Lo cierto es que San Valentín hizo estragos en el curso de mi hijo, que tiene 11 años, estaban todos revolucionados. Uno de ellos se llevó tres o cuatro regalos para repartir, a ver si alguna caía. Otro le escribió una carta de amor a una compañera, con intención de dársela en mano, en plan valiente. Pero éste tuvo un contratiempo, y mi hijo un gran dilema con el tema:
- Mi hijo: Mamá, tengo un problema muy gordo…
- Yo: ¿Cuál? (A saber…).
- Mi hijo: Es que N le va a dar el lunes una carta de amor a B, y resulta que me acabo de enterar de que B sale con F, que es el más chulo de la clase, y como se entere, le va a partir la cara a N.
- Yo: Mmm… pues avisa a N, y que no le dé la carta.
- Mi hijo: Pero si hago eso le partiré el corazón (literal).
- Yo: Estooo… Pues no le digas nada…
- Mi hijo: ¡Pero entonces le partirán la cara! ¿Tú qué harías?
- Yo (con sudores fríos): Pues yo haría lo que me gustaría que hicieran conmigo. O sea: Si tú fueras N, ¿qué te gustaría que hicieran tus amigos? ¿Qué te lo dijeran, o que no?
- Mi hijo: Que me lo dijeran.
- Yo: Pues díselo. Pero ten en cuenta que a lo mejor se enfada contigo, eso nunca se sabe. Hagas lo que hagas, se puede enfadar, así que haz lo que creas que es mejor, poniéndote en su lugar.
Al final decidió contárselo, pero no llegó a tiempo. La chica ya no era novia de F, pero le dio un abrazo a N y le dijo que muchas gracias, que le caía muy bien, pero que iba a buscar otro novio. Al parecer, tres meses después seguía sin novio, y según mi hijo, cometió un error no aceptando a N porque “más vale pájaro en mano”. Yo con estas cosas no sé qué pensar, francamente…