Tres movilizaciones masivas, una semana inolvidable. Mensaje rotundo contra el Gobierno. Los triunviros que no escucharon, entendieron ni lideraron. Los índices acusadores más la clásica crónica de despidos, suspensiones y cierres de establecimientos. Algo sobre el peronismo en pre campaña.
Las multitudes movilizadas fueron las protagonistas de la semana. Participaron cientos de miles, no importa la cifra exacta. Algunas o algunos habrán concurrido a dos de las marchas o acaso a las tres. Las jornadas rebosaron de civismo, afirmaciones de pertenencia, júbilo compartido. Expresaron a amplios sectores activos, que se perciben agredidos por el gobierno del presidente Mauricio Macri. Subestimarlos o ningunearlos es siempre una tentación en Palacio. La conjunción de cuerpos, espíritus, cánticos y consignas revela que sería una gigantesca necedad, de la que nadie está exento. Menos que nadie un oficialismo de derecha, ensimismado, predispuesto a creer los libretos que se inventa o a vestirse con los disfraces que provee la prensa dominante. Quien quiera oír que oiga y ya se sabe quién es el peor sordo.
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La CGT está en orden: “El primer paro a Macri lo hacemos nosotrxs” pudieron expresar militantes, dirigentes o mujeres de a pie que redondearon el formidable 8-M.
La acción colectiva es política por definición: interpela al Estado y a los gobiernos, exige cambios. La versión argentina del paro internacional de mujeres produjo aciertos políticos organizativos, más allá del discurso. Una oradora única al cierre es un acierto cuando confluyen (y también contienden o discuten) grupos diferentes. Un documento colectivo, consensuado es un método atendible. La notable verbalización de Liliana Daunes desgranó demandas o afirmaciones que aludían a la sociedad civil, al mundo laboral, a las relaciones familiares, al aborto libre gratuito y seguro. En su torno se coreó, de entrada, “paro general”: el clamor que fogueados sindicalistas no supieron o no quisieron escuchar o interpretar o encabezar.
La Plaza de Mayo versus una asombrosa esquina de la city porteña, otra diferencia abismal. La Plaza es el espacio simbólico ideal para la protesta. Es, además, logísticamente adecuada: un ámbito relativamente amplio al que se accede por tres anchas avenidas: la de Mayo y las Diagonales Norte y Sur.
Escoger la sede del ministerio de la Producción (un damero de calles incomprensible, estrecho y desconocido) fue la primera opción amateur del acto de los trabajadores. No importó porque la marejada humana, expresiva del vasto abanico de la clase trabajadora, desbordó el marco, se ramificó en calles aledañas. Columnas enormes, grupos numerosos de personas “sueltas”, choris, empanadas fritas en el acto, gaseosas o birra, la tranquila alegría de pertenecer y afirmarse.
Esa movida, como las otras dos, fue transversal en lo político, pluripartidista, con un enjambre de “independientes”. Los triunviros que conducen la CGT podían haberse anotado un poroto con jugar lo que les marcaba el tablero. “Nadie le impone una fecha a la CGT” explicaron después, confusos, enojados, a la defensiva. La traducción clavada es que se dejaron “conducir”; no por las plurales bases sino por el gobierno. Una falla garrafal para tres peronistas, que deberían saber de eso.
El orden de los oradores pudo ser la enésima metida de pata. El más flojo, último, para cerrar. Héctor Daer, superado por el acontecimiento, le puso la frutilla al postre cuando enunció que el paro se hará “este año”. Furcio o lapsus freudiano, no es simple dictaminar a ciencia cierta. El punto es que la idea que el subconsciente de Daer habló por su boca es verosímil al mango. Leyó mal el contexto como quienes lo antecedieron en el parco y olvidable uso de la palabra.
Los organizadores no (auto) garantizaron el control de las cercanías del palco, otra impericia. Macanearon al afirmar que solo se embroncaron contra ellos los grupos que rodeaban al estrado.
Este cronista divagó con los pies por las avenidas. Estaba en Belgrano y 9 de julio cuando comenzaron los discursos, una hora antes de lo establecido mientras seguían llegando multitudes. Desde mucho antes que una sola consigna prendía en todos los grupos, sindicales o de organizaciones sociales o del territorio. Era “Paro general”. Se transformó de volea en “poné la fecha/la puta que parió”, como respuesta a la defraudación.
La cúpula cegetista divulga que quería saltear la fecha del 30 de marzo, que conmemora una formidable jornada de lucha contra la dictadura encabezada por Saúl Ubaldini. Les asiste parte de razón y un sayo les cuelga: ni el macrismo es la dictadura ni ellos son parangonables a Ubaldini. Quedaron expuestos, frustrando a quienes los hubieran vivado (o por lo menos, se hubieran retirado conformes y en calma) si hubieran cumplido con el mandato “de abajo”… que era, a la sazón, el motivo de la convocatoria.
Sería impropio también el cotejo con el Hugo Moyano de sus buenos tiempos o aún con el vandorismo que entendía que había momentos para golpear, para después dedicarse al deporte predilecto: negociar.
Conceder al gobierno un plazo adicional (una semana, un mes) para que cambie la política económica es un abuso de ingenuidad o de hipocresía. El matutino “Clarín” divulgó que Macri en persona llamó a los triunviros y les pidió que enfriaran el acto. Los concernidos negaron las conversaciones que no son verificables sin la cooperación de quienes pinchan teléfonos. Pero, de nuevo, la especie es creíble aunque no fuera estricta.
La conducción cegetista se ablanda en pos de una reunión, así derive en fiascos tan chocantes como el “pacto anti despidos” o la promesa del bono para fin de año.
Rehusamos hacer vaticinios sobre el futuro inmediato de la cúpula cegetista. Los triunviratos son inestables, por antonomasia. Marco Antonio podría dar fe desde ultratumba. Hubo uno en la Central Obrera con José Luis Lingieri, Hugo Moyano y Susana Rueda, la ciento y única mujer que fue (un tercio de) Secretaria General de la CGT. El ensayo duró un añito, entre 2004 y 2005 y decantó en la figura del líder camionero. Los triunviros actuales quedaron descangayados. Anunciarán la huelga, se traducirá como una nueva derrota o una concesión in extremis.
El peso específico de la CGT excede el bajo desempeño de sus referentes: pervive. Las convenciones colectivas son una institución que contiene y expresa al conflicto entre patrones y obreros. Cada dirigente mostrará entonces su carnadura, hay varios que llegan con necesidad de revalorizarse, demostrar la representatividad que malversaron en el palco. Habrá que ver.
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Otras voces, otros ámbitos: La Capital concentra la atención pero las revueltas ocuparon otras geografías. Nuevos frutazos, laburantes que se plantan ante los establecimientos que cierran… Son menú cotidiano, más expresivos que guarismos estadísticos de los que algo hablaremos, de todas maneras.
En los próximos días las organizaciones sociales prometieron copar la parada. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie anunciaron centenares de cortes para el miércoles 15. La Ley de Emergencia Social, estuvo sin reglamentar casi tres meses. En los hechos, es una promesa que cuelga de un cuadrito. El oficialismo se prodiga en encuentros y promesas vacuos. Por lo que parece, los referentes sociales captaron mejor que los cegetistas el pulso de la calle: no hay margen, hoy en día, para dejarse dormir con palabras o conciliábulos sin sustancia.
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Cifras e indicadores: Se conocieron el (excesivamente) célebre informe del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) y el índice de precios al consumidor del INDEC.
Ambos refutaron los embustes optimistas del gobierno.
Este cronista jamás fue devoto de los datos de la UCA. De cualquier modo, son más creíbles (relativamente) cuando evalúan la evolución o involución que en sus valores absolutos.
El titular del INDEC, Jorge Todesca, habrá intentado retocar un poquito los índices. Pero no hay modo de encubrirlos del todo.
Los indicadores de la calle son, en la mirada impresionista de quien esto escribe, más impactantes. Despidos y suspensiones, a menudo en cupos de cientos de empleados, se reiteran en la crónica cotidiana. Expoagro festeja a la élite “del campo” mientras las economías regionales zozobran. Los tambos caen como moscas, también las grandes corporaciones lecheras que los explotan desde el fondo de la historia. American Express relocaliza sus locutorios, los traslada a México: pésima nueva para el gobierno que no consigue bajar (tanto) los sueldos en dólares para consagrar su modelo de competitividad. Salarios todavía no irrisorios en dólares pero insuficientes en pesos, ese es el escenario que se configura.
La inflación, el achatamiento del consumo, la devastación de ramas de la producción, de pueblos y ciudades conformados en torno a ciertas actividades evocan demasiado a los finales agónicos de la etapa neoconservadora de la convertibilidad. Los trabajadores son otros, distinta su conciencia, menor su abatimiento. Se creyeron, no más, que son portadores de derechos que exigen y reivindican. La calle no macanea, la polifonía es un desafío para las fuerzas políticas y un mentís para el relato macrista.
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Distracciones y realidades: Parafraseando al presidente Juan Domingo Perón: cuando los gobiernos de derecha agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento policial. El macrismo atravesó una semana espinosa y terminó, fiel a su idiosincrasia, atacando con sadismo a mujeres, en las postrimerías del 8-M. Los uniformados violaron derechos básicos, con la anuencia de funcionarios judiciales y del poder político. Ensañarse con el cuerpo de las manifestantes concuerda con el paradigma oficial… mucho más que el ensayado “ni una menos” que Macri tenía escrito en su discurso del primero de marzo.
Episodios de violencia como los del martes y el miércoles preocupan, siempre. Pero fueron nimios, laterales, numéricamente insignificantes comparados con la magnitud de las jornadas y la cantidad de manifestantes. El Gobierno, con buena ayuda de los medios audiovisuales (que hacen foco en esos detalles morbosos, en detrimento de lo esencial) se esmera en presentarlos como lo más importante que sucedió. Personalizar, criminalizar, judicializar son rebusques para despolitizar el eje.
Terminemos esta columna en capicúa, pues. Las multitudes movilizadas fueron las protagonistas de la semana. Sus voces, sus presencias concuerdan con el cuadro general de empobrecimiento de la clase trabajadora y devastación de buena parte del aparato productivo. La calle habló y su mensaje fue preciso, rotundo, quizá pionero, posiblemente inolvidable.
Maestros, mujeres, trabajadores demostraron su poder de movilización y pusieron en crisis los relatos oficiales. Una galería de imágenes que muestra el protagonismo de los sectores populares.
31 ago. 2016 - Macri contra "la subversiòn" siembra odio y terrorismo de Estado ... de la clase media y baja, a las que lamentablemente Macri asedia con odio. ... Marcó esa distancia entre el corazón delpueblo y la falta de corazón ... Supo alertar indirectamente que Macri tomó la decisión de poner al Ejército en la calle.
El peronismo sindical paralizará Argentina el próximo 6 de abril. Al menos eso han prometido los líderes de la Confederación General del Trabajo (CGT) tras el anuncio de una huelga general de 24 horas, la primera que declaran al presidente Mauricio Macri, en el poder desde hace 15 meses. Macri deberá lidiar con una lógica de protesta que fue el azote de sus antecesores no peronistas, como Raúl Alfonsín (1983-1989) o Fernando De la Rúa (1999-2000). Ambos se fueron antes de tiempo. Consciente de ese peligro, Macri acordó una tregua con el sindicalismo que se rompió en el inicio del año, cuando se hizo evidente que se demoraba la reactivación económica prometida por la Casa Rosada. El anuncio de la CGT coincidió con una mejora en el índice oficial de desempleo. Durante el último trimestre del año, el porcentaje de argentinos sin trabajo se redujo del 9,2% al 7,3%, aunque la cifra oculta que la tasa de actividad económica ha caído del 46% al 45,3%.
La CGT ha elegido bajo presión la fecha de la huelga general. Una masiva manifestación organizada por la Confederación el 7 de marzo pasado terminó con sus líderes apedreados por grupos radicales que le exigieron precisiones y no solo amenazas. Las diferencias sobre la mejor estrategia de confrontación al Gobierno amenazaron incluso con fracturar en dos a la central sindical, entre aquellos que impulsan la mano dura y los grupos considerados “dialoguistas”, representado por el triunvirato que lidera la CGT. “En estos 15 meses tratamos de reclamar con responsabilidad, más allá de los incumplimientos de este Gobierno en la mesa de diálogo. Pero estamos en la necesidad de dar una respuesta a los sectores que representamos”, admitió Carlos Acuña, miembro de la dirigencia de la CGT, al anunciar la huelga en una rueda de prensa.
Escuelas cerradas
Los maestros de todo el país pararon ayer por segundo día consecutivo para exigir aumentos salariales. Los gremios realizados manifestaciones en las principales ciudades, la más importante de ellas en La Plata, capital de Buenos Aires. Unos 50.000 docentes, a los que se sumaron otros trabajadores estatales, exigieron una subida de sueldos del 35%, por encima del 18% que ofreció el gobierno provincial. Los gremios docentes, que llevan ocho días en huelga, advirtieron que están dispuestos a dar batalla hasta el final a la gobernadora María Eugenia Vidal, la política con mejor imagen de la administración macrista.
Vidal sostiene que ya no puede ofrecer más dinero a los docentes porque las arcas provinciales están vacías. Su estrategia fue entonces intentar al menos una disminución de la adhesión a la huelga con un premio salarial extra a aquellos maestros que decidieron dar clase. Los gremios provinciales redoblaron entonces la apuesta con la extensión del paro hasta este viernes y el apoyo a la huelga nacional de maestros convocada para el 22 y 23 de marzo.
La realidad social que plantean los sindicatos peronistas difiere de la oficial, un mapa que no tiene puntos de coincidencia. Donde la Casa Rosada ve nuevos puestos de trabajo y mejores oportunidades de negocios, la CGT ve despidos y la apertura de importaciones en sectores industriales sensibles. “Hemos perdido 52.000 puestos de trabajos en la industria, cayeron también en el sector agropecuario, en el sector minero. Queremos que el plan económico nos incluya a todos y por eso vamos a parar el día 6 de abril por 24 horas”, planteó Héctor Daer, otro miembro del triunvirato. La protesta no incluirá movilizaciones de calle, sino sólo “la inasistencia a los puestos de trabajo”, aclaró el dirigente.
La estrategia del Gobierno para neutralizar a los sindicatos peronistas ha sido, hasta ahora, liberar fondos a los seguros médicos controlados por los gremios y la firma de un pacto que debía paralizar los despidos durante enero y febrero. Pero la CGT consideró que las empresas no cumplieron con este último punto y denunciaron que algunos sectores de la industria, como el calzado y los juguetes, agonizan. Se opone, además, al techo de 18% de aumento que el Gobierno ofrece a los maestros de la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país y en huelga desde hace una semana.
Macri ha empezado a sentir la presión de la calle, luego de un año de relativa paz social. Los grupos piqueteros, que representan a aquellos que han quedado fuera del mercado de trabajo, cortan cada día las principales avenidas y accesos a Buenos Aires, los maestros se encuentran en una negociación salarial sin final a la vista y la CGT irá ahora a la huelga. Los “gordos”, como se llama a los líderes sindicales peronistas, han sumado a la protesta a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que agrupa a empleados estatales y docentes, además de organizaciones sociales de izquierda. El Gobierno ve detrás de esta escalada al peronismo y, sobre todo, al kirchnerismo, al que acusa de alimentar las demandas para forzar una salida anticipada de Macri. En el fondo está la tesis de que no hay presidente no peronista que haya logrado terminar su mandato desde el regreso a la democracia en 1983.
La Casa Rosada tendrá ahora tres semanas para intentar destrabar la huelga del 6 de abril, aunque ya no tiene mucho para ofrecer a cambio. Macri ha dicho que el rumbo económico es inamovible y durante la reinauguración de una planta de PSA Group (Peugeot-Citroën) en las afueras de Buenos Aires pidió paciencia. La economía, dijo, “empezó a dar sus primeros pasos”, pero admitió enseguida que “para mucha gente no arrancó, porque hace 20 años que no arranca".
La protesta sindical se enmarca en un escenario de cifras negativas para el oficialismo, con índices de inflación récord (40% en 2016), una pobreza que no cede (creció en 1,5 millones de personas entre enero y diciembre del año pasado) y alta desocupación. El índice dado por el Indec, la oficina de estadísticas del Estado, determinó que entre octubre y diciembre de 2016 el porcentaje de desocupados cayó casi dos puntos con respecto a los tres meses anteriores, pero la cifra oculta que hubo una caída de la tasa de actividad de 0,7%. Esto significa que se registraron menos desocupados porque más gente “se refugió en la inactividad” y ya no buscó trabajo.
MILES DE DOCENTES PARTICIPARON DE UN ACTO EN SANTA FE EN EL MARCO DE LA MARCHA FEDERAL
Una multitud hacia la Plaza de Mayo
Los maestros empezaron a movilizarse ayer desde distintas provincias y hoy confluirán en la ciudad de Buenos Aires. En el paso de la columna nordeste por la capital santafesina, la titular de Ctera, Sonia Alesso, vaticinó que la marcha “será histórica”.
Los docentes que marchan desde el nordeste colmaron a su paso el puente Colgante de Santa Fe.
La imagen del puente Colgante colmado por una multitud se volvió a repetir ayer en Santa Fe en el avance de la columna de docentes del nordeste que hoy confluirá en la Plaza de Mayo con las del resto del país. “Una marcha que será histórica”, dijo la secretaria general de Ctera, Sonia Alesso, al recibir a sus colegas de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa, con quienes después compartió la caravana hacia Rosario y Buenos Aires. “Vamos a ser miles y miles de maestros que le van a decirle al gobierno de Mauricio Macri que tiene que escuchar, cumplir con la ley de Financiamiento Educativo y convocar a la paritaria nacional”. Actos como el de la capital santafesina se repitieron en otras provincias en el primer día de paro con “un acatamiento total” en la Argentina, agregó Alesso.
El paso de Santa Fe se realizó antes de que Macri anunciara los resultados del Operativo Aprender y la supuesta y “terrible inequidad” entre chicos que “pueden ir” a la escuela privada y aquellos que “tienen que caer” en la escuela pública, que levantó una ola de repudios por el estigma y la discriminación presidencial.
Como si lo hubiera imaginado, Alesso pronosticó que el montaje en Olivos era otra avanzada contra los maestros que marchaban hacia la Plaza de Mayo. “Macri se ha dedicado a confrontar con los docentes. Es grave. No es casualidad” que el ministro Esteban Bullrich “se haya borrado dos meses. La última vez que lo vimos fue el 2 de enero y después no convocó a ninguna reunión”.
“La estrategia de Macri es desprestigiar a los docentes”, señaló Alesso. “Va a decir que la prueba salió mal”. En su momento, “nosotros denunciamos que era una evaluación amañada y cuestionamos la metodología. Así que no nos sorprende” lo que diga o pueda decir.
“Y todo esto después de haber destruido la Dirección de Estadística de la Nación, a la que desmantelaron y despidieron a todos sus trabajadores. Siguieron con los aprietes y las amenazas a Roberto Baradel, los voluntarios, los descuentos, los policías en las escuelas y el desprestigio a los maestros y a sus dirigentes. Y ahora, van a decir que los chicos no aprenden por culpa de los sindicatos. Macri ya lo dijo en la mesa de Mirtha Legrand”, recordó la líder de Ctera.
Alesso habló con la prensa antes de que Macri dijera lo que dijo, y mientras una inmensa columna avanzaba sobre el puente Colgante, en una imagen para guardar en la memoria. “Va a ser una marcha histórica de la Ctera y de sus sindicatos de base, con un acatamiento total del paro en todo el país”. Hoy “nos vamos a encontrar los cinco sindicatos docentes nacionales, los gremios universitarios, los estudiantes y los padres que nos acompañan, junto a las organizaciones sociales y el movimiento obrero para reclamar que el Gobierno dialogue, que se siente a discutir y que convoque a la paritaria federal”, agregó.
Cuando le preguntaron sobre el amague de mano dura, Alesso respondió que “sería terrible porque miles y miles de maestros van a marchar como siempre lo hemos hecho, en calma, pacíficamente, así que esperamos que no haya provocaciones que impidan a las columnas llegar hasta la Plaza de Mayo.
Al rato, ya en el acto frente a la Casa del Maestro, a la salida del puente Colgante, Alesso planteó que si sigue el cepo a la paritaria federal, convocará al congreso de Ctera para discutir “la continuidad del plan de acción. Vamos a seguir en la calle, movilizados”.
La secretaria general de Sadop santafesino, Patricia Mounier, dijo que “estamos en la calle contra las políticas de ajuste de Macri, pero también esperamos una propuesta salarial del gobierno de Santa Fe que sea digna, que se pueda discutir con los compañeros y no la vergüenza que hicieron hace unos días (al proponer un aumento del 19,5 por ciento en dos cuotas) y amenazar con descuentos” de los días de paros. “Estamos más unidos que nunca, así que no nos van a frenar”, cerró Mounier.
Cinco manifestaciones en menos de veinte días. Reclamos pacíficos, masivos y sistémicos. La lógica de cada protesta. Ni un acto oficial el 24 de marzo, una suerte de confesión. Lo que viene. Y algo sobre Macri cuando lo ponen en contexto.
“La manifestación, que expresa demandas y a la vez afirma la identidad del grupo que las porta introduce una relación diferenciada con el tiempo de la política (…) intenta demostrar su fuerza para evitar la violencia.” “La manifestación. Cuando la acción colectiva toma las calles.” Olivier Fillieule Danielle Tartakowsky
El libro citado comienza recordando que la revista Time eligió como personaje del año 2011 “al manifestante”. Es presumible que la revista autóctona Gente no imitará el ejemplo en 2017 porque sus criterios para los castings son diferentes. De todos modos, la cita viene a cuento en este marzo vibrante, signado por cinco actos masivos en menos de veinte días, contando solo la Plaza de Mayo y sus inmediaciones. Hubo muchas otras, entre frutazos y las conmemoraciones del 24 de marzo en todos los confines del país.
Las cifras son secundarias y muy estimativas. Millones de personas, en cualquier caso. Cada convocatoria tuvo su pliego de demandas, oradores o documentos vinculados a ellas, personalidad propia si se admite la expresión. No se recuerda una seguidilla de estas características desde la recuperación de la democracia.
Fuerza y no violencia, ese fue el signo que el potente aparato de propaganda oficialista intentó vanamente distorsionar. El espacio público se ocupó con respeto, una serena alegría. Los incidentes fueron mínimos, considerando la cantidad de gente congregada.
Los manifestantes salen en defensa propia. Es válido debatir sobre sus reclamos a condición de advertir que todos encuadran en la lógica institucional. Paritarias docentes, aumentos de salarios, cambios en la política económica, respeto a la igualdad de género, protección contra la violencia machista y siguen las firmas.
El gobierno del presidente Mauricio Macri ganó las elecciones y arrancó con la condigna legitimidad de origen que confiere cargos, espacios políticos… y responsabilidades. Lo que viene después, de cajón, no es apenas el “fin de la luna de miel” sino la medición popular de la legitimidad de ejercicio. Con quince meses largos de gestión, el macrismo recoge día tras días los frutos de su propia siembra. Prima el descontento, extendido en el vasto espacio de las clases medias y populares.
Cuando todo era promesa, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich imaginó un minucioso protocolo para las manifestaciones. Entre otros recaudos, los organizadores debían ponderar la cantidad de participantes con antelación. Causa gracia retrospectiva imaginar que se hubiera llevado un formulario así a los gremios docentes, a la CGT, las CTA y las organizaciones sociales, a los pequeños productores agrarios del Alto Valle o Misiones, a las promotoras locales del 8M. Ni hablar de quienes lideraron la formidable jornada por la Memoria, Verdad y Justicia.
El Gobierno que vetó la ley anti despidos, que demoró la reglamentación de la de Emergencia Social, que “duerme” a las representaciones de trabajadores o de industrias, no tiene derecho a reclamar a las muchedumbres que se dispersen y que no vayan al Congreso o a la Casa Rosada. Los pone en la calle, con su política económica en especial y con todo su programa en general.
La acción directa y el ejercicio del derecho de expresión encuentran catatónico al oficialismo. La ideología le sale por los poros y lo denuncia. Ni un acto pequeño el 24 de marzo, ni una baldosa, ni una placa recordatoria. Existen silencios tan estentóreos aunque menos valiosos que las voces de la calle.
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Debates negados: El acto central de anteayer expresó una preeminencia del kirchnerismo, sin excluir otras posturas. Un inventario de todas las convocatorias del viernes seguramente arrojaría una policromía mayor. Por lo pronto, en la Plaza de Mayo se citaron también, por separado, organizaciones de izquierda que vituperaron de modo más o menos parejo al kirchnerismo y al macrismo. A aquél por la designación del general César Milani, con toda razón a los ojos de este cronista. Y por otros reproches más controvertibles como ser responsable por la desaparición de Julio López, que se supone motivada para frenar los juicios contra la impunidad que el kirchnerismo restauró, en una de sus mejores vidas. Pero, volviendo al núcleo, la discusión estuvo presente.
Lo que no se encontró fuera del staff oficialista, porque es imposible, son elogios a la política de Cambiemos en materia de Derechos Humanos. Una cita en el Facebook de Macri no fue bastante. Ni hablar de la foto de los diputados de Cambiemos con dos carteles penosos. Uno, francamente infame: “Nunca más a los negocios con los DD.HH.” (sic). Del terrorismo de estado, ni mención. Nora Cortiñas, ejemplar e infatigable militante de Madres Línea Fundadora, lo describió como “un acto espantoso… de fascismo explícito”. El diputado Pablo Tonelli (PRO), de ordinario un soldado de Cambiemos, se retiró del equipazo macrista que posó para la posteridad porque le dio un, bienvenido, ataque de vergüenza propia. No hizo escuela en la coalición, desde ya.
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Caso testigo en peligro: El conflicto entre los gremios docentes y los gobiernos nacional y bonaerense mantiene tensión y es prematuro predecir desenlaces. La gobernadora María Eugenia Vidal, describen sus apologistas, lo ha tomado como una prueba de autoridad. Aspira, dicen, a quebrar al adversario como lo hiciera la primera ministra británica Margaret Thatcher contra los trabajadores mineros.
Los paros en el sector público generan un riesgo para los huelguistas. Su lesividad, por definición, afecta a personas del común. Los gobiernos pueden hacerse los distraídos respecto de sus acciones y proponerse como voceros de “la gente”. La incidencia en la vida cotidiana de las familias cuando el conflicto se dilata es un desafío para los dirigentes gremiales.
Es imposible calibrar el clima social en tantas provincias pero una mirada impresionista sugiere que la bronca del gobierno hacia los huelguistas es mucho mayor que la de los ciudadanos. Hay empatía con los maestros y tal vez la ostentación de los mohines de clase de Mauricio y sus CEOcratas les juegue en contra. La sobre exposición puede ser funcional en campaña pero suele volverse búmeran cuando se gobierna y la coyuntura es ingrata para las mayorías.
Las mamás y los papás quieren que los pibes se eduquen o llanamente vayan a la escuela para organizar la vida cotidiana. Pero su valoración del “caso piloto” elegido por Vidal también está condicionada por la pérdida de poder adquisitivo del salario, el temor (sabio y creciente) de perder el trabajo.
Con solo convocar a la Paritaria Nacional Docente, Macri y Vidal privarían de una bandera unificadora a los maestros y, de paso cañazo, cumplirían con la ley. La obstinación es mala consejera, el ensimismamiento también… suelen acechar a los gobiernos en malos trances. El apego a la ley no es costumbre ni pulsión en la cultura macrista.
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Votar, ese mal hábito: De nuevo: las protestas son sistémicas, con peticiones institucionales, protagonizadas por gentes de distintas banderías, anche por personas poco afectas a movilizarse. El oficialismo denuncia “manos negras” que mueven a las masas como ganado, con afanes destituyentes. Mal que le pese, la acción directa es un derecho que, por ahí, también anhela conculcar.
Es bueno que se retomen las enseñanzas de grandes pensadores aunque, por ahí, la vicepresidenta Gabriela Michetti erró el vizcachazo cuando reversionó al filósofo epicúreo Luis Barrionuevo. El líder gastronómico predicó, años ha, que había que dejar de robar por dos años. Michetti, que a menudo funge como vocera del subconsciente oficial, propugna dejar de votar por cuatro o por seis años. No detalla a qué mecanismo institucional acudiría. Tal vez piense en un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para modificar la Constitución. Hubo ya una tentativa para hacer ese gambito con dos jueces de la Corte. No funcionó, aquella vez.
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Los protagonistas obstinados: El 30 de marzo la CTA de los Argentinos, la CTA Autónoma, Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa y el Frente Darío Santillán confluirán en una movilización. Es otra característica recurrente, la unidad en la acción de organizaciones sociales y sindicales de distinto signo.
El 6 de abril llegará el paro general de la Confederación General del Trabajo.
La nómina incluye también a los laburantes que defienden puestos de trabajo en empresas que amenazan cerrar sus puertas o ya lo hacen.
Un tono de época tiñe el activismo ciudadano. El mismo 30 habrá un paro de migrantes, a quienes se convoca frente al Congreso. La protesta es contra la construcción del primer Centro de Detención migrante en América Latina, y en contra el DNU 70/2017 que priva de derechos básicos a los migrantes, dos hallazgos de la administración macrista.
El chauvinismo y la xenofobia sintonizan con tendencias muy expandidas el centro del mundo. Por ahí, tiene más acogida en sectores de la opinión pública que otras acciones del gobierno. De cualquier forma, es inconstitucional, viola “derechos humanos del presente” y traiciona las mejores tradiciones argentinas, que nacen del Preámbulo.
“La gente”, “los manifestantes”, distintas vertientes del movimiento popular (elija usted el sujeto de la frase) defienden con ahínco sus derechos y son grandes protagonistas de la política argentina. Las elecciones de medio término también cifrarán el año que, aunque no parezca, recién comienza.
A LAS 24 DE HOY ARRANCA EL PRIMER PARO GENERAL CONVOCADO POR LA CGT CONTRA LAS POLÍTICAS DE MAURICIO MACRI
Una muestra de rechazo al ajuste PRO
Desde la CGT adelantaron que la medida tendrá “alta adhesión” en todo el país. No habrá colectivos, trenes ni subtes. No está previsto ninguna movilización, pero la izquierda anunció cortes en los accesos a la ciudad.
La conducción de la central obrera espera hoy una muestra de rechazo contundente a las políticas oficiales.
Al final llegó el día del paro nacional. La CGT está confiada en la efectividad de la medida que cuenta con la adhesión de las dos CTA, pero no se descuida. Juan Carlos Schmid, integrante del triunvirato de conducción de la central obrera, pronosticó una “alta adhesión” y, de paso, aclaró que si algunos sectores realizan piquetes, “serán inocuos porque no habrá transporte”. En tanto, el titular de la CTA, Hugo Yasky, negó la condición desestabilizadora de la medida de fuerza y aseguró que “el paro se hace no por aquellos que tienen la caja de seguridad llena sino por los que tienen las heladeras vacías”.
La medida, la primera desde que Mauricio Macri asumió el gobierno, comenzará a partir del primer minuto de este jueves. El servicio de transporte público de pasajeros será uno de los pilares que garantizarán la efectividad. Ayer, desde los altavoces de la estación Constitución se anunciaba que durante la jornada del 6 de abril no habría servicio. En los subterráneos no saldrá ninguna formación. “No tienen ni los empleados jerárquicos para mover los trenes”, aseguró a este diario Roberto “Beto” Pianelli, titular de la Asociación Gremial de Trabajadores del subte. Sin colectivos y trenes será una ciudad detenida. Los hospitales mantendrán las guardias mínimas, lo que garantizará la atención en casos de emergencias y no mucho más.
Entre los hombres de la CGT había confianza sobre el éxito de la medida pero, agregaban, no querían confiarse ni distraerse porque el Gobierno buscaba presionar y conseguir, a través de medios de comunicación amigos y redes sociales, que un sector de la población rompa el paro. “La movilización del sábado pasado hizo que el gobierno crea que está fuerte y puede contrarrestar nuestro paro, pero se van a llevar una sorpresa”, comentó uno de los hombres que ocupa una de las secretarías de la CGT.
Schmid negó de manera rotunda que vayan a existir “impedimentos para quien quiera ir a trabajar” pero advirtió que “lo que va a haber es una paralización total de todas las actividades por la alta adhesión contra un malestar social que tratamos de poner en la agenda pública”.
A su turno, Héctor Daer, otro de los integrantes del triunvirato cegetista, advirtió que la medida de fuerza tendrá un “apoyo contundente” y servirá para desmentir al gobierno de Macri que dijo que era “una medida oportunista”. Según Daer, el principal responsable de la convocatoria y el éxito del paro es el gobierno porque “es el único responsable de que haya más pobreza, menos trabajo y menos actividad económica”.
Fiel a su estilo directo, el secretario adjunto del gremio de Camioneros, Pablo Moyano, advirtió al Gobierno de una más que segura profundización de la protesta si luego del paro “no da respuestas a los reclamos de los sindicatos”. Es más, Moyano aseguró que entre los afiliados del sindicato que conduce hay un porcentaje importante que exige una repetición de la medida, esto es convocar a otro paro nacional en poco tiempo más.
Moyano se animó y avanzó sobre el día después del paro. Por lo pronto, anticipó que la semana que viene la CGT se reunirá para analizar los pasos a seguir aunque anticipó que “hay muchos compañeros que quieren seguir con estos reclamos, ya sea con otra medida de fuerza o en la calle, con movilizaciones”. El hijo de Hugo Moyano justificó la necesidad de continuar con un plan de lucha porque con el gobierno de Macri “te quedas cruzado de brazos o seguimos peleando para que no cierren fábricas y evitar despidos”.
Yasky, que junto a la CTA de Pablo Micheli decidieron acompañar la medida de fuerza de la CGT, aprovechó para hablar durante el anuncio de la inflación de marzo que emite el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), que arrojó un 2,1% de inflación de marzo, igual a la de febrero pasado y que muestra una inflación interanual del 27,9%, promediando un 29,6% interanual en el primer trimestre. Allí, Yasky señaló que las cifras que arroja el estudio cuenta de que “somos los trabajadores los que terminamos pagando los platos rotos de los desaguisados del plan económico del gobierno”. Es más, advirtió que la pérdida del poder adquisitivo quedará más expuesta con el paro porque “será un plebiscito de la política del gobierno que sólo causó despidos, desempleo y caída del poder adquisitivo de los trabajadores”.
Yasky rechazó la acusación del Gobierno, que acusa al paro de desestabilizador y de poner en riesgo la democracia. “Si hay un sector que puso el cuerpo y su sangre para defender la democracia fue el de los trabajadores. Nunca en la historia se conoció que lo haya hecho un dirigente de la Sociedad Rural, de la Bolsa de Comercio o de una multinacional. Por eso paramos, basta de gobiernos que gobiernan para los ricos”, afirmó.
El Gobierno buscaba ayer maneras de debilitar la medida. El gobierno porteño que encabeza Horacio Rodríguez Larreta anunció que habrá una fuerte presencia policial para garantizar la seguridad de quienes deseen movilizarse para ir a trabajar. También anunció estacionamiento gratuito y peajes libres en las autopistas de acceso a la Capital Federal.
El secretario adjunto del gremio de camioneros habló sobre la movilización del martes pasado. Reivindicó el perfil combativo del sindicalismo, llamó a votar contra Cambiemos en octubre y adelantó que habrá resistencia a una reforma laboral.
Moyano recalcó que "en la Plaza estuvo parte del 66 por ciento que no votó a Cambiemos en las PASO". Imagen: Bernardino Avila
Cuatro días después de la marcha del 22 de agosto a Plaza de Mayo, Pablo Moyano hizo el balance de la movilización, a la cual definió como "multitudinaria". El secretario adjunto de Camioneros destacó la coincidencia en la calle "entre la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales” y advirtió que Gobierno nacional buscó “deslegitimar” la manifestación
El sindicalista consideró que “un paro es siempre político” y que “siempre se ha criticado esta medida, con Menem, De la Rúa y Cristina”. Estimó que al gobierno de Mauricio Macri “le duele la cantidad de trabajadores que hubo en la calle”.
Por Radio Cooperativa, consideró que “ojalá el Gobierno tuviera un poco de humildad, porque esta política sólo beneficia a los que más han ganado”. Recordó que “no es casual que apenas asumió bajó retenciones al campo y a las mineras y no tocó a la renta financiera, y ha mantenido el impuesto al trabajo y abrió las importaciones, que liquidan a sectores como el calzado y las textiles”.
Moyano no dudó en decir que "el Presidente desprecia a los trabajadores” y fundamentó en que Macri encabeza “un gobierno de empresarios que busca beneficiar a los que más ganaron en los últimos años, a través de una política liberal”.
En ese sentido, remarcó la posibilidad de una reforma laboral para después de las elecciones de octubre. “Hablan de mafia sindical, de abogados laboralistas mafiosos, arman una campaña para instalar la reforma y bajar el costo laboral”. Recordó que en Brasil Michel Temer logró impulsarla “con un cinco por ciento de imagen positiva”, pero aseguró que “hay una diferencia: no es lo mismo el movimiento sindical brasileño que el argentino, acá va a haber mucha resistencia, como con Menem y De la Rúa”.
Moyano restó importancia a la confrontación del Gobierno con los sindicatos, plasmada en los cambios en el Ministerio de Trabajo y en Superintendencia de Servicios de Salud, y la definió como “una estrategia”. También recordó que “desde la época de los militares que nos amenazan, esto ya pasó en otros gobiernos en democracia, y no asustan”; y agregó que “ojalá que esa misma soberbia que el Gobierno tiene con los dirigentes sindicales la tenga con los empresarios”.
Con todo, afirmó que “no hay plan B para este modelo de exclusión. Ojalá la gente reaccione y derrote al Gobierno en las urnas en octubre, para que se den cuenta que una gran parte de los argentinos no comparte este modelo”.
Al respecto, puntualizó que “en la Plaza estuvo parte del 66 por ciento que no votó a Cambiemos en las PASO. Hablan de un gran triunfo, pero sacaron el 34 por ciento y perdieron en Buenos Aires y Santa Fe, los dos principales distritos”.
También relativizó las diferencias dentro de la CGT y aseguró que “lo importante es el mensaje que dio el compañero Schmid de pelear contra el modelo y de llamar al confederal para ver los pasos a seguir”.
De cara al futuro, Moyano anticipó que en la CGT “hay un debate interno” y que conviven “distintos sectores que pensamos distinto, algunos son dialoguistas y otros estamos dispuestos a confrontar con un gobierno que no responde” a los reclamos gremiales. “Cada dirigente dará cuenta a sus trabajadores”, puntualizó, al tiempo que se mostró respetuoso de la actual conducción: “Tenemos tres años más de triunvirato.”
Finalmente, dijo que “lo importante es el que 22 se marchó y se aprobó la convocatoria al confederal para el 25 de septiembre. Todos los debates son buenos si sirven para defender a los trabajadores”.
El Gobierno de Macri, Vidal Y Bullrich sigue con su operación de maquillaje y manipulación.
Primero nos quisieron hacer creer una mentira: que habían ganado.
Luego que “empataron”: como si en política existiera el empate, como si fuera un partido de fútbol.
Hace un par de días que perdieron “por poco, por muy poco”.
Y ayer, finalmente, que hemos ganado “por un puñado de votos”.
Una expresión despreciativa, dicha para desvirtuar el valor del voto y de la democracia.
Por un puñado de votos podemos tener senadorxs y diputadxs para defender y frenar el ajuste, o para imponerlo y agravarlo.
Un puñado de votos no es un tema menor. Es la diferencia entre un Gobierno que puede mentir y avasallar para imponer su dureza, o una Oposición que puede unir a la mayoría para frenar el ajuste.
Ese puñado de votos es la oportunidad que tienen hoy dos de cada tres argentinxs que le dijeron NO a Macri.
Ese puñado de votos es la esperanza de la mayoría.
Ese puñado de votos es lo que puede impedir que este Gobierno aplique su ajuste cruel, insensible e injusto.
Ese puñado de votos es la democracia misma.
Ese puñado de votos es nuestra oportunidad para que la mayoría social y electoral sea también una mayoría política e institucional.
Ese puñado de votos te permite cambiar de rumbo económico y político. ¿Vas a dejar que lo desprecien?
Votá en octubre para que respeten ese puñado de votos.
Votá en octubre para que ese puñado de votos aumente y sea la defensa más firme de tus derechos.