La Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en su balance del año 2009 informó que en Cuba no existen problemas de desnutrición infantil severa. Se convierte así en el único país de América Latina en lograr semejante meta.
José Juan Ortiz, representante de ese organismo en La Habana, aceptó conversar con BBC Mundo sobre ésta y otras peculiaridades de los niños cubanos.
Según su opinión, lo que ocurren en Cuba se debe a que "hay una voluntad política" en el país.
Afirma que incluso la desnutrición infantil es menor que en países del Cono Sur con economías más fuertes y explica que "en los extremos de América Latina están Guatemala con el mayor problema y Cuba sería el país en el que está más controlado".
¿Hasta qué punto Cuba logra evitar la desnutrición infantil?
La desnutrición severa no existe en Cuba aunque hay algunos focos en las provincias orientales y en los barrios de La Habana con menor desarrollo, sobre todo en casos de embarazos de adolescentes. Sin embargo, están muy controlados por los programas de lucha contra la anemia y de atención a las embarazadas. Además existe un programa de detección de casos desde la primera infancia en las escuelas.
De todas formas estamos atacando estos focos con un programa dirigido a 24 municipios y un presupuesto de US$8,5 millones. Con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) trabajamos para mejorar los hábitos alimenticios de los cubanos, ya que en Cuba se come mal.
El cambiar hábitos culturales en la nutrición ayuda porque algunas de las carencias que detectamos no se deben a la falta de alimentos sino a su mal uso.
¿Cómo confirman ustedes que estos datos son objetivos? En Cuba nuestro trabajo es muy fácil. La sociedad tiene buena capacidad técnica y el análisis estadístico es tan profundo que sabemos exactamente dónde están los focos y las necesidades. Por otra parte, nosotros trabajamos en el terreno y por lo tanto conocemos la realidad específica, no sólo dependemos de lo que nos dicen.
No podría el gobierno cubano estar engañándolos?
No, ni somos tan tontos ni el gobierno cubano es tan malo. Los datos los constatamos exactamente igual que en cualquier otro país, usamos la misma metodología en Cuba que en Guatemala, Zambia o en España.
El lunes salgo para las provincias orientales y Camagüey a controlar los programas sobre el terreno, nos reunimos con el Poder Popular, con los ministerios y con los usuarios, es decir con la población. Es difícil que no conozcamos la realidad cuando de 24 funcionarios de Unicef, 22 son cubanos y todos tienen hijos o sobrinos.
¿Qué otras peculiaridades tendrían los niños cubanos?
l primer beneficio es la educación. En el mediano plazo la Unicef tiene como objetivo lograr la igualdad de género en la escuela. En Cuba se consiguió hace un montón de años, la escolarización es al 100%. Hay programas educativos de 0 a 3 años y hasta la Universidad es gratuita.
Luego la Salud, garantizada a los niños y niñas, desde antes de nacer, con el control de la salud materno-infantil. La situación es paradigmática en este terreno siendo un país del sur.
Aquí no hay ningún niño en la calle. En Cuba los niños son todavía una prioridad y por eso no sufren las carencias de millones de niños de América Latina, trabajando, explotados o en redes de prostitución.
¿Cuáles serían los retos en el futuro?
En base a la capacidad técnica del país se podría avanzar mucho en la calidad a todos los niveles, en la educación, en la sanidad, calidad de vida, calidad de disfrute de todos los derechos. Lo que ya se ha conseguido hay que mejorarlo y consolidarlo
otra fuente
En el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) titulado de “Progreso para la Infancia un Balance sobre la Nutrición”, determinó que actualmente en el mundo existen 146 millones de niños menores de cinco años con problemas de graves de desnutrición infantil. De acuerdo con el documento, 28% de estos niños son de África, 17% de Medio Oriente, 15% de Asia, 7% de Latinoamérica y el Caribe, 5% de Europa Central, y 27% de otros países en desarrollo. Cuba sin embargo no tiene esos problemas, siendo el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil, todo esto gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables. Además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido a Cuba como la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición. Esto se debe a que el Estado Cubano garantiza una canasta básica alimenticia y promueve los beneficios de la lactancia materna, manteniendo hasta el cuarto mes de vida la lactancia exclusiva y complementándola con otros alimentos hasta los seis meses de edad. Además, se les hace entrega diaria de un litro de leche fluida a todos los niños de cero a siete años de edad. Junto con otros alimentos como compotas, jugos y viandas los cuales se distribuyen de manera equitativa. No por nada la propia Organizacion de las Naciones Unidas, (ONU) sitúa al país a la vanguardia del cumplimiento de materia de desarrollo humano. Y por si fuera poco para el año 2015, Cuba tiene entre sus objetivos eliminar la pobreza y garantizar la sustentabilidad ambiental.
Cuba es una referencia mundial en educación. Es lo que acaba de recordar un informe del Banco Mundial que clasifica a Cuba en el primer puesto en cuanto a la inversión en el sistema educativo para el periodo 2009-2013. Con cerca del 13% (12,9%) del PIB invertido en este sector, ningún otro país del mundo, incluidos los más desarrollados, iguala a la Isla del Caribe, que ha hecho de su política social un modelo para las naciones en vía de desarrollo.
Céspedes denunció en su célebre carta al senador Charles Sumner que Estados Unidos “seguía prestando apoyo indirecto moral y material al opresor contra el oprimido. (Foto: Autor sin identificar)
Febrero de 1960 se inicio en medio de la agudización de la violencia contrarrevolucionaria, entrenada y subvencionada por el Gobierno de los Estados Unidos. El día 1º, aviones procedentes de Norteamérica incendiaron más de 200 mil arrobas de caña en Matanzas. Diecisiete días después otro aeroplano del mismo punto de origen, que se disponía a atacar el central España, en el municipio matancero de Perico, estalló en el aire cuando, por razones desconocidas, una bomba de alto poder explosivo detonó dentro de la nave. Los dos tripulantes murieron. El piloto, según documentos hallados en los restos del aparato, se nombraba Robert Ellis Frost.
El 21 de febrero un bimotor proveniente de los Estados Unidos sobrevoló el poblado de Cojímar. Ante el fuego de las defensas cubanas, huyó rumbo norte, no sin antes descargar sus bombas en la franja costera. Pero lo peor estaba por verse: el 4 de marzo siguiente, en la rada capitalina, se produjeron dos explosiones en el vapor francés La Cobre, el cual transportaba armas adquiridas para la defensa del país. Hubo alrededor de cien muertos y otros tantos heridos, principalmente estibadores del puerto y marinos del buque. Al siguiente día, en el sepelio de las víctimas, Fidel reiteró la profunda convicción del pueblo y del Gobierno cubanos de que se trataba de un sabotaje perpetrado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. (Ver ampliación del tema en la Sección de Historia de esta edición).
Poco menos de dos semanas después, el 17 de marzo, el presidente D. E. Eisenhower encomendaba a Allen Dulles, entonces director de la CIA, la preparación de una fuerza armada para invadir la Isla y derrocar la Revolución.
Años más tarde, al comentar estos hechos para la televisión miamense, un periodista de origen cubano afirmó que eran el resultado lógico del diferendo entre las dos naciones, originado “en el sentimiento antinorteamericano con que Castro y sus barbudos inundaron a Cuba”. Se equivocaba. El llamado diferendo es mucho más antiguo, muy anterior a la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y a la solicitud de retirada, por parte del Gobierno Revolucionario, de la misión militar norteña en el país. Data de cuando Cuba aún no era una nación y Estados Unidos recién disfrutaba de su independencia. Es una pelea de siglos.
En un principio, la fruta madura
Aunque Benjamín Franklin ya proclamaba en la segunda mitad del siglo XVIII la necesidad para las entonces aún 13 colonias inglesas en Norteamérica de apoderarse de las llamadas “Islas del azúcar” (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico), corresponde a Thomas Jefferson el dudoso honor de ser “el precursor de la anexión de nuestro país a los Estados Unidos, […] el paladín constante de la incorporación de Cuba a la Unión”, como subrayaron los historiadores de la Isla en el congreso de su disciplina en 1947.
Por orientaciones de Jefferson agentes estadounidenses radicados en la mayor de las Antillas estuvieron atentos, en fecha tan temprana como 1805, a descubrir cualquier interés de los criollos en formar parte de la nación norteña. Muchos le oyeron hablar por aquellos días, cuando era presidente de su país, de la posibilidad de una guerra con España, ya que Cuba podía ser capturada sin mucha dificultad.
La invasión napoleónica a la península ibérica (1808) desató el apetito expansionista de Jefferson. Envió a La Habana un emisario para convencer al capitán general Someruelos de la conveniencia de traspasar la Isla a la jurisdicción norteamericana. Tal misión fracasó. Su sucesor en la presidencia, James Madison, más realista, trazó la estrategia de mantener a Cuba como colonia de una España débil y no permitir que ningún país fuerte la ocupara. Como estimara el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, “desde entonces, la política yanqui con respecto a Cuba fue apoyar la soberanía española mientras no pueda ser norteamericana”.
La invasión francesa de 1823 a España, con el objetivo de erradicar de la península todo vestigio de liberalismo y constitucionalismo, llenó de inquietud a Washington. El presidente Adams envió a un emisario a La Habana a sondear la situación política de la Isla; al nuevo embajador en España, Hugo Nelson, dictó instrucciones de “emplear todos los medios a su alcance” para impedir cualquier intento de traspasar Cuba a Inglaterra o Francia. Consideraba el mandatario que la mayor de las Antillas y Puerto Rico “por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano y una de ellas, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser por una multitud de razones de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión”.
Obviamente, se estaba refiriendo a Cuba, para cuya anexión, opinaba, “no estamos todavía preparados […] Pero hay leyes de gravitación física y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no pueda, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana”. De tal forma Adams delineaba lo que los historiadores cubanos del siglo XX llamarían “la política de la fruta madura”.
Pronto al gobernante yanqui le asaltaría una nueva preocupación: los deseos de las recién independizadas naciones latinoamericanas de expulsar a España de Cuba y Puerto Rico. Simón Bolívar tenía entre sus planes encomendar a José Antonio Páez y Antonio José de Sucre la invasión libertadora de estas dos islas. El presidente mexicano Guadalupe Victoria también estaba dispuesto a involucrarse en la operación. Adams declaró al conocer de estos propósitos que Washington no permanecería indiferente ante la partida de expediciones hacia la Isla desde el país azteca y Sudamérica.
En una ofensiva diplomática sin precedentes hasta entonces, el presidente gringo boicoteó todo intento de organizar una operación bélica libertadora en el Caribe. Aunque sus delegados, al llegar tarde, no estuvieron presentes en el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), la oposición estadounidense a cualquier expedición hacia Cuba era tan evidente que obstaculizó todo intento de concretarla. En ese empeño, hay que reconocerlo, recibieron un sustancial apoyo de Inglaterra. Al recordar esos días, Páez escribió en sus memorias: “El Gobierno de los Estados Unidos, y lo digo con dolor, impidió así la independencia de Cuba”.
Ya para esta fecha, un grupo minoritario de hacendados criollos había comunicado a varios congresistas norteamericanos su deseo de “ligarse a los Estados Unidos como estado, no como colonia”. En la política de la fruta madura aparecía ahora un nuevo componente: los anexionistas cubanos.
Las expediciones ahora llegan del norte
Los expedicionarios de Narciso López, según grabado de Landaluze. La mayor parte de ellos eran mercenarios húngaros y yanquis contratados en Kentucky y Louisiana. (Ilustrador: Landaluze)
La crisis del reformismo con la exclusión de los diputados cubanos de las Cortes españolas (1834-1837), el férreo despotismo de las autoridades coloniales, los devaneos de Madrid con Inglaterra que hicieron temer a los hacendados azucareros por la posibilidad de que se limitara o se aboliera la esclavitud, y las rebeliones de esclavos en la década de 1840, crearon las condiciones para que un sector de la sacarocracia comenzara a ver con buenos ojos la anexión a Estados Unidos. Esta corriente ideológica fue fomentada por el llamado Club de La Habana, encabezado por Miguel Aldama y Cristóbal Madam. En el centro de la Isla había un gran centro afín a ella, nucleado en torno a Narciso López, mientras que en Camagüey desarrollaba una gran agitación anexionista el grupo de ricos propietarios entre los que resaltaba Gaspar Betancourt Cisneros El Lugareño.
En Norteamérica algunos sectores de poder, sobre todo del Sur esclavista, aplaudieron los preparativos del núcleo que lideraba Narciso López para una sublevación armada, e incluso pensaron apoyarla con una fuerza expedicionaria. El levantamiento nunca se produjo. Por una parte, el presidente Polk obstaculizó los planes insurreccionales de los anexionistas cubanos, mientras le proponía a España la compra de la Isla. Por otro lado, ya el Club de La Habana había perdido sus “arrestos levantiscos”, al comprobar que no existía posibilidad alguna de que Madrid accediera a abolir la esclavitud o a limitar la trata.
Narciso López, exiliado en Norteamérica, continuó con su idea de capitanear una sublevación. Sus dos primeros intentos expedicionarios (1849) no fructificaron, por la acción del Gobierno estadounidense. El 13 de mayo de 1850 partió de New Orleans en el vapor Creole con una soldadesca mayoritariamente extranjera, pues solo pudo enrolar a cinco cubanos. En su segunda y última aventura (agosto de 1851) arribó a costas cubanas en el vapor Pampero, junto con 600 hombres (solo 49 cubanos) y, al igual que con el Creole, la población de la Isla no se le sumó. Apresado por los españoles, López fue ejecutado. Igual suerte corrió Joaquín de Agüero en Camagüey.
Estados Unidos continuó con su política (“Cuba española, mientras no pueda pertenecernos, pero nunca para los cubanos”) y obstaculizaba cualquier sublevación o expedición insurreccional, incluso anexionista. A la vez, no cejaba en sus propuestas de comprarle la Isla a España: al igual que Polk (1848), Pierce (1853) y Buchanan (1857) hicieron ofertas a Madrid, sin éxito.
Contra el mambisado
A Thomas Jefferson le cabe el “honor” de ser el precursor de las ideas de anexión de Cuba a los Estados Unidos. (Foto: Autor sin identificar)
El alzamiento del 10 de Octubre de 1868 en Oriente, secundado por Camagüey en Las Clavellinas (4 de noviembre) y por el centro del país en febrero de 1869, gozó de la admiración del pueblo estadounidense, no así en ciertos sectores de poder. Tanto el presidente norteño Ulysses Grant como su secretario de Estado, Hamilton Fish, se negaron insistentemente a reconocerle beligerancia a la República de Cuba en Armas constituida en Guáimaro, mientras que lo hacían países latinoamericanos como Chile, México, Brasil, Guatemala, Bolivia y El Salvador, en tanto Colombia, Perú y Venezuela enviaban ayuda a través de expediciones.
La administración Grant fue incluso más allá: en diciembre de 1869 entregó a Madrid 30 cañoneras, para reforzar la flota ibérica que bloqueaba a Cuba y trataba de impedir la llegada de expediciones independentistas a la Isla. Fish incluso buscó una alianza con el Herald de New York y en ese periódico se publicó una serie de artículos para convencer a la opinión pública de que la revolución mambisa estaba prácticamente muerta; por ende, el reconocimiento de la beligerancia era una pérdida de tiempo y energía.
El Herald en sus páginas difamaba a la Junta Cubana de New York, a la cual acusaba de malversación. En uno de sus editoriales, el rotativo proclamaba el inexorable fin de la rebelión en Cuba y que lo único por hacer era la anexión de la Isla a Estados Unidos, donde los habitantes de ella “vivirán libres, prósperos y felices”.
El estadounidense Thomás Grant, quien en el Ejército Libertador alcanzó el grado de mayor general, denunció el fariseísmo del gobierno de los Estados Unidos y de cierta prensa de esa nación: “Los españoles están peleando con armas compradas en Marden Lane, en casa de Shirley, Harley & Graham y a nosotros (los mambises) en todo un año no nos ha permitido comprar nada. […] Quisiera ver cambiada la infame ley de neutralidad (de EE.UU.), esa infame ley de ayuda a los españoles a quedarse en Cuba y que se opone a que los cubanos se defiendan”.
Carlos Manuel de Céspedes, en su carta al senador Charles Sumner (1871), denunciaría que Washington “seguía prestando apoyo indirecto moral y material al opresor contra el oprimido, a la monarquía contra la República, a la metrópoli europea contra la colonia americana, al esclavista recalcitrante contra el libertador de cientos de miles de esclavos”. Aunque en la misiva expresaba su optimismo de que los Estados Unidos cambiarían de actitud, el Héroe del 10 de Octubre recalcaba: “Llegue o no llegue ese día, la Revolución Cubana, ya vigorosa, es inmortal… Nuestro lema es y será siempre: Independencia o Muerte. Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”.
‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑ Fuentes consultadas Los libros Historia de Cuba y sus relaciones con los Estados Unidos, de Philip Forner, y La colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional, del Instituto de Historia de Cuba. Memorias del general José Antonio Páez. Autobiografía. La compilación Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, realizada por Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo.
Rostro tranquilo y sonriente de Segundo Pérez Álvarez, poblador de la comunidad espirituana de Meneses, quien arriba este primero de Mayo a los 109 años de vida. Sancti Spíritus, Cuba, 27 de abril de 2014. AIN FOTO/Oscar ALFONSO SOSA/
La esperanza de vida para una persona de 80 años en Cuba es de vivir 8,8 años más, señaló el doctor Alberto Fernández, jefe del departamento nacional de asistencia social al adulto mayor y salud mental, durante el Seminario Internacional de Longevidad Activa y Satisfactoria, que sesiona en el Palacio de Convenciones de La Habana.
El galeno dictó una conferencia magistral en la cual destacó las acciones para enfrentar el envejecimiento poblacional en el país, y subrayó que Cuba, con una esperanza de vida al nacer de 78 años de edad, realiza acciones en aras de crear las condiciones para lograr una longevidad activa, productiva y feliz.
En la isla la esperanza de vida geriátrica, cuando se arriba a los 60 años de edad, es de vivir 22 años más, recalcó el doctor Fernández, pues se trata de una población, dijo, que envejece con más de 80 años.
Si en el año 2010 había en el país un niño menor de 14 años por cada adulto mayor, para el 2025 Cuba tendrá la mayor proporción de personas de más de 60 años en América Latina, señaló el conferencista.
A sus 109 años de vida, edad a la que arriba este primero de Mayo, Segundo Pérez Álvarez, poblador de la comunidad espirituana de Meneses, es todo un contador de historias. Sancti Spíritus, Cuba, 27 de abril de 2014. AIN FOTO/Oscar ALFONSO SOSA/
El anciano Segundo Pérez Álvarez, poblador de la comunidad espirituana de Meneses, en Sancti Spíritus, arriba este primero de Mayo a los 109 años de vida. 27 de abril de 2014. AIN FOTO/Oscar ALFONSO SOSA
El anciano Segundo Pérez Álvarez, poblador de la comunidad espirituana de Meneses, en Sancti Spíritus, arriba este primero de Mayo a los 109 años de vida. 27 de abril de 2014. AIN FOTO/Oscar ALFONSO SOSA
Cuba y Estados Unidos: a partir de ahora avanzan en una nueva etapa hacia la normalización de sus vínculos dos naciones que acumulan una convulsa relación bilateral
La enseñanza de la lengua china en Cuba data de decenas de años atrás. Parte de los propios conocimientos que los inmigrantes chinos, convertidos ya en padres de familia, transmitieron a sus hijos, y estos sucesivamente a los suyos.
Dado que la mayoría de esas personas llegaron a suelo cubano provenientes de la sureña provincia de Quandong, el chino que se habló durante muchos años en la isla fue el cantonés.
Datos disponibles en bibliotecas públicas señalan que con independencia de que algún que otro “free lance” se dedicara a la enseñanza del chino, fue hacia finales de la década del 60 del siglo pasado que institucionalmente iniciaron los estudios de chino mandarín —la lengua oficial de China— en La Habana, en el Instituto de nivel medio superior “Máximo Gorki”, que se dedicaba a la enseñanza de lenguas extrajeras.
En la década de los 70 y principios de los 80 también se impartió chino mandarín en la Escuela de Idiomas de nivel medio “Abraham Lincoln”, subordinada al Ministerio de Educación de Cuba, y en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras de La Habana “Pablo Lafargue”.
Aunque luego se abrieron otros cursos esporádicos de menor alcance, no fue hasta el año 2010 que se comenzó a impartir clases de esta lengua milenaria con más fuerza y en una academia especializada.
“En el año 2006 los gobiernos de Cuba y China acuerdan crear un Instituto Confucio adscrito a la Universidad de La Habana, durante la visita de la consejera de Estado china, Zhen Zili, al país. Se firma el acuerdo entre la Oficina Nacional de la Enseñanza del Chino como Lengua Extranjera (Hanban) y la Universidad de La Habana en octubre del 2007. El Instituto se inaugura en una sede temporal en el Estadio universitario en noviembre del 2009 y comienza sus actividades académicas en enero del 2010”, explicó a Granma el director ejecutivo de este programa académico, Arsenio Alemán.
Alemán aseguró que en apenas cinco años más 3 000 cubanos se han matriculado en los diferentes cursos que ofrece el Instituto, lo cual evidencia el creciente interés popular hacia la lengua originaria de un país que es amigo y socio estratégico de Cuba, y que está llamado a convertirse en la mayor potencia económica mundial en pocos años.
Sobre las particularidades y el impacto de este tipo de academia en las relaciones bilaterales y de China con América Latina y el Caribe, ahondó el profesor a este diario.
—¿Cuándo surgen y cuál es el objetivo de los Institutos Confucio en el mundo? —En el mundo existen 588 institutos similares al de Cuba, 600 aulas o salones pertenecientes a esas instituciones, distribuidos en más de 88 países.
El proyecto de abrir centros culturales con el nombre del mayor pensador de la historia china, Confucio (551–479 a.C.), surgió en el año 2004, con el apoyo financiero de Hanban, institución que sigue las directrices de un consejo multidisciplinario integrado por importantes funcionarios del Estado y del Gobierno chinos.
Fuera de China, el nombre de Confucio es un símbolo universalmente reconocido de la cultura de ese país. La evocación de Confucio lleva implícito una referencia obvia a los principios y fundamentos clásicos de la civilización china. Por tanto, al emplear el nombre de Confucio para denominar a estos Institutos el mensaje que se está lanzando al mundo es que la modernización de China está más cerca de la reinterpretación de sus propias tradiciones que de una occidentalización a ultranza.
Los Institutos promueven y enseñan la lengua china mandarín y la cultura del gigante asiático por todo el mundo. Desarrollan cursos de idioma, entrenan profesores, llevan a cabo los exámenes internacionales de chino HSK, YCT, HSKK y BCT y suministran información sobre la China contemporánea. Además reciben profesores procedentes de China y son una plataforma para promocionar el comercio y la cooperación económica.
Los Institutos funcionan en colaboración con universidades de los países en los cuales se fundan y, a la vez, cada instituto tiene una universidad china que actúa como contraparte.
Se desarrollan a un ritmo sin precedentes. Hoy 70 de las 200 universidades mejor ubicadas en el ranking mundial han abierto un Instituto Confucio, y cada año se crean alrededor de 50 nuevos institutos. Hanban espera que para el 2020 se hayan establecido mil nuevos institutos en el mundo.
—¿Cómo estos institutos se insertan en América Latina y el Caribe? —Según el Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina, existe actualmente un creciente interés por estudiar el idioma chino mandarín en la región.
Datos de principios del 2015 indican que la matrícula global en los Institutos Confucio de Latinoamérica y el Caribe asciende a alrededor de 50 000 estudiantes. Las actividades culturales y de extensión que desarrollan los Institutos alcanzan a 150 000 personas.
México fue el primer país que estableció una sede del Instituto Confucio en esta parte del planeta. Pero luego se fueron sumando Argentina, Bahamas, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Jamaica, Perú, Trinidad y Tobago. En la actualidad existen 33 sedes en la región.
Ya no es un secreto que Latinoamérica es una prioridad para China. Tras una década en que las visitas de Estado se han sucedido de forma ininterrumpida en ambos lados del Pacífico y el comercio bilateral se ha disparado, el gigante asiático quiere ahora enfatizar su presencia en el subcontinente y convertirse en un actor determinante en su desarrollo, no solo económico sino también político.
Fundamental en esa dirección ha sido el foro entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que le permite a Beijing dialogar con los 33 países del área sin la presencia de Estados Unidos.
Este foro ha diseñado un plan de cooperación para el período 2015-2019, mediante el cual Beijing decidió aportar 35 000 millones de dólares para la financiación de proyectos de infraestructura y desarrollo a América Latina y el Caribe.
Si bien el comercio bilateral se multiplicó por diez en la última década hasta alcanzar un volumen de 260 000 millones de dólares, lo que había caracterizado el intercambio era que los países de la región exportaban a China materias primas y recursos energéticos e importan de China manufacturas.
Ahora el discurso chino apuesta por establecer relaciones “basadas en la igualdad, el beneficio mutuo y la inclusión”. El presidente Xi Jinping ha dicho que “cuánto más se desarrolle América Latina, mejor para China”.
Es previsible que, enmarcado en este ambiente, la necesidad de ampliar la comunicación entre los pueblos de ambas partes se incremente. La importancia de los Institutos Confucio en ese propósito aflora espontáneamente. La enseñanza de la lengua y de la cultura de China propiciará no solo adecuados interlocutores sino que a la vez posibilitará a las entidades oficiales, empresas y otras instituciones vinculadas a estos proyectos de comercio, inversión e intercambio con China contar con personal capacitado que domina la lengua y la forma de pensar de los chinos.
―¿Qué carateriza al Instituto cubano? ¿Cómo contribuye al desarrollo de las relaciones entre Cuba y China? —En la actualidad el Instituto Confucio de La Habana —que como decíamos radica en las instalaciones del Estadio universitario— ofrece seis cursos correspondientes a los niveles de Lengua China para adultos: básico, intermedio y avanzado y cuatro cursos de Lengua China para niños y adolescentes. Cada uno de estos cursos un año académico de duración.
La universidad china contraparte del Instituto cubano es la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing, una de las más prestigiosas universidades chinas en la enseñanza de esta lengua para extranjeros. Por tanto, el staff de profesores que llega a la isla también es de muy alto nivel.
Gracias a un esfuerzo de la Oficina del Historiador de La Habana, pronto contaremos con una nueva sede en el propio Barrio Chino de la capital. Ello elevará aún más el nivel de las clases y en alguna medida ampliará la capacidad de matrícula.
Actualmente la demanda de solicitudes para estudiar chino excede con creces nuestras capacidades y esto implica que se realice un proceso de selección para cubrir las plazas de que se dispone. El estudiante debe tener aprobado como mínimo el duodécimo grado, y en el caso de los niños demostrar habilidades naturales para el idioma.
Aún así, en el marco del incremento de las relaciones culturales, comerciales y económicas de Cuba con China, el Instituto Confucio ya ha desempeñado y puede continuar desempeñando un importante papel en el establecimiento de las base de comunicación necesarias para llevar adelante los proyectos de desarrollo acordados por ambos países y contribuir a estrechar los lazos de amistad y colaboración entre nuestros pueblos.
En el Instituto hoy aprenden la lengua china directivos, especialistas, técnicos pertenecientes a organismos, empresas e instituciones del Estado que están vinculados de una manera u otra a los proyectos de colaboración de Cuba y China.
El conocimiento de la lengua, de la cultura china, de la forma de pensar de los chinos, contribuirá sin duda alguna a que se logre un mejor nivel de entendimiento entre las partes vinculadas a los proyectos, se posibilite una mejor comprensión de las tecnologías que adquirimos y de que se le pueda expresar a la parte china las condiciones en que debemos desarrollar nuestro trabajo, todo ello de una forma mucho más directa.
Por otra parte, el Instituto también organiza conferencias, exhibiciones de películas, exposiciones de fotos, caligrafías, dibujos y pinturas infantiles, concursos de conocimientos, jornadas culturales y otras muchas actividades, cuyo impacto ha alcanzado a más de 24 000 personas en estos cinco años.
Los jóvenes cubanos han dado muestras de heroísmo y sacrificio sin límites en cualquier época y circunstancia histórica. Tal es el caso de Aldo Vivó Laurent, mártir revolucionario cubano quien residía en la antigua Unión Soviética, URSS, y murió en combate durante el cumplimiento de una misión en la Gran Guerra Patria.
Su temprana desaparición física nos ha privado de conocerlo mejor; sin embargo, hay datos imprescindibles de su vida que se conservan y que la juventud de hoy debe dominar.
Nació Aldo Vivó Laurent en La Habana, el 21 de enero de 1924, y partió hacia la URSS con apenas 10 años. Al llegar ingresó en el orfanato de Ivánovo, después realizó estudios en la escuela de Kaluga y cuando terminó el séptimo grado, se trasladó a Leningrado junto con otros cubanos.
Cuentan sus biógrafos que soñaba con ser marino, razón por la cual ingresó en la Facultad de Mecánica de Navegación en la Escuela de Ingeniería Naval de Leningrado. Para entonces ya militaba en el Komsomol Leninista y había recibido el pasaporte que lo acreditaba como ciudadano de la Unión Soviética.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y después de varios intentos por lograr su admisión como combatiente –tenía solo 17 años- se enroló como soldado en la Segunda División de la Guardia de las Milicias Populares de Leningrado.
El 5 de julio partió hacia el frente, y participó en los encarnizados combates que se libraron en el sector de Púlkovo. Más tarde fue enviado al recién creado operativo del Neva.
En 1943, pertenecía al Departamento Político del 53 Ejército. Ese mismo año cayó en combate, víctima del fuego de la aviación fascista.
Por su aporte a la salvaguarda del primer estado proletario del mundo, en los difíciles días en que el fascismo se empeñaba en destruirlo, el Consejo de Estado Cubano le otorgó post mortem a Aldo Vivó Laurent la Orden Ernesto Che Guevara de Primer Grado, y el Soviet Supremo de la URSS le concedió la Orden de la Gran Guerra Patria.
En la ciudad de Ivánovo, cerca de Moscú, se encuentra el orfanato internacional Elena Stasova, fundado en 1933, donde hallaron albergue numerosos hijos de revolucionarios extranjeros perseguidos.
Una placa conmemorativa, hecha de mármol, conserva grabados 16 nombres de jóvenes de diversas nacionalidades que vivieron en ese centro y cayeron heroicamente durante la Gran Guerra Patria. El primer nombre de la columna de la derecha es el de Aldo Vivó Laurent.
LA HABANA, 31 mar (Xinhua) -- Bill Brown y Marcy St Claire son dos estadounidenses que desde hace décadas soñaban con conocer Cuba, y hoy finalmente hicieron realidad ese anhelo con la llegada a La Habana del crucero "Azamara Quest" de la compañía norteamericana Royal Caribbean.
Para ambos, la experiencia promete brindarles la oportunidad de palpar una nación, una realidad, un pueblo y una cultura que tiene lazos muy estrechos con su país natal, pero que hasta hace muy poco era un destino vedado para los norteamericanos debido a la tirante relación entre ambos gobiernos desde hace más de 50 años.
"Fue muy bonito entrar por la bahía de La Habana al amanecer, la vista era impresionante. Creo que la llegada de este barco, así como de otros que ya han venido, será bueno para Cuba y Estados Unidos para que ambos países puedan acercarse de nuevo", dijo St Claire a Xinhua.
Tanto para la residente del estado de New Jersey como para Brown, proveniente de California, el inicio de operaciones comerciales en la isla de la cuarta compañía norteamericana de cruceros, es un paso que favorecerá el entendimiento mutuo entre los dos gobiernos y por consiguiente, entre sus pueblos.
"Es algo maravilloso que podamos ahora venir a Cuba. A mí me gustan mucho los autos antiguos y aquí hay muchos, por eso siento como si estuviera en casa", comentó complacido Bill Brown.
El barco atracó este día por primera vez en la terminal de cruceros "Sierra Maestra" de la capital caribeña con sus 694 pasajeros a bordo, como parte de un programa de escalas que trasladará a los clientes desde Miami hasta Cayo Hueso, Tampa, Nueva Orleans, Cozumel (México) y finalmente La Habana.
"Este es un día muy hermoso e histórico y nos sentimos muy complacidos. Los barcos de nuestra compañía visitan alrededor de 500 puertos de todo el mundo, pero hay un lugar donde habíamos querido estar durante más de 50 años y ese es La Habana, Cuba", confesó Adam Goldstein, presidente de Royal Caribbean Cruise Line Ltd.
En sus palabras de agradecimiento, pronunciadas tras la llegada del crucero, el directivo norteamericano reconoció el apoyo brindado por las autoridades locales para concretar este proyecto, y avizoró que en adelante se abren nuevas posibilidades de trabajo conjunto.
"Este es el comienzo de nuestras relaciones futuras, vemos muchas más oportunidades. Una es poder pasar a otros puertos cubanos para ofrecerles nuevas experiencias a nuestros clientes a medida que nos expandamos", dijo.
"Lo segundo, es poder trabajar para lograr otros proyectos en términos de infraestructura, cadena de suministros y aspectos ambientales", agregó Goldstein.
Por su parte, Angel Díaz, gerente general de la estatal local Aries Transportes S.A., elogió el interés de los directivos de Royal Caribbean de iniciar operaciones en la isla,
Díaz afirmó que a partir de hoy un mayor número de ciudadanos estadounidenses podrán visitar Cuba "para conocer de primera mano su realidad y atestiguar su riqueza patrimonial, cultural, social y natural".
El representante de la compañía caribeña, adscrita al Ministerio de Transporte de la isla, recordó que hasta la fecha a los norteamericanos no les está permitido realizar turismo en Cuba debido a restricciones de la Casa Blanca, que sólo autoriza 12 licencias especiales dentro de las cuales deben ajustarse los que deseen visitar la nación antillana.
No obstante las restricciones, las operaciones de cruceros provenientes de Estados Unidos y el arribo de viajeros a través de esta modalidad, se han multiplicado en los últimos meses con la llegada a La Habana en mayo de 2016 de la primera embarcación de este tipo en más de cinco décadas, el "Adonia", perteneciente a la compañía Carnival.
A esta última le sucedieron las corporaciones Pearl Seas en enero de 2017, Norwegian Cruise Line Holding, el pasado 9 de marzo y hoy se sumó Royal Caribbean.
Con lo cual se vislumbra una "relación comercial y de amistad a largo plazo", afirmó Díaz, una contribución a su juicio al proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos iniciado en diciembre de 2014 y oficializado en el verano de 2015 con la reapertura de las sedes diplomáticas en las respectivas capitales.
Según cifras oficiales del Ministerio de Turismo de La Habana, en 2016 llegaron a la isla 75.000 viajeros a través de la modalidad de crucero y se espera que unos 112.000 lo hagan este 2017.
Los datos revelan que el turismo de este tipo creció el año pasado casi 400 por ciento y en estos primeros tres meses, Cuba ya ha superado el millón de visitantes, tendencia que de mantenerse contribuirá a cumplir el objetivo trazado de llegar a los 4,2 millones en 2017.
La puesta en marcha en el sector ganadero de esta provincia de alrededor de cien bombas sumergibles que funcionan con energía fotovoltaica será el modo de encarar el problema de la escasez de agua en el territorio
SANCTI SPÍRITUS.— La puesta en marcha en el sector ganadero de esta provincia de alrededor de cien bombas sumergibles que funcionan con energía fotovoltaica, con las que se beneficia cerca del 24 por ciento de la masa vacuna del territorio, constituye una de las alternativas desarrolladas aquí con el fin de mitigar los efectos de la prolongada sequía en la actividad agropecuaria.
También se sigue de cerca la alimentación de los animales, a los que se les aseguran caña, forraje verde y residuos de cosecha. Asimismo se garantiza la extracción de más de 6 000 toneladas de miel-urea-bagacillo, un subproducto para la alimentación vacuna elaborado en los centrales Uruguay y Melanio Hernández.
Con el propósito también de aminorar daños en la actual campaña tabacalera se han realizado cerca de 345 obras hidráulicas asociadas a la atención del cultivo. Las acciones, emprendidas fundamentalmente en el municipio de Taguasco, el más afectado de la provincia, comprenden la reconstrucción de pequeños embalses en las fincas de los productores, la edificación de tranques nuevos donde alguna vez existieron manantiales y de canales de aproximación a partir del desplazamiento de motobombas para colectar y acercar el agua a las vegas.
Alberto Luberta. Foto: Calixto N. Llanes/Juventud Rebelde.
En la jornada de hoy ha fallecido Alberto Damián Luberta Noy, prestigioso escritor y director de la radio cubana, víctima de una enfermedad crónica.
Considerado una leyenda de la radio en Cuba, Luberta Noy nació el 27 de septiembre de 1931, en el poblado de Pogolotti, Marianao, La Habana. Desde muy joven trabajó como copista de libretos de radio y en la adaptación de programas de televisión. Fue miembro del Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad y por tal motivo estuvo exiliado en Venezuela. En su trayectoria sobresalió, igualmente, su militancia en el Partido Comunista de Cuba (PCC) y la condición de miembro fundador del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura.
Luberta, como siempre se le llamó en el medio radiofónico, fue artífice principal del programa humorístico-musical Alegrías de Sobremesa, de Radio Progreso, popular espacio que escribió por más de 55 años, haciendo sonreír y pensar. Resultó merecedor de un sinnúmero de reconocimientos del ICRT, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el Ministerio de Cultura y el Consejo de Estado de la República de Cuba.
En días recientes, al recibir la Medalla conmemorativa 60 Aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), expresó:“Siempre hice lo que tenía que hacer en el momento que había que hacerlo, sin esperar nada a cambio, pero he vivido con el privilegio de recibir muchos honores y la medalla 60 aniversario de las FAR es un orgullo más, ha sido el colofón de los años vividos, y se la agradezco al Partido, al gobierno y al pueblo, que en definitiva es el protagonista de todo”.
Su sensibilidad y amor le posibilitaron forjar una excelente familia, también amante de los medios audiovisuales. Su quehacer artístico siempre tuvo fuente de inspiración en el pueblo, que lo vio rodeado de amigos fieles con presentaciones de Alegrías de Sobremesa por fábricas, escuelas, cooperativas y bateyes del país, y en 1983, como parte de la Brigada Artística cubana que recorriera de “Cabinda a Cunene”, la geografía angolana para que nuestros soldados internacionalistas tuviesen un contacto con la Patria.
Alberto Damián Luberta Noy, Premio Nacional de Radio y Premio Nacional de Humorismo por la obra de toda la vida, deja, al partir, su alegría, sus enseñanzas, su legado de amor al universo radiofónico, y un invariable compromiso con Cuba y la Revolución.
Por voluntad familiar su cadáver será velado. Llegue a toda la Radio Cubana, a sus familiares y amigos, el más sentido pésame por el deceso de esta gloria de la cultura nacional.
Con qué satisfacción hemos sido testigos de un acto de justicia intelectual y de elevada cultura. En tiempos donde el pensamiento lucha por no fenecer y vencer la terrible crisis que intenta destruir el más completo de los ejercicios humanos: el del pensar -y así rasgar el tejido espiritual de los seres humanos hasta abrirlo despiadadamente- se nos presenta una oportunidad única de seguir creciendo, de continuar naciendo en lo autóctono y universal de quien es grande por esencia, de perpetuar su obra (profundamente ética y descolonizadora). Descubrir los entramados de un pensamiento integrador y radical, o de una vida movida por el amor que hace y nutre de fe y fuerza natural a un revolucionario; no es tarea fácil; sí deber generacional de quienes apuestan por el socialismo en Cuba y promueven, desde el debate y la reflexión permanentes, la defensa de la patria. Es esta una batalla cultural y un nombre imprescindible se inscribe todos los días en ella: Armando Hart Dávalos.
A Hart se ha dedicado uno de los sucesos culturales más importantes en Cuba con frecuencia anual: la Feria Internacional del Libro. Para quien ha sido artífice de la obra educacional cubana, de la construcción social de utopías en Cuba, de convertir en realidades, al decir del maestro pensante Fernando Martínez Heredia, imposibles que mueven a los revolucionarios y devienen necesidad para fundar; este acto de justicia intelectual y elevada cultura; supone, desde su sencillez y humildad, un compromiso mayor con su patria: continuar abriendo las puertas de la cultura en toda obra humana, propagar el pensamiento y trabajar con él para el bien de los demás, para hacer valer la elección martiana, de la que ha sido fiel continuador, de echar su suerte con los pobres de la Tierra. Donde no está la cultura, ha dicho Hart, está el camino a la barbarie; y esencialmente, desde esa defensa reflexiva y radical; que su nombre, y más aún, su obra (perfecta conjunción entre el decir y el hacer sin manchas); estén en la portada, prólogo, cuerpo, epílogo y contraportada de la feria del libro, es un antídoto salvador en medio de tanta inmundicia intelectual.
Hay que salvar la cultura, y hemos de asirnos a lo mejor del pensamiento crítico, descolonizador y revolucionario que ha formado la humanidad. Es imprescindible cultivarnos, no como meros asimiladores acríticos de la obra antecedida, sino como partícipes activos en el proceso de diálogo con la propia cultura, en la construcción de saberes e interpretación de la realidad. Un exponente principal de ese permanente diálogo es Armando Hart; pensador de su tiempo, profuso conocedor de la tradición de la que somos hijos – ética, filosófica y cultural, de resistencia patriótica y alternativa emancipadora. Como bien conoce su tiempo, está a su nivel, y trasmite con la fuerza de sus años importantes lecciones, las del maestro paradigma, sabio penetrante en la razón y los sentimientos de sus discípulos.
Es Hart un legítimo hijo de Ariel; personaje shakesperiano de la obra La tempestad, figurado de manera magistral por el uruguayo José Enrique Rodó, en su representación del “nuevo humano”, del hombre que se conoce a sí mismo, que busca en su interior las motivaciones de su vida, su lucha, que crece y crea, que es de firme orientación moral, que es joven de espíritu, pensamiento y acción; no es más que un pretexto para dialogar con los jóvenes, para llegar a sus vidas y construir juntos la sociedad nueva que queremos, más socialista, justa y humana. Forma parte Hart de una línea de pensamiento y acción, que transversaliza la moral, y salva el pensamiento de profunda raíz antimperialista y de resistencia cultural que tiene en la historia de lucha de nuestra América, osamenta medular.
En prólogo a un texto fundamental de Hart, una especie de manifiesto martiano y comunista: “Marx, Engels y la condición humana. Una visión desde Cuba”; el intelectual Néstor Kohan escribió, sobre la base de criterios – que compartimos – desde una visión nuestroamericana y con clara comprensión de la altura ética, política e intelectual de Hart; y de los anhelos históricos de la juventud, que son también los de hoy, de alcanzar un mundo mejor, que es posible y necesario para frenar el avasallante orden capitalista: “Es el libro de un joven por la frescura y la amplitud de sus ideas, por la pasión y el entusiasmo con que aborda los problemas, por la ausencia de reverencias que pone en práctica frente a “las autoridades” otrora tradicionales de la teoría y frente a los dogmas cristalizados que obstaculizaron el sueño revolucionario de las generaciones precedentes”.
Por eso es legítimo hijo de Ariel, porque incomoda los cánones trillados y los lugares comunes que tanto han retrasado al pensamiento de la rebelión, a la teoría de la revolución, a la práctica política de la transformación radical y al proyecto socialista en América Latina y en el mundo. Por eso pertenece a esa pléyade de pensadores transgresores del dogmatismo y la contemplación vacía e infértil, a esa corriente que siempre se ha opuesto al imperialismo, como nos recuerda Kohan: “…no solo en el terreno económico –denunciando la explotación del hombre por el hombre y el saqueo de nuestro continente- sino también en el ámbito de la cultura –criticando la enajenación que subordina los valores éticos y espirituales al mercado”. El nombre de Hart, su pensamiento vital, da continuidad al de Mella, Villena, Ponce, Mariátegui, Roa, Vasconcelos, Sandino, el Che y Fidel; y se eleva firme a lo más alto de la condición humana. Su visión tiene su iris en Cuba, en la cultura de hacer política aprendida de José Martí y Fidel Castro, en lo mejor de la tradición bolivariana y en las tesis humanísticas que lo formaron y consagraron como el gran pensador y teórico de la revolución que es.
Marxista original, su lucha tiene cuatro dimensiones porque su batalla es jurídica. Logra una sinergia armoniosa entre la teoría y la práctica revolucionarias; la cuestión moral es el origen, la revolución social, y el papel de la cultura es destino creador de una cosmovisión filosófica capaz de plantearse los mayores problemas y encontrar las soluciones más sencillas; porque va a la raíz, porque vuelve, en constante renovación crítica, al proyecto original; porque tiene cultura de hacer política. Es este un concepto del que no sólo ha hablado y teorizado, sino que ha practicado y movido por resortes extraordinarios. Hay en Hart una suerte de misterio que estimula el ejercicio del pensar, pero desde un espíritu muy joven, con una mente abierta vital en tiempos donde las mentes son colonizadas y sometidas a imperios carceleros de la creatividad, originalidad, autenticidad; prisiones de la razón y el sentido común en la transformación revolucionaria. El misterio que en sí misma es Cuba, con sus matices diversos y complejidades propias de su historia y la realidad que la acompaña; que la hace resistir como piedra en el zapato capitalista, que sirve de luz orientadora o llama eterna de la martiana revolución, a nuestros pueblos de América.
El misterio de Hart, a mi modesto juicio, radica en que desde muy temprano supo descifrar el misterio Cuba, apropiarse de esa rica tradición humanista y ética del pensamiento cubano; asimilar críticamente, como elección que aprende de Martí, la cultura universal; sin olvidar, porque lo defiende y preserva, que el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Su honda es la de David; no teme al pensamiento, no milita en el bando de los cansados, sietemesinos, adolescentes de valor; es un hombre a imitar, hay que conocerlo profundamente y, sobre todo, leerlo. A Hart se accede muy fácil, es de esos hombres que, aún tengan una condición social, como la ha tenido en todos estos años de construcción socialista, de gobernante; y con orgullo patrio y honor lo digo, porque además lo distingue la dignidad del gobernante, la ética y el decoro con que debe siempre actuar; no es Hart una quimera para los gobernados, no es inalcanzable, es un amigo. Muchas veces se ha visto esa distancia entre gobernantes y gobernados, la historia universal nos lo muestra. Pero en Hart, que es destacar lo más noble y puro de la Revolución, con el ejemplo de Fidel, no se ve.
Permítanme entonces traer a este homenaje las palabras de un padre martiano: Cintio Vitier, sobre este legítimo hijo de la patria; precisamente hablándonos de esa distancia aludida: “En Armando Hart esa distancia no sólo se atenúa al máximo, sino que, por obra y gracia de su humanidad misma, cambia de signo, se convierte nada más, y nada menos, que en una diferencia de función dentro del ámbito social. Y todo lo que dentro de este ámbito se contenta y nos contenta con llenar una función necesaria, no importa cuán insigne o humilde sea, pertenece a la más noble categoría que puede definir al ser humano: su vocación de servicio. He aquí la palabra clave que nos dibuja la presencia espiritual de Armando Hart, y cuando decimos espiritual no queremos decir, en este caso, inmaterial, pues muy pocos hombres hemos conocido tan atravesados físicamente por su propio rayo de luz interior, luz que incesante y ansiosamente se proyecta hacia lo que pudiéramos llamar el horizonte de los problemas. De ese horizonte le viene a Hart su mayor inspiración intelectual y política, su más lúcido entusiasmo, y es así como se manifiesta en él la fusión de gobierno y servicio, de poder y servicio…”. Hart sirve a los demás, esa es su vocación, de ahí su condición de hombre bueno, con la sensibilidad necesaria para sanar heridas y la autoridad indiscutible para pedir, en nombre de la patria, cualquier sacrificio. Pocos hombres en la historia han crecido tanto. La idea del bien se manifiesta en Hart de forma práctica y constante; es un defensor de la humanidad.
(Palabras de homenaje a Hart en la Feria del libro, en el panel que le dedicaron los jóvenes)
El General de Ejército, Raúl Castro Ruz, impuso la Orden José Martí al destacado luchador e intelectual revolucionario Armando Hart Dávalos, en ocasión de su 80 cumpleaños (2010). Foto: Raúl Abreu / Archivo de Cubadebate
Cuba podrá contar conmigo, donde quiera que sea necesaria, afirma joven médica
Granma conversó con Yurania Aguirre Cárdenas, una joven médico, que trabajó del 2014 al 2016 en la Misión Barrio Adentro en Venezuela
En Bartolomé Masó, municipio perteneciente a la provincia Granma ubicado a más de 700 kilómetros al este de La Habana, nuestro semanario conversó con Yurania Aguirre Cárdenas, una joven médico, que trabajó del 2014 al 2016 en la Misión Barrio Adentro en Venezuela.
Graduada de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín en el 2011, inició su vida profesional en el minero municipio de Moa y luego partió hacia la comunidad nombrada La Zamorana, cercana a Iribarren en el estado venezolano de Lara. Ella explicó a los lectores de Granma Internacional que el nombre del lugar donde trabajó en la patria de Bolívar se le debe al General Ezequiel Zamora, un líder social que luchó por la justicia del pueblo y por la igualdad. Allí el primero de febrero del 2017 se celebró el bicentenario de su natalicio con un desfile cívico militar.
«En ese lugar nunca hubo un médico -refiere la doctora cubana-. Hablo de un área habitada por miles de pobladores con escasos recursos económicos y muchas carencias materiales. Al unísono llegamos tres colaboradores cubanos, uno que atendió el deporte, otro la cultura y yo, médico de familia. Nos habilitaron una casa compuesta de tres habitaciones y un buen confort para nosotros. La vivienda estaba radicada dentro de un centro escolar de primaria y al lado se instaló un consultorio de odontología».
—¿Patologías frecuente en la población?
—Llegué en un momento de epidemia, causada por vectores, que desató el dengue, el zika y el chikungunya. Esas enfermedades son provocadas por el mosquito aedes aegypti. En la comunidad eran pésimas las condiciones higiénico-sanitarias porque sus pobladores pertenecían a sectores de extrema pobreza.
—¿Qué trabajo realizaron para disminuir los índices de infestación? — Me volqué a brindar conocimientos acerca de las medidas a tomar para prevenir estas enfermedades virales. Convoqué a varias charlas grupales y luego en las consultas insistía en la prevención. Asistí a varios programas de radio-comunitaria para explicar cómo contrarrestar las patologías. Paralelamente en el país se producía una campaña de saneamiento con otras medidas más globales.
—¿Recibiste alguna preparación para enfrentar la epidemia?
— Antes de partir de Cuba recibimos un adiestramiento minucioso acerca de estas patologías pero uno nunca puede imaginar la realidad. Allí, la dirección de la brigada médica también nos impartió una preparación metodológica cada semana y con el trabajo diario pudimos conocer los síntomas y signos de cada una de ellas de estas enfermedades.
«En mis guardias nocturnas en el Centros de Diagnóstico Integral (clínicas de un segundo nivel sanitario), recibía alrededor de 200 pacientes diarios, de ellos unos 150 padecían alguna de estas tres enfermedades. Hubo un alza epidémica alarmante en los últimos años en Venezuela».
— ¿Enfermaste?
— Sí. El 22 de diciembre del 2015 me hospitalizaron en la sala de terapia intensiva con un dengue hemorrágico. Estuve cuatro días reportada de grave. Sangré por las encías, sufrí dolor de estómago, deshidratación, cambios bruscos de temperatura corporal, rash cutáneo y otros síntomas del dengue. Me internaron en un Centro de Diagnóstico Integral atendido por la Brigada Médica cubana y dispusieron todos los recursos a su alcance para mi recuperación.
«La sala de cuidados intensivos contaba de cinco camas, un enfermero para cada paciente y un médico especialista en terapia intensiva. Al egresar del hospital me prescribieron diez días de reposo y me siguieron en la casa con visitas diarias de los médicos.
«También se tomaron otras medidas como fumigar el área, realizar controles estrictos de los depósitos de agua y sanearlos. Me sometieron a exámenes complementarios para dar seguimiento a mis parámetros de salud.
«Al recibir el alta médica me incorporé a mi consultorio. Nunca se me habló de regresar a Cuba y yo tampoco lo pedí. Volví a mis rutinas médicas hasta recibir la certificación de misión concluida».
—¿Cuál fue el caso de mayor complicación que recuerdas?
—Asistir heridos por armas de fuego. Cuando recibí el primero en mi guardia médica me puse muy nerviosa. El paciente gritaba por el dolor y sus acompañantes pedían acciones rápidas. Sientes una presión muy fuerte. «Felizmente ese caso recibió un tiro en el muslo sin complicaciones para otros órganos, pero me impresionó mucho porque me enfrenté a una hemorragia intensa.
«En Cuba estudiamos los procederes para atender este tipo de emergencia pero nunca la vemos. Lo que se indica es no suturar sino hacer el taponamiento, estabilizar los parámetros clínicos y luego trasladarlo a un centro quirúrgico especializado».
—¿Qué significó la misión en Venezuela?
—Trabajar en Venezuela resultó un gran aprendizaje para mi vida profesional. También poder comparar sistemas sociales diferentes. Por ejemplo, yo dejé a mis hijas pequeñas al cuidado de mis familiares y sabía que ellas tenían lo necesario para vivir: alimentación, seguridad ciudadana, educación y salud. «Allá conocí niños que ni siquiera estaban inscriptos en un registro civil y no asistían a la escuela primaria porque sus padres no podían pagar libros, transporte o uniformes. Aunque la Revolución Bolivariana ha realizado innumerables acciones para brindar una cobertura educativa y de salud pública para toda la población, allá aún existe un sistema capitalista donde gobierna la propiedad privada.
«Tuve la vivencia de recibir a un padre pidiendo atención para su hijo con una apendicitis. Lo llevó primero a una clínica privada, cercana a su domicilio, y le negaron la asistencia médica por no contar con los recursos para pagar los materiales desechables necesarios para la cirugía».
—¿Por qué estudias medicina?
—Yo debo agradecer mucho a nuestro sistema social. Salí embarazada de adolescente y me aparté de los estudios. Me convertí en madre soltera. Luego la organización juvenil de mi municipio me convocó a estudiar en la década de los 2000. Me incorporé a un curso de superación integral para jóvenes sin empleo, luego hice los exámenes de ingreso para la universidad y accedí a la carrera de medicina.
«Cuando llegó el momento de ofrecer mis servicios a otros países fui de las primeras en anotarme. Marché con la mayor voluntad del mundo a pesar de dejar con mis familiares a una niña de once años. Mi hermana me ayudó en esos menesteres. Incluso ya había nacido mi segunda hija y al partir tenía cumplido dos años de edad».
—¿Dónde trabajas en la actualidad?
—Laboro en el cuerpo de guardia del policlínico Bartolomé Maso, ubicado en la municipalidad con el mismo nombre. Contamos con una sala de cuidados intensivos atendidos por especialistas de urgencias y emergencias médicas. «Ahí recibimos pacientes con diabetes descompensadas, con hipertensión, enfermedades respiratorias y diarreicas.
«Me siento a gusto trabajando y considero que el equipo de enfermería es muy conocedor de su profesión. Contamos con equipamiento novedoso para dar solución a los casos de emergencias más frecuentes, hablo de los infartos, accidentes domésticos o complicaciones derivadas de otras enfermedades. «Laboramos siguiendo los protocolos médicos establecidos a nivel nacional y brindamos asistencia médica a pobladores campesinos, que podrían morir de no existir nuestros servicios».
—¿Posibilidades de superación profesional?
—Ahora mismo concluyo la especialidad de Medicina General Integral, luego quisiera cursar geriatría. Veo a los adultos mayores como niños frágiles y en mi municipio aún no contamos con este tipo de especialista.
—¿Irías a cumplir otra misión?
—En este momento me preparo para viajar a Brasil. Ya finalicé el curso preparatorio en el idioma portugués. Converso mucho con mis hijas de cómo asumir esta nueva separación. Ellas están convencidas que donde quiera que me necesite Cuba, ahí estaré.