EL LUCERO DE LA
MAÑANA
Lucero de la mañana que
alumbra
la noche oscura,
que llena el mundo de
alegría.
Jesús mío, entra ya,
ilumina los gritos de mi
corazón.
Desde que se escribió este hermoso texto, la gente ha
puesto sus anhelos en las estrellas. Las estrellas han ejercido siempre una
fascinación. De niños nos gustaba la canción: "Brilla, brilla estrellita,
¿estrellita dónde estás? Quiero verte titilar, en el cielo sobre el mar". La
canción nos daba la seguridad de que Dios tiene las mejores intenciones con
nosotros y que, bajo el firmamento, estamos en casa.
Las estrellas nos recuerdan la patria en el sentido de
que siempre y en todo lugar estamos en casa, pues nos iluminan las mismas
estrellas que alumbran nuestra querida patria. Todas estas asociaciones juegan
un papel especial durante la navidad, cuando pensamos en la estrella que indicó
el nacimiento de Jesús y cuando colgamos estrellas en el árbol de navidad o en
la ventana. A través del nacimiento de Cristo, este mundo se convirtió en
nuestra patria y en él, en todas partes, brilla sobre nosotros la misma estrella
matutina y vespertina, haciéndonos sentir en casa, sin importar el lugar en el
que estemos.
La navidad nos invita a convertirnos en la estrella que
ilumine la noche de otras personas, que haga surgir la esperanza en ellas y les
regale la sensación de estar en la patria.
Este es el mensaje más profundo de la estrella de
navidad: no somos solamente seres humanos de la tierra, sino también seres
humanos del cielo y en cada uno de nosotros, brilla la estrella que señala,
encima de nosotros, a aquel que baja del cielo y hace realidad nuestro anhelo
más profundo.
Con Amor a mi Niño Jesús