Amor, no te mueras no supliques por tu vida
date cuenta que la muerte es un espejo sin sombra,
sólo con mis manos que no rozarán las tuyas, ni buscaré
tu boca a tientas en la noche, para beber de tu pozo
infinito, dame la certeza de este adiós, siembra en mis ojos
el llanto, las suplicas mal entendidas, el “no te vayas así”
“que yo te amo”, busco en todos los recuerdos, indago en
mi propio ser, sólo silencio, ruinas y muertos los sueños.
Amor, no te mueras no supliques por tu vida,
toma todo, tan poco que darte, el camino se ha encargado
de malgastarnos mutuamente, sólo nos queda tiempo…
Amor, no nos queda nada, y como un perro rabioso mi propio
corazón me aterra, me descontrola, me toma por los pies
y quedo en el aire, suspendido, escupiendo sangre, tomándose
su tiempo, -la lejanía es sólo la muerte anticipada-.
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