Paralela ¿o ajena?
La superación y formación de nuevos artistas en especialidades como el baile para espectáculo –actualmente inexistente– es otro de los problemas. (Foto: RAÚL MEDINA).
Los pueblos artificiales creados dentro de los más distantes complejos hoteleros del país, ahora reciben el nombre de plazas. El cambio no solo responde a una estrategia de marketing, también para potenciar la conexión con lo auténtico e ir borrando lo paralelo. “Tenemos claro que no vamos a construir una cultura para el turismo, la nuestra es lo suficientemente rica y diversa para ser atractiva”, enfatiza González García.
José Luis Perelló, profesor de la Facultad de Turismo de la Universidad de la Habana, advierte sobre algunos peligros que siempre asechan: “existe la paradoja de que mientras los turistas pueden ser atraídos a un destino por la autenticidad de la cultura, las comunidades locales pueden modificar los rituales y otras prácticas culturales para adaptarse a la demanda y las estructuras temporales del mercado turístico, mediante una autenticidad representada, la cultura del espectáculo”.
Uno de los factores que influye en la construcción de una cultura paralela, de acuerdo con Antonio Pérez Santos, es que cuando se intenta hacer un turismo separado del ciudadano y las dinámicas propias de la ciudad, la relación con el mismo nace deformada. “En algún momento se trató de construir un turismo apartado de la gente, de la ciudad. Se han construido pueblos falsos en cayerías estando cerca las comunidades reales”.
Según Xonia Beltrán, delegada de Turismo en La Habana, para insertar a los turistas en las dinámicas propias de la ciudad resulta primordial una programación estable y actualizada con el tiempo suficiente para desarrollar las correspondientes labores de promoción. En la capital, uno de los productos más demandados son las actividades nocturnas con música en vivo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los espacios para cada tipo de producto no son constantes, y resulta complejo orientar e incluso fidelizar al cliente.
¿Cultura para el turismo?
El carnaval es la expresión artística popular más arraigada y masiva en Cuba. Estimularlo y promoverlo más como opción turística es un camino
Si ahora mismo usted que lee estas páginas “pincha” en Google las palabras claves “cultura” y “turismo” con certeza la descarga será amplia: fotografías sobre paisajes naturales, arquitectónicos; datos sobre gastronomía, modos de vida, costumbres, e incluso, una muestra de distintas expresiones artísticas e identitarias.
Otros detalles exhibidos allí exasperarían al más glacial de los cubanos por la procacidad con que se exponen chicas y chicos, con escasa vestimenta y de aspecto lujurioso; a veces, desde espacios tan emblemáticos como el malecón de La Habana o en intercepciones de las calles de su centro histórico, en imágenes –instantáneas o audiovisuales– que no se acercan a la realidad cotidiana de los habitantes de esta tierra caribeña y, mucho menos, a las propuestas y productos que la actividad turística antillana pretende y debe promover.
Si bien esas incitaciones desde sitios de la web casi siempre corren a cargo de agencias o promotores extranjeros, otras distorsiones de la imagen también abundan en instalaciones hoteleras y espacios públicos por ignorancia del personal que las gestiona, para adecuarse a la demanda y las coyunturas circunstanciales del mercado.
Y llegan a ser tan comunes que se pueden posicionar en el imaginario colectivo de modo inquietante. Elementos deformes relacionados con rituales de los cultos sincréticos afrocubanos; bailes típicos que poco o nada se aproximan a sus originales; ruido y fanfarria en algunas presentaciones artísticas que subliman una realidad escenificada, representada; retratos del Che impreso en cuanta pieza sea posible; objetos que recuerdan fetiches devenidos de la cultura popular (el tabaco, el almendrón, el cocotaxi, la mulata de sinuosas curvas); son algunas de las partes de un todo que desacredita los paradigmas del gusto estético y el genuino arte que germina en este lado del mundo.
En las consultas y las entrevistas a representantes de instituciones y organizaciones de ambos ministerios quedó claro lo que en verdad no se quiere alcanzar. La Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, aprobado en VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, así lo suscribe en el capítulo dedicado a la política social, cuando expresa la intención del Estado de regular “la publicidad, orientada al consumo responsable y sostenible, basada en principios éticos y estéticos ajenos a cualquier tipo de engaño, discriminación u ofensa a algún sector de la sociedad, ni promover símbolos portadores de mensajes coloniales y pro capitalistas”.
Por otra parte, todavía son incipientes los resultados a partir del trabajo de la Comisión de Cultura, Turismo y Espacios Públicos. Aún persisten las insatisfacciones y los conceptos errados en cuanto al tema en las instalaciones que cubren la modalidad de sol y playa, deportivo, u otros como caza y pesca; y también, en aquellas portadoras de recursos histórico-culturales y espacios patrimoniales, ubicadas en importantes ciudades del país (Trinidad, Remedios, Santiago de Cuba, Baracoa, La Habana y Camagüey, entre otras).
Espejo donde no mirarse
El espectáculo musical cubano, con vasto alcance en la arena nacional e internacional, asume hoy algunas concepciones alejadas de sus tradiciones. Prolifera en cabarets y otros lugares recreativos una suerte de director artístico espontáneo e improvisado y la clásica orquesta acompañante del show es una eterna ausente. Esta circunstancia devasta una rica raigambre; y por tanto, no queda otra alternativa que suplir la omisión con música grabada, lo cual pone en crisis el vínculo directo entre artistas y públicos, e impide la lógica fuente de empleo para los músicos.
-“Hay que trabajar de conjunto para salvar nuestra cultura, nuestras tradiciones”, declaró a BOHEMIA el maestro Adalberto Álvarez.
“Es preocupante lo que pasa, siento que vamos perdiendo autenticidad cada vez con más fuerza y estamos dejando de ser lo diferente para convertirnos en uno más”, declara el maestro Adalberto Álvarez, notable instrumentista y compositor, quien añade, además, que “la variedad de los espectáculos musicales en lugares de turismo necesita más presencia de la música en vivo, diversificación, actualización y sobre todo, cubanización”. Mientras, exterioriza su preocupación por el ambiente sonoro de instalaciones turísticas y espacios públicos “a veces, el sonido es tan fuerte que termina molestando e impidiendo compartir una conversación o disfrutar del momento”.
En tanto existe una precaria situación en la capital del país, en la provincia de Santiago de Cuba se evidencian resultados más alentadores. “Hay una fuerte proyección en la música y los espectáculos, los cuales expresan nuestra identidad y están presentes en diferentes espacios. En esta ciudad se toca mucha música en vivo gracias a los numerosos septetos que tenemos”, refiere Rodulfo Vaillant, presidente de la Uneac de dicha provincia oriental.
Sin embargo, considera que el trabajo en este orden debe ser aún más sostenido porque “últimamente no hemos logrado lo más importante que es la estabilidad y la calidad en los cabarets Tropicana y San Pedro del Mar, tradicionales y fuertes pilares en cuanto a espectáculos”. Destaca, igualmente, que los espacios bailables no acaban de consolidarse por la insuficiente existencia de locaciones.
Cuba cuenta con el carnaval, expresión artística popular más arraigada y masiva. Desde la génesis hasta la contemporaneidad ha mantenido sus esencias, aunque precise revitalizarse en algunas regiones del país. En la actualidad, los integrantes de sus grupos artísticos desarrollan ideas estéticas sobre las presentaciones. Estimularlo, promoverlo, pensando en mostrarlo más a los turistas, ¿por qué no?
No pasar la página
Con frecuencia la Noche Cuba que se oferta como una referencia artística de excelencia en hoteles y otros escenarios nacionales no deja muy bien parada a la cultura antillana ante la mirada de los turistas. Personajes conocidos, atrapados de otras culturas (Mickie Mouse, Pato Donald, Superman) entreverados con otros fetiches más locales –el almendrón, la mulata–, o versiones que denigran nuestras raíces afrocubanas, se arrogan el derecho de ser los protagonistas en estos espectáculos sin un mínimo de recato, y aunque no se hagan con propósitos malintencionados, menoscaban la imagen nacional.
Muchas producciones artesanales no parten de las tradiciones más autóctonas
“El problema radica en la absoluta ignorancia de los que dirigen artísticamente estos centros”, subraya el maestro Santiago Alfonso, coreógrafo, bailarín, director artístico y miembro de la Comisión de Cultura, Turismo y Espacios Públicos, de la Uneac. Y asevera que la solución es sencilla. Consiste en atender la “asesoría de personas capacitadas en cada tema, sobre todo en el tratamiento del folclor y lo popular; sin olvidar la música de concierto, de pequeño y gran formato, con la que tenemos una deuda; la trova toda que además no es de alto costo, pues al igual que los tríos tradicionales se interpretan, generalmente, con instrumentos de fácil transportación”.
Ciertamente lo que debe primar en la presencia cultural de las entidades turísticas y otras plazas es la calidad estética, en las cuales con frecuencia se desestima la validez de sonoridades más elaboradas.
“La música clásica carece un poco de representación en los polos turísticos, son escasos los espectáculos en esa rama. La presencia de los jóvenes se ha logrado ampliar, pero no creo que esté totalmente balanceada”, explica Bernardo Lichilín, cantante lírico y uno de los artífices del proyecto Líricos del Gato Tuerto, un espacio que en el emblemático piano bar habanero ameniza mientras cultiva, y ya es una experiencia con muchos seguidores foráneos.
“Nuestro abanico músico-danzario es tan amplio que nadie tendría que imitar ni copiar. Haciendo un estudio previo de lo que se desea se lograría dar la imagen más completa de nuestro acervo cultural”, enfatiza el también Premio Nacional de Danza Santiago Alfonso, quien puntualiza sobre la necesidad de trabajar seriamente para borrar esa percepción histórica de “una mulata con bikini y cola, y un negrito tocando tumbadora”.
La vuelta a la noria
Por desidia o desconocimiento, muchas veces no se tiene conciencia real de todos los valores identitarios que nos definen, tampoco en la diversidad de ellos, ni siquiera en cómo socializarlos. Se corre el riesgo de que lo foráneo se entrelace con lo autóctono y lo que pudiera ser nuestra cultura típica ya no lo sea. Este fenómeno se revertiría cuando en el ruedo intervienen personal o guías turísticos informados, sensibles a las artes que orienten al turista hacia las mejores referencias culturales.
Se vuelve cada vez más común la comercialización, estatal o privada, de artesanías que no parten de la verdadera tradición antillana. Aquí la “estética” del kitsch tiene el terreno ganado tanto en producciones artesanales en sí, como en piezas copiadas a grandes pintores del arte universal u otras de seudoartistas.
El notable crítico y artista de la plástica Manuel López Oliva, recientemente compartió con BOHEMIA su estupefacción al leer un programa de cierta agencia cubana con una oferta de estancia en Cuba, en la cual “no solo predomina la música seudotradicional, el comercialismo de rituales falsos y las noches con bailables chabacanos; sino también la visita dirigida al espacio ‘espectacular’ de un artesano mercantilizado multi-ventas a quien insólitamente la empresa turística cubana denomina ‘El Picasso del Caribe’”.
Mercy Correa, directora del Centro Nacional de Artesanía del Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Por su parte, Mercy Correa, directora del Centro Nacional de Artesanía del Fondo Cubano de Bienes Culturales, y Dámaso Crespo, director de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, (ACAA) coinciden al señalar que ambas instituciones trabajan estrechamente vinculadas en la promoción y comercialización de obras de alta calidad. También velan sistemáticamente por la ambientación de los diferentes espacios públicos. Para ambos es fundamental, “exigir todos los días la excelencia. No todo lo que se vende en las plazas es la expresión de lo que debe ser. ¿Quién responde por esto? Todos. El Fondo tiene comisiones técnico-artísticas que evalúan lo que se comercializa. Velar por la calidad es la brújula, la guía en el camino para defender valores genuinos de lo cubano”.
El escenario cubano exige posturas concienzudas. Aguzar la vista también en el sector privado es una cuestión básica a analizar. Restaurantes particulares, casas de alquiler y conductores de cualquier medio de transporte operan a modo de “guías turísticos” y constituyen vehículos (de) formadores y/o (des)informadores, de la imagen e identidad cubanas.
En el contexto del proceso de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, se impone ofrecer mucha y buena información que, sin dejar de entretener, incite a conocer la historia y a la vez, la realidad presente de la nación. Es la manera de contrarrestar el colonialismo cultural y mostrar las potencialidades culturales de la mayor de las Antillas.
Lo cubano no es una moda, sino un acervo amplio, rico, diverso que se puede desplegar de manera estratégica, consciente, bien pensada, en cualquier propuesta turística.
Dámaso Crespo, director de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, (ACAA).
Los acuerdos y protocolos firmados entre instituciones culturales y autoridades del turismo serán insuficientes si falta el diálogo sistemático, comprometido, en el que debe perdurar no solo la valoración de lo que ocurre sino las soluciones o modos factibles para resolver problemáticas que afectan el rostro genuino de nuestro país.
Es indispensable fortalecer cada día la alianza estratégica entre los ministerios de Cultura y de Turismo, el papel protagónico de la vanguardia artística e intelectual en todas las acciones, pasos significativos que influirán decisivamente en la Política para el Turismo expresada en congresos del Partido y de la Uneac. El esfuerzo conjunto propiciará seguir incrementando el arribo de turistas a nuestro archipiélago. Como dice el cantautor Silvio Rodríguez, “venga la esperanza, pase por aquí”, en beneficio de lo mejor del arte y la cultura cubanos, cuyos frutos deberán seguir cautivando a visitantes foráneos.
Salvaguardar la cultura e identidad cubanas
En el IV Congreso de la organización de la vanguardia artística cubana, en 1988, apareció como un tema de preocupación y discusiones, la necesidad de vincular la cultura y el turismo. Según relata Alicia Valdés Cantero, presidenta de la Comisión de Cultura, Turismo y Espacios Públicos de la Uneac: “establecida la Comisión como grupo de trabajo en el V Congreso (1993) fue presidida por el escritor Enrique Núñez Rodríguez, el doctor José Loyola (VI Congreso), y la musicóloga Cary Diez (VII Congreso).
“Desde la cultura podemos contribuir a elevar la calidad de la formación de los profesionales que demanda el turismo”, destaca la máster Alicia Valdés.
“Luego del VIII Congreso, la presidencia de la Uneac decidió redimensionar y fortalecer la Comisión sumándole los Espacios Públicos Estatales (no pertenecientes a la esfera turística) con influencia en la cultura, y el sector no estatal. De esta forma, no solo se reconoce la implicación que tienen otros grupos que, de manera institucional o independiente, proponen ofertas culturales, sino que se cuida la autenticidad y calidad adecuadas de esas ofertas en aras del fortalecimiento de la proyección social de nuestra cultura.
Desde 2014 Alicia Valdés Cantero preside la Comisión –constituida en el nivel nacional, las filiales provinciales y municipales–, para “apoyar las urgencias del desarrollo turístico, el protagonismo de lo mejor del arte cubano y lo que en materia artística se presenta en los espacios públicos. Y fomentar desde la academia, la difusión y concientización de estos tópicos mediante conferencias y encuentros con intelectuales de la Uneac, trabajadores y estudiantes del turismo.”
También destaca el trabajo de la Comisión desde su génesis y los debates posteriores, en 1989, “en los cuales participó el compañero Fidel; de esas reuniones surgió la idea de que la presidencia de la Uneac hiciera un recorrido por los principales polos turísticos en desarrollo como Varadero, la cayería norte de Camagüey y la Isla de la Juventud. De dichos encuentros nacieron ideas e iniciativas como la de no crear una cultura para el turismo, sino que los programas turísticos se reinserten en la vida cultural del país”.
Valdés precisa que la Uneac es una organización social y no un órgano del Estado que legisla. “Nuestro desempeño se orienta a buscar opiniones, valoraciones, criterios, cuestionamientos y problemáticas que inciden en el mejor desarrollo del turismo y la cultura. La política y las líneas a seguir se definen en el documento Lineamientos Generales para las Relaciones de Cultura-Turismo, firmado por ambos ministros en diciembre de 2015. Se establece que: “Las instalaciones turísticas deben garantizar que la comercialización de los productos y servicios no admita concesiones éticas, estéticas y culturales que atenten contra la defensa de los valores patrimoniales, identitarios, históricos, y sociales de la nación cubana”.
En diferentes etapas de trabajo se ha privilegiado la necesidad de establecer dentro de la estrategia general del desarrollo turístico del país, la presencia orgánica de la creación cultural. “Damos seguimiento permanente al concepto de Imagen Cuba. Entendido como “las imágenes derivadas de las acciones de comunicación y promoción que deberán reflejar las facetas más representativas de nuestro patrimonio natural y cultural en lo referente a características ambientales, monumentos nacionales y locales, pluralidad racial, religiosidad, manifestaciones artísticas de alto reconocimiento nacional e internacional y expresiones raigales de la cultura cubana”.
Desde 2015 la Comisión ha consolidado su labor, aunque todavía prevalecen insatisfacciones como la carencia de un grupo de trabajo encargado de la atención a los espacios públicos, y un coordinador principal estable para dicha responsabilidad.
“Los miembros de la Comisión y del Consejo Nacional de la Uneac, han expresado preocupaciones acerca de la inestabilidad de los cuadros en las instituciones culturales; descontento por la elección de artistas que se presentan en hoteles y centros turísticos, sin tomar en cuenta juicios de expertos, y la inconsistencia en los métodos de programación y contratación que, a veces, se basan en criterios administrativos.
“Existen insatisfacciones sobre la calidad de los espectáculos musicales y su nula diversificación según las peculiaridades culturales de cada lugar, el poco empleo de la música bailable en vivo en las instalaciones hoteleras donde existen condiciones adecuadas, el escaso control cualitativo de la música difundida en los espacios de recreación.
“También se reclama la pertinencia de tomar en consideración juicios de expertos en la selección curatorial o elección de artistas representados en las áreas expositivas de hoteles y centros turísticos y la necesidad de caracterizar las diversas artesanías tradicionales del país.
“Es fundamental salvaguardar la cultura e identidad cubanas. Imposible afrontar los retos actuales y futuros si todos no nos involucramos en el trabajo de la Comisión de manera activa y eficaz