí. Cada media hora se escuchan unos compases militares que suenan fúnebres. Cuatro soldados que marchan marcialmente con fusiles y bayonetas hacen cambio de guardia.

Para llegar a unos metros frente a la roca la encargada del lugar nos obliga a todos a llevar una rosa blanca que ella reparte de mano en mano.

—Nadie entra a la tumba del comandante sin depositar una flor ahí... —dice con una sonrisa amable pero su mirada indica que es una advertencia rotunda. ¿Usted quiere grabar imagen y tomar fotos aquí? A poner una flor ante la roca.

—Aquí hoy vienen todos a rendir tributo a Fidel. No hay periodistas y ciudadanos. Todos aquí hoy son pueblo... —determina el teniente coronel que está a cargo. Así responde a la petición de que los periodistas podamos hacer una fila desde la cual captar imágenes mientras la gente desfila ante la piedra. Nada. Todos pasamos pero solo un par de minutos. Luego, fuera. Un joven periodista italiano echa a correr y se escapa para buscar mejores imágenes del sitio y los demás, un quinteto de reporteros y camarógrafos, aprovechamos la confusión tipo película de Chaplin donde militares y policías corrren hacia su persecución entre las tumbas para quedarnos más tiempo y grabar.

Grabar a la roca Fidel. ¿Por qué una roca? Porque no quería ostentaciones, dice la encargada del panteón. Porque simboliza la Sierra Maestra, dice un guarda. Porque como que uno puede recostarse en ella y no te lastimas, dice una fan. Recostarse en esa especie de cabeza de tiburón o ballena saliendo del agua sin fauce alguna. Eso parece la roca.

Sara tiene 26 años. Llora y llora afuera del panteón. Está con su hijita, de unos cinco años, alejadas de todos, esperando que se abra la puerta. No busca atención la joven, está lejos de las cámaras. Llora y llora.

—En el corazón no cabe tanto dolor. Un hombre así hay que volver a hacerlo. Es el hombre más importante y más amado de esta tierra.

—¿Por qué habría que volver a hacerlo?

-Porque gracias a Fidel, una persona humilde como yo, neeegra (arrastra el negra como para enfatizar el racismo que puede padecer alguien de color), pudo ser médico y pudo graduarse. En julio hace poco, me gradué como médico.

—¿Lo que hizo él se puede perder, te da miedo?

-No, no se va a perder nunca. Si miles de jóvenes piensan como yo en Cuba, esto no se va a perder y mucho menos ahora cuando más nos necesita el pueblo, Cuba, la Revolución.

—¿Qué sienten?

— Es como si se fuera muerto un padre, la vida entera...

Un padre. La roca. Para Sara es la tumba del comandante. Para otros no. Para muchos que se han exiliado, muchos que quieren libertades políticas, muchos que quieren libertad de expresión y de prensa, muchos que quieren libertades económicas, la roca es la tumba del dictador. Pero ellos, ellos no están aquí. Y si están cerca, estarán escondidos por ahí, tal vez debajo de una piedra...



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Reply  Message 2 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 22:49


Fidel , el mejor hijo de América será visitado en su tumba con el corazón ...no con los ojos ....Bien hubiera merecido cualquiera de las que aquí veremos pero no lo quiso ...Gloria eterne al héroe !!
Resultado de imagen de Las tumbas mas bellas del mundo ...imágenes ...


Reply  Message 3 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 22:57
Resultado de imagen de Las tumbas mas bellas del mundo ...imágenes ...

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From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 22:58
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From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 22:59
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Reply  Message 6 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 23:00
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From: Ruben1919 Sent: 04/01/2017 23:04
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Reply  Message 8 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 05/01/2017 06:58
Conozca la cripta de Fidel Castro en Santiago de Cuba (fotos)
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article118804283.html

Cuba diciembre 4, 2016 10:51 AM Conozca la cripta de Fidel Castro en Santiago de Cuba (fotos)


Reply  Message 9 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 05/01/2017 07:08

Conozca la cripta de Fidel Castro en Santiago de Cuba (Fotos)

Dic 4, 2016 1:28 pm
Publicado en: ActualidadInternacionales
AFP PHOTO / Yamil LAGE
AFP PHOTO / Yamil LAGE

 

Imágenes dadas a conocer del momento en que Raúl Castro colocó la urna con las cenizas de Fidel Castro dentro del monumento en su honor, en el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, este domingo el 4 de diciembre del 2016. La ceremonia se realizó en privado y sólo se le permitió el acceso a líderes internacionales.

Hace un año, numerosos camiones cargados con materiales de construcción comenzaron a llegar al cementerio de Santa Ifigenia en la ciudad de Santiago, en el este de Cuba. El sábado, un paño blanco cubría una nueva estructura cerca del mausoleo de José Martí, prócer de la independencia cubana.

Más allá de estas pequeñas pistas, los detalles del lugar definitivo donde reposarán las cenizas de Castro fueron uno de los secretos mejor guardados en la isla.

Ese velo de misterio se levantó el domingo cuando las cenizas del fallecido líder revolucionario fueron sepultadas en una ceremonia privada y posteriormente se permitió a algunas personas entrar y mirar la tumba donde permanecerán las cenizas: una gran piedra redonda, de unos cuatro metros y medio de alto, con una placa en la que se lee “Fidel”.

La tumba está junto a un memorial a los soldados rebeldes asesinados en un ataque encabezado por Castro al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, y frente al mausoleo del prócer cubano José Martí.

Las autoridades cubanas no han dicho nada sobre el futuro acceso a la tumba de Castro, pero la aparente ubicación de ésta cerca de la de Martí —un sitio importante visitado por numerosos turistas y cubanos— es indicio de que habrá alguna forma de acceso público a la tumba del hombre que gobernó Cuba durante casi 50 años y falleció el 25 de noviembre a los 90 años.

AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ

“Es un privilegio tenerlo aquí”, dijo Cruz María Pardo, de 64 años, que trabajó más de 20 años limpiando mausoleos en el cementerio. Pardo afirmó haber visto durante poco más de un año cómo varios camiones iban llevando materiales.

Miles, si no millones de cubanos, se alinearon en los últimos cuatro días a lo largo de la carretera central que conecta las dos ciudades más grandes de la isla, coreando lemas y agitando banderas, al paso de la caravana que transportaba el pequeño ataúd de cedro con las cenizas de Castro.

 AFP PHOTO / Yamil LAGE
AFP PHOTO / Yamil LAGE

En amplias zonas rurales del país, numerosos cubanos se movilizaron en autobuses y camiones de carga con remolque, muchos como parte de grupos de trabajo o de escuela, para esperar bajo un fuerte sol el paso de la caravana y despedir al exgobernante.

Las cenizas de Fidel Castro llegaron el domingo a Santiago, la ciudad donde Castro lanzó su revolución y tuvo lugar una última concentración multitudinaria en la plaza de la Revolución antes del entierro en el cementerio de Santa Ifigenia. AP

 

AFP PHOTO / Yamil LAGE
AFP PHOTO / Yamil LAGE

 

AFP PHOTO / Yamil LAGE
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AFP PHOTO / Yamil LAGE
AFP PHOTO / Yamil LAGE

 

AFP PHOTO / Yamil LAGE
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AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ

 

AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
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AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ

 

AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ

 

AFP PHOTO / AIN / Marcelino VAZQUEZ
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Reply  Message 10 of 13 on the subject 
From: cubanet201 Sent: 17/02/2017 21:21
esta_es_tu_casa,_fidel._alen_lauzan.jpg (780×780)

Reply  Message 11 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 18/02/2017 16:14
La tumba de Fidel se está convirtiendo en sitio obligado de visita por parte de los revolucionarios del mundo ...como lo es el mausoleo de Lenin ... o el de Marx o el de Mao ....

Tumba de Fidel Castro, la nueva atracción turística de Santiago de Cuba

febrero 06, 2017

Un militar custodia la tumba de Fidel Castro en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

Un militar custodia la tumba de Fidel Castro en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

La roca gris en la que fueron colocadas las cenizas del exgobernante cubano ha recibido la visita de 150.000 cubanos y extranjeros, y se espera que pronto alcance el millón, destaca un reporte oficial.

Unos 150.000 cubanos y extranjeros han visitado la tumba que guarda las cenizas del líder cubano Fidel Castro en el cementerio Santa Ifigenia de la ciudad oriental de Santiago de Cuba desde su apertura al público el pasado 4 de diciembre, informaron este lunes medios oficiales de la isla.

El panteón integrado en una gran roca monolito gris traída desde las montañas de la Sierra Maestra, donde Fidel Castro se alzó en armas y comandó la guerrilla que lo llevó al poder en 1959, recibe un promedio de 2.000 visitas diarias, según refirió la administradora del cementerio, Yudis García.

Raúl Castro coloca en la tumba la urna con las cenizas de Fidel Castro.

Raúl Castro coloca en la tumba la urna con las cenizas de Fidel Castro.



Con estas cifras, y ante el previsible incremento de la afluencia de personas que se producirá durante los meses veraniegos de julio y agosto, las autoridades de la isla prevén que este sitio patrimonial se convierta en el que más rápido alcance el millón de visitantes en el país caribeño, señala una nota en portada del periódico Granma.

García dijo que cerca de 30.000 visitantes extranjeros han llegado hasta el monumento y citó entre las ofrendas dedicadas a Fidel Castro una bandera que dejaron jóvenes de la Federación Judicial de Argentina, el estandarte de un grupo de italianos simpatizantes con Cuba y un poema de amigos iraníes.

La tumba del exgobernante cubano, donde solamente está inscrito el nombre "Fidel" en una placa con letras doradas, se encuentra situada junto al mausoleo del prócer independentista y Héroe Nacional de la isla, José Martí.


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From: Ruben1919 Sent: 18/02/2017 16:19

La tumba de Fidel Castro, nuevo atractivo de la isla para turistas


Reply  Message 13 of 13 on the subject 
From: Ruben1919 Sent: 13/03/2017 11:08

Cultura de los símbolos y realidades de la cultura

Por Luis Toledo Sande

El pasado 16 de febrero viajé a Santiago de Cuba con el colega Arnold August para rendir tributo, ante sus respectivas tumbas, a José Martí y a Fidel Castro. Buen amigo de Cuba, sobre cuya realidad revolucionaria ha escrito libros y artículos basados en su conocimiento directo del terreno, August había venido como parte de la delegación de su país, Canadá, a la Feria del Libro de La Habana, dedicada este año a esa nación. Entre sus contribuciones personales a la cita destacó una ponencia —“Fidel Castro, el poder político y la nueva cultura”, que reprodujo Cubadebate—, en el coloquio sobre el líder de la Revolución.

Al margen de esa labor quiso también consumar —por su cuenta, sin carga para ninguna institución del país— el homenaje aludido. Por su programa en la Feria y en torno a ella, y por la fecha fijada para el regreso a Montreal la ciudad canadiense donde reside y trabaja, debía viajar a Santiago y volver a La Habana el mismo día, lo que se complicó porque ya no había espacios en vuelos a Santiago, sino a Holguín. Tuvo que reservar la ida y la vuelta para los vuelos CU 964 y 974, respectivamente, asignados a un Boeing 737, y, por ser vuelos chárter, más caros, en pesos convertibles para ambos viajeros.

Para los desplazamientos Holguín-Santiago-Holguín logramos un taxi tramitado por Ezequiel Hernández Gómez, vicepresidente de la filial holguinera de la Unión de Periodistas de Cuba. El conductor, Roberto Rodríguez Pérez, fue eficiente, respetuoso y cordial. Entre los taxistas privados y los de Cubataxi —que es su caso— contactados, fue el que puso el precio menos alto, algo de agradecer, sobre todo porque en el país lo primero que se le hace a un taxi, aunque sea un vehículo de estreno, es anularle el taxímetro.

Desde que el avión despegó hacia Holguín las informaciones se dieron solo en inglés, aunque los pasajeros eran de distintas nacionalidades, no pocos hispanohablantes, incluidos cubanos residentes en Cuba. Ya avanzado el vuelo, le pregunté a la amable aeromoza que nos atendía por qué se hacía así aunque viajábamos en un avión operado por Cuba, con boletos vendidos aquí por Cubana de Aviación y en un vuelo nacional. Se deshizo en explicaciones: que el avión no es cubano, que está alquilado a Italia, que lo opera no recuerdo qué agencia (cubana), que el sobrecargo principal es italiano… Le faltó aducir el dominio estadounidense sobre la multinacional Boeing, y el sabor de ese nombre.

Entonces —le dije— ¿por qué no dan la información en español, italiano e inglés, en ese orden, si creen que el inglés es el idioma del mundo y no la lingua franca de un imperio, por influjo de la cual en aeropuertos y reservaciones aéreas del país su capital se llama Havana, mientras que en aeropuertos de otras latitudes se llama La Habana? La respuesta última fue que eso no dependía de ella, contestación que encarna una tragedia nacional.

No obstante, a punto de aterrizar en Holguín, el mensaje final a los viajeros se dio en español, italiano e inglés. Lleno de ilusiones, pensé: ¿Será que la queja surtió algún efecto? De hecho la habían respaldado quienes viajaban en la misma fila que August y yo: un cubano de Cuba nacido en Birán —como Fidel— y un matrimonio de turistas: peruana ella; él, un mexicano a quien la alegría del viaje no le impidió comentar dignamente la realidad impuesta a su país por factores internos (¡ay, Ayotzinapa!) y por designios estadounidenses.

No se debe menospreciar el valor cultural, político, histórico y moral de los símbolos, ni sucumbir al pensamiento pragmático, al acomodamiento y la resignación, que llevan a ignorar “detallitos” como la importancia de que, quien esté en Cuba, sienta que se halla en este país, no en otro, y lo rodea la cultura cubana, no otra. Si se desestima —ya sea en aviones o en uniformes de peloteros— lo que representa a la nación, desde la lengua —que tiene nombre de otro país pero lo han creado pueblos que le han impregnado su alma— hasta la bandera, el himno y el escudo, ¿por qué asombrarse de que proliferen símbolos y expresiones del imperio que se las ha arreglado para poner en marcha una maquinaria cultural, o anticultural, dominante, con recursos para imponerse como si fuera un hecho natural, si no divino? Se trata del mismo imperio que, pese a todo, mantiene el bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba y sigue tratando de torcerle el camino.

El destino primero del viaje era el cementerio de Santa Ifigenia, y a él llegamos sin percatarnos del madrugón que casi nos había impedido dormir la noche anterior. Valió la pena. ¡Cuánta callada y apreciable veneración en quienes —de Cuba y de otros países— van hasta allí para honrar el último testimonio de la existencia física de héroes fundadores!

A la entrada está el austero mausoleo de Fidel, como una trinchera de piedra, y de ideas, puesta a amparar a Martí, cuyos restos se encuentran a pocos metros. Ni siquiera percibimos el exceso de molesto control que, según nos habían dicho, hallaríamos en torno a la roca natural que protege las cenizas de Fidel, ni hay por qué descartar que, con el paso del tiempo y una mayor aceptación de la pérdida física del líder, y sin ceder al descuido ni perder solemnidad, la necesaria custodia se torne cada vez menos perceptible.

Todavía la organización topográfica para los movimientos por el sitio dificulta ver el cementerio y tomar fotos desde algunos ángulos que harían de ellas imágenes más representativas aún. Pero es necesario cuidar el sitio con esmero, y cualquier escollo resulta pequeño ante la emoción de acercarse a los lugares donde reposan los que fueron los huesos de luchadores que jamás descansaron cuando se trataba de defender a la patria natal, y a esa patria mayor que es la humanidad, en la que también se nace, se vive y se muere.

No se esbozará aquí, ni de lejos, la historia de aquel cementerio, ni un inventario de los restos sagrados que alberga. Sobre eso hablan datos y juicios en textos de varios autores, y este artículo tampoco intentará —¿con qué palabras?— dar fe de lo que allí se siente. También sobre eso abundan y abundarán asimismo testigos y testimonios, aunque tal vez ninguno alcance la altura de la realidad y las emociones que los animan.

Llegamos asimismo al otro punto relevante planeado para el viaje: Birán. Conmueve y alecciona como sitio donde nació quien devendría líder de la Revolución Cubana. Allí sobreviven signos que recuerdan desigualdades económicas y sociales de aquella época: a no muchos metros de la casona de la propiedad, se ven varias barracas de yagua, techo de guano y piso de tierra donde se alojaban inmigrantes antillanos, en especial de Haití, que acudían a Cuba para buscarse la vida, o la muerte, en el corte de caña y otros menesteres rudos. Y se aprecia el deseo justiciero con que el dueño, Ángel Castro, padre de Fidel y otros revolucionarios, procuró que niños y niñas de la servidumbre y de los alrededores tuvieran una escuela, la misma donde iniciaron el aprendizaje sus propios hijos.

El enclave alecciona igualmente, o sobre todo, por lo que aporta como otra prueba de la capacidad de algunos seres humanos —así el líder cuya existencia hizo que aquel entorno deviniese histórico— para no atascarse en lo mezquino y, en vez de eso, pensar más en el bienestar colectivo que en el suyo. De lo contrario, Fidel Castro Ruz pudo haber sido un millonario más, un abogado lleno de riquezas materiales, como en sus circunstancias pudo haber hecho José Martí, a quien talento le sobraba para saltar muy por encima de su origen humilde —que honró con su conducta, con cada uno de sus actos, con su vida de asceta— y hacerse una fortuna. Pero escogió ser uno de los pobres de la tierra, y tuvo plena moral para proclamar la decisión, consumada, de echar su suerte con ellos.

La necrópolis de Santa Ifigenia yo la conocía de varias visitas, todas antes de la partida de Fidel, y hacía más de cuarenta años que había visitado Birán, y aquellos lares me aportaban algo nuevo, como ocurre con sitios de tal índole, de tal significación. Pero, aunque las imágenes me reanimaban sentimientos o me despertaban otros, me detenía a observar en especial —sin comentarle nada, para no interferir en ellas— las emociones que, en silencio, experimentaba Arnold. Percibirlas bastaba para confirmar lo que Cuba, su historia y su Revolución representan para el mundo que José Martí se propuso alzar con el proyecto de 1895 y para todos los tiempos, con un ímpetu retomado por Fidel, en especial desde los sucesos del 26 de julio de 1953 y sus preparativos.

No noventa, ni cien, ni mil, infinitas razones hay para comprender la importancia de salvar a Cuba y su experimento justiciero, un propósito en que no cabe descuidar nada, ni lo que pudiera parecer minucia. El 22 de julio de 1893, en una circular a los presidentes de los clubes del Partido Revolucionario Cubano, Martí plasmó un principio de conducta que también hizo suyo Fidel: “la pobreza pasa: lo que no pasa es la deshonra que con pretexto de la pobreza suelen echar los hombres sobre sí”.

Con esos sentimientos llegamos al aeropuerto Frank País, para tomar el avión en que debíamos viajar hasta La Habana, pero nos llevamos una sorpresa: no vimos ningún anuncio sobre ese vuelo. Preguntando, topamos con una noticia escueta, como si no requiriese ninguna explicación, que tampoco tuvimos: estaba cancelado, y nos subirían a otro avión. La información no resultaba clara, y, aunque fuimos tratados con vocación de amabilidad —una vocación que, para realizarse en plenitud, en casos tales demanda hechos—, sentimos necesario reclamar que se nos asegurase el regreso esa noche.

Insistimos en ello desde que recibimos la inquietante noticia, y renovamos el afán al oír que llamaban a los viajeros de otro vuelo y, al parecer, no se nos tenía en cuenta. Cuando preguntamos, la respuesta fue que debíamos seguir esperando. Temimos quedarnos varados largamente en aquel aeropuerto, lo que habría dado al traste con citas que, como una en Prensa Latina, Arnold tenía concertada en La Habana para la mañana siguiente.

No nos quedamos allí varados, pero tampoco se indemnizó a quienes —como el amigo canadiense— habían hecho reservaciones para un vuelo que, por ser chárter y tener supuestamente determinadas características adicionales, era bastante más caro. “Cubana no indemniza”, fue en esencia la respuesta que recibimos, y que expresa una deficiencia de funcionamiento nacional que habrá que revertir —de manera orgánica, como cuando se trate, por ejemplo, de personas que sufran accidentes debido al mal estado de calles y aceras— para lograr el país que necesitamos, debemos y deseamos tener: con prosperidad y ética sustentables, como se demanda que sea.

Si aún no hay recursos para reparar las vías públicas, para devolver lo que se ha cobrado de más no parece que hagan falta inversiones muy significativas. Sentido de responsabilidad sí se requiere, y eso nada ni nadie puede ni debe acorralarlo. En una nación bloqueada, no solo su línea aérea puede tener déficits, carencias materiales explicables, pero sería suicida acostumbrarse a ellas con la inercia acuñada en “Eso no está a mi alcance” o “Ese no es asunto mío”, expresiones que de distintas formas son cotidianas, y percibimos desde el primer tramo del vuelo. Aunque, al menos, este fue puntualísimo, y felizmente desmintió lo dicho por la vendedora de la reservación en Cubana al preguntársele si, dadas sus características —mayor precio incluido—, se cumpliría el itinerario programado: “Cubana no es puntual”, dijo con una franqueza tan natural como escalofriante.

Si la nación no toma esos toros, y otros, por los cuernos, y no alcanza los logros que tiene el deber de cosechar, quedará lejos de lograr todo lo que está llamada a realizar “para merecer decir somos Fidel”, título de un texto publicado en este portal Cubarte y escrito por el mismo autor del presente artículo. En todo caso, llegar a ese merecimiento y no hacer tal proclamación será más honroso que hacerla sin merecerlo. La grandeza de la memoria y el ejemplo de Martí y de Fidel, y de otros muchos héroes fundadores, exige que su pueblo y todas sus instituciones se apliquen a rendirles homenaje de pensamiento y de actos, en forma permanente y a la altura de lo que ellos legaron a su patria y al mundo.

Esa realidad estuvo presente en lo dicho por Arnold August cuando ya volábamos hacia La Habana: “Siempre recordaré este día. Cumplí el sueño de rendirles homenaje a Martí y al Comandante en Santa Ifigenia. Ya olvidé lo desagradable ocurrido”. Agradezcamos al buen amigo su lealtad, su ejercicio de memoria selectiva para pasar por alto déficits que dañan no solo la imagen de Cuba —lo que ya sería grave—, sino también su funcionamiento. Pero nosotros no podemos olvidar los desaguisados, ni dejar de combatirlos, pues solo erradicándolos estaremos en condiciones de cambiar todo lo que debe ser cambiado, y cultivar las realidades de una cultura llamada a seguir, tesonera y creativamente, las lecciones de quienes trazaron el camino y lo abonaron con sus sacrificios y su inteligencia.

(Publicado originalmente en cubarte)



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