La aventura de JAC Motors en México echa a andar con dos todoterrenos o SUVs enfocados a un público mayoritariamente joven que busca la conectividad por encima de todo. Con esas credenciales, la firma automovilística semiestatal china desembarca en un mercado clave para su desarrollo en el continente americano y en un momento especialmente turbulento: poco más de dos meses después de que Donald Trump, adalid del proteccionismo y especialmente obsesionado con el sector automotriz, tomase posesión como presidente de la primera potencia mundial. JAC Motors inicia su andadura mexicana de la mano de una firma participada en un 50% por el magnate local Carlos Slim: Giant Motors.
La comercialización de los nuevos modelos apenas ha dado sus primeros pasos: comenzó el miércoles en la Ciudad de México a través de un importante distribuidor local. Un día después llegó a Puebla; en un mes, aterrizará en Guadalajara; y en dos meses, en Mérida y Chihuahua.
"Es un voto de confianza para el sector automotriz", dijo el martes, durante la puesta de largo de la marca, el primer ejecutivo de Giant Motors, Elías Massri. El momento para el anuncio no podía ser más propicio, a las puertas de la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y con la incertidumbre planeando sobre la inversión extranjera. "No dependemos del TLCAN, ni desde el punto de vista de las importaciones ni desde el de las exportaciones", aseveró al tiempo que remarcaba las "ventajas competitivas, geográficas y de talento" del país norteamericano.
En febrero, la empresa china anunció una inversión de 212 millones de dólares (198 millones de euros) en colaboración con Giant Motors en su planta de Ciudad Sahagún (Hidalgo, centro de México). La entrada de JAC Motors en México es una cuestión vital en el marco de su estrategia de incrementar su presencia en todo el subcontinente:ya presente en Brasil, primera potencia regional, su llegada al Estado mexicano de Hidalgo era natural. Su aterrizaje se interpreta como un claro espaldarazo a México en tiempos convulsos.La presencia de JAC como fabricante en México no es nueva: ya son 10.000 los vehículos comerciales ensamblados en el país norteamericano, según los datos de la propia firma. Dedicada fundamentalmente a la rama de vehículos de carga, en los últimos años ha ido extendiendo sus segmentos de producción y ya fabrica hasta coches ultracompactos. También ha dado el salto a nuevas modalidades de propulsión, más allá de los clásicos motores de explosión, como híbridos o eléctricos.
La firma china, que cotiza en Bolsa de Shanghái desde hace 16 años, ha logrado situarse en los últimos años entre los 10 mayores fabricantes de automóviles de China —su capacidad de producción asciende a un millón de unidades al año— y ha registrado uno de los crecimientos más rápidos del mercado asiático en la última década. Con una vocación claramente exportadora, vende en lugares tan dispares como Brasil, Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea o el golfo Pérsico.
Pese al tamaño de ambas economías, la presencia de China en México es prácticamente testimonial: apenas el 2% de las exportaciones mexicanas acaban en el país asiático, muy lejos de EE UU (73%) y Canadá (6%), y a la altura de mercados notablemente más pequeños, como el español (1,5%), el brasileño (1,3%) o el alemán (1,2%). En el lado opuesto, los productos fabricados en el gigante asiático sí han conseguido hacerse un hueco en el mercado mexicano: copan el 15% de las importaciones del país norteamericano.
La aventura de JAC Motors en México echa a andar con dos todoterrenos o SUVs enfocados a un público mayoritariamente joven que busca la conectividad por encima de todo. Con esas credenciales, la firma automovilística semiestatal china desembarca en un mercado clave para su desarrollo en el continente americano y en un momento especialmente turbulento: poco más de dos meses después de que Donald Trump, adalid del proteccionismo y especialmente obsesionado con el sector automotriz, tomase posesión como presidente de la primera potencia mundial. JAC Motors inicia su andadura mexicana de la mano de una firma participada en un 50% por el magnate local Carlos Slim: Giant Motors.
La comercialización de los nuevos modelos apenas ha dado sus primeros pasos: comenzó el miércoles en la Ciudad de México a través de un importante distribuidor local. Un día después llegó a Puebla; en un mes, aterrizará en Guadalajara; y en dos meses, en Mérida y Chihuahua.
"Es un voto de confianza para el sector automotriz", dijo el martes, durante la puesta de largo de la marca, el primer ejecutivo de Giant Motors, Elías Massri. El momento para el anuncio no podía ser más propicio, a las puertas de la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y con la incertidumbre planeando sobre la inversión extranjera. "No dependemos del TLCAN, ni desde el punto de vista de las importaciones ni desde el de las exportaciones", aseveró al tiempo que remarcaba las "ventajas competitivas, geográficas y de talento" del país norteamericano.
La presencia de JAC como fabricante en México no es nueva: ya son 10.000 los vehículos comerciales ensamblados en el país norteamericano, según los datos de la propia firma. Dedicada fundamentalmente a la rama de vehículos de carga, en los últimos años ha ido extendiendo sus segmentos de producción y ya fabrica hasta coches ultracompactos. También ha dado el salto a nuevas modalidades de propulsión, más allá de los clásicos motores de explosión, como híbridos o eléctricos.
En febrero, la empresa china anunció una inversión de 212 millones de dólares (198 millones de euros) en colaboración con Giant Motors en su planta de Ciudad Sahagún (Hidalgo, centro de México). La entrada de JAC Motors en México es una cuestión vital en el marco de su estrategia de incrementar su presencia en todo el subcontinente:ya presente en Brasil, primera potencia regional, su llegada al Estado mexicano de Hidalgo era natural. Su aterrizaje se interpreta como un claro espaldarazo a México en tiempos convulsos.
La firma china, que cotiza en Bolsa de Shanghái desde hace 16 años, ha logrado situarse en los últimos años entre los 10 mayores fabricantes de automóviles de China —su capacidad de producción asciende a un millón de unidades al año— y ha registrado uno de los crecimientos más rápidos del mercado asiático en la última década. Con una vocación claramente exportadora, vende en lugares tan dispares como Brasil, Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea o el golfo Pérsico.
Pese al tamaño de ambas economías, la presencia de China en México es prácticamente testimonial: apenas el 2% de las exportaciones mexicanas acaban en el país asiático, muy lejos de EE UU (73%) y Canadá (6%), y a la altura de mercados notablemente más pequeños, como el español (1,5%), el brasileño (1,3%) o el alemán (1,2%). En el lado opuesto, los productos fabricados en el gigante asiático sí han conseguido hacerse un hueco en el mercado mexicano: copan el 15% de las importaciones del país norteamericano.