Dos años de Lenin Moreno: Giro total a la derecha en Ecuador –
Esta nota, publicada el 29 de mayo del corriente año, resulta útil para comprender hoy porqué el pueblo ecuatoriano se lo quiere comer crudo.
Por Eduardo Tamayo G. (Periodista ecuatoriano de ALAI)
Acordar con el FMI, aumentar el desempleo y la pobreza, gobernar con y para los adversarios de derecha y Estados Unidos, entregar a Assange y profundizar la persecución contra opositores, caracterizan los dos primeros años del gobierno de Lenín Moreno.
Triunfar con los votos de la izquierda y gobernar para la derecha
Lenín Moreno (LM) asumió la Presidencia de la República del Ecuador el 24 de mayo de 2017. En la segunda vuelta electoral del 2 de abril de 2017, se impuso con el 51,16 % de votos frente al 48,84% obtenido por el banquero Guillermo Lasso. Su programa apuntaba a la continuidad de la Revolución Ciudadana que se inició en 2007 con Rafael Correa, aunque prometiendo corregir errores e impulsar otro estilo de gobierno, menos confrontativo y más inclusivo y dialogante. Si bien ganó con un margen apretado, Alianza País, el partido que le permitió el triunfo, obtuvo una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional que le posibilitaba al gobierno de LM superar los problemas económicos y asegurar la gobernabilidad.
Paulatinamente, sin embargo, LM dio un giro de 180 grados hacia posiciones de derecha y ultraderecha, cumpliéndose ese viejo axioma de que se triunfa con la izquierda y se gobierna con y para la derecha. Moreno no solo asumió los planteamientos y el programa de los adversarios de la Revolución Ciudadana (1), sino que echó a todos los funcionarios correistas o sospechosos de serlo e incorporó a su gabinete a todos aquellos que no votaron por él y ahora son los que toman las decisiones del gobierno.
Un caso de este tipo no se ha visto en el periodo democrático inaugurado hace 40 años en el Ecuador. Sin embargo, algo parecido sucedió con el expresidente Lucio Gutiérrez que ganó las elecciones apoyado por la izquierda representada por Pachakútic y el Movimiento Popular Democrático y al cabo de unos pocos meses, se declaró el “mejor amigo de Estados Unidos” e impuso un programa neoliberal dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), apartando de su gabinete a los ministros de izquierda, al tiempo que sus organismos de inteligencia elaboraban listas de opositores y reprimían a dirigentes sociales y periodistas.
Como veremos luego, el viraje a la derecha de LM le supera con creces al del coronel Lucio Gutiérrez, con una notable diferencia: a Gutiérrez poco se le puede reprochar porque él es un militar de inteligencia muy bien entrenado por EEUU en las “artes” del engaño y la manipulación para obtener determinados objetivos. LM, en cambio, proviene de las filas de la izquierda, en su juventud militó en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y luego de que éste se dividió, se dedicó a actividades empresariales. Esta adscripción a la izquierda fue lo que le sirvió para ser propuesto como candidato a la Vicepresidencia de la República junto con Rafael Correa, cargo que ganó y ejerció durante seis años (2006-2013), y luego desempeñarse como Enviado Especial del Secretario de la ONU para las discapacidades en Ginebra, Suiza.
Ahora se conoce que en su estancia en Ginebra, y en momentos en que ya era un hecho su designación como candidato a la Presidencia para el 2017, jugaba a dos bandas: por un lado mantenía conversaciones con Rafael Correa – el principal responsable de su designación, ya que las encuestas le favorecían a Moreno y no al vicepresidente Jorge Glas- o con sus delegados y con ellos planificaba la campaña. Pero también se reunía con otros “asesores y amigos”, como Santiago Cuesta y empresarios de derecha, que son los que le marcaron la ruta y ahora son los que están en el poder.
Moreno engañó a todos. El discurso del candidato Moreno no admitía dudas. Siempre hablaba a favor de la Revolución Ciudadana, a la que calificaba como “leyenda”, en tanto se deshacía en lisonjas a Rafael Correa. Jamás habló de corrupción, ni siquiera se conoce que haya hecho alguna crítica a la gestión del gobierno. Todo eso le sirvió para ganar las elecciones, porque una mayoría de ecuatorianos, antes que por su persona, votó por un proceso, que debía continuar con las respectivas rectificaciones.
Pocas semanas después de asumir el poder, salió a flote el verdadero Moreno, el Moreno que estaba escondido, el Moreno con mentalidad empresarial y pro-imperio. Tras denostar a la masa correista que voto por él, se reunió con los banqueros, los dueños de los medios de comunicación corporativos, con el socialcristiano Jaime Nebot (en ese entonces alcalde de Guayaquil), con el expresidente Abdalá Bucaram, que retornó tras varios años de exilio en Panamá (según Rafael Correa, Moreno pactó con Bucaram y le entregó la Corporación Nacional de Electricidad del Ecuador, aunque el gobierno lo desmiente) .
Y, por supuesto, con el embajador de Estados Unidos en Ecuador, Todd Chapman, que retomó las funciones de “Virrey” del imperio en Ecuador como pasaba, por ejemplo, en el gobierno de derecha de León Febres Cordero (1984-1988). A partir de ahí, ya se podía predecir los alcances del viraje de LM, que también jugó hábilmente, cooptando o neutralizando a algunos dirigentes indígenas y sindicales críticos a las políticas y medidas de Rafael Correa.
LM, paulatinamente, fue despidiendo a los ministros y funcionarios que le apoyaron para elegirse como Presidente y que mantenían una línea progresista y habían sido parte del gobierno de Rafael Correa. (2) Quedaron únicamente en su gabinete, los ministros empresarios: Pablo Campana (ministro de Comercio Exterior, y representante del grupo económico Nobis), Carlos Pérez (ministro de Energía, exempleado de la transnacional Halliburton), Eva García (ministra de Industrias y Productividad, actualmente embajadora de Ecuador en Perú), Enrique Ponce de León (ministro de Turismo, ejecutivo de la cadena de hoteles Decamerón), más el exdirigente indígena de la CONAIE Humberto Cholango y la exasambleísta afro Alexandra Ocles.
Y LM completó el gabinete con algunas personas que apoyaron la candidatura presidencial del banquero Lasso: la actual Ministra del Interior María Paula Romo públicamente anunció su votó por Lasso, en tanto que una de las primeras acciones de Richard Martínez, tras ser nominado como Ministro de Economía y Finanzas el 14 de mayo de 2018, fue visitar a Lasso buscando su consejo. Martínez era vocero del Comité Empresarial Ecuatoriano. (3)
El giro a la derecha le costó a Gutiérrez el ser expulsado del poder el 20 de abril de 2005 por el pueblo movilizado de Quito, al cabo de 27 meses en el poder, con la anuencia de la cúpula militar y sin que nada pudieran hacer sus “mejores” amigos de la Embajada de EEUU. Esto no ha sucedido, sin embargo, con LM, pese a que ha adoptado todas las medidas que motivaron la caída de otros gobiernos (alzar los combustibles, propiciar el retorno de Bucaram, firmar con el FMI, declarase pro-gringo, incumplir el programa de gobierno inscrito en el Consejo Nacional Electoral, impulsar la flexibilización laboral y un agresivo proyecto de privatizaciones junto al ajuste estructural).
LM cumple dos años en el poder, pero con altos niveles de desaprobación, lo que refleja lo que piensa la ciudadanía sobre su gestión.
Según la encuestadora Perfiles de Opinión, al 29 abril de 2019, solo el 24% de ecuatorianos/as aprobaba la gestión de LM y hace un año la cifra bordeaba el 51%. La credibilidad del LM es del 16% y hace un año era del 40%. El 67% de los que votaron por el primer mandatario ahora están arrepentidos.
Esta desaprobación se refleja en protestas y manifestaciones de sectores afectados por los planes de ajuste que, evidentemente, no tienen la masividad y la contundencia con la que el pueblo ecuatoriano enfrentó en décadas pasadas a los gobiernos neoliberales. Por el contrario, los sectores beneficiados por las políticas de LM siguen apoyándolo, sin descartar que si hay una fuerte presión social puedan cambiar de opinión.
Entre estos están los banqueros e importadores, grandes medios de comunicación privados, la alta cúpula militar y de la Iglesia, partidos de derecha como el Social Cristiano, y, por supuesto, la Embajada de EEUU. Dos años de gobierno de LM es un buen motivo para hacer un balance de su gestión.
Anti-corrupción a la carta
La política de LM se ha regido por dos ejes con los que busca obtener réditos políticos: la lucha contra la corrupción y la descorreización.
Cediendo a las presiones de los grandes empresarios y de los medios corporativos, LM instaló la corrupción como el tema fundamental de la agenda pública, cuando hay otros que realmente preocupan a la ciudadanía como el desempleo, la crisis económica, la pobreza y la inseguridad, que han sido dejados en un segundo plano.
Desde la campaña electoral y ya en el gobierno, Moreno prometió hacer “una cirugía mayor a la corrupción” y llevar adelante esta lucha “caiga quien caiga”. En el gobierno de Correa, en el que LM fue vicepresidente, así como en todos los gobiernos de las últimas cuatro décadas, incluyendo el actual, se han presentado casos de corrupción. Mientras esté vigente el capitalismo ésta difícilmente podrá ser desterrada.
Ahora mismo el presidente LM afronta el caso denominado Ina Papers. (4) El portal digital La Fuente difundió una investigación en la que denuncia la trama de Ina Papers, que vincula a la familia del presidente Lenín Moreno con la empresa offshore Ina Investment Corporation. Según la investigación, esta empresa habría sido constituida por su hermano, Edwin Moreno, y los esposos Xavier Macías Carmigniani y María Auxiliadora Patiño, quienes tienen una relación de amistad con Lenin Moreno y su esposa, Rocío González. Según La Fuente, con recursos de la offshore se habrían comprado muebles en Ginebra, Suiza, que fueron entregados en el lugar donde residía Lenin Moreno, cuando cumplía el cargo de Enviado Especial del Secretario General de la ONU para Discapacidades de 2014 a 2016.
También se le atribuye a la empresa INA Investment la compra de un departamento en Alicante, España, por un valor de 133.400 euros. Las facturas emitidas están a favor de Edwin Moreno y María Auxiliadora Patiño. Patiño es hija de Conto Patiño, lobista y contratista de Sinohydro en Ecuador, quien, como representante legal de la empresa offshore Recorsa S.A., habría recibido 18 millones de dólares de Sinohydro, empresa china a cargo de la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. En un primero momento, Moreno desestimó las acusaciones, pero como la Fiscalía inició una investigación a pedido del asambleísta Ronny Aleaga de la bancada de la Revolución Ciudadana, el Presidente ha solicitado que la Fiscalía revise sus cuentas.
Ciertamente, los casos de Odebrecht, Petroecuador, Refinería del Pacífico y otros le han hecho quizá el mayor daño a la Revolución Ciudadana porque han minado su credibilidad y legitimidad. También cabe indicar que hubo evidentes y graves falencias y omisiones en la lucha contra la corrupción. Por ejemplo en la designación de las autoridades encargadas de llevar a cabo esta lucha, siendo el caso paradigmático el del Contralor Carlos Pólit, que está prófugo del país acusado de recibir coimas de Odebrecht.
Es evidente que debe haber tolerancia cero para todos los casos de corrupción y los culpables deben ser sancionados. Pero otra cosa es instrumentalizar la lucha contra la corrupción con fines persecutorios y para obtener réditos políticos. El gobierno de Moreno enfoca y dirige la lucha anti-corrupción solo contra Rafael Correa (quien tiene 25 juicios en su contra) y sus exfuncionarios y excolaboradores pero excluye a los gobiernos anteriores, a municipios manejados por la derecha, a quienes envían sus capitales a los paraísos fiscales evadiendo impuestos, a quienes cometen fraude en las aduanas, a quienes estafan a los clientes de los bancos a través de cobros por concepto de seguros no autorizados, etc.
Al enfocar la corrupción como un tema que involucra al sector público y dejar de lado el rol que cumple el sector privado, el propósito implícito es satanizar al Estado para ir generando un escenario favorable para reducirlo y dar paso a las privatizaciones de las áreas más rentables manejadas por el Estado, propósito en el que está empeñado el gobierno de LM. (5)
Esta “lucha contra la corrupción a la carta” ha servido para imponer una narrativa que tiende a generalizar (“todos los correistas son corruptos y ladrones”) y a demonizar y menospreciar la gran obra pública efectuada en la última década (“ninguna obra sirve porque es fruto de la corrupción”), en materia vial, electricidad, conectividad, infraestructura de salud, educación, control de inundaciones, así como las políticas públicas que permitieron reducir la pobreza y la inequidad.
En estos dos años de gobierno, se ha inventado y se ha conjugado el verbo “descorreizar”. Esta narrativa de los medios, políticos de derecha e inclusive de izquierda, funcionarios gubernamentales ha sido el telón de fondo para estigmatizar y desmovilizar a las personas. Pero también ha servido para acabar con la institucionalidad creada en la década pasada (por ejemplo se eliminó la Secretaría Nacional de Planificación, SENPLADES) y colocar en las distintas dependencias del Estado a funcionarios que viabilicen el proyecto neoliberal, pro-empresarial y pro-imperio.
La vía para “descorreizar” el Estado fue la consulta popular del 4 de febrero de 2018, impulsada sin aprobación de la Corte Constitucional, que dio un espaldarazo al gobierno de LM para reinstalar en el Ecuador el proyecto neoliberal. No solo se prohibió la reelección indefinida impidiendo la postulación de Rafael Correa a la presidencia de la República, sino que se dio por terminado las funciones de los integrantes del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) que fue creado por la Constitución de 2008 con la función principal de designar, a través de concursos públicos y veedurías, al Contralor del Estado, Fiscal, Defensor del Pueblo, Consejo de la Judicatura, Consejo Nacional Electoral, entre otros.
En la consulta también se aprobó la conformación de un CPCCS transitorio, con amplias atribuciones, entre ellas la de evaluar a los funcionarios designados por el CPCCS cesado, destituirlos y reemplazarlos.
Presidido por el Dr. Julio César Trujillo (que acaba de fallecer), el CPCCS transitorio estableció un verdadero estado de excepción yendo mucho más allá del mandato popular, según varios juristas. Se convirtió en la práctica en una mini-asamblea constituyente que incluso adoptó medidas y mandatos no contemplados en la Constitución, procediendo a una reestructuración de casi todas las funciones del Estado.
Varias críticas se han formulado al desempeño del CPCCS transitorio en el sentido de que no se respetaron las leyes y los procedimientos previstos en la ley y la Constitución para designar a los nuevos miembros de las instituciones del Estado, como la eliminación de la etapa de oposición y las comisiones ciudadanas de selección, el irrespeto a la equidad de género, tráfico de influencias, la prolongación del periodo del Contralor subrogante Pablo Celi hasta el 2022, etc. (6)
El resultado de todo esto no ha sido el obtener mejores instituciones del Estado y más democracia. Al contrario, se ha visto el retorno de los viejos actores partidarios y corporativos que retomaron las diferentes instituciones del Estado para defender sus intereses particulares y no el bien común, sin que estén ausentes las disputas y las peleas en la repartición de los cargos como sucedía en el pasado.
Tras el pacto con los empresarios y los grandes medios de comunicación corporativos, vino la división de Alianza País, el movimiento que sustentó y fue hegemónico durante la década de la Revolución Ciudadana. LM se apropió de su dirección, excluyendo a los correistas quienes conformaron otro partido denominado Revolución Ciudadana, pero el Consejo Nacional Electoral les negó la inscripción y finalmente tuvieron que adherir a un movimiento denominado Fuerza Compromiso Social para participar en política y en las últimas elecciones del 23 de marzo de este año.
Lo que llamó la atención de este proceso es la debilidad y fragilidad de Alianza País y la facilidad con que implosionó, lo que fue producto del verticalismo y la ausencia de democracia interna, la desconexión con las bases sociales, la deficiente formación política e ideológica, y problemas relacionados con el financiamiento de las campañas políticas.
Alianza País fue un movimiento policlasista dirigido principalmente por funcionarios del Estado que se activaba sobre todo en períodos electorales. Con el viraje de Moreno, muchos de sus militantes asumieron sin sonrojarse tesis contrarias a su línea política y se acomodaron a las nuevas circunstancias. Al final del día, sin embargo, la crisis de Alianza País debilita las opciones de poder de la izquierda y favorece el retorno de las tendencias de la derecha y populistas.
A esto hay que agregar la división del bloque legislativo de Alianza País que contaba con mayoría en la Asamblea Nacional. El bloque se partió entre correistas y morenistas, y estos últimos se aliaron con los bloques de la derecha e independientes en función de la fiscalización del gobierno anterior, de tapar las denuncias de corrupción contra Lenin Moreno (caso INA Papers) y aprobar leyes que viabilicen el proyecto neoliberal, privatizador y fondomonetarista, como la Ley Orgánica para el Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo, Estabilidad y Equilibrio Fiscal, que fue aprobada el 21 de junio de 2018, y entró en vigencia el 21 de agosto de 2018.
El 14 de mayo de este año, Alianza País de Lenin Moreno, pactó con el movimiento Creando Oportunidades (CREO) del banquero Guillermo Lasso en la Asamblea Nacional y otros bloques menores para repartirse los cargos de la Asamblea Nacional y excluir al bloque legislativo de la Revolución Ciudadana. Alianza País conserva la Presidencia de la Asamblea eligiendo como su titular a César Litardo para el periodo 2010-2021, en reemplazo de Elizabeth Cabezas. Este nuevo bloque se propone aprobar la legislación laboral y económica que exige el acuerdo firmado por el gobierno de LM con el FMI, así como limitar las funciones del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.
En el marco de este acuerdo de la derecha, de una Asamblea Nacional con bajos niveles de credibilidad, un gobierno tan debilitado, que incluso enfrenta sus propias denuncias de corrupción, y un Partido Social Cristiano que sigue en su fuerte campaña presidencial por Jaime Nebot, se reactiva en la Asamblea Nacional el juicio político contra la exCanciller María Fernanda Espinosa, actual Presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Los proponentes del juicio, el Partido Social Cristiano y el movimiento CREO, cuestionan a Espinosa por su protección al asilo de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres y por buscar una salida digna a dicha situación, su supuesta responsabilidad en la inseguridad en la frontera norte ecuatoriana debido al accionar de grupos criminales armados; y, una supuesta falta de atención hacia los ecuatorianos residentes en Venezuela, a pesar del trabajo cumplido cuando fue Canciller.
En el fondo, este juicio constituye el punto culminante de una campaña de ataque político sistemático y de persecución ideológica de la derecha ecuatoriana, particularmente del PSC y CREO, contra María Fernanda Espinosa. En su momento buscaban su salida de la Cancillería, por su política progresista y de cumplimiento de los mandatos constitucionales y del Programa de Gobierno que resultó ganador en las elecciones de 2017. Ahora los promotores del juicio político pretenden generar una matriz de opinión sesgada, en complicidad con algunos medios de comunicación, para destruir la imagen de una mujer progresista que se destaca en el ámbito mundial.
Este constituye otro caso de la judicialización de la política que caracteriza a la gestión de Lenín Moreno. Lo que se criticaba a Correa, se ha vuelto a poner en vigencia. Pese a que se habla de independencia de poderes, la Contraloría, la Fiscalía y la Función Judicial están dedicadas a perseguir principalmente a los exfuncionarios del gobierno anterior, todo ello con el apoyo de los medios de información corporativos que siguen desempeñando el rol de jueces y actores políticos.
El caso más evidente es el del excanciller Ricardo Patiño, dirigente de la Revolución Ciudadana, contra quien se inició un juicio penal y se ordenó su prisión preventiva por haber llamado a la resistencia activa para oponerse a las políticas de LM, en el contexto de una reunión partidaria interna. Actualmente se encuentra exiliado.
Otra vez vuelve el FMI
“No está la mesa servida”, dijo LM al referirse a la situación económica que heredó del gobierno de Correa que ciertamente, luego de un periodo de estabilidad y crecimiento registrado entre 2006 y 2014, entró en un difícil periodo derivado de la baja de los pecios del petróleo, el terremoto de Manabí de abril de 2016, el pago de indemnizaciones a transnacionales (Oxy, Chevron) que le ganaron juicios al Estado ecuatoriano y otros factores, que el obligaron a endeudarse e incluso a recurrir al aval del FMI para obtener préstamos.
Al finalizar el 2017 y los primeros meses del 2018, sin embargo, la economía dio muestras de recuperación y se esperaba que las cosas mejoraran bajo la conducción del Ministro de Economía y Finanzas Carlos de la Torre, y del equipo económico del gobierno anterior, que proponía limitar las importaciones, incrementar aranceles para bienes de consumo suntuario, revisar el crédito tributario para las exportadores, proseguir con la política de los impuestos progresivos.
Sin embargo, los banqueros, grandes empresarios y economistas ortodoxos presionaban para que el gobierno de LM se decidiera por las políticas neoliberales (control del gasto fiscal, medidas para atraer el capital extranjero, exoneración de impuestos, achicamiento del Estado, alza de los combustibles, firma de tratados de libre comercio) que, según ellos, eran la única opción para “salir de la crisis que nos dejó el correismo”.
Y LM descartó otras alternativas y cedió a las presiones, y definitivamente enrumbó al país por la vía neoliberal entregando la conducción de la política económica al economista Richard Martínez.
Sin tiempo que perder, Martínez adoptó medidas para favorecer a los grandes grupos económicos que controlan la economía del país. Una de ellas fue la remisión de intereses y utilidades por un monto superior a los 4500 millones que básicamente benefició a un puñado de grandes deudores: transnacionales petroleras, las transnacionales telefónicas, las exportadoras bananeras, los bancos más grandes y los contrabandistas de licores. (7)
Unos meses después, el gobierno de LM llegó a un acuerdo con el FMI para financiar el presupuesto estatal por un monto de 4200 millones de dólares, un poco menos de la cantidad perdonada a los grandes grupos económicos, acuerdo que no ha pasado por la aprobación de la Asamblea Nacional como manda la Constitución.
“En la carta de intención detallan que el objetivo principal del gobierno será el de reducir el déficit primario no petrolero del sector público no financiero, en un 5% del PIB durante los próximo tres años. Es decir, el Estado ecuatoriano dejará de gastar en Ecuador. La receta “tradicional” incluirá: reducir el tamaño del Estado (Estado mínimo), achicar el gasto fiscal, flexibilizar y desregularizar las relaciones laborales, reformas tributarias para satisfacer intereses de élites económicas y corporativas, privatizar bienes públicos, desregularizar controles estatales – especialmente independencia del Banco Central -, y liberalizar el sector externo”. (8)
Los resultados del manejo fondomonetarista de la economía a cargo de los representantes empresariales no tienen buenos augurios. Según el Banco Mundial, entre 2006 y 2014, Ecuador experimentó un crecimiento promedio del PIB de 4,3%, en cuyo período, la pobreza disminuyó del 37,6% al 22,5%. El crecimiento del PIB en promedio % entre 2015 y 2018 sólo fue del 0,6. Para 2019, la economía ecuatoriana crecerá en un 0,1% en 2019, de acuerdo con las últimas proyecciones, presentadas el 4 de abril del 2019, por el mismo Banco Mundial.
A su vez, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo para Ecuador las perspectivas de crecimiento y prevé que este 2019 el PIB real del país cierre en -0,5 %, mientras que para 2020 estima que será del 0,2 %, según un último informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales.
Otros datos son igualmente preocupantes: en el primer trimestre de 2018 alrededor de 504 mil personas adicionales pasaron a la condición de pobreza (luego de que en los 10 años previos 1.7 millones de habitantes salieron de la pobreza) y, de ellas, unas 185 mil más pasaron a la de pobreza extrema. En ese mismo semestre, las cifras de empleo adecuado se redujeron en 9.2%, una severa caída de más de 300 mil personas que explica gran parte el súbito aumento de la pobreza. (9)
(Continuará)
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)