Doña Elvira se disponía a hacer
sus compras de Navidad, llevaba una lista donde había anotado los nombres de sus
parientes y amigos y al lado de cada nombre, el regalo que pensaba comprarle.
Tales regalos no habían sido
pensados tomando el gusto de sus futuros destinatarios, nunca se tomaba la
molestia de averiguar qué necesitaba o deseaba cada quien.
Elvira nunca pensaba en los
demás. Al llegar al centro comercial, sacó su lista de la bolsa, el primero era
su marido. Con una mueca de disgusto, se acercó al dependiente y le pidió que le
mostrara corbatas.
Cada Navidad le regalaba una
corbata a su marido, porque no quería molestarse en pensar qué otra cosa pudiera
agradarle. En los cumpleaños, era una camisa blanca, siempre, cada año... Ella
no se complicaba la vida.
Lo mismo era para los parientes
y amistades, por eso tenía su lista, la misma que guardaba cada año, para el
siguiente. A sus hermanas, les regalaba un perfume a cada una, a sus cuñados,
calcetines, a sus sobrinos, un carrito de juguete, a sus sobrinas, un jueguito
de té, etc. Todas las Navidades era lo mismo. Los regalos de la tía Elvira eran
los últimos que quedaban bajo el árbol de Navidad, los últimos en abrirse,
¡todos sabían su contenido!
En la repartición de regalos de Navidad, la
actitud de la persona que da el regalo cuenta más que el regalo mismo. Elvira,
la mujer de la historia, no pensaba en nadie a la hora de comprar los regalos,
solo lo hacía por salir del paso. No le importaba si lo que había destinado para
cada miembro de su familia o amigos, realmente le hacía falta o le iba a dar una
grata sorpresa. Ni siquiera le importaba el qué dirán, lo que fueran a pensar de
ella la tenía muy sin cuidado. A esta clase de personas, les gusta imponer su
voluntad y piensan que todo el mundo debe aceptarlas como son.
También
existen personas que teniendo un buen poder adquisitivo, hacen regalos
ostentosos, pero tampoco pensando en los demás, sino en sí mismos. Lo hacen para
mostrar lo bien que les va, para presumir su bienestar económico, para que su
regalo se destaque de entre los demás y todos sientan admiración. Estas personas
están llenas de orgullo y son muy materialistas. Gustan rodearse de bienes
materiales, llenarse de lujos, pero su corazón está vacío.
Hay otras
personas cuya economía no les permite comprar algo mejor para cada uno de sus
seres queridos, pero lo hacen pensando en cada uno de ellos y aunque poquito,
están seguros de que les va a gustar. Estas personas son de las que pueden pasar
todo un día buscando lo que es adecuado para cada quien, hasta que lo encuentran
a un precio accesible para ellas.
Y hay otras personas que gustan regalar
algo hecho por sus manos. Esta es una buena actitud, siempre y cuando sea un
regalo adecuado, por ejemplo, si la esposa le teje un sweater al esposo y le
queda dos tallas más grande, ¡es mejor que le regale otra cosa!
Para regalar
hay que ponerse un poquito en los zapatos de los demás. Si no conocemos mucho de
los gustos de una persona, podemos preguntar a alguien que realmente los sepa.
Regalar debe de significar: "me tomé un tiempo para pensar en ti".
Los
primeros regalos que recibió Jesús, fueron regalos pensados con sabiduría y con
un gran significado. Los regalos que le llevaron los sabios, estaban pensados en
la naturaleza real y divina de Jesús y su futuro sacrificio por la humanidad. El
oro, como metal más valioso, digno de un Rey. El incienso, desplegando su aroma
al quemarse, significaba que Jesús era Dios. La mirra, también aromática, además
de preservativa, representaba la muerte expiatoria de Jesús. La costumbre de
regalar en estas fechas viene precisamente de este suceso, de los regalos que le
hicieron a Jesús por su nacimiento.
Si vamos a hacer un regalo, hagámoslo
pensando en la persona a quien daremos ese regalo, que nuestro amor se pueda
sentir en ese regalo. No hagamos compras de última hora, en que por falta de
tiempo, compremos lo primero que veamos y sobre todo, regalemos afecto junto con
nuestro regalo material. Los sabios antes de entregar los regalos para Jesús, le
adoraron. Un abrazo y una sonrisa es algo que siempre necesitamos todos los
seres humanos.
"Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con
María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron
como regalos oro, incienso y mirra." Mateo 2:11 NVI
Angélica
García Sch.
Cariños
Aimar