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General: FRANCISCO Y LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
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De: Ruben1919  (Mensagem original) Enviado: 26/03/2017 09:35
ENTREVISTA A LA TEÓLOGA ARGENTINA EMILCE CUDA
“El Papa tiene un discurso contemporáneo”
Discípula de Laclau y compañera de ruta de los teólogos de la liberación, Cuda opina que “el populismo es un nuevo modo de la política, el pueblo toma conciencia de sí mismo... y busca un político que es capaz de captar sus necesidades”.
“Francisco consiguió un consenso mundial increíble. Está en la prensa todos los días.”
“Francisco consiguió un consenso mundial increíble. Está en la prensa todos los días.” 
(Imagen: EFE)

Desde Roma

Ser mujer y ser teóloga es algo bastante raro en la Iglesia Católica. Lo era mucho más hace algunas décadas. Ahora, sobre todo en países de Europa y en Estados Unidos, las mujeres teólogas han conseguido un lugar como sus colegas hombres y participan junto a ellos de organizaciones, como el Catholic Theological Ethics in the World Church  (Teología Ética Católica en la Iglesia Mundial) que se ocupa de difundir la teología ética en el mundo. La argentina Emilce Cuda es una de ellas. Cuda es miembro de esta red internacional de teólogos. Se doctoró en Teología Etica en la Pontificia Universidad Católica Argentina donde ahora trabaja como profesora. Enseña además en la facultad de Filosofía de la UBA y en la Universidad Arturo Jauretche y trabaja como profesora invitada en algunas universidades de Estados Unidos, como el Boston College y la Northwestern University.

Cuda vino a Roma para presentar al papa Francisco, junto a sus colegas de la red de teólogos,  el próximo congreso mundial de esa organización –que cuenta con 1500 teólogos de todo el mundo–  a realizarse en 2018 en la ciudad bosnia de Sarajevo. De esos congresos participan entre otros  también –aunque no siempre por razones de edad– teólogos como el venezolano Pedro Trigo, el peruano Gustavo Gutiérrez o el argentino Juan Carlos Scannone, considerados entre los fundadores de la Teología de la Liberación. Emilce Cuda se ocupa de Teología y Política específicamente y acaba de publicar un libro sobre este tema: “Para leer a Francisco. Teología, ética y política” (Ed. Manantial).

–¿Qué significa ser una teóloga ética especializada en política? 

–Mucha gente confunde teología con catequesis, cree que los teólogos  son catequistas. La teología es como la medicina. Hay especialidades. Biblistas, Dogmáticos, Moralistas. Nosotros nos encargamos de la ética. El estudio de la política está en el campo de la teología ética. El teólogo puede hablar de Dios en sí mismo o puede hablar de la obra de Dios, que es el mundo y el hombre y sus problemas y esto último es la ética. No nos interesa la política como medio de acceso al poder. Nos interesan todos aquellos actos del hombre y de la historia humana que en lugar de favorecer la liberación del hombre colaboran con su esclavitud.

–¿Cuánto difícil fue para usted estudiar Teología en un mundo principalmente dominado por hombres y escalar posiciones en ese mundo?

–La Teología estudiada por mujeres es una cosa relativamente nueva pero no del siglo XXI. Yo estudié en la Universidad Pontificia en los años 80. Que una mujer pudiera entrar a estudiar  teología en la facultad pontificia, donde sólo estudiaban los sacerdotes, era una cosa muy particular. Además había que entrar con un permiso especial. Cuando yo estudié  éramos sólo dos las mujeres en el curso. Ahora ya es más libre. Pero en Argentina todavía sigue siendo una carrera poco común. Escalar posiciones no fue más difícil de lo que le cuesta a cualquiera escalar posiciones en la universidad pública laica. Mi título es reconocido por el estado argentino y por el Vaticano. Pero en la universidad pública recién entré hace poco porque por ser teóloga no me aceptaban.

–¿Qué temas políticos ha analizado en sus estudios hasta ahora?

–Mi tesis doctoral fue sobre la relación catolicismo y democracia en Estados Unidos y ahí descubrí la gran influencia que tuvieron los obispos jesuitas irlandeses entre los trabajadores irlandeses que eran explotados, para el nacimiento de la república estadounidense. Luego empecé a estudiar el populismo, particularmente en Argentina y Brasil. Estudié varios años  con el filósofo argentino Ernesto Laclau y presenté mis investigaciones en los congresos que realizamos con la red de Teólogos, así como otros presentaron el rol de las “maras”(pandillas latinoamericanas nacidas en Estados Unidos que luego se trasladaron a  Centroamérica), que son grupos completamente impermeables  tanto a los partidos políticos como a la Iglesia.   

–¿Qué ha significado el populismo en Argentina y Brasil?

–Populismo es una palabra compleja que en los últimos tiempos se ha convertido en sinónimo de corrupción. Pero ese es un error,  porque puede haber corrupción bajo cualquier forma política, en una monarquía, en una república, etc. Lo primero hay que aclarar es que populismo no es sinónimo de corrupción. Siguiendo a Ernesto Laclau se puede decir que el populismo es un nuevo modo de la política, donde por una parte, el pueblo toma consciencia de sí mismo a partir de la articulación de demandas insatisfechas, y por la otra existe un político que es capaz de captar esas necesidades,  que pueden ser necesidades populares como el caso de Brasil y Argentina, o puede  ser un conjunto de intereses particulares como en el caso de Estados Unidos. Cuando el papa dice que no son iguales todos los populismos,  está queriendo decir precisamente esto. Algunos piensan que un gobierno es populista porque satisface demandas de los sectores populares. Por eso creen que Perón en 1945 era populista. Habría que diferenciar entre gobiernos populares, es decir a favor de los trabajadores, y los que se conoce como una estructura populista. No podemos decir que el Perón del 45 era un gobierno populista.  Era una democracia a favor de sectores populares, llega al gobierno por el apoyo de un partido político y del movimiento de los trabajadores.

–¿Y Trump es populista?

–Trump no llega al poder ni por su pertenencia a un partido político ni por el apoyo organizaciones sindicales, llega porque capta y articula en sus discursos, demandas populares insatisfechas. Claro que es populista, porque el populismo fue el método que usó para llegar al gobierno.  No importa a que sector satisface, a la derecha o a la izquierda. En el caso de Argentina, Macri también usa una estructura populista. No llega al gobierno  con un partido sino gracias a la agrupación de ciertos sectores. No llega con una plataforma, con un proyecto,  llega sólo acusando al gobierno anterior y plantándose en una posición antagónica.  Es tan populista Macri como Trump.

–¿Y en el caso de Brasil?

–El caso de Brasil se debatió entre los teólogos que pusieron en evidencia una cosa nueva,  los golpes jurídicos. Si nosotros pensamos en la historia latinoamericana,  en general la derecha no llegaba al poder por elecciones  sino  por golpes de estado. Ahora, el modo de irrumpir en el estado son los llamados golpes blandos, es decir golpes jurídicos. Además en Brasil llegan al poder acusando a sus enemigos de corrupción. Pero en realidad, todos se acusan de corrupción, los unos y los otros.

–¿Cómo describiría usted el papado de Francisco?

–Algunos piensan que el papa Francisco está rompiendo todas las tradiciones de la Iglesia pero no es así. Es una continuidad en el mejor de los sentidos. Está volviendo a los  principios fundamentales del cristianismo, a la importancia del hombre, de su sufrimiento, del perdón. Tiene un discurso contemporáneo, ameno y simple. Todos pueden entenderlo. Antes las encíclicas eran casi incomprensibles para la gente en general. Ahora no hay lugar a dudas, el Papa es completamente claro.

–¿Podría afectar su estabilidad las críticas durísimas que le hacen ciertos sectores conservadores? 

–Hay oposición como en cualquier institución. Pero quien se ha ganado la  legitimidad popular, es muy difícil que sea derrocado. El Papa consiguió un consenso mundial increíble. Está en la prensa todos los días por las cosas que dice. Si bien tiene opositores,  también es verdad que tiene una gran legitimidad, no sólo entre los católicos sino entre los no católicos. Goza de un consenso mundial.



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De: Ruben1919 Enviado: 05/05/2017 09:18
OPINIÓN
Una vez más
 

Tal vez no esperábamos que fuera así, casi disimulado en una controversia jurídica difícil de explicar a todos, pero desde que Mauricio Macri habló del “curro de los derechos humanos”, supimos que la continuidad de los juicios estaba en peligro. Este era el objetivo principal y todo lo que lo precedió, las repudiables declaraciones de Darío Lopérfido y Juan José Gómez Centurión, los manoseos con la fecha del 24 de marzo, fueron sólo aproximaciones, sondeos para medir la reacción de la sociedad, para que fuéramos pensando que las cosas iban a cambiar.

Aquellas provocaciones generaron un notable rechazo. Esta es más complicada porque la Conferencia Episcopal hizo su aporte, avanzando en una iniciativa de reconciliación. No es la primera vez que lo hace, pero ésta vez es más serio porque Francisco –no debería permanecer en silencio– ha ganado consideración con sus posiciones en defensa de la paz y los pobres del mundo. Reconciliación es una palabra que convoca, cultivada por todas las filosofías y religiones, pero si entre nosotros no han tenido eco esas propuestas es porque se oponen, en este caso, a términos aún más convocantes como Justicia, Memoria y Verdad.

Algunos compañeros se preguntan como resistirán este golpe las Madres, las Abuelas, los militantes de los Derechos Humanos, después de tantos años. Aguantarán como lo hicieron cuando se consagró la impunidad y no dejaron de luchar un solo día para revertirla. Lo demostraron ayer los organismos con su enérgica reacción y su convocatoria para que todos los sectores populares participen de este reclamo. En un mundo donde reina la injusticia y la exclusión, la lucha por los derechos humanos tiene mucho del trabajo de Sísifo, siempre hay que volver a empezar. Como en el mito griego, mucho costó llevar a la roca hasta la cima, pero todos sabíamos que podía volver a rodar. Demasiado fuertes son los enemigos del pueblo como para considerar definitiva cualquier conquista. 

Sin embargo, la demanda de justicia y el repudio a la dictadura han ganado un espacio muy grande en la conciencia social y en eso debemos apoyarnos. La historia de lucha del movimiento de Derechos Humanos es también la historia de los avances y retrocesos de la Democracia argentina. Esa lucha es la de todo el pueblo que hoy sufre una política de empobrecimiento y saqueo del país. Con esa inmensa mayoría de nuestros compatriotas debemos hoy librar este nuevo combate contra la impunidad. Quizás esta jugada de los cortesanos del oficialismo que luce tan hábil y exitosa, provoque la reacción de muchos que, más allá de las diferencias políticas, no dudan en su repudio a la represión dictatorial. 



 
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