Vale la pena confiar. Primero de todo, y sobre todo, en nosotros. En nuestras posibilidades, todas y cada una de ellas. Las que nos permitan crecer cada día, lograr lo que queramos y soñar a lo grande. Confiar también en los demás. En la mano amiga que te ayuda a levantarte y en las palabras que te resucitan cuando no puedes más. Creamos en el hoy y en el mañana. Un mal día no dura más allá de 24 horas.
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