La reina de Inglaterra critica el estilo “radical” de su sucesor, según un libro que se publica este jueves y en el que se desvelan los descuentros de la familia real
Isabel II cumple este viernes 63 años de reinado, pero no se esperan grandes celebraciones: un libro que se publica hoy en Reino Unido empañará con toda seguridad esta efeméride que es casi un récord. Se trata de una biografía no autorizada de su hijo el príncipe Carlos, de la que la prensa viene ofreciendo extractos desde hace días, y que trae de cabeza al entorno de la familia real a la vez que añade más presión al sexagenario príncipe de Gales, en el arranque del año en que su madre está llamada a superar el récord de longevidad en el reinado que ostenta, hasta la fecha, su tatarabuela Victoria.
Los abogados de palacio han advertido que leerán con ojo clínico un libro que llegará este jueves íntegro a sus manos por primera vez, escrito por la periodista estadounidense afincada en Reino Unido Catherine Mayer. De momento, las perlas adelantadas por la prensa han levantado ampollas.
La reina, según la autora, considera que el país no está reparado para “el nuevo estilo radical” de reinado que se propone imponer Carlos. En concreto, Isabel II y el duque de Edimburgo creen que su hijo planea “colocar sus pasiones más cerebrales, su activismo, por delante de su trabajo como rey”. Las mismas fuentes de palacio, citadas por la autora, sostienen que el heredero “apunta hacia una redefinición de la monarquía” y que no está dispuesto a “ser tan distante y callado como su madre” cuando le llegue la hora de reinar. “Me gustaría elevar las aspiraciones de la gente”, declara el propio Carlos de Inglaterra en el libro, “y crear esperanza donde hay desesperación, y salud donde hay carencias”. Para empezar, asegura la autora, Carlos de Inglaterra se propone cambiar el anticuado sistema de concesión de títulos nobiliarios.
Mayer se ocupa también en el libro del tormentoso matrimonio de Carlos con Lady Di. Una boda que, asegura, el heredero estuvo a punto de suspender en el último momento.“No puedo seguir adelante con esto”, le habría dicho Carlos a uno de sus ayudantes de confianza en la víspera misma de la ceremonia en 1981. Los amigos citados por Mayer recuerdan a un príncipe “desesperado”, que se había dado cuenta de que la mujer a la que se había prometido cinco meses después de conocerla “no era la chica de campo feliz que creía”, sinouna persona vulnerable, que padecía un trastorno alimenticio. Los dos novios, defiende la autora, tuvieron que ser arrastrados al altar, sabedores de que el matrimonio estaba viciado desde antes de celebrarse.Desde Clarence House, que la autora describe como un palacio lleno de intrigas y divisiones que no desmerecerían a los de la Corte del Lobo de Enrique VIII, se acusa a Mayer de haberse tomado demasiadas licencias artísticas a la hora de elaborar el libro, titulado Carlos: el corazón de un rey. Aseguran, según publica el Daily Telegraph, que el acceso directo de la periodista al heredero se limitó a la formulación de tres preguntas, en un encuentro de diez minutos como máximo, para la elaboración de un perfil el año pasado para la revista Time. El resto, dicen, ha sido el acceso normal de cualquier periodista a los actos públicos de la agenda del príncipe. La autora sostiene que ha mantenido pequeñas conversaciones con el heredero durante seis meses y que se ha entrevistado con más de 50 amigos y colaboradores.
Los extractos adelantados estos días entran en otros asuntos polémicos, como la relación de extrema confianza que existía, según la autora, entre el príncipe y el locutor radiofónico Jimmy Savile, revelado después de su muerte en 2011 como un pederasta de un magnitud sin precedentes. El príncipe se fiaba mucho de él, según la autora, y este actuaba de consejero y confidente en asuntos amorosos pero también en temas como la sanidad pública. Incluso, asegura Mayer, Carlos le enviaba a Savile sus discursos para que este le diera su opinión.
El libro de Mayer se suma a otras inquietudes para Carlos. El documental sobre sus esfuerzos para mejorar la imagen pública de Camilla Parker Bowles, que incluyen la contratación de un reputado publicista, parece que puede ser finalmente emitido por la BBC contra su voluntad. Y la Justicia debe pronunciarse próximamente sobre si decide hacer públicas las cartas escritas por el heredero que supuestamente interfieren en las políticas de diversos ministerios del Gobierno. Todo ello llena de nubarrones el horizonte de un príncipe que, a sus 66 años, ya ha alcanzado la edad de jubilación.